MANERAS DE VIVIR

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Un nuevo y luminoso día amanece en la ciudad. Jaime permanece tras la barra, sirviendo a un par de mujeres unos cafés, cuando Gregorio, el abogado de sus padres, aparece por allí. Jaime suspira, y espera a que se acerque a él.

 

JAIME: (Molesto) ¿Qué cojones estás haciendo aquí?

 

GREGORIO: Te traigo las pruebas que te comenté la otra vez. Dijiste que me llamarías y no lo hiciste, así que pensé que sería buena idea traértelas yo mismo aunque no haya tenido noticias tuyas.

 

Jaime suspira, intentando no perder la paciencia.

 

JAIME: Si no te he llamado ni has tenido noticias mías, es porque esas pruebas no me interesan absolutamente nada.

 

Gregorio abre su maletín, y de su interior saca unas cuantas carpetas, que las deja sobre la barra.

 

GREGORIO: Mira, yo aquí te las dejo, son los documentos originales y no existen copias. Sí quieres échales un ojo, y si no elimínalos. Depende de ti. Si quieres, ya hablaremos.

 

JAIME: No pienso mirarlas.

 

GREGORIO: Eso ya es decisión tuya, Jaime. Tú la tomas, y yo la aceptaré, te lo aseguro. Pero también te digo que si no la miras, te arrepentirás… chao.

 

El abogado sale del local, y Jaime mira la carpeta, sin saber muy bien que hacer.

 

PISO DE ISRA/ DORMITORIO DE ISRA

 

Isra duerme tranquilamente en su cama, mientras los rayos de sol se cuelan por los agujeros de su persiana. Unos leves golpes se escuchan en la puerta, pero no despiertan al joven, por lo que ésta se abre y da paso a Enrique, el cual se sienta al borde de la cama de su hijo y le acaricia el brazo.

 

ENRIQUE: Israel, hijo…

 

ISRA: Olvídame.

 

El pelirrojo se tapa la cabeza con la almohada, pero su padre sigue insistiendo.

 

ENRIQUE: Si no te levantas ya, llegarás tarde al instituto.

 

Isra, tras unos segundos de silencio, se termina quitando la almohada de la cabeza, suspirando.

 

ISRA: Está bien, está bien. Ahora me levanto.

 

ENRIQUE: Quiero hablar un momento contigo.

 

ISRA: Pues siento decirte que eso no es para nada recíproco.

 

ENRIQUE: Israel…

 

ISRA: (Suspira) ¿No puedes esperar ni siquiera a que me vista y esté desayunando?

 

ENRIQUE: (Sonríe) ¡Es que estoy tan impaciente!

 

ISRA: Vale, está bien, ¿qué pasa?

 

ENRIQUE: Bueno, si te vas a poner a escucharlo de tan mala gana…

 

Isra, suspirando para intentar no perder la paciencia, se reincorpora en la cama y esboza una falsa sonrisa.

 

ISRA: Dime, ¿qué pasa?

 

ENRIQUE: (Sonríe) Pues había pensado que podríamos irnos a pasar el fin de semana a París, ¿qué te parece?

 

ISRA: (Divertido) Estás de coña, ¿verdad?

 

ENRIQUE: Para nada. Creo que podría ser una oportunidad muy buena para que nos conociéramos, y pudiésemos darnos una oportunidad… intentar llevarnos mejor.

 

ISRA: Eso no va a pasar nunca, Enrique. Jamás.

 

ENRIQUE: Pero…

 

ISRA: (Interrumpiéndole) Y ahora, si no te importa, sal de aquí. Quiero cambiarme.

 

ENRIQUE: Está bien.

 

Enrique se levanta y se dispone a marcharse de allí, pero antes de hacerlo, se gira hacia su hijo.

 

ENRIQUE: Piénsalo… tan solo eso.

 

El hombre sale del dormitorio, y Isra deja caerse de nuevo sobre la cama, suspirando.

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Emma Watson

 

Capítulo 53

Empezar a nacer

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Jaime, sentado tras la barra, lee los documentos que le ha llevado Gregorio antes, cuando la puerta se abre, dando paso a Claudia y a Hugo, muy sonrientes.

 

CLAUDIA: Buenos días.

 

HUGO: Hola.

 

El camarero sonríe forzadamente, cerrando rápidamente los documentos y guardándolos en una estantería.

 

JAIME: Ya pensaba que no vendrías hoy tampoco a trabajar.

 

CLAUDIA: (Sonríe) Pues ya ves, estabas equivocado… como siempre.

 

Jaime mira molesto a la joven, mientras ésta se mete tras la barra y señala a Hugo.

 

CLAUDIA: Además mira, vengo con el nuevo camarero del Four.

 

Hugo sonríe forzadamente, y Jaime no se puede creer lo que acaba de escuchar.

 

JAIME: ¿Cómo?

 

HUGO: (Extrañado) ¿Hay algún problema?

 

JAIME: No, no es nada personal contra ti, Hugo, no pasa nada. Es simplemente que tal y como están las cosas, no sé muy bien porque necesitamos a un nuevo camarero.

 

CLAUDIA: A ver, él estará por las tardes conmigo, tú vas a pasar a estar solo por las mañanas. Llevamos un montón de tiempo sin camareros en el turno de tarde, y empieza a ser ya agotador.

 

JAIME: ¿Qué se me reduce la jornada? ¡Joder, Claudia! ¡Qué yo necesito el dinero, tengo un alquiler que pagar!

 

HUGO: ¿Qué te crees, Jaime, que yo no? Mis padres me han echado de casa y ahora estoy viviendo con ella y Andrea, ellas no van a mantenerme.

 

JAIME: Ese no es mi problema.

 

HUGO: (Molesto) Ni el mío que tú estés de alquiler, no te jode.

 

CLAUDIA: ¡Chicos! A ver, nos iremos alternando, cada semana iremos uno diferente todo el día. Así se nos hará más ameno y nos irá mucho mejor.

 

JAIME: ¿Y Diego está de acuerdo con esto?

 

CLAUDIA: Es el jefe, ¿crees que si no estuviera de acuerdo te estaría diciendo esto a ti?

 

JAIME: (Suspira) Bien, entonces si lo ha dicho él, yo no tengo ya nada más que decir.

 

Jaime se mete en el almacén, y Hugo mira a Claudia, con pena.

 

HUGO: No sé si esto ha sido buena idea, Claudia.

 

CLAUDIA: Anda, no digas tonterías y métete para aquí dentro, que te voy a empezar a explicar las cosas.

 

Hugo, suspirando, hace caso a su amiga.

 

PISO DE MARTA/ EXTERIOR

 

La joven sale del portal de su piso, llevando el carrito de Esperanza con la niña durmiendo, y la mochila en la espalda. No tarda en ver a Laura correr hacia ella, sonriente.

 

LAURA: Buenos días.

 

MARTA: (Sorprendida) Ey, ¿qué haces aquí?

 

LAURA: ¿Tienes dónde dejar a la niña?

 

MARTA: Voy a dejarla con mi tía, que tiene fiesta y no le importa quedarse con ella… así por fin podré ir un día al instituto.

 

LAURA: (Decepcionada) ¿Tantas ganas tienes de ir?

 

MARTA: Hombre, ganas, ganas…

 

LAURA: Había pensado que como hace buen día, podríamos ir a pasar el día a la playa. Dentro de nada no vendrá ni un día como éste, y hasta el verano aún queda mucho…

 

Marta piensa durante unos segundos, hasta que termina sonriendo, ilusionada.

 

MARTA: Pues me parece una idea fantástica.

 

LAURA: (Sonríe) ¡Genial! Tira para arriba para ponerte el bañador. Aunque no nos bañemos porque el agua estará helada, por lo menos tomaremos el sol.

 

MARTA: Bueno, primero espera que lleve a la niña a mi tía y luego ya volvemos y me cambio.

 

LAURA: No, no y no, de eso nada. Esperanza se viene, que tiene que ver lo que se hace cuando uno es mayor y va al instituto.

 

Marta no puede evitar el echarse a reír, divertida.

 

MARTA: Mira que eres…

 

LAURA: ¡Anda pa’ arriba!

 

MARTA: Vale, vale…

 

Marta abre el portal de nuevo, y las dos jóvenes, entre risas, se meten al interior.

 

INSTITUTO “SAN JORGE”/ 2º BACHILLERATO

 

Isra, sentado solo en la última fila, mira algo en su portátil mientras todos sus compañeros charlan entre ellos. Andrea, extrañada, le ve desde su sitio, y decide acercarse a él.

 

ANDREA: ¿Qué haces?

 

ISRA: ¿Eh?

 

La joven se sienta al lado del pelirrojo.

 

ANDREA: Qué que haces con el ordenador.

 

Isra, nervioso, cierra todas las ventanas del ordenador, y baja la pantalla.

 

ISRA: Oh, nada, nada. Pasando el rato… odio estas horas libres, de verdad… son peor que las clases normales.

 

ANDREA: (Suspira) ¿Vas a tardar mucho más en decirme que es lo que pasa o me voy ya y no sigo perdiendo el tiempo?

 

Isra piensa durante unos segundos, y termina suspirando.

 

ISRA: Es que no sé si estoy haciendo bien.

 

ANDREA: (Extrañada) ¿Qué está pasando, Isra? ¿Estás bien?

 

ISRA: Estaba viendo a ver si podía localizar a Martín.

 

ANDREA: (Divertida) ¿Perdona? Estás de coña, ¿verdad?

 

Isra baja la cabeza, avergonzado.

 

ISRA: No…

 

ANDREA: ¿Pero cómo cojones se te puede ocurrir hacer algo así pasando todo lo que ha pasado con tu madre y todo? Isra, tío, se te va la pinza.

 

ISRA: (Molesto) No es que se me vaya la pinza.

 

ANDREA: ¿Entonces que coño es?

 

ISRA: Tiene derecho a saber lo que ha pasado… y ahora que no está mi madre, por muy mal que suene, quizás sea posible que volvamos a poder estar juntos.

 

ANDREA: (Sorprendida) No me puedo creer lo que estoy escuchando.

 

ISRA: ¿Por qué te cuesta tanto entenderlo?

 

Andrea suspira, intentando no perder la paciencia.

 

ANDREA: Yo no digo que sea culpable de lo que ha pasado, Isra, no me malinterpretes, pero… ¿te das cuenta de que si no hubiera aparecido él, a lo mejor tu madre seguiría aquí?

 

Isra intenta disimular las lágrimas que de repente han inundado sus ojos.

 

ISRA: No tienes derecho a decirme eso, Andrea.

 

ANDREA: No, puede que no. Pero piénsalo, Isra… ¿no crees que sería mejor dejar las cosas así antes que volver a remover la mierda?

 

El chico mira a su amiga, sin saber muy bien que decir.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Hugo y Claudia atienden tras la barra, la joven enseñando a su amigo, mientras Jaime permanece sentado en uno de los sofás del local, leyendo los documentos que le ha llevado Gregorio. Ya los está terminando de leer, y en cuanto lo hace, tras pensar durante unos segundos, mira su móvil y marcha un número. No tardan demasiado en cogérselo.

 

JAIME: ¿Gregorio? Soy yo, Jaime… estoy dispuesto a descubrir toda la verdad… muy bien, hasta luego.

 

Jaime cuelga, y, tras quedarse pensando un rato, se levanta sonriente cogiendo los documentos, y regresa tras la barra.

 

PLAYA

 

Laura y Marta están sentadas en la playa, las dos en bikini, mientras la segunda sostiene a Esperanza en sus brazos. Las dos amigas charlan y ríen, divertidas.

 

MARTA: Joder, la verdad es que necesitaba esto. Necesitaba desconectar, estar tranquila por un día y divertirme.

 

LAURA: Lo sé, por eso he insistido tanto para que vinieras.

 

MARTA: Y me alegro de que lo hicieras. De verdad.

 

Las dos se quedan unos segundos en silencio unos segundos, hasta que Laura esboza una divertida sonrisa.

 

LAURA: Bueno, ¿y con Isra qué?

 

MARTA: (Extrañada) ¿Con Isra que de qué?

 

LAURA: No sé, habéis estado súper unidos últimamente, y…

 

MARTA: (Interrumpiéndole) ¡’No me lo puedo creer! ¿Me has traído aquí para preguntarme algo que ya me habías preguntado?

 

LAURA: Para nada, era solo para hablar de algo, pero si quieres podemos hablar de otra cosa.

 

MARTA: Dime algo de cómo te está yendo a ti, que últimamente siempre hablamos de mi o de Espe.

 

LAURA: (Indiferente) El otro día Jaime y yo nos besamos.

 

MARTA: (Sorprendida) ¿Cómo?

 

LAURA: Pues eso.

 

MARTA: ¿Y lo dices tan tranquila?

 

LAURA: Bueno, siento decepcionarte, pero no me pienso poner a llorar ni nada parecido… mi mini yo me mataría.

 

MARTA: Ya.

 

Laura sonríe forzadamente.

 

LAURA: Mira, fue un beso de nada, sin importancia. Te lo he contado porque querías que cambiásemos de tema, nada más.

 

MARTA: ¿Estás segura de que fue algo sin importancia?

 

LAURA: ¡Claro! No fue nada… todo está bien.

 

MARTA: Ya…

 

Marta mira a su amiga, sin creerla demasiado, pero ésta no parece darse cuenta.

 

PISO DE JAIME Y CARLOS/ COCINA

 

Ya es mediodía. Carlos está haciendo la comida mientras tararea una canción, cuando, extrañado, escucha como la puerta de entrada se abre, y Jaime no tarda en aparecer por allí, ante su sorpresa.

 

CARLOS: ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No trabajabas también ésta tarde?

 

JAIME: (Suspira) No te vas a creer lo que ha pasado.

 

CARLOS: (Extrañado) ¿El qué?

 

JAIME: Hugo va a empezar a trabajar en el Four, por lo que mi jornada se va a ver reducida.

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿Cómo?

 

JAIME: Como lo oyes, ni más ni menos.

 

Jaime se deja caer sobre una de las butacas, suspirando, mientras Carlos todavía hace esfuerzos para intentar creerse lo que su amigo le acaba de decir.

 

CARLOS: ¿Y quién ha tomado esa decisión? ¡Si ese bar está muerto, cada vez va menos gente!

 

JAIME: Pues ya ves. Pregúntaselo a tu queridísima Claudia, que ella sabrá la respuesta… supongo.

 

CARLOS: ¿Ha sido su idea?

 

JAIME: Sí. Hugo necesita trabajo, y como ella tiene esa especie de enchufe raro con Diego, ha conseguido que le meta.

 

CARLOS: No digas tonterías. Tu teoría se desmonta por todos lados, y lo sabes.

 

JAIME: (Molesto) Ah, ¿sí? ¿Por dónde se desmonta, según tú?

 

CARLOS: Sí el bar está vacío, por mucho que Claudia tenga enchufe, cosa que dudo que sea cierto por otra parte, si un camarero no sale rentable, no sale, por muchos enchufes y muchas historias que haya.

 

Jaime suspira, molesto.

 

JAIME: Déjalo, si es culpa mía. No sé para que te cuento nada.

 

CARLOS: (Extrañado) ¿Qué quieres decir con eso?

 

JAIME: Pues que Claudia es tu novia o una cosa así, y lo más normal es que la defiendas a ella… pero tranquilo, lo entiendo.

 

CARLOS: Mira, punto número uno: Claudia no es mi novia, y punto número dos: si lo fuera y pensara que no tiene razón, no se la daría.

 

JAIME: Ya, claro. Eso lo dices ahora… veremos cuando llegue el caso de que estéis juntos.

 

Carlos suspira, intentando no perder la paciencia.

 

CARLOS: Mira, ya veo que has venido con ganas de discutir, pero yo no estoy por la labor, así que si te apetece, hablamos cuando estés más tranquilo, y si no, pues una pena.

 

Carlos se saca su comida de la sartén y tras coger una cerveza de la nevera sale de la cocina hacia el salón, dejando a Jaime solo y pensando en todo lo que le acaba de decir.

 

PISO DE ISRA/ SALÓN

 

Enrique está sentado en el sofá. Mira unos boletos mientras en la mesa reposa la comida, todavía sin empezar. No tarda en oírse la puerta de entrada, y Isra aparece allí casi al instante.

 

ISRA: Hola.

 

Enrique se gira hacia el chico, sonriente.

 

ENRIQUE: ¡Hola! ¿Qué tal las clases?

 

El pelirrojo se deja caer sobre el sofá, al lado de su padre, suspirando.

 

ISRA: Bueno, no dejan de ser clases… pero podrían ser mucho peor.

 

ENRIQUE: Yo de joven era igual que tú. Odiaba ir a clase… y ahora no sabes cuanto me arrepiento.

 

ISRA: (Molesto) Ni se te ocurra volver a compararme contigo. Nunca más, ¿entendido?

 

Enrique, sorprendido, se queda unos segundos en silencio, hasta que termina esbozando una falsa sonrisa.

 

ENRIQUE: ¿Sabes? Estaba mirando cosas para lo que te he comentado ésta mañana del fin de semana.

 

ISRA: Perdona, pero es que te dije que no pensaba ir a ninguna parte contigo.

 

ENRIQUE: Te pedí por favor que lo pensaras.

 

Isra se levanta del sofá cogiendo aire, intentando no perder la paciencia.

 

ISRA: Pero es que no me hace falta pensar nada. Sé perfectamente lo que quiero, y lo siento mucho, pero no es eso.

 

El chico camina hacia la puerta, pero antes de salir de allí, se gira hacia el hombre.

 

ISRA: Por cierto, me voy a comer a la playa. Nos vemos luego.

 

ENRIQUE: Israel…

 

Enrique no obtiene respuesta, ni consigue detener a su hijo, que sigue caminando por el pasillo.

 

ENRIQUE: ¡Israel!

 

Lo siguiente que se escucha es la puerta cerrarse de un portazo, y Enrique se deja caer sobre el sofá, sin saber que hacer.

 

PLAYA

 

Laura está sentada en la arena, que está prácticamente vacía, con Esperanza, cuando Marta sale del agua y se acerca a ambas, sonriendo y escurriéndose el pelo.

 

MARTA: ¿Cómo vais por aquí?

 

LAURA: Estupendo, ¿verdad, Espe? ¿Verdad que sí? ¿A qué nos hemos hecho súper amigas?

 

Marta se ríe, divertida, mientras se sienta al lado de su amiga y de su hija.

 

MARTA: Anda, que menudo miedo me da que os hagáis amigas…

 

LAURA: ¿Tan mala influencia soy?

 

MARTA: Peor que eso.

 

LAURA: Ya te vale.

 

Las dos amigas se ríen, divertidas, y se quedan unos segundos en silencio.

 

LAURA: Oye, ¿y qué piensas hacer con las clases? ¿Crees que vas a poder con todo?

 

MARTA: (Suspira) Pues no lo sé, pero la verdad es que me gustaría… al menos sacarme el bachillerato, y luego la carrera pues cuando pudiera. Pero es un poco difícil, porque no os puedo pedir a vosotros que os quedéis con Espe, y ya sabes que con mis padres y con mi hermana nunca es que haya podido contar precisamente, y mucho menos ahora.

 

LAURA: ¿Y no te has planteado contratar a alguien para que la cuide?

 

MARTA: ¿Una canguro?

 

LAURA: Niñera, canguro… llámala como quieras.

 

Marta piensa durante unos segundos, para luego terminar suspirando.

 

MARTA: No sé. La verdad es que no sé hasta que punto me fiaría de dejar a mi hija con una completa desconocida, por muy buena chica que pareciera y por muy buenas referencias que tuviera.

 

LAURA: Tú solo piénsalo. Te podría resultar de mucha ayuda, y si quieres, yo misma te ayudaré a buscarla.

 

La joven no sabe que decir a su amiga, pero cuando está a punto de abrir la boca, se ve interrumpida.

 

ISRA: (Off) ¡Chicas!

 

Las dos chicas se giran, sorprendidas, y ven a Isra sosteniendo dos bolsas de plástico entre sus manos, con una sonrisa de oreja a oreja.

 

ISRA: Traigo la comida.

 

LAURA: Entonces ya estás tardando en sentarte. Mi mini yo y yo ya estábamos medio desnutridos.

 

ISRA: No sé por qué me esperaba esa respuesta…

 

Los tres amigos se ríen, divertidos, y Isra se sienta junto a las dos jóvenes.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Hugo y Claudia están tras la barra del bar. La joven prepara unos cafés con leche mientras su amigo la observa con atención. Cuando termina, se los sirve a una mujer.

 

CLAUDIA: ¿Te ha quedado claro?

 

HUGO: Clarísimo.

 

CLAUDIA: ¿Crees que podrías hacerlo tú solo?

 

HUGO: Por supuesto.

 

CLAUDIA: (Sonríe) Perfecto.

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio, hasta que la chica se da cuenta de la seriedad de Hugo.

 

CLAUDIA: ¿Estás bien?

 

HUGO: Sí. Es solo que estoy preocupado por Jaime… ¿sabes? Quizás tenía razón y esto no sea justo.

 

CLAUDIA: No te preocupes por él, ya has visto que no te culpa a ti, sino a mí, como ya va siendo habitual.

 

HUGO: ¿Por qué os lleváis tan mal?

 

CLAUDIA: Pues chico, no tengo ni idea. Solo sé que todo empezó cuando comenzó a trabajar aquí. No sé si es que no lleva bien que yo sea su encargada o qué, pero me repatea que se esté comportando como lo está haciendo, porque a mí me caía bien.

 

HUGO: Yo no hable mucho con él, pero la verdad es que parecía un chico bastante majo, sí.

 

CLAUDIA: Y lo es.

 

Claudia se queda unos segundos en silencio, pensando, hasta que termina suspirando.

 

CLAUDIA: Supongo que tendré que hablar con él, porque la verdad es que empieza a hacerse insoportable trabajar con tanta presión.

 

HUGO: Pues sí, hazlo. Si antes os llevabais bien, es una pena que ahora os esté pasando lo que os está pasando.

 

La chica sonríe forzadamente a su amigo, sabiendo que tiene razón.

 

PARQUE “RUISEÑORES”

 

Comienza a anochecer. Jaime, nervioso, está sentado en uno de los bancos. Se fuma un cigarro, intentando tranquilizarse, cuando Gregorio se acerca y se sienta a su lado, sonriendo.

 

GREGORIO: Hola.

 

JAIME: Hola…

 

Los dos se quedan en silencio durante unos segundos.

 

GREGORIO: ¿Estás nervioso?

 

JAIME: Un poco, la verdad es que sí.

 

GREGORIO: (Sonríe) Bueno, pues tú estate tranquilo. Solo hay una cosa que nos mueve a hacer esto, y esa cosa es descubrir la verdad, nada más. Estamos haciendo algo bueno.

 

JAIME: No lo sé… la verdad es que tengo mis dudas.

 

GREGORIO: Jaime.

 

El hombre le agarra del brazo, intentando transmitirle calma.

 

GREGORIO: Estamos a punto de empezar algo que puede que para ti sea muy duro y doloroso en determinados momentos… quiero que estés cien por cien seguro de que quieres que lo investiguemos.

 

JAIME: Lo estoy, te lo aseguro. Quiero coger a los asesinos de mis padres.

 

GREGORIO: (Sonríe) Fantástico, Jaime. Eso es fantástico, de verdad.

 

Jaime mira al hombre, sonriendo forzadamente.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ DORMITORIO DE HUGO

 

Ya es completamente de noche, y Hugo termina de meter toda su ropa en el armario, cuando escucha unos leves golpes en la puerta. Extrañado, mira hacia allí.

 

HUGO: Adelante.

 

La puerta se abre lentamente, y Andrea asoma la cabeza entre la pequeña rendija que ha dejado.

 

ANDREA: ¿Se puede?

 

HUGO: (Sonríe) Claro, pasa.

 

ANDREA: Gracias.

 

La joven accede al interior del dormitorio, cerrando la puerta tras ella, y bajo la atenta mirada de su amigo, que se ha dado cuenta de su preocupación.

 

HUGO: ¿Estás bien?

 

ANDREA: Ojala lo estuviera.

 

HUGO: ¿Qué pasa?

 

Andrea se deja caer sobre la cama del chico, suspirando y con los ojos llenos de lágrimas.

 

ANDREA: Que la vida es una mierda.

 

HUGO: Ya…

 

Hugo se sienta junto a su amiga.

 

HUGO: Ahora dime algo que no sepa, por favor.

 

ANDREA: Que el amor también lo es.

 

HUGO: Bueno, te había dicho algo que no supiera, pero vale, está bien. El amor también lo es, sí.

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio, hasta que la chica vuelve a suspirar.

 

ANDREA: ¿Sabes? Ya estoy un poco hasta los cojones.

 

HUGO: (Extrañado) ¿De qué?

 

ANDREA: Yo hasta el año pasado no me había enamorado de nadie… primero fue Manuel, y ahora…

 

HUGO: (Interrumpiéndole) Espera un momento… ¿ahora? ¿Estás enamorada de alguien?

 

La joven baja la cabeza, avergonzada.

 

HUGO: (Sorprendida) ¡Joder, tía! ¿Y cómo no me habías dicho nada? No me lo esperaba…

 

ANDREA: Es que es bastante vergonzoso.

 

HUGO: ¿Por qué? ¿Tan feo o fea es?

 

ANDREA: No, no es eso.

 

HUGO: ¿Entonces? ¿Cuál es el problema?

 

Andrea coge aire, pensando en si debe o no debe de contar la verdad.

 

ANDREA: El problema es de quién se trata.

 

HUGO: ¿De quién?

 

ANDREA: (Suspira) Es Carlos.

 

HUGO: (Sorprendido) ¡¿Carlos?!

 

La joven baja la cabeza, avergonzada.

 

ANDREA: Sí…

 

HUGO: Joder, no me lo puedo creer. ¿Y él lo sabe, o no le has dicho nada?

 

ANDREA: ¿Cómo se lo voy a decir? Para nada, tío, sería incapaz… no, no y no.

 

HUGO: Pues deberías, porque juraría que el sentimiento es mutuo. Tendrías que ver como te mira.

 

ANDREA: ¿En serio?

 

HUGO: Sí no lo pensara de verdad, no te lo diría, y lo sabes. No sé, a lo mejor estoy equivocado porque no soy demasiado rápido para estas cosas, pero a mí, es la impresión que me da.

 

ANDREA: No sé… joder, es que además tiene esa relación rara con Claudia, y no quiero meterme en medio.

 

HUGO: ¿Qué relación rara?

 

ANDREA: Joder tío, ya sabes que se están acostando, ya te lo conté.

 

HUGO: Pues eso mismo: solo se están acostando, nada más.

 

Andrea piensa durante unos segundos, hasta que termina suspirando.

 

ANDREA: Pero Claudia está pillada por él, y mucho. Se le nota… y no quiero meterme en medio. Sé que nunca he sido así, pero ella es mi amiga, y me ha dejado quedarme aquí. No puedo hacerle esto.

 

HUGO: Mira, no quiero que pienses que soy una mala persona ni nada.

 

ANDREA: (Sonríe) Nunca podría pensar eso.

 

HUGO: Como te he dicho antes, estoy seguro de que Carlos está enamorado de ti. Y si a Claudia solo le une sexo… creo que lo justo es que vosotros estéis juntos. Y ella lo entenderá, porque es una chica comprensiva, y muy buena amiga. Así que no creo que tengas nada de que preocuparte.

 

ANDREA: ¿Tú crees?

 

HUGO: Por supuesto.

 

Andrea piensa durante unos segundos, en silencio.

 

ANDREA: ¿Sabes? Quizás tenga razón. Quizás tenga que hablar con Carlos… al fin y al cabo, ¿qué puedo perder?

 

HUGO: (Sonríe) Me parece perfecto.

 

Los dos amigos se abrazan, sin que ninguno de ellos se de cuenta de que Claudia, indignada, ha escuchado toda la conversación desde el pasillo.

 

INSTITUTO “SAN JORGE”/ PASILLOS

 

Laura y Marta están sentadas en uno de los bancos de madera, charlando animadamente esperando a que las clases comiencen, cuando Isra se acerca hasta ellas, sonriente.

 

ISRA: Buenos días.

 

LAURA y MARTA: Hola.

 

El joven se sienta junto a ellas, y luego mira a Marta.

 

ISRA: No pensaba verte hoy por aquí, ¿qué has hecho con Esperanza, con quién la has dejado?

 

MARTA: (Sonríe) Eso ya ha dejado de ser un problema. Mis padres me han mandado a una niñera, así que ahora seguramente podré acudir a clase con algo más de regularidad.

 

ISRA: ¡Eso es genial! Sería una pena que el último año de instituto lo echaras a perder, ¿verdad?

 

MARTA: Sí, de eso ya me había dado cuenta por mí misma, pero gracias.

 

Isra sonríe forzadamente, cuando nota que su teléfono móvil empieza a vibrar. Lo mira, y su rostro se ilumina.

 

ISRA: Chicas, disculpadme un momento.

 

El chico se levanta y se aleja unos metros de allí, mientras Marta y Laura siguen hablando. Coge el teléfono, ilusionado.

 

ISRA: ¡Hola!

 

MARTÍN: (Off) ¿Qué coño estás haciendo?

 

ISRA: ¿Qué pasa?

 

MARTÍN: (Off) ¿Por qué me has estado llamando? Pensaba que había quedado claro que nuestra historia terminaba aquí. Tenemos que seguir con nuestras vidas, Isra.

 

A Isra se le llenan los ojos de lágrimas, pero intenta que no se le noten.

 

ISRA: Hay algo importante que tengo que decirte.

 

MARTÍN: (Off) Entre nosotros, ya nada es importante. Asúmelo.

 

ISRA: Mi madre ha muerto.

 

Un silencio se hace al otro lado del teléfono.

 

MARTÍN: (Off) ¿Cómo dices?

 

ISRA: Hace tres semanas. Se suicido.

 

MARTÍN: (Off) Joder… ¿y tú cómo estás?

 

ISRA: ¿No decías que no teníamos nada de que hablar? Pues quizás tuvieses razón. Espero que todo te vaya muy bien, Martín. Adiós.

 

MARTÍN: (Off) Valen…

 

Isra, sin dejar que el hombre diga nada más, cuelga el teléfono. Se seca las lágrimas, y, esbozando una falsa sonrisa, vuelve hacia donde están sus amigas, integrándose en la conversación.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Claudia está tras la barra, preparando unos cafés a unas mujeres, cuando ve a Carlos entrar al local. La joven termina pronto de prepararles y los sirve. Cuando las mujeres se van a una de las mesas, Carlos se acerca a la camarera, expectante.

 

CARLOS: Buenos días.

 

CLAUDIA: Hola.

 

Claudia da un pico al joven, ante la sorpresa de éste.

 

CARLOS: ¿Qué ha sido eso?

 

CLAUDIA: Una muestra de afecto. ¿No puedo dártela?

 

CARLOS: Eh… sí, sí… claro.

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio. La camarera no para de sonreír, y Carlos parece algo incómodo.

 

CARLOS: Te agradecería que me dijeras por qué me has hecho venir con tanta urgencia. Tengo unas entrevistas de trabajo, y no me gustaría llegar tarde.

 

La sonrisa de Claudia todavía crece más en su cara, mientras Carlos cada vez entiende menos lo que está pasando.

 

CALLES DE GIJÓN

 

Hugo y Andrea caminan por la calle del Four, a un paso bastante ligero. Andrea parece bastante nerviosa, mientras su amigo va con una sonrisa de oreja a oreja, contento.

 

ANDREA: Hugo… de verdad, sigo sin tener muy claro que esto vaya a ser una buena idea.

 

HUGO: Mira, tú estate tranquila, ¿vale? Al fin y al cabo, ¿qué es lo que tienes que perder?

 

ANDREA: ¿La amistad de Claudia y Carlos, por ejemplo?

 

HUGO: Pase lo que pase, no perderás su amistad. Y si la pierdes, es que no eran tan buenos amigos tuyos como pensabas.

 

ANDREA: (Suspira) Eso es muy fácil decirlo…

 

Llegan hasta la puerta del Four. A través del cristal, ven a Carlos y a Claudia hablando, aunque no alcanzan a escuchar la conversación.

 

HUGO: Ahí lo tienes.

 

ANDREA: Ya…

 

HUGO: Escúchame. El no ya lo tienes. Échale un par de cojones. La vida está para disfrutarla, porque nunca sabes el tiempo que tienes.

 

Andrea piensa durante unos segundos, hasta que termina suspirando, para luego esbozar una amplia sonrisa.

 

ANDREA: ¿Sabes? Tienes razón. En ésta vida hay que arriesgarse. Quien no se arriesga, no gana.

 

HUGO: (Sonríe) Exacto. ¿Vamos para adentro?

 

ANDREA: Vamos.

 

Los dos jóvenes entran al local, donde empiezan a oír las voces de sus amigos.

 

CARLOS: Te agradecería que me dijeras por qué me has hecho venir con tanta urgencia. Tengo unas entrevistas de trabajo, y no me gustaría llegar tarde.

 

CLAUDIA: A ver como te lo digo…

 

CARLOS: Simplemente diciéndolo.

 

CLAUDIA: (Suspira) Está bien. Estoy embarazada.

 

CARLOS: ¿Cómo?

 

Hugo y Andrea se miran, sin poderse creer lo que acaban de escuchar.

 

CONTINUARÁ…