MANERAS DE VIVIR

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR 

 

Un nuevo día amanece en la ciudad, y Hugo y Marta están sentados en el sofá de siempre del Four, tomándose unos refrescos. Marta no deja de hablar, aunque su amigo no parece estar haciéndole demasiado caso.

 

MARTA: Es que no me puedo creer que esté aquí… en serio, es que no me entra en la cabeza.

 

HUGO: ¿Pero por qué ha vuelto? ¿No te dio ningún tipo de explicación?

 

MARTA: Sí, eso es lo peor…

 

Marta se queda unos segundos en silencio, pensando, y su amigo se impacienta.

 

HUGO: ¿Qué pasa?

 

MARTA: (Suspira) Ha venido para pedir la custodia de Esperanza.

 

HUGO: (Sorprendido) ¡¿Cómo?!

 

MARTA: Como lo oyes. El muy hijo de puta… me dejó tirada como una colilla cuando se enteró de que estaba embarazada, y ahora, casi dos años después de que se fuera, vuelve intentando parecer el mejor padre del mundo.

 

HUGO: Que cabrón…

 

MARTA: Ya ves.

 

Los dos amigos se quedan en silencio durante unos segundos.

 

HUGO: ¿Y qué piensas hacer?

 

MARTA: Pues no me queda otra que ir a juicio.

 

HUGO: ¿No podéis llegar a un acuerdo?

 

Marta se queda pensando durante unos segundos, en silencio.

 

MARTA: Mira Hugo, lo siento por Esperanza, porque sé que lo va a pasar muy mal al ir creciendo y al darse cuenta de que no tiene padre… pero no pienso consentir que mi hija pase un solo segundo de su vida al lado de ese hijo de puta.

 

HUGO: Por muy hijo de puta que sea, también tiene derecho a conocerle, ¿no crees? Al fin y al cabo, se trata de su padre.

 

MARTA: ¿Y qué? ¿Acaso te vas a poner de su parte después de todo lo que ha pasado?

 

HUGO: No es eso, Marta. Lo que pasa es que me da la impresión de que tanto como él como tú estáis siendo bastante egoístas.

 

MARTA: (Indignada) ¿Egoístas?

 

HUGO: Estáis pensando todo el rato en vosotros mismos… ¿pero quién piensa en vuestra hija?

 

MARTA: ¡Estoy pensando en ella!

 

HUGO: ¿Seguro?

 

MARTA: Claro que sí. Sabes que todo lo que he hecho durante todo este tiempo, ha sido por ella.

 

HUGO: Lo sé, y no te estoy diciendo que lo hagas intencionadamente, pero… piénsalo, Marta. No lo estás haciendo bien, y lo sabe. Cuando crezca, te hará preguntas, ¿y qué le vas a decir? ¿Qué apartaste a su padre de su lado a la fuerza?

 

Marta está a punto de responder al joven, pero de pronto se da cuenta de que quizás tenga razón, y se queda en silencio, pensando en ello.

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Chace Crawford, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Jessica Stroup

 

SPECIAL GUEST STAR

David Gallagher como EDUARDO ABRIL

 

Capítulo 79

Un río sin cauce

 

PISO DE CARLOS Y JAIME/ SALÓN

 

Carlos está sentado en el sofá, leyendo el periódico, cuando Jaime aparece por allí con dos tazas de café entre sus manos, sentándose junto a su amigo y tendiéndole una.

 

JAIME: Aquí tienes.

 

CARLOS: Gracias.

 

El joven coge una de las tazas y le da un trago, pero lo escupe enseguida.

 

CARLOS: ¿Qué cojones es esto?

 

JAIME: Un café con leche.

 

CARLOS: Sí, pero sin leche y sin azúcar.

 

JAIME: (Sorprendido) ¿Qué?

 

CARLOS: Está asqueroso… pruébalo si quieres.

 

Jaime da un trago al café de su amigo, y enseguida pone también cara de asco.

 

JAIME: Joder, perdona…

 

CARLOS: Como no te espabiles en el curro esta tarde, me parece que mucha gente rellenará hojas de reclamaciones.

 

JAIME: Te prepararé otro.

 

El joven se dirige de nuevo a la barra de la cocina, por lo que Carlos le puede seguir mirando, preocupado.

 

CARLOS: ¿Se puede saber qué te pasa?

 

JAIME: Nada… es que he pasado mala noche, nada más.

 

CARLOS: Jaime…

 

El joven se queda pensando durante unos segundos, hasta que finalmente termina suspirando.

 

JAIME: Hoy me ha llamado Lola.

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿Qué? ¿Para qué?

 

JAIME: Para que quedemos. Quiere devolverme el dinero que le presté. Al parecer, ya lo ha recuperado todo.

 

CARLOS: (Extrañado) ¿Tan pronto?

 

JAIME: Parece que le está yendo ahora bastante mejor.

 

CARLOS: Ya veo.

 

Jaime regresa junto a su amigo, con el nuevo café, que el joven prueba antes de que se siente.

 

CARLOS: Ahora sí.

 

Jaime sonríe, sentándose.

 

CARLOS: ¿Y cuándo has quedado con ella?

 

JAIME: Esta noche. Cuando cierre el Four, se pasará por allí.

 

CARLOS: ¿Solos?

 

JAIME: (Extrañado) ¿Qué pasa?

 

Carlos esboza una pícara sonrisa.

 

CARLOS: Sabes que os vais a acostar, ¿verdad?

 

JAIME: ¡¿Pero qué dices?! Ni de coña…

 

CARLOS: ¿Hablas en serio? ¿De verdad crees que no va a pasar nada entre vosotros?

 

JAIME: Por supuesto.

 

CARLOS: Bueno, vale…

 

El joven se levanta sin soltar la taza de café, y tampoco sin borrar la sonrisa de su cara.

 

CARLOS: Pues ya me contarás mañana.

 

Carlos se marhca de allí dirección hacia su dormitorio, mientras su amigo no puede evitar el pensar en todo lo que le ha dicho.

 

CASA DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ DORMITORIO DE ÓSCAR

 

Ya es por la tarde. El dormitorio está completamente a oscuras, y Óscar duerme plácidamente en la cama, con la ropa del día anterior todavía puesta. De pronto la puerta se abre dando paso a una sonriente y aseada Lidia.

 

LIDIA: ¡Vamos, dormilón! ¡Ya es hora de levantarse!

 

Óscar se da media vuelta en la cama, suspirando.

 

ÓSCAR: Déjame…

 

LIDIA: ¿Hablas en serio?

 

La chica se dirige hacia la ventana, subiendo la persiana y abriéndola, lo que hace que Óscar se reincorpore en la cama, indignado.

 

ÓSCAR: ¿Se puede saber que cojones pasa?

 

LIDIA: No, ¿qué te pasa a ti? Es domingo, deberíamos hacer algo que hagan las parejas normales; ir al cine, salir a cenar…

 

ÓSCAR: ¿Hablas en serio? ¿Pretendes salir de casa después de la fiesta que nos corrimos anoche?

 

LIDIA: Pues claro… si no disfrutamos ahora de la vida, ¿cuándo se supone que vamos a hacerlo? ¿Cuándo tengamos ochenta años?

 

Óscar se queda pensando durante unos segundos, hasta que finalmente suspira y se deja caer sobre la cama.

 

ÓSCAR: Lo siento Lidia, pero no puedo con éste ritmo de vida. En serio.

 

LIDIA: ¿Qué quieres decir?

 

ÓSCAR: Que no puedo más… estoy agotado. Si este es el ritmo que pretendes que llevemos siempre, no sé si deberíamos estar juntos, la verdad. Dudo que sea lo que estás buscando.

 

La joven se queda en silencio durante unos segundos, pensando, hasta que finalmente deja escapar una sonora carcajada.

 

LIDIA: Pero mira que eres bromista… me voy al salón a tomarme el café que me estaba preparando Hugo mientras te vistes.

 

Lidia da un pico a su novio, y luego se dirige hacia la puerta.

 

LIDIA: Y no tardes, ¿eh?

 

La joven sale del dormitorio mientras Óscar vuelve a dejarse caer sobre la cama, suspirando.

 

HOSPITAL GENERAL/ EXTERIOR

 

Ya es mediodía, y Suso se dirige hacia su coche, en el parking exterior del hospital. Claudia, que acaba de salir del edificio, corre hacia él hasta que le da alcance.

 

CLAUDIA: ¡Ey! Tienes prisa hoy, ¿eh?

 

SUSO: (Sonríe) Un poco, sí.

 

CLAUDIA: Oye, ¿te apetecería que quedásemos esta tarde?

 

SUSO: Lo siento Claudia, pero estoy muy liado. Tengo muchas cosas que hacer.

 

CLAUDIA: Ya… ¿y por la noche?

 

Suso se queda pensando durante unos segundos, hasta que esboza una divertida sonrisa.

 

SUSO: Creía que eras tú la que decías que no teníamos que saltarnos las normas, ¿no?

 

CLAUDIA: Sí, bueno, pero el otro día lo pasamos bien, ¿no? Y además, no hicimos daño a nadie…

 

SUSO: La verdad es que sí.

 

CLAUDIA: ¿Entonces?

 

El joven duda unos segundos, sin borrar la sonrisa de su cara.

 

SUSO: Está bien, quedamos esta noche. ¿En tu bar?

 

CLAUDIA: Perfecto, a las once.

 

SUSO: Muy bien, pues allí nos veremos. Hasta luego.

 

CLAUDIA: Chao.

 

Suso sigue caminando hacia su coche mientras Claudia, orgullosa, se da media vuelta y se va hacia el otro lado.

 

CASA DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ SALÓN

 

Comienza a anochecer, y Hugo y Vicente están sentados en el sofá. Vicente tiene el brazo por detrás de la nuca de su novio y mira atentamente la película, mientras el Hugo parece sumergido en sus cosas.

 

VICENTE: Joder, es buenísima…

 

HUGO: Aha…

 

Vicente mira a su novio, dándose cuenta de que no le está haciendo ni caso.

 

VICENTE: Mi madre ha muerto.

 

HUGO: Aha…

 

VICENTE: (Molesto) ¡Hugo!

 

El joven por fin sale de sus pensamientos, y mira a su novio, extrañado.

 

HUGO: ¿Qué pasa?

 

VICENTE: No estás haciendo ni puto caso a la película, ni a mí.

 

HUGO: Claro que sí.

 

VICENTE: Te acabo de decir que mi madre ha muerto, y tu única respuesta ha sido un aha.

 

HUGO: (Sorprendido) ¿Se ha muerto tu madre? ¿Y por qué no me lo has dicho antes?

 

Vicente suspira, intentando no perder la paciencia.

 

VICENTE: No se ha muerto, ¿vale? Te lo he dicho para ver si me estabas escuchando… y he podido comprobar que no.

 

HUGO: (Molesto) Joder, ¿eres estúpido? Que susto me has dado… no deberías de bromear con esas cosas.

 

El mayor se levanta del sofá, indignado.

 

VICENTE: Vamos, no me jodas… encima no te enfades, porque no tienes ningún motivo para eso.

 

HUGO: Tampoco hace falta que te pongas así, Vicente. Es verdad que estaba un poco distraído, pero no es para tanto.

 

Vicente coge aire.

 

VICENTE: Sí solo hubiera sido una vez, no sería para tanto, pero es que siempre estás así últimamente… y no sé Hugo, sé que te pasa algo, pero no entiendo por qué no confías en mí y me lo cuentas.

 

HUGO: No me pasa nada, Vicente, ¿cómo quieres que te lo diga?

 

VICENTE: Es que no quiero que me lo digas, Hugo. Quiero que me lo demuestres.

 

Ahora es Hugo el que coge aire para no perder la paciencia.

 

HUGO: Mira, creo que será mejor que te vayas y que hablemos cuando estés más tranquilo.

 

VICENTE: Yo estoy tranquilísimo.

 

HUGO: No, no lo estás, y es por lo de siempre. Sacas conclusiones precipitadas, te aceleras, y la pagas conmigo, cuando yo no tengo la culpa de nada.

 

VICENTE: (Irónico) Por supuesto que tú no tienes la culpa de nada, nunca la tienes. Eres San Hugo.

 

Hugo se levanta del sofá, cada vez conteniéndose más.

 

HUGO: Mira, déjate de ironías y pírate, ¿quieres? Hablamos mañana.

 

VICENTE: Eso será si a mí me da la gana que hablemos.

 

Vicente se marcha de allí, indignado, mientras Hugo se deja caer sobre el sofá, suspirando y dándose cuenta de que ha metido la pata.

 

CASA DE MARTA/ SALÓN

 

Jorge está sentado en el sofá, mirando a su alrededor atentamente, cuando Marta aparece por allí con una cerveza en una mano y un refresco en la otra. Le tiende la cerveza al joven, sentándose a su lado.

 

JORGE: Gracias. Por la cerveza, y por haber accedido a reunirte conmigo.

 

MARTA: (Suspira) ¿Qué es lo que quieres?

 

JORGE: Lo sabes perfectamente, ya te lo dije el otro día… por cierto, ¿dónde está la niña?

 

MARTA: Se la han llevado mis padres. No pienso permitir que la veas.

 

JORGE: (Extrañado) ¿Entonces para qué me has llamado?

 

Marta esboza una cínica sonrisa.

 

MARTA: Para advertirte de que estás perdiendo el tiempo. Sabes perfectamente que en éstas cosas la que sale ganando siempre es la mujer, y esta vez no va a ser diferente… sobre todo, teniendo en cuenta que nos abandonaste nada más enterarte de que estaba embarazada.

 

JORGE: Sí, tienes razón… he sido bastante estúpido.

 

Jorge se levanta del sofá, dejando el botellín de cerveza sobre la mesita, y se pone el abrigo, dejando ver a la joven que se marcha ya.

 

MARTA: (Sonríe) Me alegro de que te hayas dado cuenta.

 

JORGE: Yo también. Pero de todos modos, voy a ir a juicio…

 

MARTA: (Sorprendida) ¡¿Cómo?! ¿Por qué?

 

El joven se encoge de hombros mientras camina hacia la puerta.

 

JORGE: Bueno, no tengo nada que hacer aquí en España hasta que me vaya, así que…

 

Jorge coge el pomo de la puerta y la abre mientras Marta le mira, sin saber que decir. De pronto, el chico se gira, con una cínica sonrisa dibujada en su rostro.

 

JORGE: Por cierto, ¿crees que si el juez se entera de que estás trabajando como puta, la clara vencedora del juicio seguirás siendo tú?

 

Marta mira al joven. Intenta responder, pero la voz no sale de su garganta. Jorge no borra la sonrisa de su rostro.

 

JORGE: Un placer volverte a ver, Marta… hasta pronto.

 

El chico se marcha y la joven, tras unos segundos en silencio, recapacitando en lo que acaba de pasar, se echa a llorar desconsoladamente.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

El local está cerrado, y Jaime ya está recogiendo todo mientras tararea una canción. No tarda en escuchar cómo se abre la puerta, y al girarse, no se sorprende cuando ve que la persona que acaba de entrar es Lola.

 

LOLA: Buenas noches.

 

JAIME: (Sonríe) Hola, ¿qué tal?

 

LOLA: Bien, ¿y tú?

 

JAIME: También.

 

Los dos se quedan en un incómodo silencio, mirándose, hasta que finalmente la joven suspira y saca un cheque de su bolso.

 

LOLA: Aquí tienes el dinero que me dejaste… todo.

 

JAIME: Bien.

 

Jaime coge el cheque que le ha tendido la chica, y, tras comprobar que la cifra escrita es la correcta, sonríe y lo guarda.

 

JAIME: Bueno, pues muchas gracias por darte tanta prisa en devolvérmelo. La verdad es que ya me empezaba a hacer falta.

 

LOLA: Cuando he podido… la verdad es que el negocio está yendo bastante bien, así que ha sido mucho más rápido de lo que yo misma esperaba.

 

JAIME: Me alegro.

 

LOLA: Sí…

 

Vuelven a quedarse en silencio unos segundos.

 

JAIME: ¿Quieres una cerveza?

 

LOLA: No sé… ¿crees que es buena idea?

 

JAIME: Dos viejos amigos bebiéndose una cerveza juntos… ¿cuál es el problema?

 

Lola se queda pensando durante unos segundos, hasta que finalmente esboza una forzada sonrisa.

 

LOLA: Está bien… pero no me entretengas mucho, ¿eh? Que mañana tengo que madrugar.

 

JAIME: (Sonríe) No te preocupes.

 

El joven se da media vuelta para sacar unos botellines de la nevera, mientras Lola no parece muy segura de lo que acaba de hacer.

 

PISO DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ SALÓN

 

Hugo está sentado en el sofá, viendo una película mientras se come un bol de palomitas, cuando el timbre empieza a sonar insistentemente. Cuando el joven se levanta para abrir, Óscar aparece por allí.

 

ÓSCAR: Por favor, dile que no estoy.

 

HUGO: (Extrañado) ¿Eh?

 

ÓSCAR: Será Lidia… está empeñada en que salgamos esta noche, y no tengo ganas.

 

HUGO: Ya, pero…

 

ÓSCAR: (Interrumpiéndole) Por favor.

 

Hugo se queda en silencio durante unos segundos, pensando, hasta que el timbre vuelve a sonar y el joven suspira.

 

HUGO: ¿Qué le digo?

 

ÓSCAR: No sé, cualquier cosa… mismamente que me ha surgido una emergencia en el pueblo y me he tenido que ir.

 

HUGO: Está bien…

 

ÓSCAR: ¡Gracias! Eres el mejor.

 

El timbre vuelve a sonar, y Óscar entra al salón para que Lidia no le vea cuando Hugo abre la puerta, fingiendo sorpresa.

 

HUGO: ¡Lidia!

 

LIDIA: (Indignada) Joder tío, ¿qué estás, con Vicente? Ya era hora de que me abrieras la puerta.

 

HUGO: No, perdona. Estaba tirado en el sofá, medio dormido viendo una peli, y no me apetecía mucho levantarme, pero como has sido tan insistente…

 

LIDIA: Ya, bueno…

 

Lidia hace el amago de entrar a la casa, pero el joven no se lo permite, ante su sorpresa.

 

LIDIA: Oye, ¿se puede saber que cojones pasa ahí dentro?

 

Hugo piensa durante unos segundos, nervioso, hasta que esboza una forzada sonrisa.

 

HUGO: Vale, me has pillado… es cierto, estoy con Vicente… y está desnudo en el salón.

 

LIDIA: ¡Entones déjame pasar!

 

Lidia intenta entrar a la casa, pero Hugo se lo impide, sin borrar la falsa sonrisa de su cara.

 

HUGO: Lo siento, pero… no creo que le haga mucha gracia.

 

LIDIA: (Suspira) Para ser maricones, que mojigatos que sois… ¿está Óscar?

 

HUGO: No, lo siento.

 

LIDIA: ¿Cómo que no? Pero si había quedado con él…

 

HUGO: Ya, si me lo dijo… lo que pasa que le ha salido una emergencia en el pueblo, y se tuvo que ir corriendo.

 

LIDIA: ¿En serio?

 

Hugo asiente.

 

LIDIA: Joder, pues me podría haber avisado.

 

HUGO: Ya te he dicho que fue una emergencia, se fue súper rápido… no le daría tiempo.

 

LIDIA: Me podría haberme llamado desde el bus, ¿no?

 

HUGO: Bueno, no sé…

 

LIDIA: (Interrumpiéndole) ¡Será estúpido! Y claro, vosotros no vais a salir, ¿no?

 

HUGO: Evidentemente, no.

 

LIDIA: Ya…

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio, hasta que Lidia suspira.

 

LIDIA: Genial, me he quedado sin ningún plan… pero bueno, que ya no te entretengo más, ya nos veremos. Chao.

 

HUGO: Adiós.

 

Lidia se aleja de allí, y Hugo cierra la puerta. Nada más hacerlo, Óscar sale del salón.

 

ÓSCAR: Muchísimas gracias, tío… joder, casi nos pilla, ¿eh?

 

HUGO: ¿Casi nos pilla? Pero tío, ¿tendrás cara? Casi me pilla a mí.

 

ÓSCAR: (Riendo) Tienes razón, lo siento. Te debo una.

 

HUGO: ¿Una? No… me has pedido que mienta a una amiga, y eso es algo que odio hacer… así que me debes más de una.

 

ÓSCAR: Lo que quieras. De verdad. Solo tienes que pedírmelo.

 

HUGO: Pues mira, ahora que lo dices…

 

ÓSCAR: (Interrumpiéndole) Pero ahora no, que tengo muchas cosas que hacer. Otro día, ¿vale?

 

Óscar se aleja por el pasillo rumbo a su dormitorio, y Hugo no puede evitar el esbozar una divertida sonrisa.

 

HUGO: Será hijo de puta…

 

El joven regresa al salón, sin borrar la sonrisa de su cara.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Una docena de botellines vacíos están esparcidos por toda la barra, mientras Lola y Jaime, sentados en unas butacas, se beben otros a la vez que charlan, entre risas.

 

LOLA: En serio, debería irme ya…

 

JAIME: Llevas diciendo eso media hora.

 

Los dos se ríen y Lola intenta levantarse de la butaca, aunque vuelve a caer sentada en ella.

 

LOLA: Joder…

 

JAIME: Si es que no puedes ni andar.

 

LOLA: Cállate.

 

Vuelven a reírse.

 

LOLA: Oye en serio, me lo he pasado muy bien, pero… tengo que irme, de verdad. Sino mañana no voy a abrir la frutería, y con lo que me ha costado solucionar todos los problemas, no creo que fuera muy buena idea.

 

JAIME: No, la verdad es que no…

 

Lola sonríe, y los dos jóvenes se quedan mirando fijamente a los ojos. Poco a poco se van acercando hasta que sus labios se juntan durante unos breves segundos, hasta que la chica se separa rápidamente, levantándose por fin de la butaca.

 

LOLA: Ojala todo te vaya muy bien, Jaime. De verdad.

 

JAIME: A ti también.

 

LOLA: Adiós.

 

JAIME: Chao.

 

Lola se marcha de allí tambaleándose debido al alcohol, mientras Jaime suspira sin saber qué hacer.

 

PARQUE “RUISEÑORES”

 

Claudia y Suso pasean por allí, bajo la luz de la luna. Ambos permanecen en silencio, serios. En un momento dado se miran, y Claudia no puede evitar el esbozar una feliz sonrisa.

 

CLAUDIA: La verdad es que me lo he pasado muy bien esta noche.

 

SUSO: Pues no lo parece, con lo seria que estás.

 

CLAUDIA: Ya, bueno… es que estoy nerviosa.

 

SUSO: (Extrañado) ¿Nerviosa por qué?

 

La joven se queda pensando durante unos segundos, hasta que deja escapar una nerviosa risilla.

 

CLAUDIA: Bueno… supongo que por estar contigo.

 

Suso continúa sin entender nada.

 

SUSO: ¿Por estar conmigo?

 

CLAUDIA: Sí…

 

SUSO: ¿Pero por qué?

 

Claudia vuelve a quedarse callado, sin saber de nuevo que decir. Parece estar buscando las palabras adecuadas.

 

CLAUDIA: ¿De verdad no te lo imaginas?

 

SUSO: ¿El qué?

 

CLAUDIA: (Incómoda) Yo… sé que esto está mal porque no está permitido, pero no puedo callarme durante más tiempo…

 

SUSO: ¿De qué estás hablando?

 

CLAUDIA: Me gustas, Suso.

 

SUSO: (Sorprendido) ¿Cómo dices?

 

CLAUDIA: Pues eso, me has oído perfectamente… que me gustas, me gustas mucho, y no puedo evitarlo.

 

Suso suspira, sin saber muy bien que decir.

 

SUSO: Claudia…

 

CLAUDIA: (Interrumpiéndole) Sí, lo sé. Sé que no podemos estar juntos porque son las normas de la terapia, y que si lo descubrieran nos echarían y eso es una cosa que no podemos permitirnos ninguno de los dos… pero yo estoy dispuesta a cambiar de centro si es necesario con tal de poder estar contigo.

 

SUSO: Es que ese no es el único problema.

 

CLAUDIA: (Extrañada) ¿Cómo que no?

 

El joven se queda unos segundos en silencio, buscando las palabras adecuadas para no hacer daño a la chica.

 

SUSO: Yo… tú a mi no me gustas.

 

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Cómo?

 

SUSO: Siento si he podido confundirte con algo que haya hecho, pero te aseguro que no era mi intención.

 

CLAUDIA: Estás de broma, ¿verdad?

 

SUSO: Lo siento, Claudia. Siento que me hayas malinterpretado.

 

CLAUDIA: (Molesta) Yo no he malinterpretado nada.

 

SUSO: Claudia…

 

CLAUDIA: (Interrumpiéndola) ¡No, Suso! Tú eras el que me invitabas a salir, el que me decías que no pasaba nada… ¿y ahora me vienes con estas? ¿En serio?

 

SUSO: Ya te he dicho que lo siento.

 

La joven suspira, intentando no perder la paciencia.

 

CLAUDIA: Vete a la puta mierda.

 

Claudia se marcha de allí, indignada, dejando solo a Suso y preocupado por lo que acaba de pasar.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Un nuevo y frío día amanece en la ciudad, e Isra y Edu están sentados en el sofá de siempre, tomándose unos refrescos mientras charlan tranquilamente.

 

EDU: Así que no están las cosas tan bien como Hugo pretende que crea, ¿eh?

 

ISRA: A ver, yo no te he dicho eso… tuvieron una discusión, nada más. Es algo que le pasa a todas las parejas.

 

EDU: Sí, pero Hugo quería hacerme ver que a ellos no.

 

ISRA: No digas tonterías.

 

EDU: Ya, tonterías…

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio, hasta que Edu esboza una cínica sonrisa.

 

EDU: ¿Sabes? Creo que tú y yo podríamos hacer un buen equipo.

 

ISRA: (Extrañado) ¿Un buen equipo para qué?

 

EDU: Para separarles.

 

Isra no se puede creer lo que está escuchando.

 

ISRA: ¿De qué estás hablando?

 

EDU: Vamos Isra, no te hagas el tonto… se te nota mucho que Hugo te gusta de nuevo, y lo que te estoy pidiendo es que me ayudes a que rompa con Vicente. Luego, que él decida al que quiera de nosotros.

 

ISRA: No me lo puedo creer…

 

El pelirrojo se levanta, indignado.

 

ISRA: Voy a fingir que esta conversación no ha tenido lugar.

 

EDU: Isra…

 

ISRA: (Interrumpiéndole) Mira Edu, déjalos, ¿vale? Ellos son felices, y deberías de alegrarte… y si no lo haces, dejas mucho que desear.

 

EDU: Sabes que piensas exactamente lo mismo que yo.

 

El joven suspira, intentando no perder la paciencia.

 

ISRA: Mira tío, yo no sé qué cojones te ha pasado en Nueva York, pero has vuelto completamente irreconocible… yo que tú, me lo hacía mirar, porque no estás bien de la cabeza.

 

Isra se marcha de allí, indignado, mientras Edu se recuesta, suspirando, en el sofá.

 

EDU: No te preocupes, Isra… ya lo he hecho.

 

PISO DE CARLOS Y JAIME/ DORMITORIO DE CARLOS

 

Carlos, solo vistiendo unos calzoncillos, permanece de pie frente al armario, buscando ropa, cuando escucha unos leves golpes en la puerta. El joven no parece inmutarse.

 

CARLOS: Pasa, Jaime.

 

La puerta se abre dando paso al chico, al que su compañero ni siquiera mira.

 

JAIME: ¿Cómo sabías que era yo?

 

CARLOS: (Sonríe) Ya ves, ventajas de que solo vivimos tú y yo en el piso y de no haber oído el timbre antes… tenías que ser tú por narices.

 

JAIME: Ya.

 

Jaime se sienta sobre la cama de su amigo, suspirando y consiguiendo por fin llamar su atención.

 

CARLOS: ¿Se puede saber qué te pasa?

 

JAIME: Ayer metí mucho la pata.

 

CARLOS: ¿Por qué? ¿Qué hiciste?

 

JAIME: Fui un puto cobarde.

 

CARLOS: Ya, pero… ¿por qué no me cuentas de lo que estamos hablando? Porque la verdad es que estoy un poco perdido.

 

JAIME: De Lola.

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿De Lola? Pensaba que eso ya estaba superado.

 

JAIME: Y lo estaba… o eso pensaba yo.

 

CARLOS: ¿Me vas a decir lo que pasó, o voy a tener que adivinarlo?

 

Jaime se queda en silencio durante unos segundos, pensando.

 

JAIME: Quería acostarme con ella, Carlos. La tenía delante y era en lo único en lo que estaba pensando, pero… no pude. No pude hacerlo. Fui un puto cobarde.

 

CARLOS: ¿De verdad crees que fuiste un cobarde?

 

JAIME: ¿Tú no?

 

CARLOS: Claro que no, al contrario. Fuiste valiente, Jaime. Muy valiente. Quisiste hacer algo, y no lo hiciste porque sabías que estaba mal.

 

JAIME: No digas tonterías. Quizás haya dejado lo único de vital importancia que haya pasado por mi vida últimamente, y lo he dejado escapar.

 

CARLOS: Jaime…

 

Jaime se levanta, sin dejar terminar la frase a su amigo.

 

CARLOS: ¿Sabes? Deberías de hablar con Andrea antes de que sea demasiado tarde. Antes de que metas la pata como lo he hecho yo.

 

El joven sale de allí, dejando a Carlos solo y pensando en sus palabras.

 

PARQUE “RUISEÑORES”

 

Óscar está sentado en uno de los bancos, tomándose un café de un vaso de plástico. Parece bastante nervioso, y Lidia no tarda en aparecer por allí, indignada.

 

LIDIA: ¿Cómo pudiste hacer algo así?

 

ÓSCAR: (Extrañado) ¿Qué pasa?

 

LIDIA: Hiciste que Hugo me mintiera para no salir conmigo, ¿verdad?

 

ÓSCAR: ¿Eso te ha dicho?

 

Lidia se sienta junto a su novio.

 

LIDIA: Parece mentira que vivas con él… no hace falta que me lo diga, Hugo miente fatal. Se lo noté desde el primer momento al pobre.

 

ÓSCAR: Ya…

 

LIDIA: ¿Por qué lo hiciste?

 

El joven se queda en silencio durante unos segundos, pensando, hasta que suspira.

 

ÓSCAR: No puedo más, Lidia.

 

LIDIA: (Extrañada) ¿De qué estás hablando?

 

ÓSCAR: Sabes que tú y yo somos muy diferentes… y eso me gusta, porque me haces ver y vivir cosas que no había sentido antes.

 

LIDIA: Pero…

 

ÓSCAR: Pero me da la impresión de que yo no te aporto nada a ti. Siempre hacemos lo que tú quieres, lo que a ti te apetece. Y creo que deberíamos compensarnos un poco más.

 

LIDIA: Ya Óscar, pero es que tu plan perfecto es quedarnos en casa viendo una película, comiendo pizza y bebiendo cerveza… y la verdad es que eso es algo que a mí no me apetece. Me aburre.

 

ÓSCAR: O sea, que te aburro.

 

LIDIA: No, yo no he dicho eso.

 

ÓSCAR: ¿Entonces?

 

Los dos se quedan en un tenso silencio durante unos segundos, hasta que Lidia suspira.

 

LIDIA: Vale, está bien, tienes razón… lo siento. A partir de ahora, intentaremos coordinarnos un poco más, ¿vale?

 

ÓSCAR: (Sorprendido) ¿En serio?

 

LIDIA: Mira Óscar, te quiero. Y tienes razón, si tú te has adaptado a mi ritmo de vida, lo justo es que yo también intente hacerlo al tuyo, ¿no?

 

Óscar, sin poderse creer lo que acaba de escuchar, esboza una orgullosa sonrisa y agarra a su novia por la cintura.

 

ÓSCAR: Anda, ven aquí.

 

La pareja se besa apasionadamente.

 

CALLES DE GIJÓN

 

Ya es mediodía y, tras salir de clase, Andrea se dirige hacia su casa. Justo cuando cruza la esquina de su calle, ve que Carlos está apoyado en el portal y, extrañada, se dirige hacia allí mientras busca las llaves en su bolso.

 

ANDREA: Ey Carlos, ¿has quedado con Claudia? ¿Quieres subir?

 

La joven empieza a abrir el portal.

 

CARLOS: No. Venía a verte a ti.

 

ANDREA: Oh, ¿pasa algo?

 

CARLOS: Sí…

 

El chico se queda unos segundos en silencio, pensando, y Andrea empieza a perder la paciencia.

 

ANDREA: Carlos, me estás preocupando.

 

CARLOS: Eres la mujer de mi vida, y no te puedo dejar escapar.

 

ANDREA: (Sorprendida) ¿Cómo?

 

CARLOS: Te quiero, Andrea… siempre lo he hecho, y siempre lo voy a hacer.

 

Andrea mira a su ex novio, sin saber que decir.

 

CONTINUARÁ…