MANERAS DE VIVIR

.- Los rayos de sol de la tarde se cuelan por la ventana. Carlos y Laura, ambos desnudos, permanecen tumbados en la cama del chico cubiertos por una fina sábana. Ambos tienen cara de aburridos, y permanecen en silencio hasta que la joven se decide a cortarlo.

LAURA: No ha estado mal…

CARLOS: No…

Vuelve a surgir el silencio.

CARLOS y LAURA: ¿No crees que…?

Los dos se echan a reír.

CARLOS: Tú primero.

LAURA: No, no. Tú.

CARLOS: Vale… no sé, me da la impresión… mira, no quiero ofenderte, pero… me da la sensación de que siempre es lo mismo.

LAURA: Te refieres en la cama, ¿verdad?

CARLOS: Ya te digo que no quiero ofenderte, pero… sí, me refiero en la cama.

Laura sonríe, y se incorpora.

LAURA: Sí, yo pienso lo mismo. Es como si nos hubiéramos estancado.

CARLOS: Exacto. No sé, te quiero, pero creo que el sexo es algo fundamental en una relación.

LAURA: Sí, yo también lo creo… ¿pero que propones?

CARLOS: Deberíamos de improvisar, hacer cosas nuevas…

Laura vuelve a dejarse caer sobre la cama, sonriendo.

LAURA: Vale, entonces déjamelo a mí.

Los dos se echan a reír, divertidos.

.- Hugo y Quique pasean por el parque Ruiseñores, mientras anochece. Ambos parecen ir bastante bebidos ya, y lo pasan en grande. Hugo se sube a corderetas sobre el chico.

HUGO: ¿Qué vamos a hacer ahora?

QUIQUE: ¿Te apetece que vayamos al ambiente?

Hugo mira al joven con cara de asco.

HUGO: ¿Otra vez?

QUIQUE: ¿Sabes? Tengo la solución para que te lo pases allí en grande aunque no te guste.

HUGO: Sorpréndeme.

Quique baja al joven de su espalda, y le coge de la mano.

QUIQUE: Ven.

HUGO: ¿A dónde?

QUIQUE: Tú solo ven.

Hugo sigue a Quique hasta uno de los bancos. Este último se saca una pequeña bolsa de plástico del bolsillo, y la esparce por allí. Saca una tarjeta de crédito, y hace cuatro rayas paralelas entre sí.

HUGO: ¿Eso es coca?

QUIQUE: Sí. Ya verás, cuando te la tomes, te da igual donde estés… porque lo pasaremos en grande en cualquier sitio.

HUGO: No… lo siento, pero paso.

Hugo hace el amago de marcharse, pero Quique le coge del brazo, impidiéndoselo.

QUIQUE: Te prometo que te gustará… Vamos, anímate.

Hugo mira al chico, dudando sin saber que hacer.

TÍTULOS DE CRÉDITO: "Have a nice day" Bon Jovi
Kristen Bell, David Gallagher, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Hayden Panettiere, Emma Watson.

Capítulo 42.
El paraíso de una vida.


.- Andrea, Laura e Isra están sentados en sus respectivos sitios de clase. Al lado de Andrea, la mesa de Hugo está vacía. Manuel, frente a la mesa, coge unos papeles de su maletín.

MANUEL: Bueno, he de decir que los exámenes han salido mejor de lo que esperaba. Decidle a Hugo que está aprobado… y ahora paso a daros vuestras notas.

El hombre empieza a pasearse entre las mesas.

MANUEL: Laura, un cinco y medio. Isra… un ocho.

LAURA: Empollón.

ISRA: (Riendo) Envidiosa.

MANUEL: Chicos por favor, no he terminado de dar las notas a vuestros compañeros, así que un poco de respeto.

ISRA: (Avergonzado) Perdón.

El hombre permanece unos segundos en silencio, y luego suspira.

MANUEL: Sigamos. María, un siete veinticinco. Javier, un nueve. Andrea, un uno y medio…

Andrea se queda muy sorprendida.

ANDREA: (Interrumpiéndole) ¿Cómo?

MANUEL: ¿Hay algún problema?

ANDREA: Desde luego que hay un problema. Yo salí súper contenta de ese examen, es imposible que haya sacado una nota tan baja.

MANUEL: Parece que no lo hiciste tan bien como pensabas.

ANDREA: No, lo que parece es que tu manía hacia mí ha superado con creces a tu profesionalidad como profesor.

MANUEL: ¿Eso es lo que piensas?

ANDREA: No es que lo piense, Manuel. Es que es algo bastante evidente, y seguro que si le preguntas a la clase, está de acuerdo conmigo.

MANUEL: Mira, si piensas eso, en el recreo puedes venir al departamento a verlo.

ANDREA: Por supuesto. Y ten por seguro que lo haré.

MANUEL: Muy bien, pues allí te estaré esperando.

ANDREA: Perfecto.

MANUEL: Y después de este numerito, ¿puedo seguir ya dándoles las notas a tus compañeros?

Andrea sonríe forzadamente.

ANDREA: Claro.

MANUEL: (Irónico) Gracias, muy amable. Seguro que ellos te lo agradecen tanto como yo.

Manuel continúa con su camino entre las mesas, mientras la joven le mira, realmente enfadada.

.- La primera hora ya ha terminado. Edu camina rápidamente por los pasillos del instituto. Cuando pasa frente a la puerta de la clase de sus amigos intentan no mirar al interior, pero en ese mismo momento Marta abre la puerta.

MARTA: Edu, a ti te quería yo pillar…

El chico sigue adelante, y Marta, sorprendida, le sigue corriendo.

MARTA: ¡Edu!

Edu se gira, fingiendo sorpresa.

EDU: Vaya Marta, no te había visto.

Marta mira a su amigo sin creerle demasiado.

MARTA: Ya…

EDU: ¿Pasa algo?

MARTA: Creo que tenemos que hablar, ¿no?

EDU: Sí, creo que sí. Pero la verdad es que ahora tengo un poco de prisa, lo siento…

MARTA: Pero si quedan cinco minutos para que empiece la siguiente clase, me sobran cuatro.

EDU: De verdad Marta, es que no he venido a primera y no quiero arriesgarme. Hablamos en otro momento, ¿vale? Hasta luego.

Edu se aleja de allí sin darle tiempo a reaccionar a su amiga, que, suspirando, regresa a clase bastante decepcionada.

.- Carlos se prepara el desayuno en la cocina de su casa, en silencio y solo en calzoncillos. No se da cuenta de que Raquel le observa apoyada en el marco de la puerta hasta que se gira y se asusta.

CARLOS: ¡Joder, que susto me has dado!

RAQUEL: (Sonríe) Perdona, no era mi intención.

CARLOS: Eso ya lo suponía.

Raquel se ríe, y empieza a prepararse el desayuno.

CARLOS: ¿Qué tal has dormido? ¿Estás segura de que ese colchón es cómodo? Porque…

RAQUEL: (Interrumpiéndole) Carlos, no te preocupes. He dormido perfectamente, y ese colchón es comodísimo.

CARLOS: Bien…

Los dos permanecen unos segundos en silencio, mientras se toman sus respectivos cafés.

RAQUEL: ¿Y tú qué tal noche has pasado? Vino tu chica, ¿no?

CARLOS: Laura, sí. Una buena noche, como todas.

RAQUEL: Es raro.

CARLOS: (Extrañado) ¿El qué?

RAQUEL: No sé, no se oyó nada… la verdad es que o no tenéis demasiada pasión, o sois excesivamente silenciosos.

Carlos mira a su compañera, pensativo.

CARLOS: Te mentiría si te dijese que no tienes razón en una de las dos cosas.

RAQUEL: ¿En una, o en las dos?

CARLOS: (Avergonzado) En las dos…

RAQUEL: (Sorprendida) ¿En serio?

CARLOS: Sí… y yo ya no sé que hacer, ¿sabes? Y… tampoco sé porque te estoy contando todo esto.

RAQUEL: (Divertida) ¿Por qué estás falto de amigos?

CARLOS: (Irónico) Muy graciosa… en serio, ¿qué crees que puedo hacer? Dame alguna idea… Porque Laura me ha dicho que confíe en ella, pero… que quede entre nosotros, pero a veces puede llegar a ser un pelín rara.

Raquel no puede evitar el echarse a reír de nuevo.

RAQUEL: Mira, yo no sé lo que podéis hacer. Lo que tengo claro es que el sexo es una de las partes más importantes de una pareja, y si eso no os funciona… poca cosa lo hará, la verdad.

CARLOS: Ya, pero… yo la quiero.

RAQUEL: No basta con querer a una persona, Carlos. Una relación es un conjunto de cosas, y si una de ellas falla… es un poco difícil que salga adelante. Por cierto, voy a cambiarme y bajo a comprar, porque ya no he madrugado mucho, y entre pitos y flautas… no te ralles mucho, ¿vale?

Carlos sonríe, agradecido.

CARLOS: No te preocupes.

RAQUEL: ¡Genial!

La joven da un beso en la mejilla a su compañero de piso, y sale de la cocina ante la sorpresa de éste.

.- Manuel se encuentra sentado en la mesa del departamento, leyendo unos exámenes, cuando se oyen unos leves golpes en la puerta. Levanta la vista.

MANUEL: Adelante.

La puerta se abre, y Andrea accede al interior, cerrándola tras ella.

ANDREA: Vengo a ver el examen.

MANUEL: Lo sé, justo lo tengo aquí. Siéntate.

Andrea se sienta al lado del hombre, y este le tiende el examen de mala gana.

MANUEL: Míralo. Si tienes alguna duda, pregúntame.

ANDREA: Muy bien.

Andrea comienza a leer el examen, mientras Manuel continúa leyendo lo que estaba haciendo antes.

ANDREA: Está pregunta está bien.

MANUEL: ¿Cuál?

ANDREA: La cinco. No me has puesto nada, y está bien.

Manuel la lee.

MANUEL: Te estoy preguntando que me digas todo lo que sepas sobre la generación del 98, y me respondes una línea. ¿Crees que eso está bien?

ANDREA: Evidentemente, la generación del 98 es una generación de 1998 que escribían todos lo mismo.

MANUEL: Espero que realmente no pienses lo que estás diciendo.

ANDREA: Desde luego que lo pienso, sino no te lo diría.

MANUEL: ¿Sabes? En el fondo me haces gracia. Utilizas tu sinceridad para hacer lo que te de la gana… y tienes que aprender a que eso no es así.

ANDREA: ¿Crees que no?

MANUEL: No.

Andrea sonríe, y sin darle tiempo a reaccionar, besa a su profesor, ante la sorpresa de este.

MANUEL: ¿Qué ha sido eso?

ANDREA: Lo que me apetecía hacer en este momento… y lo que también te apetecía hacer a ti.

Manuel mira a la joven durante unos segundos, dudando. Y esta vez, es él el que la besa a ella.

ANDREA: ¿Lo ves? ¿Ves como se puede conseguir?

MANUEL: Cállate.

Ambos siguen besándose. Andrea quita la camiseta a su profesor, y este empieza a besarle el cuello, pero pronto se separa.

MANUEL: Voy a cerrar la puerta.

ANDREA: ¿Y eso que más da? No va a entrar nadie.

Vuelven a besarse, mientras siguen desnudándose con furia y deseo.

.- Ya es por la tarde, y Laura se encuentra sentada en el mismo sofá de siempre del Four. Lee un pequeño libro, cuando Claudia se acerca a ella con un vaso de coca-cola, y se sienta a su lado, dejándolo en la mesa.

CLAUDIA: Aquí tienes.

Laura, al darse cuenta de la presencia de su amiga, guarda el libro rápidamente, avergonzada.

LAURA: Gracias.

CLAUDIA: ¿Qué leías?

LAURA: Eh… nada… nada, una tontería. ¿No tienes clientes?

Las dos miran a su alrededor. El local está prácticamente vacío.

CLAUDIA: No, parece que no. Oye, ¿te pasa algo?

LAURA: (Extrañada) ¿A mí? ¿Por qué?

CLAUDIA: No sé, estás seria, borde… y cuando te has dado cuenta de que estaba aquí, has guardado el Kamasutra rápidamente.

LAURA: (Nerviosa) ¿Te has dado cuenta de lo que era?

CLAUDIA: Bueno, la verdad es que los dibujitos que había en el interior tampoco dejaban mucho lugar a dudas.

Laura permanece unos segundos en silencio, pensando, y luego suspira.

LAURA: Es Carlos.

CLAUDIA: Sí, lo suponía… ¿problemas en el paraíso?

LAURA: Si la vida sexual es el paraíso, entonces sí. Tenemos problemas.

CLAUDIA: ¿Qué pasa?

LAURA: Mira, no sé. Lo hacemos, y está bien, ¿sabes? Pero…

La joven se queda callada, sin saber si debe continuar hablando, y Claudia le mira expectante.

CLAUDIA: ¿Pero qué?

LAURA: Pues que falta algo. Siempre es lo mismo, y creo que necesitamos cosas nuevas.

CLAUDIA: ¿Pero siempre es lo mismo en qué sentido? ¿Un aquí te pillo, aquí te mato?

LAURA: No. Hacemos los preliminares y tal, pero no sé. Creo que hemos caído en la rutina.

CLAUDIA: Entonces el libro ese te vendrá bien.

LAURA: ¿Y si ya no le excito?

Claudia no puede evitar el dejar escapar una sonora carcajada.

CLAUDIA: Por favor Laura, no digas tonterías. Carlos está loquito por tus huesos, solo hay que ver como te mira cada vez que estáis juntos.

LAURA: Una cosa es que me quiera, y otra cosa que le excite.

CLAUDIA: Mira tía, no empieces a rayarte la cabeza tú sola. Probad cosas nuevas, y léete ese libro. Seguro que todo mejora así.

LAURA: ¿Tú crees?

CLAUDIA: Por supuesto que sí, tú no te rindas.

En ese momento dos clientes entran al local, por lo que Claudia se levanta.

CLAUDIA: Bueno, creo que voy a tener que retomar mi trabajo. No te rayes, ¿vale?

LAURA: Haré lo que pueda… muchas gracias, Claudia.

CLAUDIA: (Sonríe) Hasta luego.

LAURA: Chao.

Claudia se aleja de allí rápidamente, y Laura la mira, pensando en todas sus palabras.

.- Hugo, con la persiana completamente bajada, se encuentra tumbado en su cama, dormido, a pesar de ser las siete de la tarde. En ese momento la puerta se abre de golpe, dando paso a Andrea, que la cierra tras ella.

ANDREA: ¡Buenas tardes!

Hugo, asustado con el grito de su amiga, abre los ojos de inmediato.

HUGO: (Molesto) ¿Qué coño pasa?

ANDREA: Eso mismo me pregunto yo. Porque no vienes a clase, vengo a verte, le pregunto a tu madre y ella me dice que estás malo, cosa que los dos sabemos que es mentira, porque has estado todo el fin de semana de fiesta, y…

HUGO: (Interrumpiéndole) Habla la responsable.

Los dos se quedan en silencio unos segundos, y Andrea sube la persiana.

ANDREA: ¿Has estado con el chaval este, Quique?

HUGO: ¿Y qué si hubiera estado con él?

Andrea se sienta en el borde de la cama de su amigo, suspirando.

ANDREA: Pues que no me gusta ese chico. Para un polvo bien, porque además lo necesitabas… pero no creo que sea una buena influencia para ti.

HUGO: Pues mira, ya tenéis algo en común.

ANDREA: (Extrañada) ¿A qué te refieres?

HUGO: A que cuando te conocí, todo el mundo me decía lo mismo de ti, que no eras una buena influencia. Y como puedes comprobar, no les hice ningún caso. ¿Qué te hace pensar que esta vez voy a hacer lo contrario?

ANDREA: Que te lo estoy diciendo yo, y creo que te he demostrado sobradamente que puedes confiar en mí.

Hugo se medio incorpora en la cama, suspirando.

HUGO: Mira Andrea, estoy ya cansado de que todo el mundo me diga lo que tengo y lo que no tengo que hacer. Ahora voy a vivir mi propia vida, y si me apetece seguir viendo a Quique, le seguiré viendo, me digáis lo que me digáis, y si así os decepciono, lo siento mucho.

ANDREA: Vale, como quieras. Yo ya te he dicho lo que pensaba, no puedo hacer más.

HUGO: Genial. Y ahora, si me perdonas, estoy cansado.

Andrea se levanta de la cama, intentando disimular su enfado sin demasiado éxito.

ANDREA: Por supuesto que estás muy cansado. Cuando te apetezca, hablamos. Chao.

Andrea sale del dormitorio dando un portazo. Hugo, tras pensar unos segundos, alarga la mano hasta la mesilla y coge el móvil, en el que busca un número y llama.

HUGO: Quique, soy yo. ¿Te apetece salir esta noche? No me apetece quedarme encerrado en casa.

.- Ya está anocheciendo, y en el Four hay muy poca gente. Claudia ya está limpiando la vajilla, cuando Andrea, bastante deprimida, entra allí y se sienta en una de las butacas. La camarera, preocupada, se acerca a ella.

CLAUDIA: Ey, buenas noches.

ANDREA: Hola… no irás a cerrar ya, ¿verdad?

CLAUDIA: Sí… pero bueno, por una amiga puedo quedarme un poco más.

Andrea sonríe de mala gana.

ANDREA: Gracias.

Claudia empieza a prepararle un refresco, y no tarda en servírsela.

CLAUDIA: Aquí tienes.

ANDREA: Muchas gracias.

Claudia sonríe. Luego sale de la barra, y se sienta en una butaca junto a su amiga.

CLAUDIA: ¿Estás bien?

ANDREA: No, la verdad es que no.

CLAUDIA: ¿Necesitas hablar con alguien?

ANDREA: ¿No te importa?

CLAUDIA: Somos amigas, ¿no?

Andrea asiente con la cabeza, y sonríe de mala gana.

ANDREA: Esta mañana he hecho una gilipollez.

CLAUDIA: Cuéntamela, anda. Es lo que necesitas.

ANDREA: Me he acostado con Manuel.

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Manuel? No me digas que es Manuel tu profesor, por favor.

ANDREA: Vale, entonces me estás pidiendo que te mienta…

CLAUDIA: Joder tía, ¿pero cómo has podido hacer algo así?

Andrea baja la cabeza, avergonzada.

ANDREA: Lo que menos necesito ahora es una bronca. Yo solo quiero comprensión.

Claudia mira durante unos segundos a su amiga, con una mirada entre arrepentimiento y lástima.

CLAUDIA: ¿Cómo ha sido?

ANDREA: Ese es el tema, tía, que no sé como cojones ha pasado. He ido al departamento para revisar un examen que me había suspendido. Estábamos mirándolo, y… y de repente le he besado.

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Le has besado tú a él?

Andrea asiente, avergonzada.

CLAUDIA: Pero luego también os habéis acostado, ¿no?

ANDREA: (Molesta) Sí, joder, ya te he dicho antes que sí.

Las dos se quedan en silencio unos segundos.

CLAUDIA: ¿Y qué piensas hacer ahora?

ANDREA: Ojala lo supiera, Claudia… ojala.

.- Un nuevo día ha amanecido en la ciudad, y ya es la hora del recreo en el instituto. Marta e Isra están sentados en las escaleras de la puerta, charlando animadamente, cuando aparece por allí Hugo, cubriendo sus ojos con unas gafas de sol y sin reconocerles.

ISRA: Buenos días, ¿eh?

Hugo les mira, sorprendidos.

HUGO: Hola, no te había visto.

ISRA: Sí, ya me di cuenta. Ya era hora de que aparecieras algún día por aquí, ¿no? ¿Qué tal todo?

El chico sonríe, y se sienta junto a ellos.

HUGO: Bien, bien. No me puedo quejar, aunque últimamente he estado bastante ocupado, por eso no he venido a clase.

MARTA: Sí, ya nos hemos enterado de que te has echado novio.

HUGO: ¿Desde cuándo hemos llegado al punto tú y yo de contarnos nuestra vida amorosa?

MARTA: Bueno, yo…

Hugo se levanta, sin dejar a la chica que termine la frase, por lo que se ve la frustración en su cara.

HUGO: Isra, nos vemos en clase que tengo que ir un momento al baño. Hasta luego.

ISRA: Chao.

Hugo se levanta y se aleja de allí rápidamente, bajo la atenta mirada de Marta. Isra mira a la chica, con lástima.

ISRA: ¿Estás bien?

MARTA: Sí, yo sí. El que no está bien es él.

ISRA: (Extrañado) ¿A qué te refieres?

MARTA: Mira, sé que conmigo está muy borde, y no le culpo. Pero tenía un comportamiento raro además de eso. No sé, no era el Hugo de siempre.

ISRA: Yo no he notado nada…

MARTA: Tú vas a clase con él. Tú fíjate, y ya lo verás.

Isra mira a la joven, sin saber que decir.

.- Carlos se encuentra tras el mostrador de recepción del hotel en el que trabaja, leyendo una revista de una manera bastante relajada, cuando Laura se presenta allí con una gabardina que le llega hasta los pies.

LAURA: (Sensual) Buenos días.

Carlos mira a la chica, extrañado.

CARLOS: Laura, de verdad que me siento muy afortunado de que vengas a verme tanto, pero… tienes que dejar de saltarte las clases para hacerlo.

Laura se desabrocha los primeros botones de la gabardina mientras se inclina sobre el mostrador, mientras su novio mira hacia todas las direcciones.

CARLOS: Oye, ¿qué haces?

LAURA: ¿Quién te ha dicho mi nombre? A ver si voy a tener que ir a la policía… me encantan los hombres con uniforme… el de recepcionista también es muy sexy.

CARLOS: Laura, no…

LAURA: A ver si te gusta el mío…

La joven se desabrocha la gabardina de golpe, rompiendo todos los botones, y con una sonrisa de oreja a oreja, mostrando un disfraz muy erótico de enfermera. Carlos se queda impresionado.

RAQUEL: (Off) Dios mío…

Los dos se giran, asustados. Raquel acaba de atravesar el mostrador, y mira la escena bastante avergonzada. Laura se envuelve la gabardina al cuerpo rápidamente.

LAURA: ¡Mierda!

La chica sale corriendo de allí, y Raquel y Carlos se miran bastante incómodos, hasta que el chico se levanta.

CARLOS: Creo… creo que necesito ir al baño.

Carlos se aleja de allí, y Raquel no puede evitar el mirar el abultado paquete del joven, con una sonrisa de oreja a oreja.

.- Ya es por la tarde, y Edu se encuentra en el salón de su casa, sentado en el sofá viendo la televisión. Está a punto de quedarse dormido, cuando el timbre hace que el joven se sobresalte. El chico, extrañado, se dirige a abrir, sorprendiéndose cuando ve a Marta al otro lado.

EDU: ¿Qué haces aquí?

MARTA: Tenemos que hablar, Edu. Y tenemos que hablar ya.

EDU: ¿Qué pasa?

MARTA: ¿No me vas a dejar pasar?

Edu se queda pensando durante unos segundos, y luego deja escapar un suspiro.

EDU: Lo siento, pero es que estoy muy ocupado. Ahora mismo no tengo tiempo para esto.

MARTA: Edu por favor, vamos a comportarnos como personas maduras.

Edu se vuelve a quedar callado, y luego se retira.

EDU: Está bien, pasa… pero no mucho rato, ¿eh?

MARTA: (Sonríe) Gracias.

La chica accede al interior del piso de su amigo, y este cierra la puerta una vez está dentro.

.- Quique, desnudo sobre su cama y tapando su cuerpo con una fina sábana, prepara cuatro rayas sobre la mesita de noche, cuando Hugo entra al dormitorio en calzoncillos.

QUIQUE: ¿Qué? ¿Has echado un buen meo? ¿Te has quedado a gusto?

HUGO: Ni te lo imaginas.

Los dos se ríen, y Hugo se sienta en la cama, al lado del chico. Éste le besa en un hombro sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.

QUIQUE: Espero que te guste la sorpresa que te estaba preparando para cuando volvieras.

HUGO: (Sonríe) Me encanta.

QUIQUE: ¡Genial! Toma.

Quique le ofrece al chico un pequeño tubo de plástico, el cual Hugo coge sin dudarlo, y ambos empiezan a esnifar. Esnifan dos raya cada uno, y luego se ríen.

QUIQUE: Es buenísima, ¿verdad?

HUGO: No está mal, pero ya sabes que no soy un experto en esto. Solo he probado la tuya.

QUIQUE: Entonces tienes suerte, has probado la mejor de la ciudad. Siéntete afortunado.

HUGO: (Irónico) Que humilde.

QUIQUE: Siempre.

Los dos vuelven a reírse, divertidos.

QUIQUE: Oye, ¿le damos un buen uso a la mierda esta que nos acabamos de tomar?

HUGO: Por mí encantado.

Los dos vuelven a reírse, y empiezan a besarse de manera muy apasionada. Quique le quita los calzoncillos a Hugo, y este se mete bajo las sábanas mientras besa el pecho del chico.

.- Marta permanece sentada en el salón de su amigo, mientras se escucha la televisión de fondo. El chico no tarda en aparecer por allí, con dos vasos de refresco en sus manos.

EDU: Aquí tienes.

MARTA: (Sonríe) Muchas gracias.

Edu se sienta al lado de la joven.

EDU: Bueno, pues tú dirás… ya te he dicho que estoy muy liado, así que te agradecería que fueras rápida.

MARTA: Tenemos que hablar de lo del beso.

EDU: No hay nada de lo que hablar sobre eso.

MARTA: (Suspira) Vamos Edu, sabes perfectamente que sí. Si no hubiese nada de lo que hablar, no te comportarías así conmigo.

Edu se queda pensando unos segundos.

EDU: Está bien… pero rápido, por favor. Ya te he dicho que tengo cosas que hacer.

MARTA: Ya. Mira, yo no quise dártelo, solo… se me escapó.

EDU: Esas cosas no se escapan.

MARTA: Bueno, en este grupo somos muy impulsivos para estas cosas. Mira como Isra también me besó en la fiesta de Halloween.

EDU: Pero es que Isra creía estar enamorado de ti.

MARTA: Los dos sabemos que eso es una tontería.

EDU: (Suspira) Vamos Marta, estás hablando conmigo. Los dos sabemos que soy un experto en besos y relaciones inoportunas… y también sabemos que un beso como el que me diste ni se escapa, ni se da si no se tiene ningún motivo. Y lo de Isra tampoco fue una tontería.

MARTA: ¿Qué quieres decir?

Edu se queda pensando unos segundos sin saber si debe o no debe hablar, pero finalmente lo hace.

EDU: Tú… no estarás sintiendo por mi algo más que una simple amistad, ¿verdad?

MARTA: ¿Pero que dices?

Marta deja escapar una fingida carcajada, que a Edu tampoco le convence.

MARTA: Tú eres uno de mis mejores amigos, y ya está. Nunca te he visto como nada más… y una de las razones para que no lo haya hecho es que eres gay. No soy tan gilipolllas.

EDU: ¿Seguro?

MARTA: ¿Qué soy una gilipollas?

EDU: No. Sobre lo de que no sientes nada por mí.

MARTA: (Sonríe) Segurísima.

Edu le devuelve la sonrisa a su amiga, y ambos se quedan en silencio durante unos segundos.

EDU: Bien, pues entonces… no hay problemas para que volvamos a ser amigos, ¿no?

MARTA: Para nada.

Los dos jóvenes se abrazan, contentos.

.- Ya es por la noche, y Carlos permanece sentado en el sofá de su piso, leyendo una revista, cuando escucha el ruido de la puerta abrirse y cerrarse. Raquel no tarda mucho en llegar, y cuando ve al chico no puede evitar el esbozar una sonrisa.

RAQUEL: Buenas noches.

Carlos se gira, haciéndose el sorprendido.

CARLOS: ¡Hola! No me había dado cuenta de que ya habías llegado.

RAQUEL: (Irónica) Ya, claro. Como la puerta es tan silenciosa… ¿verdad?

CARLOS: Sí.

El chico vuelve de nuevo su mirada a la revista y Raquel, tras pensar unos segundos, decide sentarse al lado del chico.

RAQUEL: Carlos, ¿estás bien?

CARLOS: Claro, ¿por qué no iba a estarlo?

RAQUEL: No sé, desde… bueno, desde lo que ha pasado hoy con Laura llevas intentando evitarme todo el rato.

CARLOS: Si bueno, pero deberías entenderlo. Fue algo vergonzoso…

RAQUEL: Pero fue vergonzoso para ella, no para ti. Tú no tienes la culpa de sus salidas de tono.

CARLOS: Ya, pero…

RAQUEL: (Interrumpiéndole) ¿Sabes lo que yo haría si estuviese en tu situación?

El joven la mira con curiosidad.

RAQUEL: La dejaría.

CARLOS: (Molesto) ¿Qué estás insinuando?

RAQUEL: No insinúo nada. Solo te digo que estás saliendo con una cría que intenta hacerse la madura para no decepcionarte. Y además, me da la sensación de que tú le aportas muchas cosas, pero ella a ti no te aporta ninguna.

Raquel se levanta y se marcha, dejando a Carlos solo, que no puede evitar el quedarse pensando en sus palabras.

.- Martín permanece completamente a oscuras sentado en la cama de Isra. Cuando esté abre la puerta y enciende la luz, no puede evitar pegar un bote del susto que se pega al verle.

ISRA: ¿Qué haces aquí?

MARTÍN: Tenemos que hablar, Isra. Esta situación empieza a ser insostenible, al menos para mí.

Isra cierra la puerta, y mira al novio de su madre, molesto.

ISRA: ¿Y qué es lo que propones?

MARTÍN: Creo que lo mejor es que me vaya de esta casa… al menos hasta que se nos pase esto a los dos.

ISRA: No estás hablando en serio.

MARTÍN: Dime una razón, Isra. Una sola razón por la que tenga que quedarme en esta casa, y te juro que me quedaré.

Al pelirrojo se le llenan los ojos de lágrimas, mientras se acerca al hombre y le besa.

ISRA: ¿Te vale esta?

MARTÍN: ¿Y tu madre?

ISRA: No tiene porque enterarse de nada, ¿no?

MARTÍN: No quiero engañarla.

ISRA: Ni yo tampoco, pero supongo que hay veces que es imposible…

Ambos se quedan unos segundos en silencio, mirándose, y luego se besan apasionadamente mientras se dejan caer sobre la cama.

.- El Four ya está vacío, y Claudia barre el suelo con tranquilidad, mientras silba una canción hasta que oye la puerta abrirse. A pesar de ello, no se gira, sino que sigue con su labor.

CLAUDIA: Lo siento, ya está cerrado.

HOMBRE: No vengo por la bebida… vengo por ti.

Claudia, intentando ocultar su miedo, se gira, y mira al desconocido, al cual no le vemos la cara.

CLAUDIA: ¿Cómo me has encontrado?

Por fin vemos la cara al hombre: es el de las fotografías que aparecía junto a la joven y a su madre. Sonríe cínicamente.

GERMÁN: ¿Te preocupa más eso que como sobreviví?

Claudia le mira, desafiante.

CONTINUARÁ...