MANERAS DE VIVIR

Un nuevo día amanece en la ciudad, la cual es iluminada por el sol con una fuerza asombrosa. Hugo, Laura y Marta se encuentran en la puerta del instituto, charlando animadamente, aunque esta última parece ausente, lo que no deja de preocupar a sus amigos.

HUGO: Marta, ¿seguro que estás bien?

Marta parece volver en sí, pero con evidentes signos de preocupación.

MARTA: ¿Eh?... sí… sí, es que no he dormido muy bien, eso es todo.

HUGO: (Sin creerla) Ya…

LAURA: Bueno, yo me voy a ir a la biblioteca, que tengo que mirar unas cosas antes de que empiecen las clases. Hasta ahora.

HUGO: Chao.

Laura entra al instituto, y Hugo interroga a Marta con la mirada, incomodándola.

MARTA: ¿Qué?

HUGO: ¿No piensas decirme lo que te pasa?

MARTA: No hay nada que contar, Hugo.

HUGO: Al final no me dijiste si fuiste a ver al chaval este… Alfonso, ¿no?

MARTA: Alfonso, sí. Y no, al final no fui. No creo que hubiera sido buena idea.

HUGO: Marta, ya hablamos sobre ello… tendrías que haberlo hecho.

MARTA: ¿Para que? ¿Para remover la mierda del pasado?

HUGO: No es remover la mierda del pasado, Marta. Simplemente se trata de arreglar las cosas.

Marta deja escapar un suspiro, intentando no perder la paciencia.

MARTA: Hugo, te agradezco que te preocupes por mí, pero es mi vida. Déjame vivirla a mi manera.

La chica, sin dejar que su amigo le responda, empieza a andar hacia el interior del instituto.

HUGO: (Susurrando) Vale chica, perdón por intentar ayudarte... (Alza la voz) ¡Ey, espera!

Hugo corre hacia su amiga, a la que alcanza sin dificultad, y los dos juntos entran al instituto.

Los rayos de sol entran por la ventana del dormitorio de Carlos, dándole plenamente en la cara al chico, y haciendo que este se despierte poco a poco, lo que termina de hacer cuando el despertador empieza a sonar. Lo apaga enseguida, y se incorpora, llevándose las manos a la cabeza.

CARLOS: Joder, que resacón…

En ese momento, una mano se posa sobre su hombro, y el chico se gira, sobresaltado.

EDU: ¿Cómo te encuentras?

CARLOS: (Sorprendido) ¿Qué coño estás haciendo tú aquí?

EDU: Bueno, yo…

Carlos mira debajo de las sábanas, comprobando, asustado, que él y su amigo están completamente desnudos.

CARLOS: ¿No me jodas que tú y yo…? ¡Mierda!

Carlos se levanta de la cama rápidamente, tapándose sus partes íntimas todo lo buenamente que puede, mientras Edu no puede evitar soltar una carcajada.

EDU: Carlos anda, haz el favor de sentarte y te lo explico todo.

Carlos encuentra los calzoncillos, y se los pone.

CARLOS: (Molesto) ¿Por qué no dejas de reírte y te vistes? ¿No tienes clase?

EDU: Sí, si que tengo, pero antes de irme quiero que me escuches.

CARLOS: No… de verdad, créeme cuando te digo que no quiero escuchar nada.

El chico empieza a buscar su uniforme de trabajo en el armario.

EDU: Mira Carlos, anoche tú estabas muy borracho, y yo…

CARLOS: (Interrumpiéndole, con su uniforme ya en la mano) No sigas Edu, te lo pido por favor. Voy a ducharme y cuando salga, te habrás ido. Creo que será lo mejor para los dos.

Edu va a contestarle, pero el chico sale rápidamente del dormitorio. El joven se deja caer sobre la cama, suspirando.

EDU: Hombres…

CRÉDITOS: "MY PREROGATIVE" BRITNEY SPEARS
David Gallagher, Maggie Grace, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Emma Watson

Capítulo 23
Mañana será otro día


Ya es la hora del recreo, y Marta y Laura están sentadas en uno de los bancos del parque charlando, aunque ninguna de las dos parece demasiado animada.

LAURA: ¿Sabes? Puedo parecer mala persona, pero envidio la relación que tienen Hugo y Alberto.

MARTA: No, no lo pareces. Yo también les envidio a veces… es que se quieren tanto, y se les ve tan felices. Me arrepiento de haber desconfiado de las intenciones de Alberto.

LAURA: Sí, yo también. Fuimos unos cabrones. Y los muy hijos de puta seguro que están echando ahora un polvote para que Hugo venga con energías a clase.

Marta ríe, divertida.

MARTA: ¡Tía, no seas cerda!... Mira, por allí vienen Isra y Edu.

Laura mira hacia donde ha señalado la chica, y ve a sus dos amigas.

LAURA: Oye, ¿Edu no lleva la misma ropa de ayer?

MARTA: Igual se quedó a dormir en casa de Carlos. (Observa la cara de preocupación de su amiga, y no puede evitar el echarse a reír de nuevo) ¡Tía, eres una burra! Que Carlos es hetero, y tú y Lorena lo sabéis mejor que nadie.

LAURA: (Mintiendo descaradamente) No estaba pensando en eso, inútil.

Los dos chicos llegan hasta ellas.

ISRA: ¡Hola chicas!

LAURA: Buenas… Edu, ¿cómo está Carlos?

EDU: (Riendo) Bueno, ahora un poco rayado por algo que pasó anoche, pero se le pasará.

LAURA: (Asustada) ¿Qué pasó?

EDU: Ya os contaré, que ahora me tengo que ir a casa a recoger un trabajo para Manuel. ¡Hasta luego!

Edu se marcha corriendo, y Laura lo observa, enfadada.

LAURA: ¡Pero será cerdo!

Marta e Isra se miran, sin saber que decir, pero temiéndose lo peor.

Olivia se encuentra en la habitación de su pensión, sentada en la cama viendo la televisión, mientras se come un paquete de cereales de chocolate, y se toca la tripa de vez en cuando. De pronto unos golpes en la puerta la asustan, y se dirige a abrir.

DAVID: (Sonriente) ¡Buenos días por la mañana!

OLIVIA: ¡David! ¿Qué haces aquí?

DAVID: (Decepcionado) La verdad es que esperaba otro recibimiento, pero vaya. ¿Puedo pasar?

OLIVIA: Sí claro, perdona… es que no te esperaba.

David vuelve a sonreír, entrando a la habitación, y la chica cierra la puerta.

DAVID: Te traigo el desayuno. (Susurra) No me fío nada de las comidas de las pensiones.

Olivia ríe, animada.

OLIVIA: Muchas gracias David, pero no tendrías que haberte molestado. Siéntate, anda.

Los dos jóvenes se sientan sobre la cama.

DAVID: No ha sido ninguna molestia, créeme. Y bueno, dime, ¿qué tal la entrevista de ayer?

OLIVIA: (Suspira) Horrible. En cuanto les dije que estaba embarazada se llevaron las manos a la cabeza. Sé que debería ocultarlo, pero ya empieza a notarse, y…

DAVID: (Interrumpiéndola) No, haces bien. Y no te desanimes, venga… ¿habrás seguido buscando, no?

OLIVIA: Sí, pero la verdad es que es un poco difícil encontrar un trabajo estando embarazada. Y no sé que voy a hacer, porque los ahorros se me empiezan a acabar, por lo que no creo que pueda seguir mucho más tiempo aquí.

David piensa durante unos segundos, para luego sonreír de nuevo.

DAVID: Verás, yo… llevo tiempo queriéndote decir esto, y la verdad es que no me veía capaz, pero viendo como estás… ¿por qué no te vienes a vivir conmigo?

Olivia se levanta, con una mezcla de sentimientos en su interior por la proposición de su amigo.

OLIVIA: ¡Oh, no, David! No puedo aceptar. Ya has hecho suficientes cosas por mí, no quiero ser una carga.

DAVID: (Levantándose) Olivia, deja de decir tonterías. No eres ninguna carga, y lo sabes. Así que no hay más que hablar, tú te vienes a casa y punto. (Olivia va a protestar, pero el chico niega con la cabeza) ¡Y punto he dicho! Esta tarde me pasó y te ayudo a recoger las cosas. Ahora me voy, que aprovechando mi día de fiesta, tengo que hacer unos recados.

David va a salir, pero Olivia le coge del brazo, empujándole hacia ella, y le besa, ante la sorpresa del chico.

DAVID: ¿Y esto que quiere decir?

OLIVIA: (Sonríe) Lo sabes perfectamente. Y anda, que no te quiero retrasar, vete. Nos vemos esta tarde.

David también sonríe, contento de que por fin sus deseos se hayan cumplido.

DAVID: Te quiero.

OLIVIA: (Riendo) ¡Anda, vete!

David se marcha, feliz, y Olivia cierra la puerta, sin estar nada segura de lo que acaba de hacer.

Ya es por la tarde. Edu entra al hotel “Luna Azul”, dispuesto a hablar con Carlos, pero se sorprende al ver a una joven en el lugar de trabajo de su amigo.

EDU: Hola. Oye, perdona, yo es que venía buscando a Carlos…

RAQUEL: (Extrañada) ¿Carlos?

EDU: Sí, el chico que suele estar aquí en recepción.

La chica parece caer en la cuenta.

RAQUEL: ¡Ah ya, Carlos! Pues lo siento, pero es que hoy estamos cortos de personal, y al pobre le ha tocado hacer de botones.

EDU: (Decepcionado) Ya… y supongo que no sabrás donde puedo encontrarlo, ¿no?

RAQUEL: No, lo siento. Hay mucho curro, y el hotel es muy grande.

EDU: Bueno, pues no pasa nada. Dile que Edu ha venido a verle, y que necesito hablar con él urgentemente.

RAQUEL: Vale, no te preocupes, yo se lo digo. Hasta luego.

EDU: Gracias, chao.

Edu sale del hotel, y nada más hacerlo, Carlos aparece de debajo de la recepción, dando un beso en la mejilla a su compañera.

CARLOS: Muchas gracias tía, eres genial.

RAQUEL: Menos darme las gracias, y más contar, guapetón.

Raquel retoma sus tareas, mientras Carlos se queda allí parado, sin poder ocultar su preocupación por lo que pudo suceder anoche.

El cielo está iluminado por una gran cantidad de estrellas, que hoy parecen brillar más que nunca. Jorge está cerrando el quiosco, cuando nota una presencia tras él. Se gira, asustado, encontrándose frente a frente con Laura.

JORGE: ¡Joder, me has asustado!

LAURA: (Sonríe) No me extraña, con la cantidad de enemigos que te estás ganando últimamente.

Jorge le responde a la sonrisa, pero irónicamente.

JORGE: ¿Qué pasa, que ahora eres mi conciencia?

LAURA: (Riendo) No, por favor. Solo venía a darte la enhorabuena por haber conseguido tus propósitos, aunque has de reconocer que te pasaste de la raya…

JORGE: Bueno, pero lo he conseguido, ¿no?

LAURA: Sí, pero me sorprende el daño que has sido capaz de hacer solo por conseguir a una tía.

JORGE: ¿Y quien te ha dicho a ti que haya sido por conseguir a una tía?

Laura ríe irónicamente.

LAURA: No me hagas reír, tío. Me lo dijiste tú mismo.

JORGE: Vale, sí. Pero eso dejó de ser mi prioridad hace tiempo. Era consciente de que nunca iba a tener a Lorena como algo más que un polvo de vez en cuando. Y yo no la quería para eso. Es más, lo he sacrificado a pesar de que era una fiera en la cama.

LAURA: (Asqueada) Por favor, ahórrate los detalles. (Los dos ríen) ¿Pero lo dices en serio?

JORGE: Claro que sí.

LAURA: Pero no lo entiendo… ¿por qué lo hiciste entonces?

JORGE: Mira, Carlos es un buen tío y a pesar de todo, me cae bien. Ya le había quitado el trabajo, había empezado a quitarle la novia… entonces me di cuenta de lo que te he dicho antes, y no quise que el pobre chaval lo siguiese pasando mal. Así que intenté sacar a esa desequilibrada de su vida, y de la mía. Y lo conseguí.

LAURA: Pues te has lucido, guapo.

JORGE: Sí, ya sé que ahora lo estará pasando mal. Pero si no hubiese sido yo, hubiese sido otro, y a lo mejor ya era demasiado tarde. Así que mejor así, ¿no?

LAURA: Sí bueno, viéndolo así…

JORGE: Pues eso, que al final acabé haciéndole un favor.

LAURA: Bueno, pero sigo pensando que tendrías que haber sido menos duro de lo que fuiste.

JORGE: Puede ser, pero no habría tenido el mismo efecto.

LAURA: No, supongo que no. (Mira su reloj) Se me ha hecho tarde, ya nos veremos. Chao.

Se dan dos besos.

JORGE: Hasta luego.

Laura se aleja de allí, mientras Jorge termina de cerrar el quiosco y hace lo mismo. Lorena, que ha visto todo desde la esquina, aunque no ha escuchado, se apoya con la espalda en la pared, intentando aguantar las lágrimas.

LORENA: Así que era eso… pues esto no va a quedar así (su mirada cambia totalmente. Está fuera de sí) Desde luego que no.

La chica pone rumbo a su casa, con la cabeza bien alta, y quedando la calle totalmente vacía.

Un nuevo y soleado día amanece en la ciudad. Olivia se encuentra sentada en el banco que hay frente al portal del piso de sus padres esperando a que salga su hermano, el cual no tarda demasiado.

EDU: (Sorprendido) ¡Olivia! ¿Qué estás haciendo aquí?

OLIVIA: (Levantándose, irónica) Vaya, yo también me alegro de verte, sí.

Los dos jóvenes empiezan a caminar hacia el instituto del chico.

EDU: No seas inútil. Te lo digo porque como te vea el papá, se lía una buena… y además, me ha extrañado verte levantada tan temprano.

La chica se ríe.

OLIVIA: No te preocupes por papá. Ya no vivo en su casa, no puede decirme nada.

EDU: Ya, pero ya sabes como es… pero bueno, cuéntame, ¿cómo te va? No he tenido tiempo de pasarme por la pensión a verte, lo siento.

Olivia le sonríe, con ternura.

OLIVIA: No te preocupes. Además, ahora ya no tendrás que ir a la pensión.

EDU: (Extrañado) ¿Y eso? ¿Ha pasado algo? ¿Necesitas dinero?

OLIVIA: (Riendo) No, nada de eso. Es que estoy viviendo con David.

Edu mira a su hermana, sorprendido.

EDU: ¿Con David… David? ¿El del Four? (La chica asiente con la cabeza, sonriente) Bueno, pero como amigos, ¿no?

OLIVIA: En realidad no… estamos juntos.

EDU: (Molesto) ¿Cómo?

OLIVIA: (Decepcionada) Pensé que te alegrarías de que por fin estuviese con alguien que te cae bien, pero bueno.

EDU: No, no es que no me alegre… pero tú misma me dijiste que no le querías… y ahora de repente, ¿le quieres?

OLIVIA: Con el tiempo quizás lo haga.

EDU: (Enfadado) ¿Cómo que con el tiempo, Olivia? Con lo mal que lo has pasado con Toni, ¿pretendes hacerle a David lo que te hizo ese cerdo a ti?

OLIVIA: Pero Edu, yo…

EDU: (Interrumpiéndola) No Olivia, joder. David es un buen chaval, y no se merece que le hagas esto. Y ahora, si me perdonas, llego tarde al instituto. Chao.

OLIVIA: Pero…

Edu se aleja de allí, sin querer escuchar a su hermana, y esta se queda pensando en lo que le ha dicho el chico, dándose cuenta de que tiene razón.

Hugo se encuentra ya sentado en clase, con la cabeza apoyada en sus brazos, y los ojos cerrados, dejando constancia del sueño que le invade, cuando unos gritos hacen que el chico se sobresalte.

MARTA: ¡Hugo! ¡Necesito tu ayuda!

El joven la mira, asustado, mientras la chica se sienta a su lado.

HUGO: ¿Qué pasa?

MARTA: No te lo pediría si no fuese importante, créeme… pero necesito dinero.

Su amigo suspira, aliviado, mientras saca la cartera de su bolsillo.

HUGO: Joder, haber empezado por eso. ¿Cuánto necesitas?

MARTA: (Avergonzada) Ocho mil euros…

HUGO: (Sorprendido) ¡¿Ocho mil?! ¿Piensas almorzarte la cafetería entera?

MARTA: No, imbécil, no es para eso.

HUGO: Me lo imagino. Lo siento, pero yo no puedo dejarte tanto dinero, tía.

MARTA: Por favor Hugo, es importantísimo. ¿Por qué no se lo pides a tus padres?

HUGO: ¿Te crees que me van a dar ocho mil euros así como así?

MARTA: (Suplicante) Inténtalos convencer, por favor…

Hugo piensa durante unos segundos.

HUGO: ¿Para que lo necesitas?

MARTA: Eso no puedo contártelo.

HUGO: Ya… ¿y que quieres que le diga a mis padres? ¿Qué me voy de excursión y tengo que pagar semejante cantidad?

MARTA: Vamos, Hugo… que tú tienes mucha imaginación, joder.

HUGO: Sí me dices para lo que es, podría intentar conseguirte mil, que es lo que tengo en mi cartilla… ¿no andarás metida en follones de drogas, no?

MARTA: (Enfadada) ¿Pero que dices? ¿Qué hago yo con mil euros?

Toda la clase les mira, asustados, pero ellos no parecen darse cuenta.

HUGO: Marta, contéstame.

La chica se levanta, muy enfadada.

MARTA: ¿Sabes lo que te digo? ¡Qué te vayas a la mierda! Tú ni eres un amigo, ni eres nada.

La chica sale de clase ante la sorprendida mirada de Hugo, y Laura, que acaba de entrar, se acerca a él.

LAURA: ¿Y a esta que le pasa?

HUGO: No lo sé, pero sea lo que sea, es bastante grave.

Los dos chicos se miran, preocupados.

Desde el salón del piso de Carlos se oye el ruido de la ducha. La estancia solo se encuentra iluminada por el sol que entra a través de la enorme ventana. De pronto, la puerta empieza a abrirse lentamente.

LORENA: (Asomando la cabeza) ¿Carlos?

Al no obtener respuesta, la chica entra y se dirige a la mesa, donde deja su copia de las llaves. Cuando levanta la vista, observa el móvil de su ex novio en la otra punta de la mesa. Sin pensarlo, lo coge, y comienza a escribir un mensaje. Tras enviarlo, deja el móvil en su sitio, y sale del piso, orgullosa.

Es la hora del recreo, y Hugo y Laura se encuentran sentados en un banco del parque, charlando con semblante preocupado.

LAURA: Pero, ¿para que cojones necesitará ocho mil euros?

HUGO: No lo sé, pero a mí no me huele nada bien. Estoy preocupado.

El móvil de Laura empieza a sonar, y lo saca.

LAURA: Un mensaje. (Lo lee) Que raro…

HUGO: ¿Pasa algo?

LAURA: ¿Eh? (Sonríe forzadamente) No, nada. Una chorrada sin importancia.

HUGO: Ya. Pues eso, tenemos que hacer algo para ayudar a Marta.

LAURA: Sí, pero… ¿qué?

Los dos jóvenes se quedan pensando, cuando Edu aparece por allí y se sienta entre ambos.

EDU: Hola chicos, ¿qué hacéis?

LAURA: Pues nada, que…

HUGO: (Interrumpiéndola, borde) ¿Dónde te has dejado a Isra?

EDU: (Extrañado) Se ha ido a la biblioteca, ¿por?

HUGO: ¡Ah, no sé! Como últimamente estáis tan juntitos otra vez… (Mira su reloj) Bueno, me voy que he quedado con Alberto. Hasta luego.

LAURA: Chao, pásalo bien.

El chico se levanta y se aleja de allí rápidamente, con claras evidencias de molestia en su rostro. Mientras, Edu mira triste a Laura.

EDU: ¿Crees que algún día me perdonará?

LAURA: Claro que sí, tío. Solo dale tiempo.

EDU: (Suspira) ¿Más? Estoy ya cansado de esperar.

LAURA: Edu, cariño, ten paciencia. El que la sigue, la consigue.

Edu mira a su amiga, borde.

EDU: No creo en los refranes, Laura. Y bueno, me voy… la verdad es que no me apetece mucho estar aquí. Hasta luego.

El chico se levanta también, y coge el camino contrario al de Hugo.

LAURA: Y al final la que se queda sola es la misma inútil de siempre.

La joven se saca el bocadillo de la mochila, y comienza a comérselo, sola.

Ya es por la tarde. El cielo se ha nublado, y en la calle empieza a chispear. Carlos se encuentra en la recepción del hotel atendiendo a una familia. Cuando estos se marchan, el joven se da cuenta de que Edu le observa desde la puerta, y el chico, incómodo y nervioso, le saluda con la mano. Edu, sonriente, se acerca hasta él.

EDU: Vaya, el hablar contigo es como una odisea… ¿puedo hacerlo ahora?

CARLOS: Lo siento Edu, pero estoy ocupado.

EDU: Será solo un momento.

CARLOS: (Suspira) Está bien… pero rápido, por favor.

EDU: Sí, no te preocupes. Es sobre lo que pasó el domingo.

CARLOS: (Borde) No me apetece hablar sobre eso, Edu.

EDU: Ya, pero es que creo que estás confundido, Carlos. No nos acostamos, no pasó nada.

CARLOS: (Extrañado) ¿No?

Edu no puede evitar el soltar algunas carcajadas.

EDU: Pues claro que no, tío. Si a ti te molan más las tías que a un tonto un lápiz.

CARLOS: (Dudando) Bueno, ya, pero…

EDU: (Interrumpiéndole) En serio Carlos, tú hazme caso y no te preocupes.

CARLOS: La verdad es que me dejas mucho más tranquilo.

EDU: (Sonríe) Lo sé. Y bueno, me voy a marchar ya, que no quiero distraerte. Hasta luego.

CARLOS: Adiós… y gracias.

Su amigo le responde con una sonrisa, y se marcha, dejando a Carlos mucho más tranquilo que estos últimos días.

Ya es sábado, y Olivia se encuentra en la cocina de la casa de David haciendo la comida, cuando el joven entra y la coge de la cintura, haciendo que la chica se sobresalte.

DAVID: Hola mi vida (le da un suave beso en la mejilla) ¿Qué tal?

OLIVIA: ¡No te oí llegar! Pues hoy estoy con algunas molestias, pero bien. ¿Tú qué tal el curro? Creía que no vendrías a comer.

DAVID: Bien, pero me apetecía comer contigo, así que he llamado a Félix para que me cambie el turno.

OLIVIA: Pues es que no te he hecho comida, cielo.

DAVID: No te preocupes, ya me hago yo cualquier cosa. Y por cierto, deberías de ir al médico a hacerte alguna revisión.

OLIVIA: David, no empieces, por favor.

DAVID: ¿Cuánto tiempo llevas sin hacerte una?

Olivia mira al chico, cansada de tener siempre la misma discusión.

OLIVIA: Eso no es asunto tuyo. Tú no eres el padre.

David mira a la joven, con una mezcla de sorpresa y molestia.

DAVID: Sí, ya lo sé. Ya me callo.

Olivia abraza a su novio, arrepentida.

OLIVIA: Cariño, perdona, yo… no quería decirte eso. Llevo bastantes días sin saber de Edu, y estoy bastante borde. Perdóname.

DAVID: (Sonríe de mala gana) Vale, está bien, no te preocupes. ¿Aún no has hablado con él?

OLIVIA: No. Le conozco, y sé que le tengo que dar tiempo. Será él el que de el primer paso.

DAVID: Haz lo que veas oportuno, pero me da pena veros así, con lo unidos que habéis estado siempre.

La joven se deshace del abrazo de su novio, y saca la carne de la sartén.

OLIVIA: Bueno, son cosas normales entre hermanos. Dime dos hermanos que conozcas que no se hayan peleado nunca.

DAVID: Ya, pero…

OLIVIA: (Interrumpiéndole) ¿Quieres que te haga una tortilla?

El joven, dándose cuenta de que la chica no quiere hablar del tema, asiente, resignado.

Ya es por la tarde, y Laura, Isra y Edu están sentados en el sofá del Four, tomándose unos refrescos y charlando. Laura parece bastante pensativa, lo que extraña a sus amigos.

EDU: Laura, ¿pasa algo?

LAURA: No, que va. Es que he quedado esta tarde con Marta, que quería contarme no sé que… algo importante, vaya, y estaba pensando en que podría ser.

Sus amigos ríen.

ISRA: Pues si que te enteras bien de las cosas.

LAURA: (Borde) Es que no me ha dado más detalles. Y me voy ya, porque llego tarde. (Se levanta y coge su bolso, para luego girarse de nuevo hacia sus amigos) Por cierto, una cosa… la línea 34 me lleva hasta la fábrica abandonada de las afueras, ¿verdad?

EDU: Bueno, luego tienes quince minutos andando, pero es la que más cerca te deja de allí, sí. (Extrañado) ¿Has quedado con Marta allí?

LAURA: No seas inútil. Es que… un amigo del Messenger me preguntó, y es para decírselo… van a… a hacer una sesión de espiritismo… (Los dos jóvenes la miran, sin creerla, lo que hace que la chica se incomode) Bueno, ahora ya si que marcho. Chao.

ISRA y EDU: Chao.

La chica se va, y los dos amigos se miran intrigados.

ISRA: ¿Te has creído lo de la fábrica?

EDU: Ni de coña, pero ella sabrá. Tú mismo dijiste que Laura era una chica muy madura.

Isra se ríe, divertido.

ISRA: Bueno, pero ahora que se ha ido esta, sígueme contando lo de Carlos. ¿Te acostaste con él al final, o no?

Edu piensa durante unos segundos.

EDU: Sí, Isra. Sí que me acosté con él.

ISRA: ¿En serio? (Edu asiente) ¿Y entonces porque le dijiste que no?

EDU: Mira, él ya estaba suficientemente rayado con Lorena y no quería darle otros motivos para que se rayara todavía más.

Isra sonríe al chico, comprensivo, pero sin saber que decir.

Domingo por la tarde. La fábrica que se encuentra a las afueras de la ciudad lleva ya abandonada más de treinta años. Las gotas de lluvia se cuelan entre las grietas existentes en el tejado, y Laura camina por el interior, mirando asustada a todos los lados.

LAURA: ¿Carlos? (No obtiene respuesta) Carlos, ¿dónde estás?

La chica continúa andando, cuando oye un ruido tras ella. Se gira, asustada, pero al no ver a nadie, sigue de frente, nerviosa. Llega a una puerta donde observa un corazón que se nota que ha sido pintado hace muy poco. Sonriente, la abre, pero su semblante cambia rápidamente al ver a Jorge atado en una silla, medio inconsciente.

JORGE: (Susurrando) Corre Laura… sal de aquí cuanto antes…

LAURA: (Asustada) Dios mío… (Corre hacia el chico, e intenta desatarle) ¿Quién te ha hecho esto?

LORENA: Vaya, vaya… mi última adquisición acaba de llegar.

Laura se gira, asustada, y ve a la joven mirándola, fuera de si, y con otra cuerda entre sus manos.

CONTINUARÁ...