MANERAS DE VIVIR

 

ESC. MÚLTIPLES

 

Suena la canción “Un canto a la soledad” de Ramses

 

Hugo permanece sentado en la cocina, vistiendo solo unos calzoncillos, tomándose un tazón de leche. En ese momento Óscar aparece por allí. Ambos se miran, incómodos, pero antes de que puedan hablar aparece Lidia abrazando por la espalda a su novio, sonriente, y le da un beso en el cuello. Hugo aparta su mirada hacia la ventana.

 

Andrea se despierta en su cama abrazada a un desconocido. Suspira, y se da media vuelta. Ve en su mesita de noche una fotografía en la que aparece junto a Carlos. Le da media vuelta e intenta dormir de nuevo, sin resultados.

 

Carlos y Jaime desayunan tranquilamente en su cocina. Carlos tiene cara de preocupación y unas grandes ojeras, como si llevara tiempo sin dormir. Su amigo le mira, preocupado.

 

Isra se dirige hacia la entrada de la facultad. Ve a Marta sentada en uno de los bancos, esperándole, pero cuando hace el amago de levantarse, el pelirrojo niega con la cabeza y entra en el edificio. Marta vuelve a sentarse en el banco, con los ojos llenos de lágrimas.

 

Claudia hace limpieza de la cocina. En el fondo de un armario, se encuentra una botella de ron medio vacía. La mira durante unos segundos, dudosa, hasta que finalmente la abre y deja caer su contenido por el fregadero, sin quitarle la vista de encima.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Jaime está tras la barra del bar, atendiendo a un par de mujeres, cuando Andrea aparece por allí, con cara demacrada, y se sienta en una de las butacas.

 

ANDREA: Buenos días…

 

JAIME: Alguien parece no haber dormido muy bien esta noche… o no haberlo hecho directamente. ¿No tendrías que estar en clase?

 

ANDREA: (Suspira) No me apetecía ir.

 

JAIME: Ya… ¿mucha fiesta anoche?

 

ANDREA: Una poca…

 

JAIME: (Sonríe) Entonces supongo que no querrás tomar nada de alcohol, ¿no?

 

ANDREA: (Irónica) Muy gracioso… una manzanilla estará mejor. Llevo el estómago que parece que va a explotar en cualquier momento.

 

El camarero no puede evitar el echarse a reír, divertido, mientras empieza a prepararla, y Andrea se queda en silencio durante unos segundos, pensando.

 

ANDREA: ¿Cómo está Carlos?

 

JAIME: ¿De verdad te importa?

 

ANDREA: Si no me importara, no te lo habría preguntado.

 

JAIME: Le has hecho mucho daño, Andrea. Él te quiere… y lo peor es que tú le quieres a él. Pero tienes tanto miedo…

 

ANDREA: No tengo miedo, Jaime. Lo que no es normal es que, sin estar ni siquiera juntos, de pronto me pida matrimonio.

 

JAIME: Ya te lo he dicho. Porque te quiere.

 

ANDREA: (Suspira) Mira, déjalo. Está claro que no debería haberte preguntado nada.

 

JAIME: No. No deberías haberlo hecho.

 

Los dos se quedan en silencio, incómodos, hasta que el móvil de Andrea empieza a sonar. Lo busca en su bolso y lo coge.

 

ANDREA: ¿Sí?... supongo que estará en clase… ¿cómo?... joder… vale, ahora mismo voy.

 

Andrea cuelga el teléfono, asustada, y Jaime la mira.

 

ANDREA: Me parece que esa manzanilla va a tener que esperar.

 

JAIME: ¿Qué ha pasado?

 

ANDREA: Era Carlos. Al parecer a Edu le ha dado un algo y se ha desmayado, y me llamaba porque Hugo no le coge el teléfono.

 

JAIME: (Preocupado) Joder… ¿y no sabes nada más?

 

ANDREA: No. Me voy a ir a recoger a Hugo a clase y en cuanto sepa algo te llamo, ¿vale?

 

JAIME: No te olvides.

 

ANDREA: Tranquilo. Hasta luego.

 

JAIME: Chao.

 

Andrea sale corriendo del local, dejando a su amigo bastante preocupado.

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Chace Crawford, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Jessica Stroup

 

SPECIAL GUEST STAR

David Gallagher como EDUARDO ABRIL

 

Capítulo 81

Ni una sola palabra

 

PISO DE EDU/ DORMITORIO DE EDU

 

Edu está tumbado sobre la cama. Tiene muy mala cara. La puerta no tarda en abrirse dando paso a Carlos, que se guarda el móvil en el bolsillo y vuelve a cerrarla.

 

CARLOS: He llamado a Andrea. Va a ir a buscar a Hugo a clase y vienen para aquí.

 

EDU: (Suspira) Te dije que no llamaras a nadie.

 

CARLOS: Ya, ya lo sé, pero estoy muy preocupado, Edu. Sé que desde que volviste te pasa algo… y no entiendo porque no quieres contármelo.

 

Edu mira a su amigo, sin saber muy bien que decir, y éste, suspirando, se sienta a su lado.

 

CARLOS: Cuéntamelo, Edu. Confía en mí. Sigo siendo tu mejor amigo, ¿no?

 

EDU: Claro que sí.

 

CARLOS: Pues dímelo, por favor. Porque de verdad, no puedo seguir así. No soporto no saber lo que te está pasando.

 

El joven se queda pensando durante unos segundos, hasta que sus ojos se llenan de lágrimas y termina suspirando.

 

EDU: Está bien…

 

Edu empieza a hablar y Carlos le escucha atentamente, sin poderse creer lo que le está contando.

 

PISO DE MARTA/ DORMITORIO DE MARTA

 

Ya es mediodía, y Marta está sentada sobre su cama, todavía en pijama. Tiene los ojos llenos de lágrimas mientras mira una fotografía de Esperanza, cuando de pronto escucha unos leves golpes en la puerta. La joven guarda la foto bajo la almohada y se seca las lágrimas rápidamente.

 

ISRA: Marta, soy yo.

 

MARTA: (Sorprendida) ¡Isra! Pasa…

 

La puerta se abre dando paso al pelirrojo, que vuelve a cerrarla tras él.

 

MARTA: ¿Cómo has entrado?

 

ISRA: Me ha abierto tu hermana.

 

MARTA: Oh. No tenía ni idea de que estuviera ya en casa.

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio hasta que Marta se derrumba y rompe a llorar, destrozada.

 

ISRA: Marta…

 

MARTA: Lo siento, Isra… lo siento tanto.

 

ISRA: No llores.

 

MARTA: He sido una gilipollas, y lo sé. Pero es que no vi ninguna otra salida. Necesitaba dinero, sobre todo cuando volvió Jorge… y no se me ocurrió otra cosa.

 

ISRA: Podrías habernos pedido ayuda a tus amigos.

 

MARTA: Isra, somos adolescentes. ¿De dónde ibais a sacar vosotros dinero para ayudarme?

 

ISRA: Eso no es excusa. Jaime y Claudia trabajan, y Hugo tiene pasta de la herencia de su padre.

 

MARTA: Hugo no me lo habría dejado. Hemos arreglado las cosas, pero todavía están un poco frías.

 

ISRA: ¿De verdad crees que Hugo te lo habría negado?

 

MARTA: ¿Tú no?

 

ISRA: Por supuesto que no. Vale que las cosas entre vosotros no están como antes… pero Hugo te sigue queriendo muchísimo, y nunca te hubiese negado ayuda. Y lo sabes.

 

Los dos se quedan en silencio durante unos segundos, sin saber que decir.

 

ISRA: Me da la impresión de que lo único que haces es buscar excusas para justificar lo que hiciste. Porque en el fondo sabes que fuiste una cobarde, que te fuiste a la solución fácil.

 

MARTA: ¿Pedir dinero a mis amigos es una solución mucho más compleja?

 

ISRA: Puede que no. Pero al menos es más digna.

 

MARTA: Ya.

 

Marta suspira, intentando no perder la paciencia.

 

MARTA: Mira, si has venido a insultarme, creo que lo mejor será que te vayas. Ya suficiente tuve en el juicio, como para que ahora vengas tú a hacer lo mismo.

 

ISRA: Lo siento, Marta. De verdad. Pero es que me duele tanto lo que has hecho. Me has decepcionado tanto.

 

A la joven se le llenan los ojos de lágrimas.

 

MARTA: ¿Acaso crees que yo no me he decepcionado a mí misma? ¡Joder, me he prostituido! Y encima, gracias a eso, he perdido a mi hija y a mi mejor amigo. ¿Qué más me puede pasar?

 

ISRA: Ey, no.

 

Isra, arrepintiéndose de la actitud que ha tenido a lo largo de toda la conversación, abraza a su amiga.

 

ISRA: Lo de Esperanza no está todo perdido. Buscaremos un nuevo abogado, seguro que aún hay algo que hacer. Y respecto a mí… no me has perdido. Solo me decepcionaste, pero ya se me ha pasado, ¿vale? Soy tu amigo. Estoy aquí, y lo estaré siempre.

 

MARTA: Gracias Isra… muchas gracias.

 

Marta agarra con fuerza a su amigo, como si tuviese miedo de que se fuera. Tras unos segundos en silencio, empieza a besarle el pecho, para, poco a poco, empezar a subir al cuello.

 

ISRA: Marta…

 

MARTA: Ssh, calla. Lo estás deseando. Igual que yo. Lo noto.

 

La joven lleva una mano al paquete del pelirrojo, donde descubre, para su orgullo, que no está equivocada. A pesar de ello, Isra se intenta apartar, pero un leve apretón en el paquete a la vez que Marta introduce la lengua en su boca, es suficiente para que caiga en la tentación.

 

PISO DE EDU/ DORMITORIO DE EDU

 

Por la tarde, Edu continúa tumbado en su cama. Tiene mejor aspecto, pero tampoco mucho. La puerta se abre repentinamente dando paso a una preocupada Andrea y a un indiferente Hugo.

 

ANDREA: Carlos nos ha llamado… ¿cómo estás?

 

EDU: Bien. Le dije que no llamara a nadie, pero se empeño. No ha sido nada, solo un pequeño susto.

 

ANDREA: ¿Otro?

 

Edu está a punto de hablar, pero Hugo se le adelanta.

 

HUGO: Ya lo has oído, Andrea, está bien. Vámonos.

 

ANDREA: (Molesta) ¡Hugo!

 

EDU: Iros, no importa. Estoy perfectamente.

 

ANDREA: Yo no me pienso ir.

 

HUGO: Tú haz lo que quieras, pero yo me voy. Tengo muchas cosas que hacer.

 

Hugo sale de allí, y Andrea, incómoda, mira a su amigo.

 

ANDREA: Ahora vengo.

 

Andrea sale tras su amigo, y se asegura de que la puerta esté bien cerrada.

 

ANDREA: Hugo.

 

El joven se gira, suspirando.

 

HUGO: ¿Qué quieres?

 

ANDREA: ¿Qué cojones te pasa? ¿Te vas a ir así, sin más? ¿Sin decir nada?

 

HUGO: Yo no pinto nada aquí, Andrea.

 

ANDREA: ¿Cómo que no pintas nada aquí? Eres el tío al que quiere, claro que pintas.

 

Hugo se queda durante unos segundos en silencio, buscando las palabras adecuadas.

 

HUGO: ¿En serio no te das cuenta?

 

ANDREA: (Extrañada) ¿Darme cuenta de qué?

 

HUGO: Joder, desde que ha vuelto, no para de perseguirme para que le de otra oportunidad. Esto solamente es otra artimaña más para llamar mi atención y que vuelva a su lado.

 

ANDREA: Estás de coña, ¿no?

 

HUGO: ¿Me ves cara de estar bromeando?

 

ANDREA: Pero tío, ¿tú te escuchas? ¿Cómo cojones puedes ser tan egocéntrico?

 

HUGO: (Molesto) ¡¿Egocéntrico?! ¿En serio?

 

Hugo suspira, intentando no perder la paciencia.

 

HUGO: Mira, yo… me voy. Lo siento, Andrea, pero no quiero seguir con este juego. Lo mío con Edu se acabó, así que más vale que lo asuma antes de seguir haciendo el gilipollas.

 

Hugo se marcha de allí, mientras Andrea, tras estar unos segundos sin saber qué hacer, regresa al dormitorio de su amigo.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Lidia y Óscar están sentados en el sofá de siempre, tomándose unos refrescos. El joven permanece serio, mientras su novia le observa, preocupada.

 

LIDIA: ¿Vas a contarme en algún momento de esta vida qué es lo que te pasa?

 

ÓSCAR: (Extrañado) ¿Cómo dices?

 

LIDIA: Desde que volviste del pueblo en Navidades, estás súper raro, no sé, como si me evitaras… y tenéis mucha tensión también en casa. ¿Hay algún problema con Hugo?

 

Óscar se pone nervioso, aunque intenta disimularlo.

 

ÓSCAR: No, que va. Para nada. Nos llevamos estupendamente.

 

LIDIA: Pues eso espero, porque si te echa, a ver a dónde vas a ir a estas alturas del curso.

 

ÓSCAR: Tranquila.

 

Vuelven a quedarse en silencio.

 

LIDIA: ¿Te apetece que salgamos esta noche?

 

ÓSCAR: Pues la verdad es que no mucho.

 

LIDIA: (Molesta) ¿Ves cómo estás raro?

 

ÓSCAR: ¿Por qué? ¿Por no querer salir un día entre semana porque mañana tengo clase? Eso no es de ser raro, Lidia. Eso es de ser responsable.

 

LIDIA: Pues antes no lo eras tanto.

 

ÓSCAR: Antes quería impresionarte.

 

LIDIA: ¿Y ahora ya no?

 

Óscar suspira, intentando no perder la paciencia.

 

ÓSCAR: ¿De verdad tenemos que tener ahora esta conversación?

 

LIDIA: (Irónica) Oh, vaya, ¿ahora no te va bien? ¿Y cuándo cree el caballero que podremos tenerla?

 

ÓSCAR: No te enfades, Lidia.

 

LIDIA: No, claro que no me enfado.

 

La joven se levanta del sofá, indignada.

 

LIDIA: Ya me llamarás cuando creas que ha llegado el momento de hablar. Y por supuesto, invitas tú. Chao.

 

Lidia se marcha de allí mientras Óscar suspira, confundido por todo lo que le está pasando.

 

CASA DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ DORMITORIO DE HUGO

 

Ya es completamente de noche. Hugo está tumbado en la cama, solo con unos calzoncillos puestos, mientras Vicente se está vistiendo. Ninguno de los dos tiene buena cara.

 

VICENTE: No entiendo por qué no quieres que me quede a dormir. Estás de un raro últimamente…

 

HUGO: No estoy raro. Es solamente que tengo que estudiar, y si te quedas, me abstraigo.

 

VICENTE: ¿Tú estudiando? ¿En serio no se te ha ocurrido otra excusa mejor?

 

HUGO: No es ninguna excusa.

 

Vicente suspira, intentando no perder la paciencia, y se sienta en el borde de la cama de su novio.

 

VICENTE: Todo esto es por Edu, ¿verdad?

 

HUGO: (Extrañado) ¿De qué estás hablando?

 

VICENTE: ¿Te has enrollado con él?

 

HUGO: ¿Estás de coña?

 

VICENTE: No, Hugo. Te lo estoy preguntando en serio.

 

HUGO: No me he liado con él, ni voy a hacerlo, ¿vale? Entre Edu y yo ya no hay nada.

 

VICENTE: ¿Estás seguro?

 

HUGO: (Irónico) No, para nada. Es más, sé que mañana, a las diez y uno de la noche, nos acabaremos acostando.

 

VICENTE: (Molesto) Muy gracioso…

 

HUGO: Estoy harto ya de todo esto, Vicente. De tus inseguridades, de tus miedos… harto.

 

VICENTE: ¿Y cómo quieres que esté, si tengo que escuchar prácticamente a diario la preciosa historia de amor que hubo entre vosotros porque parece que tus amigos no saben hablar de otra cosa?

 

HUGO: Pero es que mis amigos son también sus amigos, y es normal… lo que me duele de verdad, Vicente, es que no confíes en mí.

 

VICENTE: Claro que confío en ti.

 

HUGO: No, no lo haces.

 

Al joven se le llenan los ojos de lágrimas.

 

HUGO: Y yo no puedo estar en una relación en la que la otra persona no confíe en mí.

 

VICENTE: Espera un segundo… ¿me estás dejando, o solo me estás dando un ultimátum?

 

Hugo baja la cabeza, avergonzado.

 

HUGO: Lo siento, Vicente, pero creo que ha llegado el momento de que tomemos caminos separados… desde que apareció Edu de nuevo en mi vida, tú no has vuelto a ser el mismo, y aunque tengo muy claros mis sentimientos hacia él, eso ha hecho que lo que siento hacia ti haya ido desapareciendo poco a poco.

 

VICENTE: O sea, que me estás dejando.

 

HUGO: Lo siento. De verdad.

 

VICENTE: Ya. Yo también.

 

Vicente, tras guardar silencio durante unos segundos, exhala un suspiro a la vez que se levanta de la cama.

 

VICENTE: Como quieras. Si pensabas que iba a arrastrarme pidiéndote otra oportunidad, estabas muy equivocado. Dale la enhorabuena a Edu de mi parte. Al final, resulta que me ha ganado.

 

El joven sale de allí dando un portazo, y dejando a Hugo bastante triste.

 

HUGO: ¡Mierda!

 

CALLES DE GIJÓN

 

Claudia echa la verja del Four y, tras asegurarse de haber cerrado correctamente, comienza a andar hacia su casa. Nada más girar la esquina, se encuentra con un joven de muy malas pintas.

 

CHICO: Buenas noches, ¿podrías darme un eurillo para poder comprarme un bocadillo, por favor?

 

CLAUDIA: Lo siento, no llevo suelto.

 

A la chica solo le da tiempo a dar un par de pasos más, hasta que nota algo metálico en su cuello y el desagradable aliento con olor a alcohol del chico en su nuca.

 

CHICO: Te lo he pedido por las buenas, y solo habría sido un euro… pero tú solita has decidido darme todo lo que llevas.

 

CLAUDIA: (Asustada) Déjame, por favor… ya te he dicho que no llevo nada suelto.

 

CHICO: Mejor. Los billetes me gustan más que las monedas.

 

CLAUDIA: Por favor…

 

La joven está a punto de echarse a llorar.

 

JAIME: (Off) ¡Ey! ¡Déjala en paz!

 

Ambos miran hacia el frente y ven a Jaime corriendo hacia allí, con un gran enfado reflejado en su cara.

 

CLAUDIA: Jaime…

 

CHICO: ¿Quién es ese?

 

JAIME: ¡¿Estás sordo?! ¡He dicho que la dejes!

 

Jaime llega a su altura, y cuando levanta el puño dispuesto a dar un puñetazo al atracador, éste, asustado, da dos pasos hacia atrás soltando a Claudia.

 

CHICO: Vale, vale, tío, tranquilo… ya me voy.

 

El joven sale corriendo de allí a la vez que Claudia, muerta de miedo y rompiendo a llorar, abraza a su salvador.

 

CLAUDIA: Joder Jaime, menos mal que estabas aquí. He pasado tanto miedo…

 

JAIME: Tranquila. Ya acabó todo.

 

Claudia sigue abrazada al joven, sin atreverse a separarse de él.

 

FACULTAD DE MEDICINA/ EXTERIOR

 

Mediodía del día siguiente. Isra sale de la facultad acompañado de un compañero, cuando, a cierta distancia, ve como Marta le está esperando en uno de los bancos.

 

ISRA: Nos vemos mañana. Chao.

 

El compañero del chico se despide de él con un movimiento de cabeza, e Isra, tras pensarlo durante unos segundos, se acerca a su amiga.

 

ISRA: ¿Qué haces aquí?

 

MARTA: Ayer te fuiste tan rápido, que no tuvimos tiempo de hablar.

 

ISRA: Ya, bueno… es que tengo los exámenes a la vuelta de la esquina, y muchos apuntes que pasar. Hoy igual, así que lo siento mucho, pero…

 

MARTA: (Interrumpiéndole) No te preocupes. Te acompaño a casa, y hablamos mientras tanto.

 

Isra sonríe forzadamente.

 

ISRA: Bien.

 

Los dos jóvenes empiezan a caminar, en silencio.

 

MARTA: Sobre lo que pasó ayer…

 

ISRA: (Interrumpiéndola) Escucha, Marta. Me duele mucho lo que has hecho, pero entiendo que fue por sacar adelante a Esperanza.

 

Marta siente como los ojos se le llenan de lágrimas.

 

MARTA: Es curioso. Justo lo que hice para sacarla adelante, es lo que me la ha quitado.

 

ISRA: Sabías a lo que te arriesgabas.

 

MARTA: (Suspira) Sí, supongo que sí.

 

Ambos vuelven a quedarse en un tenso silencio durante unos segundos.

 

ISRA: Pero lo que te iba a decir. A pesar de todo, yo… yo te quiero, Marta. Eres una de mis mejores amigas, y ayer te vi tan destrozada, que no pude negarte lo que me pediste.

 

MARTA: Isra…

 

ISRA: (Interrumpiéndola) Pero ya está, ¿vale? Pasó, pero no va a volver a suceder. Nunca. Seguiré siendo tu amigo, eso tenlo por descontado… pero entre nosotros no va a haber nada más. Es imposible.

 

Marta, intentando ocultar su decepción, esboza una forzada sonrisa.

 

MARTA: ¡Claro! Si yo venía a decirte precisamente lo mismo. Bueno, a eso y a pedirte disculpas por si te forcé a hacer algo que tú no quisieras.

 

ISRA: (Sonríe) Bueno, tampoco me pusiste una pistola en la cabeza.

 

MARTA: Eso es cierto.

 

Los dos amigos se ríen, divertidos, y luego vuelven a quedarse en silencio, incómodos.

 

ISRA: Me tengo que ir.

 

MARTA: Claro. Ya nos veremos.

 

ISRA: Hasta luego.

 

MARTA: Chao.

 

Isra se aleja de allí dejando a Marta sola, la cual siente como los ojos se le llenan de lágrimas.

 

CASA DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ SALÓN

 

Hugo está sentado en el sofá, comiéndose un plato de ensalada mientras ve la televisión, cuando escucha como alguien llega a casa. Óscar no tarda en aparecer por allí. Al ver al joven, se incomoda.

 

ÓSCAR: Hola…

 

HUGO: Hola, ¿qué tal en clase? ¿Muchos apuntes?

 

ÓSCAR: Bastantes. Si quieres luego te los paso.

 

HUGO: Te lo agradecería.

 

Óscar hace el amago de irse hacia su dormitorio, pero finalmente se lo piensa mejor.

 

ÓSCAR: Isra me ha dicho que has roto con Vicente.

 

HUGO: Aha. ¿Y?

 

ÓSCAR: Nada…

 

El joven se queda en silencio durante unos segundos, hasta que finalmente se sienta a su lado, suspirando.

 

ÓSCAR: Fue… ¿fue por lo que pasó?

 

HUGO: ¿El qué?

 

ÓSCAR: Sabes perfectamente de lo que te estoy hablando. No me hagas decirlo.

 

Hugo no puede evitar el esbozar una leve sonrisa.

 

HUGO: No. No fue por eso.

 

ÓSCAR: ¿Entonces? Pensaba que estabais bien.

 

HUGO: Pues ya ves que no.

 

ÓSCAR: ¿Estás seguro de que no fue por eso?

 

HUGO: ¿Qué te pasa? Llevas todas las Navidades sin querer hablar sobre ello, y ahora parece que lo estés deseando.

 

ÓSCAR: No, no es que lo esté deseando, es solo que… bueno, quiero que los dos estemos de acuerdo en que lo que pasó fue un error producto del alcohol, y que no va a volver a pasar.

 

HUGO: Está perfectamente claro, Óscar. Puedes estar tranquilo.

 

ÓSCAR: Bien. Me alegro.

 

Óscar se levanta del sofá.

 

ÓSCAR: Me voy al dormitorio a pasar los apuntes a limpio. Cuando los termine, te los llevo a la tuya.

 

HUGO: Perfecto, gracias.

 

Óscar se va, mientras Hugo recuesta su espalda sobre el sofá, suspirando.

 

PISO DE JAIME Y CARLOS/ COCINA-SALÓN

 

Ya por la tarde, Jaime saca un botellín de cerveza de la nevera cuando escucha como la puerta se abre. Al girarse, ve como Carlos la vuelve a cerrar.

 

JAIME: Hombre, benditos sean los ojos. Llevas todo el santo día fuera.

 

CARLOS: Tenía muchas cosas que hacer.

 

JAIME: ¿Quieres una?

 

Jaime señala la cerveza a su amigo mientras este se deja caer sobre el sofá.

 

CARLOS: Por favor.

 

Jaime saca otra de la nevera, y se sienta junto a su amigo, dándosela.

 

JAIME: Y bueno, ¿qué era todo eso que tenías que hacer?

 

CARLOS: Esta mañana he tenido clase, y he comido allí porque a las dos tenía que darle clases a un niño que tiene mañana examen de inglés.

 

JAIME: Bueno, tampoco ha sido para tanto, ¿no?

 

CARLOS: No lo sería si dentro de media hora no viniese otro chico para otras dos horas de clase.

 

JAIME: Ya… créeme, es peor lo que me pasó a mí anoche.

 

CARLOS: (Extrañado) ¿El qué?

 

JAIME: Intentaron atracar a Claudia.

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿Cómo? ¿Está bien?

 

JAIME: Sí, sí… fue solo el susto. Pero menos mal que pasé por allí justo en ese momento porque me había dejado el móvil en el bar, que si no, no sé qué habría pasado… creo que ahora mismo Claudia estaría en problemas, porque llevaba toda la recaudación del bar.

 

CARLOS: Joder…

 

JAIME: Pero bueno, ya está bien. La he acompañado esta mañana a poner la denuncia, y ya estaba mucho más tranquila.

 

CARLOS: A ver si la llamo luego…

 

JAIME: Sí, pero ahora hablemos de algo más importante.

 

CARLOS: Joder, no sé si voy a poder con tanta información.

 

JAIME: (Sonríe) Es sobre Andrea.

 

CARLOS: Vale, ya sé que no voy a poder.

 

Carlos se levanta del sofá, pero su amigo hace que vuelva a sentarse agarrándole del brazo.

 

JAIME: Escúchame, Carlos… tienes que hablar con ella.

 

CARLOS: ¿Para qué? Si ya sé lo que piensa y lo que siente por mí. No quiero volver a arrastrarme.

 

JAIME: No tienes ni idea.

 

CARLOS: ¿Has hablado con ella?

 

JAIME: Sí… bueno, no exactamente.

 

CARLOS: (Molesto) ¿Sí o no?

 

JAIME: Me preguntó por ti.

 

CARLOS: ¿Y qué?

 

JAIME: Pues que eso quiere decir que se preocupa por ti y por cómo estás, ¿no?

 

CARLOS: Andrea solo se preocupa de ella misma, y de echar un polvo como mínimo cada fin de semana.

 

JAIME: No digas chorradas, Carlos. Eso no es así, y lo sabes.

 

Carlos se queda unos segundos en silencio.

 

CARLOS: ¿Qué te preguntó exactamente?

 

JAIME: Que cómo estabas después de todo lo que había pasado.

 

CARLOS: Bueno, al menos parece que le queda un mínimo de conciencia.

 

JAIME: Carlos…

 

CARLOS: (Interrumpiéndole) No.

 

El joven se termina lo que le queda de cerveza de un solo trago, y se levanta bruscamente del sofá.

 

CARLOS: No quiero saber nada más de ella, ¿vale? Me ha humillado, me ha vapuleado… no quiero volver a tenerla más en mi vida. Nunca.

 

Carlos se dirige hacia su dormitorio cerrando de un portazo, mientras Jaime suspira, preguntándose si ha hecho bien.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Lidia y Hugo están sentados en el sofá de siempre, tomándose unos refrescos. Lidia mira a su amigo, con curiosidad, mientras éste da pequeños sorbos a su bebida.

 

LIDIA: Me alegro de haberte podido ver por fin. Desde que volví de las vacaciones, entre Óscar y tú parece que me hacéis el vacío.

 

Hugo está a punto de atragantarse con la bebida.

 

HUGO: ¿Por qué dices eso?

 

LIDIA: Óscar está súper raro, y no viene de ahora, sino que también lo estaba por teléfono estas Navidades… y a ti no hay quien te vea el pelo. Siempre estás liado para quedar, y encima no vienes a clase.

 

El joven se pone muy nervioso, aunque intenta disimularlo.

 

HUGO: Ya… es que estoy muy ocupado últimamente.

 

LIDIA: Ya veo, ya. ¿Irás mañana a clase?

 

HUGO: Sí, mañana creo que sí. Ya es hora.

 

LIDIA: Pues sí, la verdad.

 

Los dos amigos se quedan en silencio durante unos segundos.

 

LIDIA: ¿Cómo está Óscar en casa?

 

HUGO: Normal, como siempre. ¿Por qué?

 

LIDIA: Ya te he dicho que está muy raro últimamente. Creo que está pensando en dejarme.

 

HUGO: ¡No! ¿Por qué iba a hacer eso?

 

LIDIA: No sé… la verdad es que lo único que se me ocurre es que se haya enrollado estas Navidades con la novieta esta que tenía en el pueblo cuando vino a Gijón.

 

HUGO: Óscar no es así.

 

LIDIA: La verdad es que ya no sé cómo es. No me habla.

 

Hugo se queda en silencio. A pesar de sus esfuerzos por ocultarlo, se nota que está muy nervioso.

 

HUGO: A lo mejor está pasando una mala etapa y ya está. Pero dudo mucho que vaya a dejarte.

 

LIDIA: Desde luego que no va a hacerlo. No pienso consentirlo.

 

HUGO: Hombre, aunque no le creo, si es lo que pretende, tampoco vas a poder obligarle a estar contigo, ¿no?

 

LIDIA: Por supuesto que sí.

 

Ahora es Lidia la que se queda en silencio, meditando mucho lo que está a punto de decir.

 

LIDIA: Mira Hugo, no me gusta reconocer esto, pero la verdad es que le quiero. Y no puedo imaginarme una vida sin él, porque lo es todo para mí. Así que no le voy a obligar, pero pienso luchar con uñas y dientes para asegurarme de que se queda a mi lado.

 

Hugo esboza una forzada sonrisa, sin saber muy bien que decir.

 

LIDIA: Y bueno, cambiando radicalmente de tema… ¿cómo van las cosas en el mundo ideal con Vicente?

 

HUGO: Tú misma lo has dicho… es un mundo ideal.

 

LIDIA: Me alegro de que al menos a uno de los dos le vaya bien en el amor.

 

HUGO: Sí… y yo.

 

El joven continúa bebiéndose su refresco, sintiéndose mal por haber mentido a su amiga.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y LIDIA/ SALÓN

 

Ya por la noche, Andrea está sentada en el sofá, tomándose un batido de chocolate mientras ve una película, cuando ve a Claudia salir de su dormitorio, con un bonito vestido rojo y el pelo ondulado y recogido en un pequeño moño. Andrea deja escapar un silbido.

 

ANDREA: Joder, ¿a dónde vas así vestida?

 

CLAUDIA: Tengo una cita… ¿te gusta?

 

ANDREA: Joder, si fueras bollera, te me follaba aquí mismo.

 

CLAUDIA: (Divertida) Me lo tomaré como un sí.

 

Las dos amigas se ríen, divertidas.

 

ANDREA: Bueno, ¿y quién es el afortunado?

 

CLAUDIA: Jaime.

 

ANDREA: (Sorprendida) ¡¿Jaime?! ¿Nuestro Jaime?

 

CLAUDIA: Sí… ¿por qué te parece tan sorprendente?

 

ANDREA: Bueno, después de todo lo que pasó… quieras que no, tú fuíste la que le dijiste a Diego que él estaba robando en el bar, y por eso le despidieron. Pensaba que te guardaría un poco de rencor.

 

CLAUDIA: Puede que me lo guardase, pero ten en cuenta que también fui yo la que intercedí para que le volviesen a contratar, así que ya se le debería haber pasado.

 

Andrea no puede evitar el echarse a reír, ante la sorprendida mirada de su amiga.

 

CLAUDIA: ¿Qué pasa?

 

ANDREA: Jaime y tú… si no lo veo, no me lo creo.

 

CLAUDIA: No seas estúpida. Solo somos dos amigos que vamos a salir a cenar juntos, nada más.

 

ANDREA: Pero si antes has dicho que…

 

CLAUDIA: (Interrumpiéndola) Me tengo que ir. Mañana nos vemos. Chao.

 

Claudia se marcha, y Andrea no puede evitar el echarse a reír, divertida.

 

PARQUE “RUISEÑORES”

 

Lidia está sentada en uno de los bancos, con el móvil entre sus manos. Parece nerviosa, y el teléfono no tarda en empezar a sonar. Lo coge rápidamente.

 

LIDIA: Esperaba tu llamada… no, no quiero seguir con esto… lo siento… mira, no sé lo que te harían a ti, pero conmigo se están portando genial, y… no, no puedes hacer eso… por favor… ¿oye?... ¡¿oye?!

 

La joven cuelga el teléfono con los ojos llenos de lágrimas, desesperada.

 

CONTINUARÁ…