MANERAS DE VIVIR

 

AEROPUERTO DE GIJÓN/ SALA DE ESPERA

 

Un nuevo y caluroso día amanece en la ciudad. Marta, acompañada por Gervasio y Alfonso, está sentada en una de las sillas, nerviosa. No puede parar de mirar el reloj.

 

MARTA: Ya deberían estar aquí.

 

ALFONSO: Tranquilízate, cielo.

 

GERVASIO: Esto no es tan rápido como parece. Después de bajar del avión, tienen que esperar su equipaje. Calma.

 

MARTA: (Molesta) Es muy fácil para vosotros decir eso.

 

Alfonso se sienta junto a la chica y la coge de la mano.

 

ALFONSO: Tranquila. Estoy aquí contigo, y no va a pasar nada malo.

 

MARTA: (Asustada) ¿Y si no se acuerda de mí?

 

Alfonso esboza una comprensiva sonrisa.

 

ALFONSO: ¿Cómo no va a acordarse de ti? Eso es imposible. Todo va a salir bien.

 

MARTA: Eso espero…

 

Los tres se quedan unos segundos en silencio, hasta que Gervasio ve algo que le hace esbozar una sonrisa.

 

GERVASIO: Ahí están.

 

Marta alza la mirada, nerviosa, y a lo lejos ve a Jorge acercándose, con una crecida Esperanza en brazos. La joven se levanta, impaciente.

 

MARTA: Es ella…

 

ALFONSO: Acércate.

 

GERVASIO: Pero recuerda que tienes que medir tus palabras cuando esté Jorge delante. Cualquier paso en falso, y…

 

ALFONSO: (Interrumpiéndole) Lo va a hacer perfectamente. No hay de qué preocuparse.

 

GERVASIO: Eso espero.

 

MARTA: Tengo miedo.

 

ALFONSO: Tranquila. Nosotros vamos a estar aquí. No nos pensamos ir.

 

La joven se queda quieta durante unos segundos, pensando, hasta que finalmente se decide a acercarse a ellos. Mira a Jorge sin decirle nada, y luego alarga los brazos hacia Esperanza, con los ojos llenos de lágrimas.

 

MARTA: Hija… ¿te acuerdas de mí?

 

ESPERANZA: ¿Mamá?

 

Marta se echa a llorar, emocionada.

 

MARTA: Dios mío… déjame cogerla, por favor.

 

JORGE: (Indignado) Ni lo sueñes. No cogerás a la niña hasta que lo diga un juez. Y ahora, si nos perdonas, nos vamos al hotel. Estamos agotados del viaje.

 

Jorge se marcha de allí sin soltar a su hija, mientras Marta continúa llorando, mezcla de la emoción, y mezcla de la tristeza.

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Chace Crawford, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Jessica Stroup

 

SPECIAL GUEST STAR

David Gallagher como EDUARDO ABRIL

 

Capítulo 90

Visión de futuro

 

ESCUELA “ARTES ESCÉNICAS HERRERA”/ AULA DE IMAGEN

 

Varios corrillos dispersos por la clase cuchichean en voz baja. Lidia, sola, permanece sentada en su sitio, con una sonrisa de oreja a oreja. Al entrar Hugo y Óscar, en un tenso silencio entre ellos, parecen contagiar al resto de sus compañeros puesto que todos se callan, mirándoles. Óscar se acerca a la oreja de su compañero.

 

ÓSCAR: Todo el mundo nos mira.

 

HUGO: Ya me he dado cuenta…

 

Los dos jóvenes echan una mirada a toda la clase, que siguen mirándoles.

 

HUGO: ¿Qué pasa?

 

El chico no obtiene respuesta, pero justo en ese momento, se percata de cínica sonrisa que Lidia tiene dibujada en su cara.

 

HUGO: Vale, creo que ya lo sé…

 

ÓSCAR: (Extrañado) ¿El qué?

 

Hugo se acerca indignado a la joven, y Óscar le sigue.

 

HUGO: ¿Se puede saber qué cojones está pasando?

 

Lidia finge extrañarse, aunque no le pone demasiado empeño.

 

LIDIA: No sé de qué me estás hablando.

 

HUGO: Desde que hemos entrado a clase todo el mundo nos está mirando, y estoy seguro de que detrás de esa sonrisa de zorra que tienes en la cara, está el motivo.

 

LIDIA: Estás muy equivocado, Hugo.

 

HUGO: ¿De verdad?

 

LIDIA: De verdad.

 

HUGO: Bien, entonces me imagino que no te importará que les pregunte a todos que es lo que les has dicho, ¿no?

 

Lidia se queda pensando durante unos segundos, hasta que esboza una sonrisa.

 

LIDIA: Bueno, os lo contaré, pero quiero que sepáis que yo no tengo nada que ver, ¿eh?

 

ÓSCAR: (Irónico) Por supuesto.

 

LIDIA: Cuando he llegado a clase he oído comentarios de que vosotros dos estabais… bueno, ya sabéis. Liados.

 

ÓSCAR y HUGO: (Sorprendidos) ¡¿Qué?!

 

Los dos jóvenes se miran, asustados.

 

LIDIA: Es cierto que lo de Hugo no es ningún secreto, ¿pero tú, Óscar?

 

ÓSCAR: (Indignado) Yo no soy maricón.

 

LIDIA: No lo niegues. Mira, cuando he escuchado el primer comentario, he pensado en decir que estaban muy equivocados porque a mí me habías demostrado todo lo contrario, pero claro, luego me he puesto a pensar, y me he dado cuenta de que estaría mintiendo. Al fin y al cabo, tantos gatillazos en la cama podrían haber sido por eso, ¿verdad?

 

ÓSCAR: Eres una hija de puta…

 

Óscar sale de allí corriendo, y Hugo mira a la que una vez fue su amiga, sin poderse creer lo que acaba de escuchar. Ella sigue sin borrar la sonrisa de su cara.

 

LIDIA: ¿Contigo nunca los ha tenido?

 

HUGO: Que decepción, Lidia… que decepción.

 

El rubio sale corriendo tras su amigo ante la mirada de todos sus compañeros, mientras Lidia deja escapar una malévola carcajada.

 

LIDIA: Pues esto solo es el principio…

 

PISO DE CARLOS Y JAIME/ SALÓN

 

Jaime está sentado en el sofá, vistiendo solo unos calzoncillos. El joven está leyendo un periódico a la vez que se toma una taza de café, y Carlos no tarda en aparecer por allí con otra y sentarse al lado de su amigo.

 

CARLOS: Buenos días.

 

JAIME: Hola.

 

CARLOS: Pensaba que esta semana trabajabas por las mañanas.

 

JAIME: Sí, pero le he cambiado el turno a Claudia. Yo tengo que hacer unos recados.

 

CARLOS: ¿Quieres que te acompañe? Me vendrá bien que me dé el aire después de tanto estudiar.

 

JAIME: (Divertido) ¿No tuviste suficiente con la fiesta de anoche?

 

CARLOS: (Extrañado) ¿Qué fiesta?

 

JAIME: Vamos Carlos, no te hagas el tonto, porque volviste a las tantas de la madrugada… ¿conociste a alguna chica?

 

Carlos se pone nervioso, aunque intenta disimularlo.

 

CARLOS: Anda, no digas tonterías. Ya te dije que, de momento, no me apetece conocer a nadie.

 

JAIME: ¿Y entonces qué hiciste por ahí a esas horas de la noche?

 

CARLOS: Nada, pasear. Ya te he dicho que últimamente necesito que me dé el aire.

 

JAIME: (Irónico) Sí, claro. Sabes que mientes fatal, ¿verdad?

 

CARLOS: Bueno, ¿puedo acompañarte a hacer esos recados o no?

 

Jaime se ríe del intento de su amigo de cambiar de tema.

 

JAIME: Esta bien, puedes acompañarme… pero lo que vamos a hacer no se lo puedes contar a nadie, ¿eh?

 

CARLOS: Seré una tumba, pero dímelo ya.

 

Jaime vuelve a reírse, y empieza a contarle sus planes a su compañero.

 

ESCUELA “ARTES ESCÉNICAS HERRERA”/ BAÑO MASCULINO

 

Óscar está encerrado en uno de los privados, sentado en el retrete y realmente enfadado, mientras Hugo, al otro lado, da leves golpes en la puerta, con cara de preocupación.

 

HUGO: Vamos Óscar, no te lo tomes así… tampoco ha sido para tanto.

 

ÓSCAR: ¿Cómo que no? ¡Todo el mundo se piensa que soy maricón!

 

HUGO: ¿Y qué? ¿Qué más te da lo que piensen los demás?

 

ÓSCAR: Claro joder, para ti es muy fácil. Como ya estás acostumbrado, y además lo eres.

 

HUGO: Vale, eh… no sé si tomarme eso como un insulto, o como un halago.

 

Óscar abre la puerta, arrepentido.

 

ÓSCAR: Lo siento tío, no quería ofenderte. Es que estoy muy nervioso, y… no entiendo por qué está haciendo esto.

 

Hugo esboza una forzada sonrisa.

 

HUGO: Tranquilo, no importa.

 

ÓSCAR: Es que entre esto, y todo lo que está pasando entre nosotros, yo…

 

HUGO: (Interrumpiéndole) Mira Óscar, ahora mismo olvídate de lo que está pasando entre nosotros. ¿Qué la gente piensa que eres maricón? Que lo piensen. ¿A ellos qué más les da? Lo importante es que tú seas feliz con quien eres. Y sobre todo, no dejes que lo que está pasando, o haya pasado, o pase entre nosotros, te etiquete. Porque las etiquetas son una mierda. Y si ellos creen que son importantes, que les jodan. Mientras ellos son unos infelices amargados, tú tomarás el camino que te haga feliz. Sin importarte lo que digan, o lo que piensen. Tan solo pensando en ti mismo.

 

Óscar se queda en silencio durante unos segundos, mirando a su amigo, hasta que finalmente, con los ojos llenos de lágrimas, le abraza, sintiéndose mucho más seguro.

 

FACULTAD DE MEDICINA/ CAFETERÍA

Isra y Edu están sentados en una de las mesas, tomándose unos cafés. Los dos chicos permanecen en silencio, e Isra mira a su amigo, sintiendo lástima. Edu suspira.

 

EDU: No me mires así, por favor.

 

ISRA: (Avergonzado) Perdona.

 

Los dos jóvenes vuelven a quedarse unos segundos en un tenso silencio.

 

ISRA: No esperaba tu visita.

 

EDU: Tenemos que hablar.

 

ISRA: Ya.

 

Vuelven a quedarse en silencio.

 

ISRA: ¿Has pensado en decírselo a Hugo?

 

EDU: ¿Qué? Estás de coña, ¿no?

 

ISRA: No, no estoy de coña, Edu. ¿En serio me dices que has estado a punto de volver con él y no le piensas decir nada de lo que te está pasando?

 

EDU: No quiero que vuelva conmigo por pena.

 

ISRA: Hugo no es así, Edu. Si no quiere estar contigo no lo va a estar, por mucha pena que le des, y lo sabes.

 

El joven se queda pensando durante unos segundos, en silencio, hasta que finalmente suspira.

 

EDU: Digas lo que digas, no pienso hablar con él.

 

ISRA: (Indignado) No sé cómo puedes ser tan egoísta.

 

EDU: (Sorprendido) ¿Egoísta?

 

ISRA: Sí, egoísta. Le pediste que saliera contigo sabiendo que te quedaba poco, y encima ahora eres incapaz de decirle lo que te pasa… de verdad Edu, me decepcionas.

 

Edu se da cuenta de que su amigo tiene razón, aunque no está dispuesto a dar su brazo a torcer.

 

EDU: Lo siento, pero eso es una decisión que tengo que tomar yo, y nadie más.

 

ISRA: Muy bien.

 

El pelirrojo se bebe lo que le queda del refresco de un solo trago, y se levanta.

 

ISRA: Sí no se lo dices tú, se lo tendré que acabar diciendo yo.

 

EDU: Ni se te ocurra, Isra.

 

ISRA: Ahora el que lo siente soy yo, pero es así. Hugo es mi amigo, y no pienso permitir que le hagas más daño del que ya le has hecho. Así que piénsalo.

 

Isra se marcha de allí, indignado, y deja solo a Edu, que no sabe qué hacer.

 

PARQUE “RUISEÑORES”

 

Ya por la tarde, Jorge y Marta pasean por el parque. El joven tira del carro de Esperanza, que va muy entretenida con una muñeca, ajena al problema que tienen sus padres.

 

MARTA: Gracias por dejarme verla.

 

JORGE: No me lo agradezcas a mí, agradéceselo a mi abogado. Él fue el que me dijo que me convenía hacerlo.

 

MARTA: Y no se equivocaba.

 

Los dos continúan andando en silencio, el uno junto al otro. Jorge termina suspirando.

 

JORGE: ¿Por qué haces todo esto?

 

MARTA: (Extrañada) ¿El qué?

 

JORGE: Hacernos volver. Poner de nuevo la vida de tu hija patas arriba. ¿De verdad la quieres, o lo haces solo para joderme a mí?

 

MARTA: Yo no empecé todo esto, Jorge.

 

JORGE: ¿Crees que lo mejor para la niña es criarse con una puta?

 

Marta mira al joven, llena de rabia, pero intenta contenerse.

 

MARTA: Creo que será mejor que me vaya.

 

Jorge se detiene, y la chica se agacha frente al carro, sonriendo.

 

ESPERANZA: Mamá.

 

MARTA: Cielo, ahora me tengo que ir, pero nos volveremos a ver. Y más pronto de lo que tu padre se imagina.

 

Marta da un beso en la frente de la niña y se reincorpora de nuevo.

 

MARTA: Adiós.

 

Tras lanzarle una mirada llena de odio a Jorge, la chica se aleja de allí. El joven sigue arrastrando el carro de su hija, sin poder ocultar la preocupación por lo que podrá pasar.

 

PISO DE CLAUDIA Y ANDREA/ SALÓN

 

Andrea está sentada en el sofá, repasando unos apuntes con la televisión apagada, cuando Claudia aparece por allí, con una sonrisa de oreja a oreja, y se sienta al lado de su amiga.

 

CLAUDIA: ¿Te importa que vea la tele un rato?

 

ANDREA: (Sonríe) No, tranquila. Si la verdad es que me vendrá bien descansar un poco.

 

CLAUDIA: Bien.

 

Mientras Andrea recoge sus apuntes, Claudia enciende la televisión. Las dos se quedan en silencio haciendo zapping, hasta que la segunda suspira.

 

CLAUDIA: Menuda mierda de programación.

 

ANDREA: (Divertida) ¿Qué esperabas?

 

CLAUDIA: Algo distinto a culebrones para abuelas y marujeos.

 

ANDREA: Ya… creo que eso no existe en España.

 

Las dos se ríen.

 

CLAUDIA: Oye, ¿dónde crees que estará Lidia?

 

ANDREA: Pues si te digo la verdad, ni lo sé ni me importa.

 

CLAUDIA: Empiezo a pensar que no hicimos bien echándola del piso.

 

ANDREA: (Sorprendida) ¿Qué? ¿Por qué?

 

CLAUDIA: Bueno, Lidia ya ha demostrado que puede ser muy retorcida. No dudes en que habrá represalias.

 

ANDREA: Ya. Y tú tampoco dudes en que yo puedo ser muy zorra cuando me lo propongo. Así que si quiere guerra la tendrá, te lo aseguro.

 

CLAUDIA: Puede que sea hasta divertido.

 

ANDREA: Eso no lo dudes, querida. No lo dudes.

 

Las dos amigas se vuelven a reír, divertidas.

 

PISO DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ COCINA

 

La noche empieza a caer sobre la ciudad. Óscar se está preparando un bocadillo de jamón para cenar, cuando Hugo aparece por allí, con cara de agobio.

 

HUGO: No te puedes ni imaginar las ganas que tengo de que se pasen los exámenes.

 

ÓSCAR: Supongo que serán las mismas que las mías.

 

HUGO: Seguro.

 

Óscar se ríe, mientras Hugo se saca unas hamburguesas de la nevera y prepara la sartén en la vitrocerámica.

 

HUGO: ¿Cómo los llevas?

 

ÓSCAR: Fatal. No consigo concentrarme.

 

HUGO: Normal, con todo lo que ha pasado últimamente… a mí me está pasando lo mismo.

 

ÓSCAR: Se nos va a ir el curso a la mierda.

 

HUGO: No digas eso. Seguro que con empeño y esfuerzo, lo conseguimos. Y si no, aún nos queda septiembre.

 

Óscar sonríe forzadamente.

 

ÓSCAR: Chico, hoy estás de un optimismo envidiable.

 

HUGO: Oye, yo siempre soy optimista. Parece mentira que no me conozcas.

 

ÓSCAR: Eso no te lo crees ni tú.

 

Los dos jóvenes se ríen, divertidos. Poco a poco dejan de hacerlo, y se miran fijamente a los ojos. Óscar enseguida se siente incómodo.

 

ÓSCAR: Yo… creo que me voy a ir a ver la tele un rato, así desconecto un poco de los apuntes.

 

HUGO: Bien.

 

En ese momento se escucha como alguien llega a casa y los dos suspiran, aliviados.

 

HUGO: Pues a lo mejor me animo a hacerte compañía. Y seguro que Isra también se anima.

 

El joven fuerza una sonrisa.

 

ÓSCAR: Bien, pues… allí estaré.

 

HUGO: Perfecto.

 

Óscar sale de la cocina y Hugo suspira, aliviado. Ninguno de los dos sabe que Isra les ha escuchado, bastante mosqueado.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

El local ya está cerrado. Jaime está barriendo tras la barra, mientras Lidia, ya bastante bebida, se termina un botellín de cerveza de un solo trago, para dejarlo después, con fuerza, sobre la barra.

 

LIDIA: ¡Otra!

 

JAIME: (Suspira) No sé si te has dado cuenta Lidia, pero estoy cerrando ya.

 

LIDIA: Sí. Y tú a lo mejor tampoco te has dado cuenta, pero me da igual. Solo quiero otra más.

 

JAIME: No te voy a poner nada más.

 

LIDIA: ¡Pues menuda mierda de camarero! ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué me vaya?

 

JAIME: No estaría de más. Total, vas a tener que hacerlo quieras o no… cuanto antes, mejor.

 

LIDIA: Ya.

 

Jaime empieza a sacar los vasos de la secadora mientras Lidia se queda unos segundos en silencio, pensando, hasta que finalmente esboza una pícara sonrisa.

 

LIDIA: Jaime.

 

JAIME: ¿Qué?

 

LIDIA: ¿Tú también me odias?

 

JAIME: Ni te odio, ni te dejo de odiar. Nunca te he considerado mi amiga y a Óscar tampoco, así que podéis hacer lo que queráis con vuestras vidas. Pero si me preguntas lo que pienso de lo que hiciste… te diré que me parece que eres una zorra egoísta y manipuladora.

 

LIDIA: ¿Y eso no te excita?

 

JAIME: (Sorprendido) ¿Qué?

 

El joven alza la mirada, encontrándose con los brillantes ojos de la chica, que empieza a desabrocharse la ceñida camisa, sin borrar la sonrisa de su cara.

 

JAIME: ¿Qué estás haciendo?

 

LIDIA: ¿No es evidente?

 

Jaime aparta la mirada de la chica.

 

JAIME: Lidia, haz el favor de taparte.

 

LIDIA: ¿Por qué? ¿No te gusta lo que ves?

 

JAIME: Por supuesto que no. Estoy con Claudia, tu compañera de piso hasta la semana pasada, ¿no lo recuerdas?

 

LIDIA: Claro que sí. ¿Y tú no te acuerdas de lo mucho que te estuvo mareando hasta que lograste estar con ella? Esta es una manera magnífica de vengarte.

 

JAIME: ¡Pero yo no me quiero vengar! Además, no me estuvo mareando de ninguna manera. Creo que te estás equivocando.

 

LIDIA: Vamos, Jaime…

 

Lidia se sube lentamente a la barra y empieza a tirar de la camiseta del camarero, pero éste se aparta de inmediato, perdiendo la paciencia.

 

JAIME: ¡Joder Lidia! ¿Estás sorda? ¡Te he dicho que te vayas y que me dejes en paz, ostias!

 

LIDIA: (Sensual) Me encanta cuando los hombres os ponéis así, tan agresivos…

 

Jaime cierra el puño, intentando contenerse.

 

JAIME: Si no quieres que esta situación vaya a peor, será mejor que te vayas. Hazme caso.

 

LIDIA: (Indignada) ¡Joder!

 

La joven se baja de la barra, y se abrocha de nuevo la camisa, cogiendo su bolso.

 

LIDIA: Te pongo en bandeja una noche de sexo loco y desenfrenado y lo rechazas por una chica que parece una tabla de planchar de lo plana que está, y que encima te tiene cogido por los huevos. De verdad, sois muy raritos en esta ciudad.

 

Lidia sale del local, dejando a Jaime solo suspirando, aliviado.

 

Una vez fuera, la chica coge su móvil y, tras buscar un número en la agenda, espera a que se lo cojan.

 

LIDIA: Soy yo… no, no he podido… lo sé, lo sé, pero necesito más tiempo. No es tan fácil como parece… escúchame… no, escúchame tú a mí; Jaime ha sido demasiado difícil, pero con Carlos no creo que tenga tantos problemas… tranquila, tú déjamelo a mí. Chao.

 

La joven cuelga el teléfono y, tras dudar durante unos segundos, esboza una amplia sonrisa y se aleja de allí a paso ligero.

 

PISO DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ SALÓN

 

Hugo, Isra y Óscar están sentados en el sofá, en ese orden. Isra está viendo una película, mientras sus dos compañeros se lanzan incómodas miradas. El pelirrojo no tarda en darse cuenta de la situación, y les mira.

 

ISRA: ¿Habéis follado ya?

 

HUGO: (Sorprendido) ¿Qué?

 

Óscar mira indignado a Hugo, como si fuese él el que se ha ido de la lengua.

 

ÓSCAR: ¿Cómo has podido hacerlo?

 

HUGO: Yo no…

 

ISRA: O sea, que sí, ¿no?

 

Óscar se levanta del sofá, indignado.

 

ÓSCAR: No. No nos hemos acostado, ni nos vamos a acostar. ¿Por qué cojones se os ha metido a todos en la cabeza que hay algo entre nosotros?

 

Hugo suspira y hace señas al chico, intentando hacerle ver que está metiendo la pata, pero este no parece darse cuenta.

 

ÓSCAR: Lo único que ha habido han sido cuatro besos tontos que no se van a volver a repetir, así que ya vale, por favor. Dejadnos en paz.

 

Óscar corre hacia su dormitorio, mientras Hugo se lleva las manos a la cabeza. Isra le mira, sorprendido.

 

ISRA: Joder, si lo llego a saber, no digo nada… ¿Se puede saber qué le pasa? Si solo era una broma, aunque vamos, que con las miraditas que os estabais echando era algo evidente que algo había pasado.

 

HUGO: No le hagas caso. Ha tenido un mal día.

 

ISRA: Ya.

 

Los dos se quedan en silencio de nuevo durante unos segundos, hasta que Isra vuelve a sonreír.

 

ISRA: Así que os habéis liado, ¿eh?

 

HUGO: (Suspira) Ya te ha dicho que fueron cuatro besos, y además, estábamos borrachos.

 

ISRA: (Irónico) Sí, claro…

 

HUGO: En serio, Isra. Y no sigas insistiendo, de verdad.

 

ISRA: Vale, vale…

 

Vuelven a quedarse en silencio. El pelirrojo mira a su amigo, serio.

 

ISRA: Tengo que hablar contigo sobre algo importante. Es bastante serio.

 

HUGO: ¿Qué pasa?

 

ISRA: Es sobre Edu.

 

HUGO: (Asustado) ¿Le ha pasado algo?

 

ISRA: No, bueno, todavía no, pero…

 

El chico se ve interrumpido por el móvil de su compañero, que hace que se levante del sofá.

 

HUGO: Mira por dónde, es Edu. Ahora vengo.

 

ISRA: Bien.

 

Hugo sale al pasillo e Isra espera, aunque no tiene que hacerlo durante mucho rato, puesto que su amigo vuelve enseguida.

 

HUGO: Perdona… ¿es muy importante lo que me tenías que contar?

 

ISRA: Bastante…

 

HUGO: Es que Edu quiere que quedemos ahora. Dice que tiene algo importante que contarme.

 

Isra no puede evitar el esbozar una forzada sonrisa.

 

ISRA: No te preocupes, ves con él. Nosotros podemos hablar mañana.

 

HUGO: Bien, pues voy a cambiarme. Hasta luego.

 

ISRA: Chao.

 

Hugo camina hacia su habitación dejando a Isra solo, preocupado por cómo se tomará el chico la noticia que está a punto de recibir.

 

RESTAURANTE “ROSAS NEGRAS”/ INTERIOR

 

Carlos está mirando la carta de vino en una de las mesas, elegantemente vestido y bastante nervioso, aunque intenta mantener la calma. No se da cuenta de que alguien se acerca a él por la espalda.

 

LOLA: No me lo puedo creer…

 

Carlos se gira hacia la chica, sorprendido.

 

CARLOS: ¿Lola?

 

LOLA: ¿Tú eres mi cita?

 

El joven mira a su alrededor y, al ver que en ninguna mesa hay nadie esperando, se encoge de hombros, resignado.

 

CARLOS: Eso parece.

 

PISO DE CARLOS Y JAIME/ DORMITORIO DE JAIME

 

Jaime y Claudia están tumbados sobre la cama del chico, completamente desnudos y besándose y acariciándose, a la vez que se dedican sonrisas llenas de ternura.

 

CLAUDIA: ¿Quién nos iba a decir a nosotros que nos íbamos a acabar queriendo tanto?

 

JAIME: Absolutamente nadie.

 

La joven se ríe, y la pareja vuelve a besarse, pero Jaime enseguida vuelve a ponerse serio.

 

JAIME: Creo que no es el mejor momento para decirte esto, pero creo que tienes que saberlo.

 

CLAUDIA: (Extrañada) ¿Qué pasa?

 

JAIME: Se trata de Lidia.

 

CLAUDIA: (Suspira) ¿Qué ha hecho ahora?

 

Jaime duda durante unos segundos, hasta que esboza una forzada sonrisa, intentando quitarle importancia al asunto.

 

JAIME: Ha intentado acostarse conmigo.

 

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Qué?

 

JAIME: No ha pasado nada, de verdad, pero creo que tenías que saberlo… para que sepas de qué pie cojea, lo que está intentando, y hasta dónde está dispuesta a llegar para conseguirlo.

 

CLAUDIA: No me lo puedo creer.

 

Claudia se levanta de la cama y empieza a vestirse, indignada, ante la extrañada mirada de su novio.

 

JAIME: ¿Qué estás haciendo? ¿Te vas?

 

CLAUDIA: ¿De verdad crees que voy a dejar que esa zorra se salga con la suya? Ni en sueños.

 

JAIME: (Asustado) ¿Qué vas a hacer?

 

La chica termina de vestirse, y esboza una cínica sonrisa antes de dar un último beso a su novio.

 

CLAUDIA: Tranquilo. De momento solo voy a hacerle una pequeña e insignificante advertencia, nada más. Te llamo mañana.

 

Claudia está a punto de irse, pero Jaime se levanta de inmediato cogiéndola del brazo para impedírselo.

 

JAIME: No te vayas.

 

CLAUDIA: Joder Jaime, tranquilo, que no le voy a pegar ninguna paliza ni nada.

 

JAIME: No lo digo por eso.

 

CLAUDIA: (Extrañada) ¿Entonces?

 

Jaime esboza una amplia sonrisa para después dirigirse a la mesilla y abrir el cajón. Coge algo del interior y regresa hasta donde esta su novia, arrodillándose ante ella. La joven se asusta.

 

CLAUDIA: ¿Qué estás haciendo?

 

El chico, sin borrar la sonrisa de su cara, abre una pequeña cajita que contiene un precioso anillo de diamantes.

 

JAIME: Sé que quizás sea un poco precipitado porque llevamos poco tiempo, pero para mí, es el tiempo suficiente para saber que quiero pasar el resto de mis días contigo. Claudia… ¿quieres casarte conmigo?

 

A Claudia se le llenan los ojos de lágrimas.

 

CLAUDIA: Sí… ¡sí! Claro que quiero.

 

JAIME: ¡Dios, ven aquí!

 

Jaime se levanta, besando apasionadamente a su novia, y luego le pone el anillo.

 

JAIME: ¿Te gusta?

 

CLAUDIA: Es precioso.

 

JAIME: Carlos me ayudó a elegirlo.

 

CLAUDIA: ¡Pero hombre, que eso no se dice!

 

La pareja se ríe, divertida, y vuelven a besarse apasionadamente, dejándose caer de nuevo sobre la cama.

 

PLAYA

 

Edu está sentado en la orilla del mar, dejando que el agua moje sus pies. Echa la cabeza hacia atrás, dejando que el aire roce su cara. Se da cuenta de que alguien se acerca a él, y Hugo no tarda en sentarse a su lado.

 

HUGO: Lo siento, he venido lo antes posible.

 

Edu esboza una forzada sonrisa.

 

EDU: No te preocupes. Te he avisado a última hora, así que es normal.

 

Los dos se quedan en silencio durante unos segundos.

 

HUGO: Bueno, ¿qué es eso tan importante que me tenías que contar? Porque he dejado al pobre Isra con la palabra en la boca.

 

EDU: (Curioso) ¿A Isra? ¿Y eso?

 

HUGO: No sé, quería contarme algo pero me has llamado antes de que pudiera hacerlo, así que supongo que hablaré con él mañana.

 

EDU: Ya. Pues no te preocupes, que no tendrás que hacerlo. Quería hablarte de mí, ¿verdad?

 

Hugo mira a su ex novio, sin saber que responder.

 

HUGO: Bueno, yo…

 

EDU: (Interrumpiéndole) No te preocupes. Yo mismo te lo voy a contar ahora.

 

HUGO: Vale, pues dímelo ya, porque entre el uno y el otro, me estáis poniendo nerviosísimo.

 

El joven permanece en silencio, pensando, hasta que finalmente esboza una forzada sonrisa.

 

EDU: Solo quería pedirte perdón.

 

HUGO: (Extrañado) ¿Perdón? ¿Por qué?

 

EDU: Bueno, por… por toda mi actitud desde que he vuelto, ya sabes. He sido muy egoísta.

 

HUGO: (Molesto) Joder Edu, ¿otra vez?

 

Edu mira a su ex novio, sin entender su respuesta.

 

EDU: ¿Cómo que otra vez? ¿Qué pasa?

 

HUGO: Desde que has vuelto, no has hecho otra cosa más que joderme y luego pedirme perdón, joderme y pedirme perdón. ¿Qué cojones te pasa?

 

A Edu se le llenan los ojos de lágrimas.

 

EDU: ¿De verdad te he jodido tanto? ¿Solo por decirte que te quiero?

 

HUGO: No Edu, no ha sido solo decirme que me quieres. Has sido pesado, agotador, y cuando me planteo el tener algo contigo primero me mandas a la mierda, y luego eres incapaz de demostrarme que puedo confiar en ti… ¿qué coño quieres?

 

EDU: ¡A ti, Hugo!

 

Hugo coge aire, intentando no perder la paciencia.

 

HUGO: Es demasiado tarde, Edu.

 

EDU: Hace dos semanas me dijiste que me querías. ¿Tan pronto te has olvidado?

 

HUGO: No, no se me ha olvidado. Te dije que te quería, pero también que estaba confundido. Y todo lo que ha pasado últimamente, me ha ayudado a aclararme las ideas. Ahora lo único que quiero de ti, es que salgas de mi vida.

 

EDU: No puedes estar hablando en serio.

 

HUGO: No he hablado más en serio en toda mi vida. Y te diría que lo siento, pero te estaría mintiendo.

 

Hugo se levanta y se aleja de allí dejando a su ex novio solo, que rompe a llorar.

 

CALLES DE GIJÓN

 

Carlos y Lola caminan por las calles de la ciudad a trompicones, dejando ver que se les ha ido un poco la mano con la bebida. Los dos jóvenes hablan a gritos.

 

LOLA: En serio, es que cuando te he visto no me lo podía creer… ¡he estado a punto de salir corriendo!

 

CARLOS: ¡A mí me ha pasado lo mismo!

 

LOLA: Con todos mis respetos, lo tuyo habría cantado un poco más… si lo hubiese hecho yo, no te habrías enterado. Tan solo habrías pensado que tu cita misteriosa te había dado plantón.

 

CARLOS: En eso tienes razón, sí.

 

Los dos se ríen, divertidos, hasta que se detienen en un portal.

 

LOLA: Bueno, pues ya hemos llegado.

 

CARLOS: Sí… lo he pasado genial esta noche.

 

LOLA: Sorprendentemente, yo también. Deberíamos repetirlo.

 

CARLOS: Sin duda.

 

Ambos se quedan unos segundos en silencio.

 

LOLA: Bueno, pues yo… voy a ir subiendo, que mañana tengo que madrugar.

 

CARLOS: Claro, no te quiero entretener. Te llamo.

 

LOLA: (Sonríe) Eso espero. Hasta otra.

 

CARLOS: Chao.

 

Lola coge las llaves y se dispone a entrar al portal.

 

CARLOS: Lola.

 

LOLA: Dime.

 

Carlos besa apasionadamente a la joven, la cual es incapaz de responder debido a la sorpresa.

 

CARLOS: Buenas noches.

 

El joven se aleja de allí dejando a Lola sola, incapaz de reaccionar.

 

CONTINUARÁ...