MANERAS DE VIVIR

 

PISO DE CLAUDA, ANDREA Y HUGO/ COCINA

 

Nieves se está preparando un café para desayunar. Está todavía en pijama, y Jaime no tarda en aparecer por allí, con cierto aire de tristeza, y bastante desmejorado. La mujer le mira, con lástima.

 

NIEVES: Has vuelto a pasar mala noche, ¿eh?

 

JAIME: Sí, la verdad es que sí… y encima ahora tengo que ir a trabajar.

 

NIEVES: ¿Quieres que te prepare un café a ver si así te despejas?

 

JAIME: Pues la verdad es que te lo agradecería mucho, sí.

 

NIEVES: (Sonríe) Siéntate y estate tranquilo, en un momento lo tienes, ¿vale?

 

Jaime sonríe forzadamente, mientras se sienta en una de las butacas.

 

JAIME: Muchas gracias.

 

NIEVES: No me las des.

 

Nieves empieza a preparárselo, y no tarda en ponérselo en la mesa, sentándose ella junto al joven.

 

NIEVES: Aquí lo tienes.

 

JAIME: Gracias de nuevo.

 

Nieves sonríe, y los dos empiezan a desayunar, en silencio. Jaime, finalmente, termina suspirando.

 

JAIME: ¿Sabes? Llevo un tiempo pensando al respecto, y… creo que tú y yo nos conocemos.

 

NIEVES: (Extrañada) ¿En serio?

 

JAIME: Aha.

 

NIEVES: Pues no tengo ni idea, la verdad es que a mí no me suenas de nada, lo siento.

 

JAIME: A lo mejor si te digo mi nombre completo… Jaime Pola Bernal. ¿Tampoco te suena?

 

La mujer, impactada, se levanta de la butaca, y se dirige hacia la puerta, asustada.

 

NIEVES: No… no me suena de nada. Y acabo de recordar que tengo que hacer unos recados… nos vemos a la hora de comer, hasta luego.

 

Nieves sale corriendo de allí y Jaime esboza una ligera sonrisa orgullosa.

 

JAIME: Lo suponía…

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Hugo está tras la barra, mirando unos panfletos, cuando Marta, llevando a Esperanza en la sillita, entra al local, sonriente, y se sienta en una de las butacas.

 

MARTA: Buenos días.

 

HUGO: (Sorprendido) ¡Hola! ¿No deberías estar en clase?

 

MARTA: No tenía con quien dejar a la niña.

 

HUGO: ¿Te das cuenta de que vas a echar el curso a perder por ésta situación?

 

MARTA: ¿Y qué quieres que haga?

 

HUGO: No, nada… desde luego tampoco puedes hacer gran cosa.

 

MARTA: No…

 

HUGO: ¿Quieres que te ponga algo?

 

MARTA: Una coca-cola, por favor.

 

HUGO: Enseguida.

 

Hugo la coge de la nevera, abre la botella y se la da.

 

HUGO: Aquí tienes.

 

MARTA: Gracias.

 

Marta empieza a bebérsela.

 

MARTA: ¿Y tú que hacías?

 

HUGO: (Sonríe) Nada, estaba mirando unos panfletos. Creo que ya sé lo que quiero hacer.

 

MARTA: (Sorprendida) ¿En serio? ¿El qué?

 

HUGO: Desde que estoy trabajando aquí, he descubierto que el mundo de la hostelería me gusta mucho, así que he decidido estudiar eso.

 

MARTA: Es fantástico, Hugo. Me alegro un montón.

 

HUGO: (Sonríe) Gracias. Pero tengo el problema de que tengo que aprobar una prueba para poder acceder al grado, y la verdad es que me veo bastante oxidado. Tendría que dar clases, y no tengo mucha pasta para pagármelas, así que no sé que hacer.

 

MARTA: ¿Por qué no se lo comentas a Carlos? Al fin y al cabo él no está haciendo nada. Yo es que no me fío de dejarle con Espe, pero él acabó la ESO, no sé. A lo mejor se le da bien.

 

HUGO: (Extrañado) ¿Tú crees?

 

MARTA: Por probar tampoco vais a perder nada, ¿no?

 

Hugo mira a su amiga, dudando.

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Emma Watson

 

Capítulo 60

Nuevos horizontes

 

INSTITUTO “SAN JORGE”/ HALL

 

Laura está sentada en las escaleras de la entrada. Mira unos apuntes, cuando Isra, sonriendo, se acerca hasta allí y se sienta junto a su amiga, la cal levanta la mirada.

 

LAURA: ¿Pasa algo?

 

ISRA: No, ¿por?

 

LAURA: A lo mejor no te has dado cuenta, pero he visto esa manera tan “sigilosa” que has tenido de venir.

 

ISRA: ¿Sigilosa? No pretendía ser sigilosa.

 

LAURA: Bueno, lo que sea.

 

Los dos se quedan en silencio durante unos segundos.

 

ISRA: Bueno, ¿y tú cómo estás?

 

LAURA: Bien, como siempre.

 

ISRA: ¿Seguro?

 

Laura mira extrañada a su amigo, y, suspirando, guarda los apuntes que estaba mirando.

 

LAURA: Vale, ¿me vas a decir lo que está pasando o vas a obligarme a que te someta a algún tipo de tortura china para que me lo cuentes?

 

ISRA: ¿No puedo preocuparme por el estado de una amiga sin tener segundas intenciones?

 

LAURA: Lo siento Isra, pero no cuela.

 

El joven se queda pensando durante unos segundos, hasta que termina suspirando.

 

ISRA: Vale, está bien. Me he enterado de lo de Jaime, y quería saber como estabas.

 

LAURA: (Sorprendida) ¿Cómo que te has enterado? ¿Lo ha ido contando por ahí?

 

ISRA: Bueno, no lo sé, a mí me lo contó Claudia. Pero de todos modos, no creo que lo haya hecho… el que sale mal parado es él, no tú.

 

LAURA: Eso es según como lo mires. Con todo el drama de Carlos y Lorena ya tengo el cupo de relaciones difíciles cumplido, créeme. Ahora lo que quiero es ser feliz, y no meterme en una relación que pueda acabar en algún momento, o en la que pueda quedar en ridículo sin ni siquiera imaginármelo.

 

ISRA: ¿Entonces no piensas estar en ninguna relación nunca?

 

LAURA: ¿Qué pasa? Todos los hombres sois iguales, ¿o qué?

 

ISRA: No, no todos los hombres somos iguales, pero ese riesgo del que huyes, siempre va a existir, y si no te atreves ahora, no te vas a atrever nunca.

 

LAURA: ¿Y qué quieres que haga?

 

ISRA: Vivir, Laura. Vivir sin pensar en las consecuencias. ¿Qué sale mal? Bueno, pues ya habrá otra relación que salga mejor. Pero no te amargues, porque eso es lo peor que puedes hacer.

 

Laura mira a su amigo, pensando en la posibilidad de que quizás tenga razón.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Hugo y Claudia charlan animadamente tras la barra. Los dos parecen divertirse mientras se beben unos refrescos, cuando Carlos aparece por allí, sonriendo, y se sienta en una de las butacas.

 

CARLOS: ¡Hola chicos! ¿De qué habláis que os hace tanta gracia?

 

Claudia, al escuchar la voz de su amigo, se calla de inmediato, pero Hugo no borra la sonrisa de su cara.

 

HUGO: Nada, de tonterías. ¿Qué te pongo?

 

CARLOS: Una caña, por favor.

 

HUGO: Enseguida.

 

Hugo empieza a prepararla, mientras Claudia observa toda la escena, incómoda.

 

CLAUDIA: Bueno, yo… me voy a ir al almacén a hacer recuento.

 

HUGO: (Extrañado) ¿Recuento?

 

CLAUDIA: Sí, ya sé que no toca inventario hasta el mes que viene, pero si vamos contando ya, mejor, ¿no?

 

HUGO: Hombre sí, pero…

 

CLAUDIA: Pues eso, si me necesitas, ya sabes donde estoy. Hasta luego, Carlos.

 

CARLOS: Chao.

 

Claudia se dirige al almacén y Hugo mira extrañado a su amigo.

 

HUGO: ¿Qué le pasa a ésta?

 

CARLOS: No tengo ni idea.

 

Los dos jóvenes permanecen en silencio hasta que parece que Hugo recuerda algo.

 

HUGO: Oye, tengo una propuesta para hacerte.

 

CARLOS: (Divertido) ¿Indecente?

 

HUGO: (Riendo) ¡No seas pervertido! No es indecente. Es tan solo que he estado pensando últimamente en hacer un grado medio de hostelería el año que viene.

 

CARLOS: (Sonríe) Ey tío, eso es genial. Me alegro un montón de que por fin te hayas decidido a salir adelante, pero… no entiendo muy bien que es lo que pinto yo en todo eso.

 

HUGO: Pues que como no tengo el graduado, para poder acceder al grado tengo que superar un examen, y… había pensado que, como las academias son tan caras y tal, podrías darme clases tú.

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿Yo?

 

HUGO: Te pagaría, por supuesto.

 

CARLOS: Pero yo nunca he dado clases a nadie, Hugo.

 

HUGO: Bueno, todo es ponerse, ¿no? Lo intentamos un par de semanas, y si vemos que la cosa no va bien, lo dejamos, ¿te parece?

 

Carlos se queda pensando durante unos segundos, hasta que finalmente sonríe.

 

CARLOS: Supongo que no tenemos nada que perder, y además, el dinero tampoco me vendrá nada mal.

 

Hugo, sonriendo, estira la mano.

 

HUGO: Entonces, ¿trato hecho?

 

CARLOS: Trato hecho.

 

Los dos amigos se estrechan la mano sellando así el trato, contentos.

 

PISO DE MARTA/ DORMITORIO DE MARTA

 

Ya es por la tarde, y Esperanza duerme plácidamente en la cuna cuando la puerta se abre repentinamente dando paso a Marta y a Isra, que se besan apasionadamente.

 

MARTA: Ten cuidado. Como la despiertes, se acabó lo que se daba.

 

ISRA: Tranquila.

 

Marta cierra la puerta y quita la camiseta a su amigo, para luego besarle de nuevo mientras los dos se dejan caer sobre la cama.

 

ISRA: Joder, no sabes como me pones…

 

MARTA: Cállate y bésame.

 

Los dos jóvenes se siguen besando, hasta que Isra estira la mano y, sin querer, tira una de las fotos que hay sobre la mesilla de la chica. Marta le mira, molesta, y segundos más tarde Esperanza empieza a llorar.

 

MARTA: (Suspira) Estupendo.

 

ISRA: Lo siento…

 

MARTA: Deberías sentirlo, sí, porque ahora te vas a ir con esa tienda de campaña a casa.

 

ISRA: ¿Pero tanto le va a costar dormirse?

 

MARTA: No, pero a mí ya se me ha cortado el rollo… deberías de haber tenido más cuidado.

 

ISRA: ¿Me estás echando?

 

MARTA: No. Te estoy diciendo que no vamos a follar hoy.

 

ISRA: Joder…

 

El joven se levanta de la cama, suspirando, y se pone la camiseta.

 

ISRA: Entonces nos vemos mañana, ¿no?

 

MARTA: Sí. Hasta mañana.

 

ISRA: Chao.

 

Isra sale del dormitorio dando un portazo, lo que hace que Esperanza llore con todavía más fuerza, y Marta suspira, intentando no perder la paciencia.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Claudia permanece tras la barra, leyendo una revista, cuando Laura entra al local. Al ver a la camarera se detiene en seco, pero, tras pensar durante unos segundos, decide acercarse y sentarse en una de las butacas.

 

LAURA: Buenas tardes.

 

CLAUDIA: (Sonríe) ¡Hola! ¿Qué te pongo?

 

LAURA: Una naranjada.

 

CLAUDIA: Enseguida.

 

Claudia empieza a preparársela, y pronto se la sirve, pero Laura no le dice nada.

 

CLAUDIA: (Irónica) De nada, ¿eh?

 

Laura mira a la joven, de muy malas maneras.

 

LAURA: No me vengas con ese rentintín. Yo soy una persona muy educada, pero no creo que precisamente tú te merezcas mi educación.

 

CLAUDIA: (Extrañada) Ya… llámame rarita, pero me da la impresión de que tienes algún tipo de problema conmigo…

 

LAURA: (Irónica) Vaya, que inteligente.

 

CLAUDIA: ¿Y puedo saber lo que es, o a lo mejor eso ya sería demasiada información?

 

LAURA: Oh, nada sin importancia. Tan solo que por tu entrepierna entran cosas que no deberían.

 

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Cómo dices?

 

LAURA: ¿Por qué te acostaste con Jaime?

 

CLAUDIA: Y eso te incumbe y te importa a ti porque…

 

LAURA: ¿Y eso a ti que te importa?

 

CLAUDIA: Lo mismo que a ti que me haya acostado con Jaime, supongo.

 

LAURA: No lo creo.

 

Claudia suspira, intentando no perder la paciencia.

 

CLAUDIA: ¿Te das cuenta de que parecemos dos estúpidas?

 

LAURA: Perdona, pero solo lo parezco yo. Tú ya lo eres, ¿sabes?

 

CLAUDIA: Ya.

 

La camarera levanta el dedo, señalando a la pared. Laura mira hacia donde la joven le indica, donde, ante su sorpresa, ve el cartel que reza “Reservado el derecho de admisión”.

 

LAURA: ¿Me vas a echar?

 

CLAUDIA: No, ya lo estoy haciendo, así que si no te importa, vete. Vete y no vuelvas hasta que estés más tranquila.

 

Laura se levanta de la butaca, indignada.

 

LAURA: Yo estoy tranquilísima… pero esto no va a quedar así, eso te lo puedo asegurar.

 

La joven sale de allí bajo la mirada de Claudia, que no sabe lo que le espera.

 

INSTITUTO “SAN JORGE”/ PATIO

 

Un nuevo día amanece en la ciudad. Marta se dirige hacia la puerta de entrada del centro, cuando una mano la agarra del brazo, impidiéndoselo, y la joven, sobresaltada, se gira y da un tortazo al joven, que no es ni más ni menos que Isra.

 

ISRA: (Molesto) ¡Joder, tía!

 

MARTA: (Avergonzada) Oh, lo… lo siento. No sabía que fueras tú.

 

ISRA: Hombre, es que solo faltaba que lo hubieras sabido.

 

MARTA: Lo siento de verdad.

 

ISRA: Bueno, no te preocupes.

 

Los dos jóvenes se dirigen hacia el interior del instituto, en un incómodo silencio, y se detienen en la puerta.

 

MARTA: Oye Isra, yo… quería pedirte disculpas por mi actitud de ayer. La verdad es que me pasé bastante.

 

ISRA: Un poco, sí.

 

MARTA: Pues eso, que lo siento.

 

Isra se queda en silencio durante unos segundos, hasta que al final esboza una amplia sonrisa.

 

ISRA: No te preocupes, no pasa nada. Supongo que tener a una niña llorando las veinticuatro horas del día saca de quicio a cualquiera en algún momento dado.

 

MARTA: Sí… ¿te apetecería quedar ésta tarde? Mis padres volvieron anoche, así que se pueden quedar con Espe.

 

ISRA: Claro, genial. Vente a mi casa a eso de las cinco y media, ya me encargaré de sacar a mi padre fuera.

 

MARTA: Perfecto, allí nos veremos. Chao.

 

ISRA: Hasta luego.

 

Marta entra al instituto, e Isra, con una sonrisa de oreja a oreja, la sigue, pero coge otro pasillo.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ SALÓN

 

Nieves está sentada en el sofá. Permanece con la mirada perdida, bastante preocupada, cuando se escucha el ruido de la puerta de entrada, y Hugo no tarda en aparecer por allí.

 

HUGO: Buenos días.

 

La mujer parece salir de sus pensamientos.

 

NIEVES: ¡Hola! ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No deberías de estar trabajando?

 

HUGO: No, le he cambiado el turno a Jaime. Tenía cosas que hacer ésta tarde.

 

NIEVES: Ya…

 

Hugo empieza a quitarse el abrigo, y se da cuenta del estado en el que se encuentra su madre, por lo que, suspirando, se sienta junto a ella y se queda unos segundos en silencio.

 

HUGO: Mamá, ¿estás bien?

 

NIEVES: ¿Eh? Sí… sí, ¿por qué no iba a estarlo?

 

HUGO: No sé, te veo seria.

 

Nieves sonríe forzadamente.

 

NIEVES: No, pues no te preocupes. Estoy muy bien.

 

HUGO: (Irónico) Ya…

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio, hasta que Hugo termina suspirando.

 

HUGO: No será por lo que pasó la semana pasada, ¿verdad? Ya sabes, lo de la habitación y eso.

 

NIEVES: ¡Claro que no! Eso está ya más que olvidado, hijo.

 

HUGO: ¿Entonces?

 

Nieves piensa durante unos segundos, y luego, suspirando, se termina levantando del sofá y esboza una forzada sonrisa.

 

NIEVES: No es nada, hijo, de verdad. No te preocupes.

 

La mujer se dirige hacia el baño dejando a su hijo solo sentado en el sofá, el cual no se cree para nada las palabras de su madre.

 

CALLES DE GIJÓN

 

Carlos camina por las calles de la ciudad, muy abrigado y con un periódico entre sus manos. Se dirige hacia su casa, cuando se encuentra de frente con Andrea. Los dos se detienen unos segundos, y luego, sonriendo forzadamente, se acercan el uno al otro.

 

CARLOS: Buenos días.

 

ANDREA: Hola…

 

CARLOS: ¿Qué haces por aquí? ¿No deberías de estar en clase?

 

ANDREA: Sí, bueno, pero ya me voy a casa… me estaba quedando dormida en la mesa.

 

Carlos se ríe, divertido, y los dos se quedan unos segundos en silencio, hasta que el joven suspira.

 

CARLOS: Oye, yo… seguramente sea una tontería, pero… ¿está todo bien entre nosotros?

 

Andrea sonríe nerviosamente.

 

ANDREA: ¡Claro! ¿Por qué no iba a estarlo?

 

CARLOS: No sé, antes hablábamos mucho, pero desde la semana pasada…

 

ANDREA: Ya, pero eso es porque estoy muy liada.

 

CARLOS: Ya. Y no tiene nada que ver con lo que estuvimos hablando, ¿verdad?

 

ANDREA: No, absolutamente nada.

 

CARLOS: Andrea…

 

Andrea, sin dejar terminar al joven, mira su reloj.

 

ANDREA: Lo siento Carlos, pero tengo que marcharme. Cuando esté más desocupada te pego un toque y quedamos para echar unas cervezas, ¿vale? Chao.

 

CARLOS: Adiós…

 

Andrea se aleja rápidamente de allí, intentando no echar la vista atrás, y dejando a Carlos muy triste.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Claudia permanece tras la barra, barriendo, cuando Jaime entra por la puerta bastante acelerado, quitándose el abrigo. Lo deja sobre la barra y salta al interior de la misma, ante la enfadada mirada de su compañera.

 

CLAUDIA: ¿Te crees que éstas son horas de llegar al trabajo? Entrabas hace dos horas.

 

JAIME: Sí, lo siento. Es que he tenido que ir a hacer unos recados.

 

CLAUDIA: Y si tenías que hacer unos recados, ¿por qué le has cambiado el turno a Hugo?

 

JAIME: Pues porque esta tarde tengo que hacer muchos más.

 

CLAUDIA: (Irónica) Sí, claro.

 

Jaime coge su abrigo y entra al almacén. No tarda en salir de allí sin él.

 

JAIME: De todos modos, no parece que haya demasiado trabajo hoy, ¿no?

 

CLAUDIA: No, pero eso no te sirve de excusa.

 

JAIME: Sí, lo sé… lo sé.

 

Los dos se quedan en silencio unos segundos, pensativos.

 

CLAUDIA: Por cierto, tengo algo que comentarte.

 

JAIME: ¿El qué?

 

CLAUDIA: Laura vino ayer súper enfadada a verme, pidiéndome explicaciones de por qué me acosté contigo.

 

JAIME: (Suspira) Ya…

 

CLAUDIA: Mira, me dejó petrificada. Si hubiera reaccionado así la semana pasada cuando se lo dije, me hubiese parecido perfecto, ¿pero ahora? No sé, no le encuentro sentido. Además, ¿qué más le da a ella? Ni que hubiera algo entre vosotros…

 

JAIME: Bueno, en realidad eso no es del todo cierto…

 

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Cómo?

 

JAIME: Pues que poco antes de que se lo contaras, me había declarado. Estaba pensando su respuesta cuando le dijiste todo.

 

CLAUDIA: ¿En serio?

 

JAIME: Sí…

 

CLAUDIA: Joder, no tenía ni idea. Lo siento, si lo hubiera sabido, no le habría dicho nada…

 

JAIME: No te preocupes. No eres vidente, así que era un poco difícil que lo supieras.

 

CLAUDIA: Ya, pero…

 

JAIME: (Interrumpiéndola) No te preocupes, de verdad. No pasa nada… ya me las apañaré.

 

CLAUDIA: Bueno, pues suerte.

 

Jaime sonríe a su amiga, agradecido.

 

PISO DE CARLOS/ SALÓN

 

Hugo, sentado a la mesa, termina de mirar unos apuntes y deja el bolígrafo sobre la mesa. Carlos no tarda en aparecer por allí, con dos botellines de cerveza.

 

CARLOS: Toma, que te la has merecido.

 

HUGO: Gracias.

 

Hugo se levanta, y los dos se sientan en el sofá.

 

CARLOS: Bueno, ¿y cómo ha ido la cosa?

 

HUGO: Pues la verdad es que bastante bien. Se te da bien enseñar, ¿eh?

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿En serio?

 

HUGO: Sí. Explicas de una manera muy clara, segura y amena. ¿No te has planteado nunca ser profesor?

 

CARLOS: Pues no… pero la verdad es que me he sentido muy cómodo.

 

HUGO: (Sonríe) Entonces, a lo mejor hemos encontrado los dos nuestras verdaderas aspiraciones.

 

CARLOS: Bueno, tampoco te emociones tanto. A lo mejor lo he disfrutado porque estaba enseñando a un amigo…

 

HUGO: ¿Y qué? ¿No crees que merezca la pena averiguarlo?

 

Carlos mira al joven, sin saber que decir.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Ya es por la tarde, y Laura permanece sentada en el sofá de siempre, tomándose un café. Parece seguir enfadada, y Claudia no tarda en aparecer por allí, sonriendo, y se sienta a su lado.

 

CLAUDIA: Me alegro de que al final te hayas decidido a venir.

 

LAURA: Te agradecería que fueras rápida. Tengo muchas cosas que hacer, se me viene la selectividad encima y no estoy para estar perdiendo el tiempo.

 

CLAUDIA: Seré súper rápida, te lo aseguro. Solo te quería comentar lo que pasó entre Jaime y yo.

 

Laura, molesta, se levanta.

 

LAURA: No me interesa nada de lo que me tengas que decir sobre eso.

 

CLAUDIA: Laura, por favor. Déjame que te lo explique, y luego podrás hacer lo que quieras. Pero al menos, concédenos el beneficio de la duda, ¿no?

 

La joven mira a Claudia, pensando en silencio durante unos segundos, hasta que finalmente vuelve a sentarse, suspirando.

 

LAURA: Está bien… pero ya te digo, sé rapidita, por favor.

 

CLAUDIA: No me va a llevar mucho tiempo decirte que entre Jaime y yo no hay nada, que lo que pasó solo fue fruto de la desesperación, de que los dos estábamos en un mal momento, y nada más.

 

LAURA: Ya. Siempre pasa lo mismo… y la gente siempre se queda luego con las ganas de repetir.

 

Claudia no puede evitar el echarse a reír, divertida.

 

CLAUDIA: Por favor, Laura… no sé lo que te habrá dicho, pero no te creas que Jaime folla tan bien como para que esté dispuesta a estropear mi amistad con él por echar otro polvo. Además, ahora se está quedando en mi casa desde que Carlos le echo de la suya, y no ha pasado nada, ¿no crees que eso quiere decir algo?

 

Laura mira a la joven, confusa.

 

LAURA: No sé…

 

Claudia coge la mano de su amiga, sonriendo forzadamente.

 

CLAUDIA: Mira, ya te digo que yo no quiero convencerte de nada. Solo quiero que sepas lo que realmente hay entre Jaime y yo, que no es más que una simple amistad. Nada más.

 

Laura mira a la joven, sin saber que decir.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ DORMITORIO DE ANDREA

 

Andrea está tumbada sobre la cama, leyendo un libro, cuando unos leves golpes se escuchan en la puerta. La joven levanta la mirada, extrañada, y cierra el libro.

 

ANDREA: Adelante.

 

La puerta se abre dando paso a Hugo, que, sonriente, entra al dormitorio y cierra la puerta tras él.

 

HUGO: ¡Buenas!

 

ANDREA: (Extrañada) ¿Tú no deberías de estar currando?

 

HUGO: Me ha dicho Claudia que hoy entraba más tarde.

 

ANDREA: ¿Y eso?

 

HUGO: Pues no lo sé, ella sabrá.

 

Hugo se sienta en el borde de la cama, suspirando.

 

HUGO: Joder, que ganas tenía de que pudiéramos estar los dos un rato solos. Con tanta gente ahora en casa…

 

ANDREA: Pues sí, porque mira que tu madre y Jaime me caen súper bien, pero la casa ya empieza a quedarse pequeña…

 

HUGO: Sí.

 

Los dos amigos se quedan unos segundos en silencio, hasta que Hugo termina sonriendo.

 

HUGO: Y bueno, cuéntame, ¿tú cómo vas? ¿No tienes nada que contarme?

 

ANDREA: (Extrañada) ¿Algo que contarte?

 

HUGO: Aha. Algo sobre Carlos, y unas bonitas palabras que te dedicó el otro día.

 

ANDREA: (Sorprendida) ¿Cómo sabes tú eso?

 

HUGO: Bueno, ya sabes que ahora él me está dando clases, y me lo ha contado ésta mañana.

 

ANDREA: Vaya, ahora sois súper amigos.

 

HUGO: Bueno, siempre hemos sido amigos. Pero haber, me puedes contar lo que quieras, Andrea. Desahógate conmigo… yo a él no le voy a decir nada, eso te lo aseguro.

 

ANDREA: Pero es que no tengo nada de lo que desahogarme, ni nada que contarte.

 

Hugo mira a su amiga, sin creerla.

 

HUGO: Ya… ¿Y entonces por qué le rechazaste? Porque seamos sinceros, te mueres por él.

 

ANDREA: (Molesta) ¿Eso también te lo ha dicho tu amigo?

 

HUGO: Eso no hace falta que me lo diga nadie. De eso me doy cuenta yo solo.

 

Andrea suspira, intentando no perder la paciencia.

 

ANDREA: Ya sabes que yo no me muero por nadie. Yo no me ato a nadie, y eso es lo que ha pasado, nada más.

 

HUGO: ¿No te cansas de esa historia?

 

ANDREA: Hugo…

 

HUGO: ¿Por qué tienes tanto miedo a enamorarte, Andrea? Si no lo has hecho nunca… no sabes lo que se siente, y cada vez que crees que puedes empezar a sentirlo, te alejas. ¿Por qué?

 

ANDREA: Eso no es verdad, Hugo.

 

HUGO: ¿No? ¿De verdad?

 

ANDREA: ¡Pues claro que no! Yo por Carlos siento… amistad, mucho cariño, pero nada más.

 

HUGO: Pero eso no es lo que le dijiste…

 

Andrea se levanta de la cama, indignada.

 

ANDREA: ¡Joder, ¿qué pasa?! ¿Se grabó la conversación en el móvil o algo?

 

Hugo, avergonzado, se da cuenta de que está metiendo la pata, y termina suspirando.

 

HUGO: Vale Andrea, tienes razón. Lo siento, me estoy pasando.

 

Andrea sonríe forzadamente, y se vuelve a sentar en la cama.

 

ANDREA: Bueno, no te preocupes, no pasa nada. Te agradezco que te preocupes por mí, y sabes que eres la persona en la que más confío, pero es que es de un tema del que no quiero hablar. De verdad.

 

HUGO: Vale, vale, como quieras. Sabes donde encontrarme…

 

Hugo mira el reloj, y se levanta de la cama.

 

HUGO: Me tengo que ir ya para el Four. ¿Por qué no te pasas un rato esta noche y hablamos?

 

ANDREA: ¡Claro! Cuenta con ello.

 

HUGO: Perfecto, pues hasta luego.

 

ANDREA: Chao.

 

Hugo sale del dormitorio, contento, y a Andrea se le llenan los ojos de lágrimas, triste.

 

PISO DE ISRA/ DORMITORIO DE ISRA

 

Isra y Marta hacen el amor apasionadamente sobre la cama del joven, tapados tan solo por una fina sábana. Entre jadeos, se besan y se miran fijamente a los ojos, sonriendo.

 

ISRA: Oh, Marta…

 

MARTA: ¿Quién iba a pensar que serías tan bueno?

 

Isra sonríe y se besan apasionadamente, cuando de pronto se abre la puerta, dando paso a Enrique llevando una bandeja con dos tazas entre sus manos.

 

ENRIQUE: Chicos, os he preparado…

 

ISRA: (Molesto) ¡Papá!

 

El hombre por fin se da cuenta de la situación, y, avergonzado, se da media vuelta.

 

ENRIQUE: Chicos, yo… joder, lo siento… perdonadme.

 

Enrique sale inmediatamente de allí cerrando la puerta tras él, y Marta e Isra se reincorporan en la cama, nerviosos.

 

ISRA: ¡Mierda!

 

MARTA: No hay manera, tío… no hay manera.

 

Los dos amigos se miran, sin saber que decir.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ SALÓN

 

Ya es de noche, y el piso está completamente a oscuras. La puerta no tarda en abrirse, dando paso a Nieves. La mujer enciende la luz, y pega un bote cuando ve a Jaime sentado en el sofá, mirándola fijamente, muy serio.

 

NIEVES: ¡Jaime! Me has… me has asustado.

 

JAIME: Sé que conociste a mis padres.

 

NIEVES: (Nerviosa) ¿Cómo?

 

JAIME: ¡Deja de disimular de una puta vez!

 

Nieves, impactada por la actitud del joven, termina suspirando.

 

NIEVES: Sí, es cierto. Conocí a tus padres, ¿contento?

 

JAIME: Quiero que me hables de ellos. Quiero que me digas por qué murieron, y quién les mató.

 

NIEVES: (Sorprendida) ¿Cómo? ¿Les a… les asesinaron?

 

JAIME: No me vengas con historias. Sé que tú también lo sabes… y solo quiero saber por qué, y quien fue.

 

Nieves mira al joven, sin saber que hacer.

 

BAR “FOUR”/ EXTERIOR

 

Andrea está a punto de entrar en el local, cuando su móvil empieza a sonar. Lo rebusca en el bolso, y cuando lo encuentra, ve que se trata de un número desconocido. A pesar de ello, decide cogerlo.

 

ANDREA: ¿Sí?... Sí, soy yo… ¿ha pasado algo?... Entiendo… Bien… allí estaré… Chao.

 

La joven cuelga el teléfono, completamente pálida. Justo en ese momento sale Hugo, que la ha visto a través de la cristalera.

 

HUGO: Ey, ¿qué pasa? ¿Por qué no entras?

 

ANDREA: Me acaba de llamar la policía… han detenido a Ruth.

 

HUGO: ¿Qué?

 

El chico no puede evitar el esbozar una sonrisa, contento.

 

HUGO: Anda, ven aquí.

 

Los dos amigos se abrazan, emocionados.