MANERAS DE VIVIR

.- Mientras Carlos va hablando, vamos viendo las imágenes relatadas bajo sus frases, y de fondo suena “Pantera en libertad”, de Mónica Naranjo.

CARLOS: (Off) Mis experiencias con mujeres no es que hayan sido perfectas. Hay mujeres de muchos tipos: las misteriosas,

Claudia, nerviosa, no deja de dar vueltas por la habitación, alumbrada simplemente por la luz de la luna. El móvil empieza a sonar. Lo coge, pero no obtiene ningún tipo de respuesta. Cuelga, enfadada.

CARLOS: (Off) … o las que te intentan ayudar y te entienden perfectamente, aunque tengas tus dudas al respecto.

Laura duerme placidamente, desnuda, en la cama de su novio. Este, de igual manera, la observa sentado en un sillón. No puede evitar sonreír levemente, pero su mirada denota preocupación.

CARLOS: (Off) Luego están las mujeres con las que no paras de reírte, pero tienen actitudes realmente incomprensibles.

Andrea, sola en una discoteca, baila sin parar. Un joven se acerca a ella, y no le hace falta decirle nada. Empiezan a besarse apasionadamente.

CARLOS: (Off) También existen las mujeres que arrepentidas por sus hechos, no saben llevar bien las consecuencias al respecto.

Marta continúa igual, agarrada a la azotea. Empieza a chispear, y a la chica se le llenan los ojos de lágrimas. Poco a poco vuelve a cruzar la valla, hasta estar completamente a salvo, que es cuando empieza a llorar, desconsolada.

CARLOS: (Off) O mujeres que se debaten entre la confianza hacia su hijo, o el amor que tanto le costó encontrar.

Olga se encuentra en medio del pasillo de su casa. Observa a Isra, el cual se encuentra en su dormitorio con la puerta abierta, frente al ordenador. El joven, cuando se da cuenta de la mirada, cierra la puerta de golpe, provocando que a la mujer se le llenen los ojos de lágrimas. Martín se acerca por detrás de ella, y le da un beso en la mejilla.

CARLOS: (Off) Por eso, en determinados momentos, envidió a los hombres que no las necesitan a su lado amorosamente hablando.

Edu y Hugo se encuentran abrazados frente a la ventana del dormitorio del primero, viendo la lluvia caer, y con una sonrisa de oreja a oreja.

.- La ciudad amanece bajo un oscuro cielo gris. Una fuerte lluvia cae sobre los edificios, y las escasas personas que caminan por las calles. Andrea se encuentra sentada en el sofá que siempre ocupa el grupo en el Four, jugueteando con el móvil con una mano, mientras con la otra se toca el pelo, que lleva recogido en una larga coleta. En la mesa reposan dos tazas de café, y Hugo no tarda mucho en aparecer por allí, todo mojado.

HUGO: (Suspira) Joder, ¿se puede saber que pasa? Tendríamos que estar en el instituto.

ANDREA: Te he pedido un café con leche.

HUGO: (Divertido) ¿Me estás intentando comprar?

Andrea se ríe, mientras su amigo se quita el abrigo y se sienta a su lado.

HUGO: Nos vamos a quedar aquí entonces, ¿no?

ANDREA: (Suplicante) Por favor…

HUGO: Edu me va a matar.

ANDREA: (Riendo) Tú dile que estaba deprimida, y que te has quedado conmigo aquí.

HUGO: Ya, pero la verdad es…

ANDREA: Que tocaba con Manuel, y paso de tener que aguantarlo. Y ya de pasó, pues nos quedamos aquí todo el día.

Hugo se ríe.

HUGO: Eres de lo que no hay. Pero algún día le tendrás que hacer frente.

ANDREA: Lo sé, pero hoy no. No me siento fuerte psicológicamente para ello.

Los dos amigos se miran, y se empiezan a reír escandalosamente.

TÍTULOS DE CRÉDITO: "Have a nice day" Bon Jovi
Kristen Bell, David Gallagher, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Hayden Panettiere, Emma Watson.

Capítulo 31.
Instinto de mujer


.- En la calle llueve a raudales. Marta corre hacia la puerta del instituto, con un paraguas que no le tapa demasiado, cuando un coche le pita. La joven le mira, y para su sorpresa, ve a Jorge en el interior. Como con algo de miedo, se acerca, y abre la puerta del copiloto.

MARTA: ¿Jorge?

JORGE: Anda, pasa. Estás que das pena, tan mojada.

Marta hace caso a su novio, y sin borrar el gesto de sorpresa de su cara, cierra la puerta tras haberse acomodado.

MARTA: ¿Y este coche?

JORGE: Quería darte una sorpresa. Te estuve llamando anoche, pero no me cogiste el teléfono.

MARTA: (Cabizbaja) Sí, he visto las perdidas esta mañana cuando me he levantado… es que a esas horas estaba durmiendo, anoche estaba agotada.

JORGE: Ya… Marta, ¿estás bien?

Marta se queda algo sorprendida por la pregunta, por lo que le cuesta unos segundos responder.

MARTA: ¡Claro! Claro. Hacia semanas que no me lo preguntabas, ¿a que viene ahora?

JORGE: No sé, habías mejorado mucho, se te veía más animada y mejor… pero de repente, llevas unos días otra vez que se te ve completamente destrozada.

MARTA: No, simplemente llevo unos días agobiada, nada más.

JORGE: ¿Segura?

MARTA: (Sonríe) Sí, segura. Te lo agradezco, pero no te preocupes, de verdad. Estoy bien.

Jorge le responde con otra sonrisa, y ambos empiezan a besarse apasionadamente. Jorge empieza a subir poco a poco su mano hacia el pecho de la joven, pero cuando está a punto de llegar hasta él, se aparta rápidamente, sorprendiendo a la chica.

MARTA: ¿Qué pasa?

JORGE: (Nervioso) Nada… nada, que tienes clase y yo también debería de irme hacia la facultad.

Marta mira a su novio, sin creerle, pero sonríe forzadamente para no discutir con él.

MARTA: Sí, tienes razón. ¿Nos vemos esta tarde?

JORGE: Claro, te llamo luego y quedamos.

MARTA: Muy bien, chao.

JORGE: Hasta luego.

La joven pareja se da un tierno beso, y la chica sale del coche. Cuando Jorge la ve entrar al instituto, se aleja de allí a gran velocidad con el coche.

.- El dormitorio de Laura está completamente a oscuras. Se oye la lluvia del exterior. El reloj marca las ocho y cincuenta y nueve. Cuando cambia a las nueve, el despertador empieza a sonar. La joven asoma la mano entre las sábanas, y lo apaga.

LAURA: ¡Dios, un poquito más!

Pasan unos segundos en los que no se advierte movimiento alguno, hasta que la chica, con energía, tira todas las sábanas hacia abajo, pero sin levantarse.

LAURA: Vamos, Lau. Has de ser fuerte, descubre tu gran poder psicológico.

La chica gira su cabeza, y observa el reloj. Cuando ve la hora que es, se reincorpora en la cama, asustada.

LAURA: ¡Mierda, las nueve! Se me olvido cambiar la hora del despertador… ¡joder!

Laura se levanta, y con gran rapidez, coge ropa del armario y sale del dormitorio. No tarda en llegar a la cocina, donde ve una nota sobre la mesa.

LAURA: (Leyendo) Cariño, he salido temprano porque tengo que hacer muchos recados y no quiero hacer tarde. Espero que no te quedes dormida, nos vemos por la tarde. Besos.

Laura arruga la nota, y la tira a la basura.

LAURA: A buenas horas, mamá.

La joven se dispone a salir de allí, pero antes de hacerlo, se detiene en seco y se gira lentamente. En lo alto de una estantería ve un bote lleno de dinero, todos los ahorros de sus padres. La chica piensa unos segundos, y luego traga saliva.

.- Andrea y Hugo caminan por los pasillos del instituto, bastante rápido, y muy mojados. Mientras la joven parece estar algo molesta, su amigo lleva una divertida sonrisa en la cara, por lo que Andrea todavía le mira peor.

ANDREA: En serio, no puedo creer que me hayas convencido para que acabásemos entrando.

HUGO: Sí es que soy un fantástico estratega.

ANDREA: (Irónica) Oh, desde luego. ¿Y por qué coño sonríes tanto?

HUGO: No sé, me haces gracia cuando estás enfadada.

Andrea mira mal al chico, y este deja escapar un par de carcajadas.

EDU: (Off) ¡Hugo!

El joven se gira, y ve a su novio correr hacia él. No tarda mucho en llegar.

EDU: ¿Dónde has estado, acabas de llegar?

HUGO: Sí, bueno, es que…

ANDREA: (Interrumpiéndole) Ha sido culpa mía, Edu. Es que estoy algo deprimidilla, y necesitaba hablar con alguien. Espero que no te importe que te lo haya robado un par de horitas.

EDU: (Sonríe) No, claro que no.

La pareja se da un beso, mientras la chica les mira, sonriendo.

ANDREA: Bueno, os dejo. Luego nos vemos.

Edu y Hugo, sin hacerle demasiado caso, se limitan a sonreír con la cabeza, y cogidos de la mano, se alejan de allí, riendo. Andrea les observa, con una sonrisa de oreja a oreja, y decide continuar con su camino. Justamente cuando se gira, se encuentra frente a frente con Manuel.

MANUEL: Buenos días, señorita.

ANDREA: (Tímida) Buenos días.

La joven intenta continuar, pero el profesor le corta el paso.

MANUEL: ¿Podría hablar un momento con usted?

ANDREA: Es que ahora tengo una clase, lo siento.

MANUEL: Ósea, que te importa saltarte una clase ahora, pero el no venir a la mía no te ha supuesto ningún problema, ¿no?

Andrea le mira durante unos segundos, y luego suspira.

ANDREA: ¿Qué pasa?

MANUEL: Vayamos a un sitio más tranquilo.

Andrea mira al hombre, extrañada, y este se mete a la clase que hay al lado. La chica le sigue.

ANDREA: Le agradecería que fuera rápido, no quiero perder más clases.

MANUEL: Será breve, no se preocupe. La verdad es que ni sé ni me importa porque Hugo y tú no habéis venido a mi clase…

ANDREA: (Irónica) ¿De veras no lo sabe?

MANUEL: No me interrumpas, por favor.

Andrea mira de malas maneras a su profesor, pero se queda callada.

MANUEL: Simplemente quería advertirte de que he puesto un examen para mañana de los tres primeros temas del libro.

ANDREA: (Sorprendida) ¿Cómo?

MANUEL: Si hubiese querido protestar, debería de haber venido a clase. Probablemente el resto de sus compañeros también se lo habrían agradecido.

ANDREA: (Molesta) ¡Pero eso no es justo!

MANUEL: (Sonríe) Puede. Pero aquí el profesor soy yo, y yo mismo soy el que decido lo que es justo y lo que no.

Andrea mira muy mal al hombre, y este se dispone a salir del aula, pero se gira hacia su alumna antes de hacerlo.

MANUEL: (Irónico) Por cierto, no se olvide de avisar a su compañero de aventuras de esto. Seguro que a él también le hace mucha ilusión.

Manuel sale de la clase, y Andrea da un leve golpe en la mesa, bastante enfadada.

ANDREA: Esto no va a quedar así… desde luego que no.

Isra entra a su casa, cargado con su mochila. Deja las llaves sobre la mesa que hay al lado de la puerta, y la mochila en el suelo. Después se dirige hacia la cocina, pero cuando pasa por el salón, ve unos pantalones vaqueros tirados en el suelo, que no pueden ser de otra persona que de Martín. Tras pensarlo durante unos segundos, se acerca a ellos, y comienza a mirar en los bolsillos. De uno de ellos saca una tarjeta en la que aparece un número de teléfono. Justo cuando se la guarda, alguien aparece por detrás.

MARTÍN: ¿Qué estás haciendo?

Isra se gira hacia el hombre, nervioso, y todavía más al ver que se encuentra totalmente desnudo.

ISRA: ¿Eh? Nada… nada, es que los he visto aquí tirados, y había pensado en recogerlos, pero si te molesta…

Martín mira por breves segundos al chico, extrañado, pero luego sonríe.

MARTÍN: No, no, no te preocupes, te lo agradezco. Es que cuando ha vuelto tu madre de trabajar… bueno, ya sabes.

Isra sonríe forzadamente, mientras se levanta con los pantalones entre sus manos.

ISRA: Sí, me imagino.

Martín le devuelve la sonrisa, y se dirige hacia la cocina. Isra suspira, tranquilo, y deja los pantalones sobre el sofá, pero el hombre no tarda en aparecer por allí, sosteniendo un vaso de agua entre sus manos.

MARTÍN: Oye, ¿estás bien? Te he notado raro.

ISRA: Eh… sí… ¡sí! Lo que pasa que estoy hambriento, voy a ver lo que hay por ahí.

El joven se dirige hacia la cocina.

MARTÍN: Te he preparado unos macarrones con queso. Tu madre me dijo que era una de tus comidas favoritas, y la verdad es que es de las pocas cosas que se me da bastante bien hacerlas.

ISRA: (Sorprendido) ¡Ah! Vale, muchas gracias.

Martín le responde con una sonrisa, y regresa a la habitación de Olga, mientras Isra se dirige hacia la cocina, donde ve el plato de los macarrones con queso, y se lo queda mirando durante unos segundos. Luego se acerca, y los prueba.

ISRA: (Sonríe) No están mal.

El chico se sienta y empieza a comer, mientras saca de su bolsillo la tarjeta que ha cogido antes, y la observa, pensativo.

.- La lluvia ya ha cesado, aunque el sol no aparece por ningún lado. Marta y Jorge van paseando por el parque, cogidos de la mano, pero ambos en silencio. Se miran, y sonríen.

MARTA: ¿Qué te pasa?

JORGE: Nada, ¿y a ti?

MARTA: Nada tampoco.

JORGE: Me alegro.

Los dos jóvenes empiezan a reírse, pero Marta se acuerda de algo, y se detiene enseguida, poniéndose bastante seria.

MARTA: ¿Qué ha pasado esta mañana?

JORGE: ¿A qué te refieres?

MARTA: A que has salido tan deprisa, siendo que habías sido tú mismo el que habías venido a hablar conmigo.

JORGE: Ya, bueno, fui porque estaba preocupado. Pero realmente tampoco tenía mucho tiempo.

MARTA: ¿Y ya no lo estás?

JORGE: ¿El qué, preocupado?

Marta asiente.

JORGE: Pues la verdad es que un poco, pero ya no tanto como antes.

MARTA: (Sonríe) Bueno, pues no te preocupes nada, ¿vale? Estoy bien.

Jorge le responde con una sonrisa, y la pareja se abraza.

MARTA: Gracias por estar tan encima de mí siempre, Jorge.

JORGE: No me las des, si lo hago es porque te quiero.

Los dos jóvenes continúan abrazados, y la chica empieza a bajar poco a poco la mano hacia el culo de su novio. Cuando este se da cuenta, se aparta rápidamente.

MARTA: (Extrañada) ¿Qué pasa?

JORGE: ¿Qué haces?

MARTA: No sé, tocar a mi novio. Tampoco es tan raro.

JORGE: (Suspira) Oye, mira, no me apetece discutir, y además me tengo que ir. Hablamos mañana, chao.

El chico empieza a alejarse de allí, sin decir ni hacer nada más.

MARTA: (Molesta) ¡Pero Jorge!

El chico, ignorando a su novia, continúa alejándose de allí, hasta que se escapa de la vista de la chica, la cual no se puede creer lo que está pasando.

MARTA: ¿Y a este que coño le pasa?

.- Ya es de noche, y el Four está cerrado. De fondo suena la canción “Don’t look back in Anger”, de Oasis. Claudia barre el suelo, mientras David friega la vajilla. Entre ambos reina un tenso silencio, haciendo que se sientan bastante incómodos.

CLAUDIA: ¿Piensas no volver a hablarme en toda tu vida?

DAVID: Yo te hablo.

CLAUDIA: (Irónica) Sí, desde luego. Tenemos unas conversaciones súper profundas últimamente, de estas que te hacen pensar, ¿eh?

Vuelve a reinar el silencio en la estancia durante unos segundos.

DAVID: Tienes que comprender que es un poco incómodo.

CLAUDIA: Lo es porque tú quieres que lo sea.

DAVID: (Sorprendido) ¿Encima por qué yo quiero? Eso es ya lo que me faltaba por oír, vamos.

CLAUDIA: Mira David, haya pasado lo que haya pasado entre nosotros, creo que deberíamos anteponer nuestra amistad por encima de todo.

DAVID: ¿Qué amistad? Si tú y yo no hemos sido amigos nunca.

CLAUDIA: Bueno, pues el compañerismo. Pero podríamos intentarlo. Lo de ser amigos, digo.

David mira a la chica durante unos segundos, en silencio, mientras esta, sin percatarse, continúa con su tarea.

DAVID: (Suspira) Yo no puedo hacerlo, Claudia.

CLAUDIA: Tampoco lo has intentado.

DAVID: Es que ni siquiera puedo intentarlo.

CLAUDIA: ¿Cómo que no puedes intentarlo?

David mira a la chica durante unos segundos, y tras exhalar un gran suspiro, sale de la barra y se sienta en una de las butacas. Claudia se acerca, quedando frente a su compañero, a escasos centímetros de él.

CLAUDIA: ¿Qué pasa?

DAVID: Que me gustas, Claudia. Probablemente ya lo sepas, pero dudo que sepas las magnitudes con la que lo haces.

CLAUDIA: David…

DAVID: (Interrumpiéndola) Lo siento. Pero yo no puedo intentar ser amigo de una persona de la cual espero mucho más.

El chico se levanta, y se dirige hacia el almacén. Claudia le sigue, y le agarra del brazo con firmeza.

CLAUDIA: David espera, escúchame.

El chico se gira, y cuando va a hablar, Claudia se lo impide con un apasionado beso que dura unos segundos.

DAVID: ¿Esto…?

CLAUDIA: (Sonríe) Anda, cállate.

Los dos jóvenes vuelven a besarse apasionadamente, y poco a poco, van entrando al almacén mientras se desnudan mutuamente. La canción se detiene.

.- Un nuevo día amanece en la ciudad, bastante menos oscuro que el anterior. Hugo y Edu están entre la multitud congregada frente a la puerta del instituto, charlando animadamente.

EDU: Oye, me tengo que ir ya para dentro, quiero pasarme por la biblioteca antes de que empiecen las clases, ¿vienes?

HUGO: Me ha mandando un mensaje Andrea para que la espere aquí.

EDU: Ah vale, bueno. ¿Quedamos esta tarde para tomar algo en el Four?

HUGO: Bien, genial. ¿Cómo quedamos?

EDU: Lo hablamos luego en el recreo, ¿vale? Que al final se me va a hacer tarde.

HUGO: (Sonríe) Vale, como quieras. Hasta luego.

EDU: Chao.

Se dan un pico, y Edu corre hacia el interior del instituto. Hugo tampoco tiene que esperar mucho más, puesto que su amiga llega enseguida.

ANDREA: Buenos días.

HUGO: Hola. Hoy entraremos a clase, ¿no? Tenemos el examen.

ANDREA: Sí, tú sí. Entra y apruébalo, para darle en las narices a ese hijo de puta.

HUGO: (Extrañado) ¿Y tú?

ANDREA: No, yo paso de entrar, me da igual suspender.

HUGO: Ya… ¿y entonces porque hemos quedado aquí exactamente?

ANDREA: Porque necesito que me digas si puedo contar contigo esta noche para hacer algo.

Hugo mira a su amiga, sin entenderla.

HUGO: ¿Algo como qué?

ANDREA: Tú dime si puedo o no puedo contar contigo.

HUGO: Bueno, he quedado con Edu esta tarde, pero si es por la noche supongo que sí, que si que puedo. ¿Para qué?

ANDREA: Ya te lo diré. Ahora tengo que ir a arreglar unas cosas. Luego te mando un mensaje diciéndote hora y lugar, chao.

Andrea empieza a alejarse de allí, ante la sorpresa de su amigo.

HUGO: Vale, adiós.

.- Suena de fondo la canción “Europa”, de Mónica Naranjo. En el Four hoy si que hay bastante gente, pero todos están servidos. Claudia se encuentra tras la barra, leyendo una revista, cuando Jorge entra y se sienta frente a ella, al otro lado.

JORGE: Buenos días.

CLAUDIA: Hola, ¿qué te pongo?

JORGE: Un café con leche.

Claudia le sonríe, y comienza a preparárselo.

JORGE: ¿Y David?

CLAUDIA: (Seca) No lo sé. ¿Por qué tendría que saberlo?

JORGE: Bueno, trabajáis juntos, ¿no?

CLAUDIA: Sí… sí, bueno, pero es que hoy no podía venir.

La chica le sirve el café, y Jorge se echa el azúcar y empieza a darle vueltas.

CLAUDIA: Oye, ¿estás bien?

JORGE: (Sorprendido) ¿Por qué lo dices?

CLAUDIA: Bueno, no nos conocemos mucho, pero se te nota en la cara. Si te ha molestado que te preguntara…

JORGE: No, no, tranquila. No te preocupes.

Claudia se dispone a retomar la lectura de su revista, cuando Jorge suspira.

JORGE: Oye, necesito hablar con alguien a quien apenas conozca. ¿Te importaría si…?

CLAUDIA: (Sonríe) Adelante.

El chico le devuelve la sonrisa.

JORGE: ¿Conoces a Marta, mi novia?

CLAUDIA: Muy poco, la verdad. Soy amiga de Hugo, y ya sabes que no se llevan demasiado bien, así que tampoco he tenido la oportunidad. Tenéis problemas, ¿o qué?

JORGE: Ya… pues es que no sé si son problemas exactamente… pero oye mira, déjalo. No me apetece rayarte, no me conoces de nada y no tienes porque aguantar esto.

CLAUDIA: Oye, si estoy aquí es porque me apetece escucharte, ¿no? Además, no te preocupes, de mi boca no va a salir nada.

JORGE: (Sonríe) Gracias.

CLAUDIA: Venga, pues entonces cuéntame, anda.

Jorge, algo nervioso, coge aire y se dispone a hablar.

JORGE: Pues veras, es que nosotros… pues nosotros no… no… bueno, que no, ya sabes.

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿No os habéis acostado?

Jorge niega, avergonzado.

JORGE: No… y es que me da miedo el proponérselo. No quiero que se sienta forzada.

CLAUDIA: ¿Estás seguro de que ella no quiere?

JORGE: Hombre, tocarme y eso si que me toca, ¿sabes? Pero una cosa es esa, y otra muy distinta el que quiera acostarse conmigo, así que me aparto cuando lo hace.

CLAUDIA: Mira, yo creo que tendrías que hablarlo con ella, dejándole claro que no la quieres forzar a nada. Que cuando esté preparada, te lo diga. O si no, cuando empieza a tocarte, seguirle el juego para ver hasta donde llega.

El chico piensa durante unos segundos.

JORGE: Si, puede que tengas razón…

CLAUDIA: Oye, pero una cosa. ¿Tú estás seguro de que es virgen?

JORGE: Por supuesto. Bueno, no lo hemos hablado, pero tiene dieciséis años, es lo normal, ¿no?

Claudia se encoge de hombros, sin responder al chico, y este no sabe que pensar. La canción deja de sonar.

.- Ya es mediodía, y el cielo se ha ido nublando poco a poco. Isra se encuentra sentado en la mesa de la cocina de su casa, comiendo un plato de sopa, cuando Martín asoma la cabeza por allí.

MARTÍN: No te oí llegar.

ISRA: (Borde) Oye, por casualidad simplemente, ¿tú ahora vives aquí, o qué?

MARTÍN: ¿Te molesta que pase tanto tiempo con tu madre?

ISRA: No. Lo que me molesta es no tener ni un rato de tranquilidad, ni siquiera cuando ella está trabajando.

MARTÍN: Pues lo siento, pero tendrás que ir acostumbrándote a ello. Yo quiero a tu madre, y esto va para largo.

Isra mira al hombre, sin creerle.

ISRA: Si tú lo dices…

Martín se da cuenta del tono de voz del adolescente, pero prefiere ignorarlo, y se sienta frente a él.

MARTÍN: Tengo que hablar un momento contigo, Isra.

ISRA: ¿Y lo que hemos hecho hasta ahora que ha sido?

MARTÍN: (Suspira) Oye, ¿qué te pasa? Hasta ahora siempre habías sido amable conmigo.

ISRA: Bueno, las cosas cambian.

MARTÍN: ¿De un día para otro?

ISRA: Ya ves.

MARTÍN: Mira vale, está bien, no quiero discutir. Solo quiero que me des lo que cogiste ayer de mis pantalones.

ISRA: (Sorprendido) ¿Qué?

MARTÍN: Que no soy tonto Isra, que sé que me lo cogiste tú. Dámelo, por favor, era el número de un cliente.

ISRA: Espera, a ver si me entero… ¿me estás acusando de ladrón?

Martín suspira, intentando no perder la paciencia.

MARTÍN: Isra, dámelo y ya está. Ni siquiera tu madre tiene porque enterarse de algo.

ISRA: (Molesto) De verdad, esto es lo que me faltaba por ver. Que me acusen de ladrón en mi propia casa. Deberías de mirar por el suelo, a lo mejor se te ha caído.

El chico sale de allí, bastante disgustado. Se dirige hacia el salón, donde está su mochila. Rápidamente la abre, y del estuche saca la tarjeta y un bolígrafo. Se apunta el número en la mano, y luego tira la tarjeta bajo el sofá. Guarda su estuche, y se marcha hacia su dormitorio, sin darse cuenta de que Martín ha visto todo lo que ha hecho.

.- Ya es por la tarde. En la calle ha comenzado a llover, y Marta y Jorge se encuentran tumbados en la cama de la chica, besándose entre risas. En ese momento, Marta lleva su mano a la entrepierna del chico, y este se levanta, asustado.

MARTA: Oye, ¿qué pasa? Cada vez que te toco sales corriendo, esto empieza a ser ya un poco mosqueante.

JORGE: Sí, tenemos que hablar sobre ello.

MARTA: Bien, ya era hora de que te decidieras a hacerlo.

JORGE: Mira, yo… no quiero que te sientas forzada a nada, ¿vale? Te quiero, y me gustas. Pero entiendo que eres joven, y que a lo mejor es un paso importante para ti. Estoy dispuesto a esperar lo que haga falta, no hace falta que hagas lo que haces, en serio.

MARTA: (Extrañada) ¿De que estás hablando?

JORGE: De acostarnos, ¿de qué voy a hablar?

MARTA: Ya, pero… creo que estás un poco equivocado, ¿eh?

JORGE: ¿Lo estoy?

MARTA: (Sonríe) Jorge, eres un encanto. Y sí, si que quiero acostarme contigo, porque te quiero. Y tampoco va a ser mi primera vez.

JORGE: ¿No?

MARTA: Pues claro que no, ¿qué te creías?

Jorge piensa durante unos segundos, y se empieza a reír, divertido, ante la sorpresa de la chica.

MARTA: ¿Qué pasa?

JORGE: Que soy gilipollas por pensarlo sin haberte preguntado.

Marta también se empieza a reír, divertida.

MARTA: Sí, la verdad es que un poco sí.

JORGE: ¿Entonces…?

MARTA: (Interrumpiéndole) Cuando quieras.

Jorge sonríe, contento, y se acerca a su novia, a la que empieza a besar apasionadamente.

.- Ya es completamente de noche. Andrea, completamente vestida de negro y con su larga y rubia cabellera recogida en un gorro de igual color, permanece sentada en un portal, con una mochila entre sus manos, cuando ve pasar de largo a Hugo, quien parece estar buscando algo.

ANDREA: (Levantándose) Ey Hugo, estoy aquí.

Hugo se gira, y mira a su amiga, sorprendido.

HUGO: ¿Qué estás haciendo así vestida?

ANDREA: Pasar desapercibida, cosa que tú también deberías haber intentado.

HUGO: (Molesto) Pero si voy vestido normal, una camiseta negra y unos vaqueros…

ANDREA: Ya, pero eso por la noche llama la atención.

HUGO: Sí tú lo dices…

La chica suspira, y abre su mochila, de donde saca un par de cuchillos y dos botes de spray.

HUGO: (Extrañado) ¿Para que es todo esto?

ANDREA: ¿No sabes donde estamos?

HUGO: Sí bueno, lo sé, pero…

ANDREA: Entonces sabrás que aquí vive Manuel, ¿no?

HUGO: (Sorprendido) ¿Manuel el profesor?

ANDREA: (Sonríe) El mismo. Y ese de hay es su coche.

Hugo mira hacia donde su amiga le señala, y efectivamente, ve el coche de su profesor al otro lado de la carretera. Después observa los objetos que sostiene Andrea entre sus manos, con desconfianza.

HUGO: ¿Qué vas a hacer?

ANDREA: Vamos a hacer.

La chica cruza corriendo la carretera, intentando hacer el menor ruido posible, y Hugo, tras un gran suspiro, la sigue a regañadientes, hasta que llegan al coche, y ella le tiende uno de los cuchillos.

ANDREA: Elige, las de adelante o las de atrás.

HUGO: No tía, ni de coña. Yo paso.

ANDREA: (Suspira) Vale, ya veo que voy a tener que hacer todo yo.

Andrea se agacha, y pincha una de las ruedas traseras.

HUGO: Joder, estás loca.

ANDREA: Lo sé.

Entre risas por parte de ella, la joven va rodeando el coche y deshinchando las cuatro ruedas, mientras, y ante su sorpresa, Hugo coge el spray, y riéndose también, empieza a pintarlo.

.- Claudia se encuentra en la cocina de su casa, preparándose un vaso de leche, cuando el sonido del timbre la asusta. Extrañada, mira el reloj que cuelga de la pared, el cual marca la una y media de la mañana, y se dirige a abrir, encontrándose cara a cara con David.

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Qué coño haces aquí? ¿Sabes la hora que es?

DAVID: Sí, pero no te he despertado, ¿no?

CLAUDIA: No, ¿pero que más da? Podrías haberlo hecho.

David suspira, algo molesto por las contestaciones de la chica.

DAVID: No está tu madre, ¿verdad?

CLAUDIA: No, se ha marchado a Madrid a ver a la familia, ¿por?

DAVID: ¿Puedo pasar?

Claudia suspira, y se hace a un lado dejando pasar a David, el cual sonríe. Ambos se dirigen al salón, y el chico se sienta en el sofá.

CLAUDIA: Bueno, pues tú dirás. Estaba a punto de acostarme.

DAVID: ¿Qué es lo que hay entre nosotros?

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Solo has venido por eso?

DAVID: Creo que deberíamos ir aclarándolo, ¿no?

Claudia se sienta al lado del chico, suspirando.

CLAUDIA: Sí… supongo que tienes razón, si.

DAVID: ¿Tú que quieres, Claudia?

CLAUDIA: (Suspira) No lo sé, David. No lo sé. Nunca antes me había pasado con nadie lo que me está pasando contigo.

DAVID: ¿Me quieres?

CLAUDIA: Necesito pensarlo. Necesito unos días, David, de verdad.

El joven se levanta, bastante sorprendido por las respuestas de su amiga.

DAVID: Creo que esto es mejor que no salga de aquí.

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Cómo? Eres tú el que llevas insistiendo durante semanas sobre todo esto, David.

DAVID: Lo sé, y sigo pensando lo mismo. Yo te quiero, Claudia. Pero cuando la gente empieza a conocer las cosas, es cuando todo se jode, créeme. Hablo por experiencia.

CLAUDIA: Pero…

DAVID: Mira, cuando te aclares, ven a hablar conmigo, ¿vale? Y entonces veremos lo que hacemos.

El chico, decidido, sale del piso, mientras Claudia se recuesta en el sofá, suspirando.

.- Mientras Carlos va hablando, vamos viendo las imágenes relatadas bajo sus frases, y de fondo se retoma “Pantera en libertad”, de Mónica Naranjo.

CARLOS: (Off) Aunque no, he de reconocer que no sabría vivir sin mujeres. Son unas espléndidas amigas con las que pasas buenos ratos.

Hugo y Andrea corren por las calles de la ciudad. Los dos van manchados de spray, pero no paran de reír.

CARLOS: (Off) Nadan en la confusión, y a veces, cuando se aclaran, ya es demasiado tarde.

Claudia se encuentra mirando a través de la ventana del salón, con los ojos llenos de lágrimas.

CARLOS: (Off) Seres misteriosos, a las que pocas veces llegas a conocer realmente.

Marta y Jorge hacen el amor apasionadamente sobre la cama de la chica.

CARLOS: (Off) Pero que cuando lo haces, descubres que verdaderamente merecen la pena.

Carlos y Laura pasean por la calle cogidos de la mano, riendo. Parecen estar pasando un buen rato.

CONTINUARÁ...