MANERAS DE VIVIR

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Empezamos en el mismo punto en el que termino el episodio la semana pasada. Hugo ahora está tras la barra, acompañado por Andrea sentada en una butaca al otro lado. Ambos miran a Carlos y a Claudia, que están sentados en uno de los sofás, hablando. No alcanzan a escuchar nada de lo que dicen, pero parecen estar muy sorprendidos y preocupados al mismo tiempo.

 

ANDREA: No me lo puedo creer…

 

HUGO: La verdad es que es muy fuerte, sí.

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio, intentando escuchar lo que hablan sus dos amigos, sin éxito.

 

ANDREA: Tío, ¿qué está pasando en éste grupo últimamente? ¿Por qué nos quedamos todas embarazadas? A este paso podríamos montar una guardería, nos sacaríamos unas pelillas.

 

Hugo esboza una divertida sonrisa.

 

HUGO: Me alegro de que te lo hayas tomado así.

 

ANDREA: (Extrañada) ¿El qué?

 

HUGO: Lo del embarazo de Andrea. Teniendo en cuenta para lo que venías…

 

Andrea se encoge de hombros, esbozando una falsa sonrisa.

 

ANDREA: Quizás haya sido una señal, ¿no crees?

 

HUGO: (Irónico) Ya, claro.

 

ANDREA: ¿Qué pasa?

 

Hugo se acerca al oído de su amiga.

 

HUGO: Que eso no te lo crees ni tú.

 

ANDREA: De verdad, Hugo. Está claro que no tenía que pasar, y punto.

 

HUGO: Puedes decir lo que quieras, que yo pensaré lo mismo.

 

Andrea mira molesta a su amigo, mientras Carlos y Claudia siguen conversando, sentados en el sofá.

 

CARLOS: Pero no puede ser, hemos tomado todas las precauciones posibles.

 

CLAUDIA: Pues ya ves tío, algo falló.

 

CARLOS: De verdad que no me lo puedo creer… es que estoy flipando. ¿Qué coño vamos a hacer?

 

CLAUDIA: Mira, yo no quiero obligarte a nada, ni te voy a pedir responsabilidades. Tú eres el que tienes que saber hasta que punto quieres involucrarte y estar en la vida del niño. Solo te lo digo porque creo que es justo que lo sepas, nada más.

 

CARLOS: Ya…

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio.

 

CLAUDIA: Carlos.

 

CARLOS: Dime.

 

CLAUDIA: Yo te quiero… y lo sabes. Pero ya te digo, entenderé que no quieras saber nada de esto. No supondrá ninguna decepción para mí, así que haz lo que tu corazón dicte.

 

Carlos mira a la joven, sin saber muy bien que decir.

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Emma Watson

 

Capítulo 54

Olvidemos el pasado

 

UNA SEMANA MÁS TARDE…

 

INSTITUTO “SAN JORGE”/ EXTERIOR

 

Isra espera impaciente apoyado en la puerta. Mira su reloj, y ve que son las ocho y veinticinco de la mañana. A lo lejos ve aparecer a Marta, algo agobiada, y no tarda en llegar hasta él, casi sin aliento.

 

MARTA: Buenos días.

 

ISRA: (Molesto) Joder, tía, ya pensaba que no llegabas.

 

MARTA: Lo siento. Éstas son algunas de las desventajas de ser madre, que la puntualidad no es una de las primeras palabras prioritarias de tu diccionario… ¿y Laura?

 

ISRA: Todavía no ha llegado.

 

MARTA: Pues ella no tiene excusa, ¿eh?

 

Isra suspira, intentando no perder la paciencia.

 

ISRA: Mira Marta, no me toques los cojones… no me los toques.

 

Marta no puede evitar el echarse a reír, divertida, y en ese justo momento ven acercarse hacia allí a Andrea, la cual parece ir bastante bebida, lo que sorprende a los dos amigos.

 

MARTA: Joder… ¿la estás viendo?

 

ISRA: Sí, la estoy viendo. Que fuerte, yo creía que se había reformado ya…

 

MARTA: Pues parece que no.

 

ANDREA: ¡Chicos!

 

La joven, que acaba de ver a sus dos amigos, se acerca corriendo hasta ellos, emocionada, y les abraza.

 

ANDREA: ¡Qué sorpresa! ¿Qué estáis haciendo aquí?

 

MARTA: Ir a clase…

 

ANDREA: ¡Anda! ¡Como yo!

 

ISRA: (Irónico) Vaya, que sorpresa.

 

ANDREA: ¿Verdad que sí? Esto es fantástico, chicos… ¡lo vamos a pasar en grande! Ya lo veréis…

 

La joven arrastra hacia el interior del instituto a los dos amigos, que se miran resignados y sin saber que hacer.

 

BAR “FOUR”/ EXTERIOR

 

Jaime permanece apoyado en la pared. Parece bastante nervioso mientras se fuma un cigarro, pero Gregorio no tarda en aparecer por allí, bastante apurado.

 

GREGORIO: Buenos días.

 

JAIME: Hola.

 

GREGORIO: Perdona el retraso, pero es que estaba reunido con unos clientes bastante impertinentes y no he podido dejarlos hasta ahora.

 

JAIME: No te preocupes. ¿Entramos?

 

GREGORIO: Sí, perfecto, vamos.

 

Los dos entran al local, pero Gregorio ve algo que le llama la atención, y se pone muy nervioso, parándose en seco. Jaime se da cuenta de esto enseguida.

 

JAIME: ¿Estás bien?

 

GREGORIO: (Suspira) Me vas a matar.

 

JAIME: ¿Por qué?

 

Gregorio abre su maletín, y empieza a buscar unos documentos.

 

GREGORIO: Tenía una reunión con unos clientes que había olvidado, y no puedo faltar.

 

JAIME: (Sorprendido) ¿Hablas en serio?

 

GREGORIO: De veras que lo siento.

 

JAIME: (Molesto) No me lo puedo creer…

 

El abogado por fin saca de su maletín los documentos que tanto estaba buscando.

 

GREGORIO: Mira, ya te digo que lo siento. De todos modos, aquí tienes los documentos que iba a darte, así que léelos. Yo te llamaré esta noche y hablamos al respecto, ¿te parece bien?

 

JAIME: ¿Acaso tengo la opción de que no me lo parezca?

 

GREGORIO: (Suspira) Adiós, Jaime. Y lo siento de nuevo.

 

Gregorio sale del bar ante la molesta mirada del joven, el cual termina mirando hacia donde ha mirado Gregorio cuando se ha asustado, y lo único que ve es a Hugo preparando unos cafés, lo que hace que todavía entienda menos lo que acaba de pasar.

 

INSTITUTO “SAN JORGE”/ 2º DE BACHILLERATO

 

Una atractiva mujer, la nueva tutora de los chicos este año, Paula, da unas explicaciones de pie frente a la pizarra, ante la atenta mirada de toda su clase, a excepción de Andrea, que duerme plácidamente sentada en la última fila de mesas. La profesora no tarda en darse cuenta, y carraspea, molesta.

 

PAULA: ¿Andrea?

 

Toda la clase se gira hacia la chica, la cual no despierta. Laura, Marta e Isra se miran, preocupados, y la tutora se acerca a ella.

 

PAULA: ¡Andrea!

 

La joven se despierta de repente, sobresaltada, ante la risa de todos sus compañeros.

 

ANDREA: ¿Qué pasa?

 

PAULA: (Enfadada) ¡¿Cómo que qué pasa?! ¡Te habías quedado dormida en medio de la clase!

 

ANDREA: Joder…

 

Andrea baja la cabeza, avergonzada.

 

ANDREA: Perdóneme, de verdad. No volverá a pasar.

 

PAULA: No, desde luego que no. Sal de clase.

 

ANDREA: (Sorprendida) ¿Cómo?

 

PAULA: Me has oído perfectamente.

 

ANDREA: ¡Joder!

 

La joven se levanta de la silla, realmente indignada.

 

ANDREA: ¡Voy a una expulsión por año, que desesperación!

 

La chica sale de clase, indignada, cerrando la puerta con fuerza ante las risas de sus compañeros, que siguen. Paula se recompone, y se gira hacia el resto de la clase, molesta.

 

PAULA: Bien, después de éste momento, ¿podemos seguir con la clase, por favor?

 

Todos los alumnos vuelven a quedarse en silencio inmediatamente.

 

PAULA: Gracias.

 

Paula regresa a la pizarra, bajo la respetuosa mirada de toda la clase.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Hugo se encuentra tras la barra. Está leyendo una revista, cuando Carlos aparece por allí. Parece llegar corriendo, y cuando mira a la barra, se sorprende y se acerca.

 

CARLOS: ¿Y Claudia?

 

HUGO: Limpiando los baños.

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿Cómo dices?

 

HUGO: Pues eso, que está limpiando los baños.

 

Carlos, suspirando y recuperando la respiración poco a poco, se sienta en una de las butacas.

 

CARLOS: ¿Podrías ponerme un vaso de agua?

 

HUGO: (Sonríe) Claro. Eso no es difícil.

 

CARLOS: Hombre, es que si te lo llega a parecer, tendrías un problema para desarrollar este trabajo.

 

Hugo se ríe, divertido, y enseguida se lo sirve.

 

CARLOS: ¿Y cómo has dejado que haga los baños? Tío, que está embarazada.

 

HUGO: Exactamente, está embarazada, no enferma.

 

Carlos suspira, y en ese momento ve a Claudia salir de los baños, que se para a atender a un par de mujeres que hay sentadas en una mesa. El chico la mira, mientras Hugo vuelve su mirada a la revista.

 

CARLOS: Es guapa, ¿verdad?

 

HUGO: Lo es.

 

CARLOS: Y simpática.

 

HUGO: Aha.

 

CARLOS: El niño será precioso, ¿verdad?

 

HUGO: Sí…

 

Carlos mira a su amigo, molesto.

 

CARLOS: ¿Me estás escuchando?

 

HUGO: Por desgracia.

 

CARLOS: ¿Cómo?

 

Hugo suspira, cerrando la revista y buscando las palabras adecuadas para que su amigo no se moleste demasiado.

 

HUGO: Carlos, no quiero que te enfades. Te has convertido en uno de mis mejores amigos, y como tal, te quiero. ¿Pero realmente tú quieres a Claudia como algo más que una amiga o alguna que otra noche de diversión?

 

CARLOS: ¿Por qué dices eso?

 

HUGO: (Sonríe) Mira, a lo mejor estoy equivocado… pero es que llevas una semana como si te intentarás autoconvencer de que tienes que estar con ella porque es maravillosa y vais a tener un hijo.

 

CARLOS: Eso no es así.

 

HUGO: ¿Seguro?

 

CARLOS: (Molesto) ¡Claro que seguro!

HUGO: Vale, vale… yo solo te digo lo que creo que veo. Quizás esté equivocado, no lo sé, pero… solo te digo que te pienses bien las cosas, porque llegará un punto en el que hayas metido la pata del todo y ya no haya marcha atrás.

 

Hugo vuelve a centrar toda su atención en la revista, mientras Carlos vuelve a mirar a Claudia, pensando en las palabras de su amigo.

 

PISO DE MARTA/ COCINA

 

Ya es mediodía, y Marta está preparando la comida, mientras Esperanza está sentada en una silla de bebés de comer. La joven parece algo agobiada, cuando empieza a sonar el timbre de manera insistente.

 

MARTA: ¡Mierda!

 

La chica apaga el fuego, y saca la sartén. Se acerca a la niña.

 

MARTA: Enseguida vengo, ¿vale?

 

Marta se dirige hacia la puerta, y cuando la abre, se muestra muy sorprendida al encontrarse con Enrique.

 

MARTA: ¡Enrique!

 

ENRIQUE: Hola.

 

MARTA: ¿Qué hace aquí?

 

ENRIQUE: (Sonríe) Por favor, tutéame… ¿puedo pasar un momento?

 

MARTA: Eh… sí, sí. Pasa.

 

ENRIQUE: Gracias.

 

El hombre accede al piso, mientras Marta, todavía sorprendida, cierra la puerta.

 

MARTA: Pasa a la cocina, por favor. Justo estaba preparando la comida.

 

ENRIQUE: Lo siento, la verdad es que no quiero molestar. Será una cosa muy breve.

 

La joven sonríe forzadamente.

 

MARTA: No pasa nada. Ven.

 

Ambos se dirigen hacia la cocina, donde todavía continúa Esperanza jugando con una cuchara, y Marta retoma sus quehaceres. Enrique se acerca a la niña, sonriendo.

 

ENRIQUE: ¿Es tu hija?

 

MARTA: Sí.

 

ENRIQUE: Es preciosa.

 

MARTA: (Sonríe) Gracias.

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio, hasta que el hombre termina suspirando.

 

ENRIQUE: Bueno, que quería ser breve, y al final me estoy entreteniendo. Quería hablar contigo sobre Israel.

 

Marta, suspirando, se gira hacia el hombre, y luego le sonríe con pena.

 

MARTA: Mira, yo quiero un montón a Isra, y lo sabes. Es mi mejor amigo, y me parece muy injusto lo que está haciendo, que no te deje explicarte, aunque seguramente no tengas perdón. Pero yo no me quiero meter en esto: puedo ser la que peor parada salga de ello, y desde luego, no me corresponde a mí eso.

 

ENRIQUE: Tienes razón.

 

Al hombre se le llenan los ojos de lágrimas.

 

ENRIQUE: Pero tú eres madre. Estoy seguro que entiendes el dolor que se puede llegar a sentir si tuvieras que separarte de un hijo porque te obligan, y que luego sientes que no puedes contarle la verdad porque sino deshonrarías la memoria de una persona que le ayudo y le quiso mucho.

 

MARTA: No es a mí a la que le tienes que contar eso.

 

ENRIQUE: (Suspira) Lo sé. Lo único que te pido es que hables con él… por favor. Eres mi única esperanza.

 

Marta mira al hombre, sin saber muy bien que decir.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Ya es por la tarde. Jaime permanece tras la barra, preparando unos cafés, cuando de pronto aparece Laura por allí, con la mirada bastante triste, y se sienta en una de las butacas.

 

LAURA: Buenas tardes.

 

JAIME: (Sonríe) Buenas, ¿qué te pongo?

 

LAURA: Una naranjada, por fa.

 

JAIME: Enseguida.

 

LAURA: Gracias.

 

El joven empieza a preparársela, y los dos permanecen en silencio hasta que se la sirve.

 

LAURA: ¿Y Claudia?

 

JAIME: (Molesto) Se ha ido con Carlos para comprar cosas para el bebé… por favor, que está de un mes. Como si no tuvieran ni tiempo ni otro momento para hacerlo.

 

LAURA: Que fuerte…

 

JAIME: Ya ves.

 

Los dos se quedan de nuevo unos segundos en silencio, hasta que Jaime termina suspirando.

 

JAIME: ¿Y tú cómo lo llevas?

 

LAURA: ¿El qué?

 

JAIME: Pues que estén esperando un hijo. Sabes perfectamente que no has olvidado a Carlos, e imagino que no tiene que ser fácil ver como de la noche a la mañana, cuando ni siquiera hace medio año que habéis roto, esté así con otra.

 

LAURA: (Suspira) Mira, no te voy a engañar. Desde luego que fácil no es, pero si esto me ha servido para algo, es para darme cuenta de que no merece la pena amargarme, y que yo también tengo que seguir adelante con mi vida. Al fin y al cabo, es lo que está haciendo él también, ¿no?

 

JAIME: (Sonríe) Claro que sí. Y me alegro de que te lo hayas tomado así, de verdad.

 

Laura también sonríe a su amigo, agradecida.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ SALÓN

 

Hugo está sentado en el sofá, viendo la televisión mientras se toma una cerveza, cuando Andrea aparece por allí. Parece que se acaba de levantar, y se sienta junto a su amigo, el cual la mira, divertido.

 

HUGO: Pedazo siesta, ¿eh?

 

ANDREA: Te diré.

 

HUGO: No, no hace falta que me digas.

 

Los dos jóvenes se ríen, divertidos.

 

ANDREA: Pues además he tenido un sueño erótico contigo.

 

HUGO: (Sorprendido) ¿Perdona?

 

ANDREA: No, no te asustes. Eras tú follando con otro tío, no conmigo.

 

HUGO: (Irónico) Uy, sí. Desde luego, ahora me siento muchísimo más tranquilo.

 

Andrea no puede evitar el echarse a reír, divertida.

 

ANDREA: No sabes como echaba de menos tus ironías.

 

HUGO: Y ya pensabas que no las volverías a escuchar, ¿eh?

 

ANDREA: No digas tonterías. Volviendo al tema del sueño, sé perfectamente lo que significa.

 

HUGO: (Suspira) Sorpréndeme… que estoy seguro que conseguirás hacerlo, como siempre.

 

ANDREA: (Sonríe) Desde luego: el sueño significa que necesitas echarte un novio.

 

HUGO: (Divertido) Ya. ¿Y entonces por qué lo has soñado tú y no yo?

 

ANDREA: Bueno, porque soy tu mejor amiga, y mi deber es buscártelo y darte la aprobación… porque majo, entre Edu y Quique, menudas joyitas.

 

Hugo se pone algo triste de repente.

 

HUGO: Por favor, Andrea, no los nombres… te lo pido por favor.

 

ANDREA: Vale, tienes razón. Lo siento. Pero eso, ésta noche nos vamos a ir tú y yo al ambiente, y vamos a buscarte un novio que te folle hasta dejarte seco.

 

El chico no puede evitar el echarse a reír, divertido, mientras su amiga se levanta.

 

HUGO: Por favor, ¡mira que eres basta!!

 

ANDREA: No es eso. Simplemente, no tengo pelos en la lengua, y todos me envidiáis por ello.

 

HUGO: (Irónico) Desde luego.

 

ANDREA: Bueno, voy a volverme a echar un rato. Esta noche nos vamos, ¿eh?

 

HUGO: No, Andrea, no nos vamos.

 

ANDREA: (Extrañada) ¿Por qué? ¿Qué pasa, que no tienes ganas de follar, o qué?

 

HUGO: No quiero meterme en follones de tíos. Quiero estar un tiempo solo, pensar en el rumbo que quiero que tome mi vida, y coger el toro por los cuernos. Quiero hacerme con el control de mi vida, pero para ello necesito estar solo. Y luego ya vendrá todo lo demás, pero lo primero que quiero es que mi vida tome el rumbo que yo quiero que tome.

 

ANDREA: (Sorprendida) Joder, tío, el coma te ha sentado muy mal… ¿desde cuando dices cosas tan profundas?

 

Hugo vuelve a reírse.

 

HUGO: Anda, tira para la cama, que es lo mejor que puedes hacer.

 

ANDREA: Sí, la verdad es que sí. Luego nos vemos.

 

HUGO: Chao.

 

Andrea regresa hacia su habitación, mientras Hugo no puede borrar la divertida sonrisa de su cara.

 

PARQUE “RUISEÑORES”

 

Marta permanece sentada en uno de los bancos, muy abrigada. Parece hacer frío. Balancea el carrito de Esperanza intentando que se duerma, cuando a lo lejos ve aparecer a Isra, que no tarda en llegar hasta ella.

 

ISRA: Buenas.

 

MARTA: Hola.

 

ISRA: ¿Nos vamos a quedar aquí sentados? Porque podemos morir de congelación perfectamente.

 

Marta se ríe, divertida, mientras se levanta.

 

MARTA: No, vamos a dar un paseo. Simplemente te estaba esperando.

 

Los dos empiezan a caminar sin rumbo fijo.

 

ISRA: Bueno, algo muy importante tendrá que ser lo que me tengas que contar para que hayas sacado a la niña con éste frío atroz que está haciendo.

 

MARTA: No. La iba a sacar igual, va bien abrigada, con el plástico éste por encima no le entra el frío, y paso de tenerla todo el día en casa a la pobre criatura. Solamente, no me apetecía ir a mí sola.

 

ISRA: Y has decidido que lo sufra yo contigo, por lo que veo.

 

MARTA: Exacto.

 

Los dos amigos se ríen, divertidos, y luego se quedan unos segundos en silencio, hasta que Marta termina suspirando.

 

MARTA: Y bueno, ¿cómo van las cosas por casa?

 

ISRA: ¿A qué te refieres?

 

MARTA: Sabes perfectamente a que me refiero. ¿Cómo van las cosas con tu padre?

 

ISRA: Pues igual. Intentando ignorarle y pasar de él en la mayor medida posible.

 

MARTA: Ya…

 

Marta se queda durante unos segundos en silencio, cosa que extraña a su amigo.

 

ISRA: ¿Pasa algo?

 

MARTA: No, no es nada.

 

ISRA: Marta… que nos vamos conocemos como si nos hubiésemos parido el uno al otro.

 

Marta sonríe forzadamente.

 

MARTA: Es que no sé si estás haciendo bien.

 

ISRA: (Extrañado) ¿A qué te refieres?

 

MARTA: Pues a que… no sé. ¿Por qué no le dejas que te explique los motivos por los que se fue así sin más?

 

Isra se para en seco, sorprendido.

 

ISRA: No me lo puedo creer.

 

MARTA: ¿El qué? ¿Qué pasa?

 

ISRA: Me estás intentando convencer para que hable con él.

 

MARTA: No, yo no…

 

ISRA: (Interrumpiéndola) Para eso me has llamado, ¿verdad?

 

MARTA: Isra…

 

Isra, realmente molesto, se termina sentando en uno de los bancos que tiene al lado.

 

ISRA: Confiaba en ti, Marta. Joder, eres mi mejor amiga. ¿Por qué coño todos os tenéis que estar metiendo en esto?

 

MARTA: Porque te queremos, y nos preocupamos por ti. Por eso.

 

ISRA: No tenéis ningún derecho, Marta, por muchas frases comprensivas en las que queráis defenderos. No lo tenéis, no podéis meteros en mi vida así porque sí. Ya lo hicisteis en la de Hugo, y mira como acabo. A ver si se os quita esa puta manía.

 

MARTA: No, en la de Hugo no nos metimos, porque te aseguro que si lo hubiéramos, no habría acabado así. Pero de todos modos, no estamos hablando de él, sino de ti.

 

ISRA: De mí estás hablando tú, Marta, porque lo que es yo, para nada. No tengo nada que hablar ni de mí, ni de mi padre, ni de mi vida, ¿está claro?

 

MARTA: ¡Tío, no seas cabezón!

 

Isra suspira, intentando no perder la paciencia.

 

ISRA: Creo que lo mejor será que me vaya.

 

El joven hace el amago de irse, pero Marta le agarra del brazo, intentando impedírselo.

 

MARTA: Isra, por favor.

 

ISRA: Créeme, es lo mejor para que no diga nada de lo que pueda arrepentirme. Adiós.

 

Isra empieza a alejarse de allí, bastante afectado, mientras Marta le mira marcharse, sintiéndose culpable.

 

MARTA: Mierda…

 

INSTITUTO “SAN JORGE”/ SALA DE PROFESORES

 

Un nuevo día amanece en la ciudad. Paula está sentada en la enorme mesa, corrigiendo unas redacciones, cuando unos leves golpes se escuchan en la puerta y la mujer levanta la mirada, extrañada.

 

PAULA: Adelante.

 

La puerta se abre dando paso a Andrea, la cual solo asoma la cabeza, con vergüenza.

 

ANDREA: Hola Paula… ¿podría hablar un momento contigo?

 

PAULA: No. Dentro de cinco minutos tengo una clase, y no quiero llegar tarde. Espera a la hora de tutoría.

 

ANDREA: Por favor… será solo un momento.

 

La profesora piensa durante unos segundos, hasta que termina suspirando, y se levanta.

 

PAULA: Está bien, pero solo un segundo, ¿eh?

 

ANDREA: (Sonríe) Por supuesto.

 

La mujer sale de la sala, cerrando la puerta, y las dos se quedan en el pasillo.

 

PAULA: Bueno, pues tú dirás.

 

ANDREA: Verás, yo… quería pedirte disculpas por lo de ayer. No suelo ser así, y la verdad es que no sé que me pasó.

 

PAULA: Estás viviendo sola, ¿verdad?

 

ANDREA: (Sorprendida) ¿Perdón?

 

PAULA: Es una información que me ha llegado, y quería confirmarla.

 

ANDREA: Pero no sé que tiene que ver con todo esto.

 

PAULA: ¿Es cierto que desde septiembre vives sola, y que ese mismo mes sufriste un aborto?

 

ANDREA: Mira, no sé como estás tan informada de mi vida, pero… creo que no te importa lo más mínimo.

 

PAULA: Pues te equivocas, porque si que me importa, y mucho.

 

ANDREA: ¿Y por qué, si se puede saber?

 

PAULA: Pues porque entonces entendería tu actitud de ayer, y no tomaría medidas al respecto. Sin embargo, si resulta que no estás en un mal momento de tu vida, quizás tenga que hablar con el director y tomar una drástica decisión sobre tu estancia en este centro debido a tu comportamiento agresivo.

 

ANDREA: ¿Agresivo? ¿Estás hablando en serio?

 

PAULA: ¿Acaso tengo cara de estar bromeando?

 

Andrea mira a su tutora, sin poder creerse lo que acaba de escuchar, pero también sin saber que hacer.

 

PISO DE ISRA/ DORMITORIO DE ISRA

 

Isra está tumbado en su cama, aunque la persiana ya permanece subida. Tiene muy mala cara, cuando de pronto se oyen unos golpes en la puerta, y el chico se gira cara a la pared.

 

ENRIQUE: (Off) Israel, por favor. Sé que has dicho que no querías ir al instituto, pero al menos haz el favor de salir a comer algo, no sienta bien tener el estómago vacío.

 

ISRA: ¡No tengo hambre!

 

ENRIQUE: (Off) Israel…

 

El joven, realmente enfadado, se levanta y se dirige hacia la puerta abriéndola con fuerza, ante la sorpresa de su padre.

 

ENRIQUE: ¿Te has decidido a…?

 

ISRA: (Interrumpiéndole) ¡¿Quieres saber por qué estoy así?! ¡¿Quieres?!

 

ENRIQUE: Claro que si, hijo, me encantaría que confiases en mí.

 

ISRA: ¡Pues estoy así porque no entiendo que cojones es lo que quieres! ¡Por qué tienes que meter a mis amigos en esto! ¡No entiendo nada, joder! No lo entiendo…

 

Isra se derrumba, echándose a llorar desconsoladamente. Enrique, preocupado, se acerca a él e intenta abrazarle, pero éste se aparta, mirándole con asco.

 

ISRA: ¡No me toques! Ni se te ocurra tocarme…

 

Isra vuelve a encerrarse en su dormitorio, y Enrique se apoya en la pared, suspirando y sin saber que hacer.

 

PISO DE CARLOS Y JAIME/ SALÓN

 

Jaime está sentado en el sofá, todavía en pijama, y con un termo de café al lado. Está leyendo uno de los documentos que le ha pasado Gregorio, muy sorprendido, cuando Carlos aparece también por allí, en pijama y con cara de sueño, por lo que el chico esconde los papeles rápidamente.

 

CARLOS: ¿Qué haces?

 

JAIME: (Nervioso) Eh… nada… leer.

 

CARLOS: (Extrañado) ¿El qué?

 

JAIME: Eh…

 

El joven busca a su alrededor, hasta que termina encontrando una revista, que la coge y la abre por cualquier página, sin darse cuenta de que es publicidad de un crecepelo.

 

JAIME: Nada, esta revista… que es muy interesante.

 

CARLOS: Ya. Pues creo que a ti no te hace demasiada falta más pelo, ¿eh?

 

Jaime mira la revista, sorprendido.

 

JAIME: Bueno… nunca se sabe lo que puede pasar, ¿no?

 

CARLOS: No, desde luego.

 

El chico se sienta junto a su compañero, y se sirve un café en su vaso, para luego meter la mano por debajo del sofá, y encontrar el papel que estaba leyendo Jaime.

 

CARLOS: ¿Y entonces esto que es?

 

JAIME: Carlos, deja eso.

 

CARLOS: (Divertido) ¿Por qué?

 

JAIME: Que lo dejes, tío.

 

Jaime intenta quitárselo, pero Carlos se levanta del sofá, impidiéndoselo y empieza a leerlo, pero no entiende nada.

 

CARLOS: ¿Pero que coño es esto?

 

JAIME: Déjalo, no vas a entenderlo.

 

CARLOS: Esto es de algo relacionado con tus padres, ¿verdad?

 

Jaime se levanta del sofá, molesto, y le arrebata el papel de las manos a su amigo.

 

JAIME: Te he dicho que lo dejes, ¿vale? Que seamos compañeros de piso no te da derecho a que mires mis cosas.

 

CARLOS: Bueno, además de compañero de piso, yo también te consideraba mi amigo.

 

JAIME: ¿Y los amigos se cogen las cosas del otro sin preguntar ni nada? Pues entonces perdóname, pero no quiero ser ni amigo tuyo, ni de nadie.

 

Jaime, con el documento en sus manos, se aleja de allí, molesto, y se encierra en su habitación dando un portazo. Carlos se sienta en el sofá, suspirando y sin saber que hacer.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Hugo prepara unos cafés bajo la atenta mirada de Claudia. Luego se los sirve a una mujer, y mira a la camarera, impaciente, la cual termina esbozando una amplia sonrisa.

 

HUGO: ¿Qué tal?

 

CLAUDIA: Perfecto.

 

HUGO: (Ilusionado) ¡Genial!

 

CLAUDIA: Estás aprendiendo súper rápido.

 

HUGO: La verdad es que está siendo más fácil de lo que me esperaba en un principio.

 

CLAUDIA: Pues me alegro.

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio.

 

HUGO: Oye, ¿cómo llevas lo del embarazo?

 

CLAUDIA: Oh, bien, bien, sin antojos ni nada… la verdad es que de momento la cosa va muy bien.

 

HUGO: (Sonríe) Me alegro. ¿Y Carlos cómo lo lleva?

 

CLAUDIA: Carlos lo lleva perfectamente, ¿por qué iba a llevarlo mal?

 

HUGO: No, no, por nada. Solo preguntaba, como ha sido todo tan repentino y tal…

 

CLAUDIA: Ya, la verdad es que fue sorprendente…

 

HUGO: Supongo que cuando el niño nazca querrás que Andrea y yo nos marchemos, ¿no? Al fin y al cabo, el piso no es tan grande.

 

CLAUDIA: (Sonríe) Bueno, Hugo, no pienses en eso todavía. Cuando lleguemos al río, ya lo cruzaremos.

 

Hugo sonríe, y Claudia, al ver dos mujeres llegar al bar y sentarse en una de las mesas, se acerca a ellas para atenderlas, ante la extrañada mirada de Hugo, que muestra así sus dudas respecto al embarazo de su amiga.

 

PISO DE CARLOS Y JAIME/ EXTERIOR

 

Ya es completamente de noche, y Jaime, muy abrigado, se dirige hacia el portal. Cuando mete la llave, escucha que alguien está llorando, y al girarse, ve a Laura en la acera de enfrente, entre dos coches. Preocupado, se acerca a ella.

 

JAIME: Ey, ¿qué estás haciendo aquí?

 

LAURA: Déjame sola… no quiero hablar con nadie.

 

JAIME: Laura…

 

LAURA: ¡Mierda!

 

Jaime, suspirando, se sienta al lado de su amiga, abrazándola.

 

JAIME: Deberías irte a casa, así te tranquilizarías. Además, mañana tienes clase y necesitas descansar.

 

LAURA: ¿Sabes? Solo quería hablar un momento con él… tan solo eso.

 

JAIME: Se ha ido a casa de Claudia ha dormir…

Los dos se quedan unos segundos en silencio.

 

JAIME: Venga, vamos a tu casa. Te acompañaré.

 

LAURA: No, Jaime. No quiero estar sola.

 

JAIME: Pero si acabas de decir que…

 

Laura, sin pensárselo dos veces, interrumpe al joven dándole un apasionado beso. A éste le sorprende, pero enseguida se separa.

 

JAIME: Laura, no… no creo que esto sea una buena idea. Estás mal, y…

 

LAURA: Por favor, Jaime… es lo que necesito. Ahora mismo, lo necesito.

 

Jaime piensa durante unos segundos, hasta que al final, termina besando apasionadamente a la joven.

 

JAIME: Vamos para arriba…

 

LAURA: Sí.

 

Ambos se levantan, y corren hacia la puerta del portal, ansiosos.

 

CONTINUARÁ…