MANERAS DE VIVIR

 

HOSPITAL GENERAL/ CORTINAS

 

Edu está sentado en una de las camillas. Mira a su alrededor, bastante nervioso, cuando el doctor Martínez abre las cortinas y mira al joven, con una sonrisa de oreja a oreja.

 

DOCTOR MARTÍNEZ: Buenas noches, soy el doctor Ramos… ¿puede decirme que le ha pasado?

 

Edu sonríe forzadamente.

 

EDU: Estoy bien. Ha sido un simple mareo, nada más… no sé ni para que me han traído.

 

DOCTOR MARTÍNEZ: Tengo entendido que cuando llegó el SAMUR, estaba inconsciente.

 

EDU: Sí, bueno… quizás me golpeé con algo al caer en el mareo, no lo sé.

 

DOCTOR MARTÍNEZ: No. No hay señal, y si un golpe te hace perder el conocimiento, le aseguro que siempre queda una.

 

El joven se queda sin saber que decir, y el médico termina suspirando.

 

DOCTOR MARTÍNEZ: Ya veo que se muestra reticente a hacerse cualquier tipo de pruebas, pero… solo quiero hacerle un escáner para que todos nos quedemos tranquilos. Seguramente no sea nada, pero más vale prevenir que curar, ¿no cree?

 

EDU: No.

 

El hombre suspira, intentando no perder la paciencia.

 

DOCTOR MARTÍNEZ: Está bien, ¿me va a decir que es lo que pasa?

 

Edu mira a su alrededor, asegurándose de que no le ve ni le escucha nadie.

 

EDU: ¿Dónde está mi familia?

 

DOCTOR MARTÍNEZ: Fuera, en la sala de espera.

 

EDU: No les puede contar nada de lo que le voy a decir ahora.

 

El doctor Martínez se sienta en la camilla junto al joven, esbozando una forzada sonrisa.

 

DOCTOR MARTÍNEZ: Desde luego que no lo haré. Es mayor de edad, y tiene derecho a la confidencialidad médico-paciente.

 

EDU: Bien…

 

Los dos se quedan durante unos segundos en un tenso silencio.

 

EDU: Yo ya sé lo que me pasa. No me hacen falta pruebas ni nada de eso, porque ya me hicieron en Nueva York todas las que me tenían que hacer.

 

DOCTOR MARTÍNEZ: (Extrañado) ¿De qué está hablando?

 

Edu vuelve a quedarse callado, buscando las palabras adecuadas, hasta que finalmente se atreve a confesar.

 

PISO DE HUGO E ISRA/ COCINA

 

Un nuevo y lluvioso día amanece en la ciudad. Hugo está sentado en la mesa de la cocina, ya completamente vestido y aseado, leyendo una revista y tomándose un café, cuando Isra aparece por allí bastante ajetreado. Su compañero le mira, extrañado, mientras el pelirrojo empieza a prepararse un café.

 

HUGO: Pero chico, ¿qué prisas son esas?

 

ISRA: Llego tarde…

 

HUGO: (Extrañado) ¿A dónde?

 

ISRA: A la facultad, joder.

 

HUGO: ¡Ostias, es verdad! ¿Nervioso?

 

ISRA: ¿Tú que crees?

 

El joven termina de prepararse el café y se lo bebe de un solo trago sin importarle que queme, ante la divertida mirada de Hugo.

 

HUGO: No, desde luego… yo creo que eres un remanso de paz.

 

ISRA: Vete a la mierda.

 

Hugo se ríe, divertido, mientras Isra friega rápidamente el vaso que acaba de usar.

 

ISRA: Me voy ya, que no quiero llegar tarde el primer día… y tú también deberías hacerlo.

 

HUGO: (Sonríe) Sí, papá, ahora me iré. Hasta luego.

 

ISRA: Chao.

 

Isra se marcha de allí, y el joven rubio no puede evitar el volver a echarse a reír.

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Chace Crawford, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Jessica Stroup

 

SPECIAL GUEST STAR

David Gallagher como EDUARDO ABRIL

 

Capítulo 75

Los años universitarios

 

FRUTERÍA “FRUTAS SALVAJES”/ INTERIOR

 

Jaime está tras el mostrador, buscando unos cambios en la caja registradora. Cuando los tiene, se los da a la mujer que está esperando, con una sonrisa de oreja a oreja.

 

JAIME: Y con esto son diez euros. Muchas gracias, hasta luego.

 

La mujer se marcha de allí también sonriendo, y en la puerta se cruza con Lola, que entra al establecimiento fuera de sí, como una autentica salvaje, ante la sorpresa del joven.

 

JAIME: ¡Lola! ¿Estás bien?

 

LOLA: ¿Se puede saber que cojones has hecho?

 

Jaime mira a su novia, sin entender nada.

 

JAIME: ¿Eh?

 

LOLA: Has pagado tú todas las deudas, ¿verdad?

 

JAIME: No sé de lo que me estás hablando, Lola.

 

LOLA: ¡Vamos, no te hagas el tonto! ¿Crees que soy estúpida? Solo has podido ser tú.

 

En ese momento, una mujer entra a la tienda, y la joven la mira de muy malas maneras.

 

LOLA: Lo siento señora, ahora mismo estamos cerrados.

 

MUJER: Pero…

 

LOLA: ¡Que se vaya, coño!

 

MUJER: Dios mío, que poquita vergüenza…

 

LOLA: Muy poquita, sí.

 

La mujer se marcha de allí, indignada, mientras Jaime mira molesto a su novia.

 

JAIME: Bonita manera de despachar a los clientes, Lola, si señora. Si tienes deudas, perdiendo clientes no creo que sea la mejor manera de pagarlas, ¿no?

 

LOLA: No, ya no tengo deudas, porque alguien las ha pagado.

 

JAIME: (Irónico) ¿Y por eso estás enfadada? Normal… si a mi alguien me hiciera un favor así, también me enfadaría.

 

Lola coge aire, intentando tranquilizarse.

 

LOLA: En serio, Jaime… dime, ¿por qué lo hiciste?

 

JAIME: Porque te quiero, Lola. Porque me has contado mil veces lo mucho que has luchado para sacar adelante esto, porque no quería que te quedaras sin tu negocio después de tanto esfuerzo.

 

LOLA: No deberías haberlo hecho…

 

JAIME: ¿Acaso lo tuyo no es mío? Pues lo mío también es tuyo.

 

La joven se queda unos segundos en silencio, hasta que finalmente suspira.

 

LOLA: ¿De dónde has sacado tanto dinero?

 

JAIME: Eso no tiene importancia.

 

LOLA: Desde luego que la tiene, Jaime, porque te pienso devolver hasta el último céntimo. No voy a dejar que cargues tú con todo esto.

 

Lola, con los ojos llenos de lágrimas, se dirige hacia el almacén mientras Jaime se apoya en el mostrador, suspirando y preguntándose si ha hecho bien o no.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Ya es por la tarde, y Andrea, Isra, Carlos y Marta, con Esperanza en brazos, están sentados en el sofá de siempre, tomándose un refresco cada uno y charlando animadamente.

 

MARTA: Así que os ha ido guay el primer día de universidad, ¿no?

 

ISRA: Joder, es una pasada… yo no me lo esperaba así para nada, la verdad. Me ha encantado.

 

ANDREA: Pues a mí no te creas que me ha gustado demasiado, ¿eh? Son todos una panda de pijos…

 

CARLOS: Bueno, pues como tu actual compañera de piso, ¿no? Y de ella no te quejas…

 

ANDREA: Sí, bueno, la diferencia es que ella me ayuda a llevar una vida bastante más económica porque paga una importante parte del alquiler, y ellos no me ayudan en nada en absoluto.

 

CARLOS: Ya veremos cuando empieces a salir de fiesta por ahí y necesites los apuntes si te sirven de algo o no.

 

Carlos, Marta e Isra se ríen, divertidos, mientras la joven les mira bastante molesta. Cuando está a punto de responderles, Edu aparece por allí con una forzada sonrisa en su cara y un refresco entre sus manos. Se sienta junto a ellos.

 

EDU: Hola chicos… ¿qué es tan gracioso?

 

ANDREA: (Molesta) Ya ves, ahora parece que las desgracias de tus amigos son súper divertidas.

 

Los tres, al percatarse de la presencia de su amigo, dejan de reírse inmediatamente.

 

MARTA: ¡Edu!

 

ISRA: Ey, ¿cómo estás? Te llamé esta mañana y me dijo tu madre que estabas descansando, que habías pasado la noche en el hospital.

 

ANDREA: (Sorprendida) ¿En serio? ¿Y eso?

 

Edu sonríe forzadamente.

 

EDU: Bah, no os preocupéis. Fue un simple mareo de nada, lo que pasa que caí mal y me desmaye, eso es todo.

 

MARTA: ¿Pero estás bien?

 

EDU: Perfectamente. Si no lo estuviera, ¿crees que me habrían dejado salir del hospital y estaría aquí tan tranquilo con lo alarmantes que son los médicos?

 

ISRA: Pues también es verdad…

 

Todos se quedan en silencio durante unos segundos, hasta que Edu vuelve a sonreír.

 

EDU: Bueno, contadme, ¿qué pasa con Andrea que es tan divertido?

 

ANDREA: (Molesta) ¡Edu!

 

Isra y Marta vuelven a reírse, divertidos, y mientras se lo están contando, Carlos no puede evitar el dirigir una preocupada mirada a su amigo, sin saber que pensar.

 

HOSPITAL GENERAL/ SALA DE ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS

 

Claudia está de pie en un rincón de la sala. Se está comiendo un aperitivo mientras observa a todo el mundo allí presente; todos son bastante más mayores que ella, y charlan animadamente entre ellos. De pronto, un joven de más o menos su edad se coloca a su lado, con una inocente sonrisa dibujada en su rostro.

 

SUSO: Estaba mucho mejor la sala de antes, ¿verdad?

 

Claudia se gira hacia él, extrañada, y éste no borra la sonrisa de su cara.

 

SUSO: Esta es como más fría… más de hospital. El local era mucho más acogedor.

 

CLAUDIA: Créeme, prefiero que la habitación sea fría a que se me caiga el techo encima.

 

SUSO: Bueno, visto así…

 

Los dos se ríen, divertidos, y Suso estrecha la mano de la joven.

 

SUSO: Soy Suso.

 

CLAUDIA: Yo Claudia.

 

SUSO: (Sonríe) Sí, lo sé. Suelo quedarme con el nombre de la gente que me interesa.

 

Claudia sonríe ante el comentario del joven, aunque parece algo incómoda.

 

CALLES DE GIJÓN

 

Comienza a anochecer, y Marta e Isra pasean tranquilamente por la calle. La primera arrastra el carrito de Esperanza, y los dos permanecen en un incómodo silencio, hasta que Marta termina suspirando.

 

MARTA: ¿Por qué no me lo contaste?

 

ISRA: (Extrañado) ¿El qué?

 

La joven coge aire antes de seguir hablando.

 

MARTA: Andrea me contó que fuiste a verme justo después de que me marchara de vacaciones.

 

ISRA: (Sorprendido) ¿Andrea te ha dicho eso?

 

MARTA: Sí… y quizás otra cosa no, pero sé que sincera es un rato, por lo que no intentes dejarla de lo contrario.

 

Isra se queda en silencio durante unos segundos, hasta que finalmente termina suspirando.

 

ISRA: Mira, lo hablamos el otro día, Marta; lo que pasó, pasó, y ya está. Forma parte del pasado.

 

MARTA: Sí, pero cuando lo estuvimos hablando, yo no sabía lo que habías hecho.

 

ISRA: ¿Y acaso eso cambia algo?

 

MARTA: Hombre, pues…

 

ISRA: (Interrumpiéndola) Mira Marta, creo que es hora de que enterremos este tema definitivamente. Tú y yo somos amigos, y está claro que nunca vamos a ser nada más.

 

Los dos se quedan en silencio durante unos segundos, bastante incómodos.

 

ISRA: Yo… creo que me iré a casa por un atajo que conocí el otro día. La verdad es que estoy molido.

 

MARTA: Claro. Ya nos veremos otro día.

 

ISRA: Sí. Hasta luego.

 

MARTA: Chao.

 

Isra se marcha de allí dejando sola a Marta, que suspira sin saber que hacer.

 

HOSPITAL GENERAL/ EXTERIOR

 

Claudia sale del hospital charlando animadamente con Suso. Los dos jóvenes tienen una amplia sonrisa dibujada en sus rostros, hasta que se paran en la entrada del parking.

 

SUSO: ¿Te acerco a alguna parte, o tienes coche?

 

CLAUDIA: No, no tengo coche, pero iré en bus a casa.

 

SUSO: ¿Seguro? Mira que no me cuesta nada… por muy lejos que vivas, con lo pequeña que es la ciudad en diez minutos estamos listos.

 

La joven sonríe, nerviosa.

 

CLAUDIA: Ya, bueno… es que prefiero ir en autobús, me gusta.

 

SUSO: (Extrañado) ¿En serio? Eres un poco rarita, ¿no?

 

CLAUDIA: Puede que un poco, sí.

 

Los dos jóvenes se ríen, divertidos.

 

CLAUDIA: No, en serio, es que… se supone que no tenemos que vernos fuera de la terapia, ¿no?

 

SUSO: Bueno, pero llevarte a casa tampoco es vernos. Es hacerte un favor.

 

CLAUDIA: Hombre, visto así…

 

SUSO: ¿Entonces?

 

Claudia se queda pensando durante unos segundos, hasta que finalmente devuelve la sonrisa al chico.

 

CLAUDIA: Está bien.

 

SUSO: (Sonríe) Anda, vamos.

 

Los dos se dirigen hacia el parking, charlando animadamente.

 

CALLES DE GIJÓN

 

Un nuevo día de sábado amanece en la ciudad. Vicente y Hugo caminan por las calles de la ciudad cogidos de la mano, charlando, aunque Vicente no parece demasiado animado.

 

HUGO: Venga Vicente, tampoco te pongas así…

 

VICENTE: Sabes que los sábados por las noches son nuestras noches, Hugo. Espero estas noches durante toda la semana, y ahora me sales con esas.

 

HUGO: Por un sábado no va a pasar nada. Entiende que me apetezca conocer a mis nuevos compañeros de clase.

 

VICENTE: Ya… ¿y no sois un poco mayorcitos para hacer un botellón en la playa?

 

HUGO: Perdona, pero hicimos uno hace nada y te pareció la idea más maravillosa del mundo.

 

VICENTE: Era viernes.

 

Hugo se queda mirando a su novio durante unos segundos en silencio, hasta que al final no puede evitar el echarse a reír, ante la sorpresa del joven.

 

VICENTE: ¿Qué te parece tan gracioso?

 

HUGO: Te quiero.

 

VICENTE: (Extrañado) ¿A qué viene eso ahora?

 

HUGO: A que me encantan estos momentos celosos que te dan de vez en cuando.

 

VICENTE: (Molesto) Vete a la mierda.

 

Vicente se dispone a marcharse de allí pero Hugo, todavía entre risas, le coge del brazo y vuelve a besarle, esta vez de forma mucho más apasionada.

 

VICENTE: (Sonríe) Bueno… he de reconocer que yo también te quiero.

 

HUGO: Que imbécil eres.

 

Hugo se ríe de nuevo, esta vez acompañado de su novio, y vuelven a besarse.

 

EDU: (Off) ¡Hola chicos!

 

Los dos jóvenes se separan, algo molestos, y miran al recién llegado. Hugo esboza una forzada sonrisa.

 

HUGO: Hola, Edu.

 

EDU: ¿Qué tal? ¿Qué hacéis?

 

VICENTE: Bueno… creo que eso era algo evidente hasta que has llegado tú.

 

EDU: Oh, vaya… os he interrumpido, ¿verdad?

 

HUGO: Un poco, sí.

 

EDU: Vaya, lo siento. Es que os vi, y pensé que sería buena idea preguntaros para ver si os apetece que vayamos a tomar algo los tres juntos… a Vicente apenas le conozco, y tú y yo casi no hemos hablado desde que volví.

 

HUGO: A lo mejor ha sido porque no teníamos nada de lo que hablar.

 

EDU: Claro que tenemos cosas de las que hablar, como por ejemplo…

 

VICENTE: (Interrumpiéndole) Oye Edu, siento tener que interrumpirte, pero la verdad es que tenemos un poco de prisa.

 

EDU: (Molesto) No lo parecía cuando os estabais comiendo la boca aquí en medio del parque.

 

VICENTE: Ya, es que entonces teníamos tiempo, pero gracias a tu intromisión hemos dejado de tenerlo.

 

HUGO: Vicente…

 

EDU: (Interrumpiéndole) No Hugo, déjalo, tiene razón. Ya nos veremos en otro momento… hasta luego.

 

HUGO: Chao.

 

Edu se aleja de allí, triste, bajo la atenta mirada de la pareja.

 

VICENTE: ¿Este tío va a salir algún día de nuestras vidas?

 

HUGO: Pues… la verdad es que no tiene ninguna pinta…

 

VICENTE: Bueno… eso ya lo veremos.

 

HUGO: (Extrañado) ¿En qué estás pensando?

 

VICENTE: (Sonríe) Ya lo verás…

 

Hugo se ríe, divertido.

 

HUGO: ¿Sabes? También me encantas cuando te pones así.

 

VICENTE: Y a mí me encanta encantarte tanto.

 

Los dos se ríen, y vuelven a besarse apasionadamente.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y LIDIA/ SALÓN

 

Claudia, todavía en pijama, está sentada en el sofá tomándose una taza de café, mientras tiene una bobalicona sonrisa dibujada en su rostro y permanece ausente, cuando Andrea aparece por allí.

 

ANDREA: Buenos días.

 

CLAUDIA: Hola.

 

Andrea no tarda en darse cuenta de la cara de felicidad que tiene su amiga, y evita una amplia sonrisa.

 

ANDREA: Vaya, vaya… parece que alguien ha pasado una muy buena noche…

 

Claudia intenta hacerse la tonta.

 

CLAUDIA: ¿Quién? ¿Yo?

 

ANDREA: Te aseguro que yo no, y no veo a nadie más aquí…

 

CLAUDIA: Ya, pues estás equivocada, no sé. He dormido normal, como siempre.

 

ANDREA: ¿Segura?

 

CLAUDIA: Sí…

 

ANDREA: Bueno, lo que tú digas.

 

Las dos amigas se quedan en silencio y Andrea empieza a prepararse el desayuno, pero Lidia no tarda en aparecer por allí, ya completamente vestida y aseada.

 

LIDIA: Buenos días.

 

ANDREA: Hola.

 

CLAUDIA: (Sonríe) ¿Qué hay?

 

LIDIA: (Sorprendida) Vaya, Claudia… ¿a qué se debe esa cara de felicidad?

 

Andrea no puede evitar el echarse a reír, divertida.

 

ANDREA: ¿Ves como tenía razón?

 

LIDIA: Parece que has dormido muy bien, ¿no?

 

CLAUDIA: (Suspira) Otra igual… que estoy como siempre, joder.

 

LIDIA: No, no, tú no estás normal. Es como si estuvieras…

 

ANDREA: Enamorada.

 

LIDIA: Exacto.

 

Andrea y Lidia rodean a la joven, muy curiosas.

 

LIDIA: Y bueno, cuéntanos… ¿quién es el afortunado al que le has echado el ojo?

 

Claudia suspira, intentando no perder la paciencia, y se traga el café de un solo trago.

 

CLAUDIA: ¿Por qué no os calláis de una vez?

 

ANDREA: Oh, Claudia, vamos… siempre nos lo hemos contado todo, incluso cuando nos llevábamos mal.

 

LIDIA: Bueno, nosotras no hemos llegado todavía a ese punto, pero por algo se empieza, ¿no?

 

Claudia se levanta, molesta.

 

CLAUDIA: Bueno, ya vale con la bromita, ¿no?

 

ANDREA: Chica, tampoco es para ponerse así…

 

CLAUDIA: Olvidadme.

 

La joven se marcha de allí, indignada, y Lidia y Andrea se miran extrañadas, sin entender la actitud de la joven.

 

FRUTERÍA “FRUTAS SALVAJES”/ INTERIOR

 

Jaime permanece tras el mostrador, metiendo unas naranjas en una bolsa de plástico, para luego, sonriendo, mirar a la mujer que hay al otro lado dándole la bolsa.

 

JAIME: Aquí tiene usted.

 

MUJER: Muchas gracias. Hasta mañana.

 

JAIME: Chao.

 

La mujer sale del local pero en la puerta se topa con Rodrigo, el abogado que Jaime comparte con Hugo, que entra al establecimiento bastante acelerado.

 

RODRIGO: ¿Se puede saber que has hecho?

 

JAIME: (Extrañado) ¿Cómo?

 

RODRIGO: No te hagas el tonto Jaime, que sabes perfectamente de lo que te estoy hablando. El dinero de la herencia de tus padres ha desaparecido de la cuenta.

 

Jaime mira a su alrededor, nervioso.

 

JAIME: ¿Puedes bajar la voz?

 

RODRIGO: ¿Me vas a decir que es lo que ha pasado, o no?

 

El joven se queda pensando durante unos segundos, hasta que finalmente suspira.

 

JAIME: Mira Rodrigo, si he cogido ese dinero ha sido porque lo he necesitado, ¿vale?

 

RODRIGO: Pero tendrías que habérmelo consultado. Si no me equivoco, me contrataste para que fuera tu asesor financiero, ¿no?

 

JAIME: Ya, pero soy mayor de edad. Con mi dinero puedo hacer lo que quiera.

 

RODRIGO: Pero consultándomelo a mí.

 

Jaime suspira, intentando no perder la paciencia.

 

JAIME: Si te contrate fue para consultarte si hacía inversiones o cualquier otro tema a nivel profesional… pero éste gasto ha sido a nivel personal, para hacer el favor a una amiga, así que no creo que tuviese que consultarte nada.

 

RODRIGO: Ya veo…

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio.

 

RODRIGO: Al menos espero que esa amiga sea digna de tal favor, porque con el dinero que te queda, no puedes pagarme ni a mí. Mucha suerte, Jaime.

 

Rodrigo se marcha de allí ante la cara de preocupación de Jaime. Ninguno de los dos se ha dado cuenta de que Lola lo ha escuchado todo desde el almacén, y parece bastante enfadada.

 

PLAYA

 

Un numeroso grupo de jóvenes están alrededor de una hoguera. Entre ellos están Hugo y Lidia, que charlan animadamente entre ellos mientras cada uno se bebe un botellín de cerveza.

 

LIDIA: ¿Sabes? Presagio que va a ser un buen año.

 

HUGO: (Sonríe) Brindo por eso.

 

Los dos jóvenes chocan sus botellines, y beben de ellos.

 

LIDIA: La gente parece maja, ¿verdad?

 

HUGO: Aha.

 

LIDIA: Sobre todo él.

 

Hugo dirige la mirada hacia donde le señala su amiga y ve a Óscar hablando animadamente con un compañero de clase. El joven no puede evitar el reírse.

 

HUGO: No vas a desistir, ¿eh?

 

LIDIA: A ese me lo beneficio esta misma noche, ¿te apuestas algo?

 

HUGO: No, no… nada.

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio, hasta que el chico esboza una sonrisa.

 

HUGO: Anda que, ¡menudo peligro tenéis Andrea y tú viviendo juntas! Ya me veo a los chicos cambiándose de habitación a mitad de noche.

 

LIDIA: Claro que sí, compartir es vivir.

 

Los dos amigos se ríen, divertidos, mientras vuelven a hacer chocar sus botellines.

 

PISO DE EDU/ SALÓN

 

Edu, ya en pijama, permanece sentado en el sofá viendo la televisión completamente a oscuras, cuando el sonido del timbre le sorprende. El joven, tras comprobar la hora, se dirige hacia la puerta extrañado, y todavía se sorprende más cuando se encuentra con Vicente al otro lado.

 

VICENTE: Buenas noches.

 

EDU: ¿Qué estás haciendo tú aquí? ¿Cómo sabes dónde vivo?

 

VICENTE: Me lo dijo Isra.

 

EDU: ¿Y crees que estas son horas de presentarse en casa de nadie? Esta toda mi familia durmiendo, como les hayas despertado no sabes la que me va a caer.

 

VICENTE: Ni lo sé ni me importa, la verdad.

 

EDU: Lo que me faltaba ya, encima faltándome al respeto… ¿sabes? Creo que será mejor que te vayas.

 

Edu hace el amago de cerrar la puerta, pero Vicente se lo impide poniendo un pie en medio.

 

VICENTE: Ni de coña.

 

Edu suspira, intentando no perder la paciencia.

 

EDU: ¿Qué quieres?

 

VICENTE: Mira, voy a ser muy claro porque solo pienso decírtelo una vez: no vuelvas a acercarte a Hugo.

 

EDU: (Sorprendido) ¿Cómo dices?

 

El joven no puede evitar el echarse a reír, divertido.

 

EDU: ¿Y tú quién te crees que eres para decirme a quien me tengo que acercar o a quien no?

 

VICENTE: Te puedes acercar a quien te de la gana… a todo el mundo menos a Hugo.

 

EDU: ¿Y no crees que eso lo tendría que decidir él?

 

VICENTE: Sí, y ya lo ha decidido… el problema es que parece que tú no lo entiendes.

 

EDU: (Extrañado) ¿Qué quieres decir?

 

VICENTE: Que Hugo pasa de ti. No se atreve a decírtelo directamente porque le das pena, pero te ha lanzado ya mil indirectas que pareces no entender… así que por favor, ahórratelo de una vez y deja de hacer el ridículo, porque ahora está enamorado de mí, y no vas a poder hacer nada para cambiar eso. Y mucho menos, después de todo el daño que le hiciste en el pasado.

 

EDU: Creo que te estás confundiendo… yo lo único que quiero es ser su amigo, nada más.

 

VICENTE: Ya. Pues siento decirte que en eso tampoco está interesado.

 

Edu hace el amago de hablar, pero Vicente no se lo permite.

 

VICENTE: Y con eso ya he terminado. Así que dile a tu familia que siga descansando… buenas noches.

 

Vicente se aleja de allí con una orgullosa sonrisa dibujada en su rostro, mientras Edu cierra la puerta y se apoya en ella, con los ojos llenos de lágrimas.

 

PLAYA

 

Óscar continúa charlando animadamente con uno de sus compañeros en la orilla del mar. Parecen estar pasándolo en grande puesto que los dos se ríen sin parar, hasta que Lidia se acerca a ellos con una sonrisa de oreja a oreja.

 

LIDIA: Hola chicos.

 

ÓSCAR: Ey, ¿qué tal?

 

LIDIA: Bien, bien… venía para ver si te apetecía ir a dar una vuelta por la playa.

 

ÓSCAR: Claro, ¿por qué no? Luego nos vemos, Andrés.

 

ANDRÉS: Chao.

 

Óscar y Lidia empiezan a caminar por la orilla. Los dos jóvenes sonríen, pero están en silencio, hasta que Lidia se decide a romperlo.

 

LIDIA: Parece que la gente de clase es bastante maja, ¿verdad?

 

ÓSCAR: Aha. Bueno, la verdad es que tu noviete parecía bastante desagradable al principio, pero al final va a resultar que tiene buen fondo.

 

LIDIA: (Sorprendida) ¿Hugo?

 

ÓSCAR: Sí.

 

Lidia no puede evitar el echarse a reír.

 

LIDIA: ¡No es mi novio!

 

ÓSCAR: Sí, eso mismo dijo él, pero siempre estáis juntos… no sé porque se oculta una relación en estos tiempos, pero imagino que vuestras razones tendréis.

 

La joven piensa durante unos segundos, hasta que sonríe.

 

LIDIA: Mira, por mucho que me joda porque está súper bueno, Hugo es gay.

 

ÓSCAR: (Sorprendido) ¿Cómo?

 

LIDIA: Pues eso, que le molan los tíos, así que es imposible que él y yo estemos juntos.

 

Óscar todavía no se puede creer lo que está escuchando.

 

ÓSCAR: ¿En serio? Pero si no tiene nada de pluma…

 

LIDIA: Bueno, es que no todos los gays son Boris Izaguirre… es más, creo que ellos son una minoría.

 

ÓSCAR: Ya…

 

El chico parece algo incómodo por la conversación, y Lidia enseguida se da cuenta.

 

LIDIA: Oye, ¿estás bien? ¿Tienes algún problema con lo que te acabo de contar?

 

Óscar sonríe forzadamente.

 

ÓSCAR: No, claro que no, ninguno… es solo que no me lo esperaba, y me ha sorprendido mucho. Nada más.

 

LIDIA: Ya. De todos modos eso es una buena noticia, porque significa que estoy soltera y tienes vía libre conmigo.

 

ÓSCAR: Sí, pero…

 

LIDIA: (Interrumpiéndole) Sí, ya me dijo Hugo que tenías novia, pero no tienes de que preocuparte. No soy celosa.

 

Lidia sonríe sensualmente mientras bebe de su litrona, mientras Óscar le mira sonriendo de manera incómoda, sin saber muy bien que hacer ni que decir.

 

FRUTERÍA “FRUTAS SALVAJES”/ ALMACEN

 

Jaime está terminando de cambiarse, sin darse cuenta de que Lola le observa apoyada en el marco de la puerta, lo que hace que se sobresalte cuando la joven carraspea.

 

JAIME: Joder Lola, que susto me has dado. ¿Llevas mucho rato ahí?

 

LOLA: Sí, un poco…

 

Jaime esboza una pícara sonrisa.

 

JAIME: ¿Qué pasa? ¿Tienes ganas de marcha?

 

LOLA: No… no es eso precisamente en lo que estaba pensando.

 

JAIME: (Extrañado) ¿Entonces?

 

Lola se queda en silencio durante unos segundos, pensando, hasta que finalmente se acerca al joven, muy seria.

 

LOLA: He escuchado la conversación que has tenido esta tarde con tu abogado.

 

JAIME: (Sorprendido) ¿Qué?

 

LOLA: Sí… deberíais de intentar ser un poco más discretos si no queréis que se entere nadie.

 

JAIME: Escucha, Lola, yo…

 

LOLA: (Interrumpiéndole) ¿Es verdad, Jaime? ¿Es verdad que has destinado toda tu herencia para salvar una frutería que ni siquiera es tuya?

 

JAIME: Es tuya, y eso me importa.

 

Lola suspira, con los ojos llenos de lágrimas.

 

LOLA: No tendrías que haberlo hecho.

 

JAIME: ¿No lo entiendes, Lola? Si lo he hecho es porque te quiero.

 

LOLA: No vuelvas a decir eso.

 

JAIME: ¿Por qué?

 

LOLA: Porque no quiero que vuelvas a decirlo, y punto.

 

JAIME: Ya.

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio.

 

JAIME: Oye Lola, dime una cosa… ¿todo esto es realmente sobre el dinero, o es sobre nosotros?

 

Lola se queda unos segundos en silencio, pensando, hasta que finalmente suspira.

 

LOLA: Yo… creo que será mejor que te marches, Jaime.

 

JAIME: Lola…

 

LOLA: (Interrumpiéndole) Te lo pido por favor. Necesito un tiempo para pensar, para pensar y aclararme. Así que será mejor que no vengas a trabajar durante unos días.

 

JAIME: ¿Estás segura de esto?

 

LOLA: Completamente.

 

JAIME: Si eso es lo que quieres, supongo que es lo que tendré que hacer.

 

LOLA: Es lo que quiero.

 

JAIME: Bien…

 

Jaime cierra su taquilla y se dirige hacia la puerta, pero antes de salir se gira hacia su jefa.

 

JAIME: Pero no olvides que te quiero, Lola. Pienses lo que pienses, tenlo presente.

 

El joven se marcha de allí dejando sola a Lola, que se apoya en la pared y rompe a llorar, triste.

 

PLAYA

 

Óscar y Lidia están tirados en la playa; lo único que se oyen son sus carcajadas, que dejan ver que van bastante borrachos, y el sonido de las olas rompiendo en la arena. El joven tira su litrona vacía, y Lidia le acerca la suya a la boca, sin dejar de reír.

 

LIDIA: Bebe más.

 

Óscar se ríe con más ganas.

 

ÓSCAR: ¿Estás intentando emborracharme?

 

LIDIA: Puede.

 

ÓSCAR: Ya te he dicho que tengo novia.

 

LIDIA: Sí, y yo también te he dicho que no soy nada celosa.

 

ÓSCAR: Pero ella sí.

 

LIDIA: ¿Y qué más da eso?

 

Lidia empieza a besar el cuello del joven, pero éste intenta resistirse.

 

ÓSCAR: Lidia, por favor…

 

LIDIA: Dime que no lo estás deseando tanto como yo.

 

Óscar mira a la joven durante unos segundos, en silencio, y se terminan besando apasionadamente.

 

CONTINUARÁ…