MANERAS DE VIVIR

 

ESC. MÚLTIPLES

 

Suena la canción “Vuelve”, de Álex Ubago.

 

Marta está elegantemente vestida con un traje negro y una camisa blanca, con su larga cabellera negra recogida en una coleta. Camina por el pasillo y entra al dormitorio de Esperanza. Ve que la niña duerme plácidamente en la cama, y la chica se apoya en el marco de la puerta, con una forzada sonrisa dibujada en su rostro.

 

Hugo y Óscar charlan animadamente sentados en el sofá de su casa, sin darse cuenta de que Isra les observa desde el pasillo, celoso.

 

Carlos mira, con tristeza, una fotografía en la que aparece junto a Andrea en la época en la que estaban juntos, mientras la joven hace el amor apasionadamente con un desconocido en su dormitorio.

 

Edu permanece tumbado en su cama, mientras el sol entra por los agujeros de la persiana. El joven se lleva las manos a la cabeza, indicando que siente un fuerte dolor en ella.

 

Lidia mete las fotografías que tenía de todo el grupo en una caja de zapatos, pero con una mueca de preocupación en su rostro.

 

Claudia y Jaime atienden a distintas personas en el “Four”, mientras entre ellos se lanzan miradas de complicidad.

 

PARQUE “RUISEÑORES”

 

Edu está sentado en uno de los bancos del parque, muy abrigado y con mala cara. Mira a su alrededor, nervioso, mientras no para de mirar la hora. No tarda en ver aparecer a lo lejos a Isra, que pronto llega hasta él.

 

ISRA: Buenos días.

 

EDU: (Sonríe) Hola. Gracias por venir…

 

ISRA: De nada… aunque podríamos haber quedado en algún sitio donde hiciese algo más de calor, ¿no? Me estoy helando…

 

EDU: ¿Nos vamos a tomar un café?

 

ISRA: Vale.

 

El rubio intenta levantarse del banco, pero pierde el equilibrio y vuelve a caer en él, ante el susto de Isra.

 

ISRA: Ey, ¿estás bien?

 

Edu esboza una forzada sonrisa, y agarra a su ex novio del brazo.

 

EDU: Sí, sí, tranquilo. Es solo que me faltan un poco de proteínas, pero nada que no se solucione a corto plazo.

 

ISRA: (Desconfiado) Ya…

 

Isra le ayuda a levantarse, y los dos empiezan a caminar, aunque Edu parece que no se atreve a soltar del brazo a su amigo. A la vez que comienzan su camino, empieza a nevar.

 

EDU: Yo… si te he metido tanta prisa, es porque necesitaba pedirte ya mismo disculpas por lo que te pedí la semana pasada. Fui un desconsiderado, un autentico gilipollas.

 

ISRA: (Sonríe) Sí, un poco sí.

 

EDU: La verdad es que no sé qué me pasa. Quiero muchísimo a Hugo y debería de alegrarme por verle tan feliz, pero lo único que siento es rabia y celos.

 

ISRA: A lo mejor es porque no son tan felices.

 

Edu mira a su amigo, sin entender muy bien lo que le está diciendo, pero antes de que pueda formular ninguna pregunta, cae desplomado al suelo, sobre la nieve que todavía cae.

 

ISRA: ¿Edu?

 

El chico, al no obtener respuesta, se agacha a su lado, muy preocupado y con los ojos llenos de lágrimas.

 

ISRA: ¡Edu!

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Chace Crawford, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Jessica Stroup

 

SPECIAL GUEST STAR

David Gallagher como EDUARDO ABRIL

 

Capítulo 80

Una Navidad de más

 

HOSPITAL GENERAL/ URGENCIAS

 

Edu abre los ojos poco a poco. Cuando está completamente despierto, se da cuenta de que está en una sala de hospital y de que la única persona que se encuentra junto a él es el doctor Antonio Martínez, que revisa su historial.

 

ANTONIO: Vaya, por fin te despiertas.

 

EDU: (Confundido) ¿Qué… qué ha pasado?

 

ANTONIO: Has perdido el conocimiento… ya sabes el por qué.

 

EDU: (Suspira) Sí…

 

Los dos se quedan unos segundos en silencio. Antonio mira fijamente a su paciente.

 

ANTONIO: ¿No crees que deberías contárselo a tu familia, o, si no quieres contárselo a ellos, a tus amigos?

 

EDU: Bueno, si creyera que tengo que hacerlo, se lo habría contado ya.

 

ANTONIO: Mira Eduardo, sé que por lo que estás pasando es muy duro, es muy difícil hacerte a la idea de lo que sabes que tarde o temprano llegará. Y no es necesario que lo pases solo. Tus amigos, tu familia, pueden estar a tu lado, ayudarte cuando lo necesites… puedes apoyarte en ellos. Estas cosas es mejor pasarlas con mucha gente alrededor.

 

EDU: Con que solo lo pase mal uno, ya es suficiente.

 

ANTONIO: Eso te honra, pero… yo no puedo obligarte, ni les puedo decir nada. Solo te estoy dando un consejo desde mi propia experiencia. No eres a la primera persona que veo en esta situación.

 

Edu se queda pensando durante unos segundos, hasta que finalmente suspira.

 

EDU: Ya, lo que sea. ¿Cuándo me voy a poder ir a casa?

 

ANTONIO: (Suspira) Enseguida te traigo el alta.

 

EDU: Gracias.

 

Antonio sale de allí, y es entonces cuando se encuentra cara a cara con Isra, descubriendo que lo ha escuchado todo. Se miran en silencio durante unos segundos, hasta que el médico baja la cabeza y continúa su camino dejando al pelirrojo solo, muy preocupado.

 

PISO DE JAIME Y CARLOS/ SALÓN

 

Carlos está sentado en el sofá, tomándose el café de la sobremesa mientras se ríe divertido por lo que está viendo en la televisión, cuando la puerta se abre dando paso a Jaime, que le mira, extrañado.

 

JAIME: Vaya, me alegro de ver que ya estás mucho mejor.

 

CARLOS: ¿Por qué iba a estar mal?

 

Jaime cierra la puerta y se acerca al sofá, pero no se sienta.

 

JAIME: Hombre, teniendo en cuenta lo que te pasó con Andrea, y como habías estado éstos días…

 

CARLOS: Simplemente fue un rechazo. Esas cosas se terminan superando.

 

JAIME: Sí, ¿pero de un día para otro con lo afectado que estabas?

 

El joven esboza una orgullosa sonrisa.

 

CARLOS: Es que he estado pensando. No me voy a quedar de brazos cruzados, ¿sabes? La quiero, y voy a luchar por ella, porque sé que en el fondo siente lo mismo. Sé que volveremos a estar juntos.

 

JAIME: (Sorprendido) Joder, si me dicen ayer que te voy a escuchar decir eso, no me lo creo. De todos modos, me alegro. Tienes razón, Andrea sigue coladita por tus huesos… y no entiendo por qué te rechazó.

 

CARLOS: Porque está acojonada.

 

JAIME: ¿Acojonada?

 

CARLOS: Sí. Andrea no está acostumbrada a relaciones de pareja serias, y por eso fracaso la nuestra, y por eso ahora tiene miedo de que volvamos a hacerlo.

 

JAIME: Bueno, pues si estás en lo cierto, lo tienes difícil.

 

CARLOS: Pero no imposible. Esta tarde voy a comprarle un regalo… y en ese momento, cuando se lo de, no podrá decir que no.

 

Carlos sonríe a su amigo, que no puede evitar el echarse a reír, divertido.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Ya por la tarde, Hugo, Óscar y Lidia están sentados en el mismo sofá de siempre. Miran unos panfletos, en silencio mientras se beben unos refrescos, cuando Marta aparece por allí bastante estresada, con Esperanza en brazos.

 

MARTA: Buenas tardes.

 

HUGO: Ey, ¿qué haces aquí? Pensaba que habías quedado con tu abogado.

 

MARTA: Sí, pero ya hemos hablado todo lo que teníamos que hablar, y me estaba agobiando en casa.

 

Marta se sienta junto a sus amigos, y Claudia no tarda en acercarse a ellos.

 

CLAUDIA: Hola Marta, ¿qué te pongo?

 

MARTA: Una tila, por favor.

 

CLAUDIA: ¿Nerviosa?

 

MARTA: (Molesta) Bastante, ¿algún problema?

 

CLAUDIA: No, ninguno… ahora mismo te la traigo.

 

MARTA: Gracias.

 

Claudia se aleja de allí, mientras Hugo, Óscar y Lidia miran extrañados a su amiga.

 

HUGO: ¿Qué ha sido eso?

 

MARTA: ¿El qué?

 

LIDIA: Has estado súper borde.

 

MARTA: Sí, lo sé. Es que estoy histérica. Mañana es el juicio por la custodia de Esperanza, y… la verdad, estoy acojonada.

 

ÓSCAR: Bah, no te preocupes. Seguro que te la dan a ti.

 

HUGO: Por supuesto, ¿cómo se la van a dar a Jorge? Salió por patas en cuanto se enteró de que estabas embaraza.

 

MARTA: Ya, pero ha madurado. Es otro hombre, tiene un buen trabajo, pareja estable, una casa… y yo no tengo nada de eso. Por no tener, no tengo ni el bachillerato.

 

LIDIA: ¿Eso qué más da? El que es un hijo de puta, lo es siempre, y ese chico claramente lo es, aunque yo no llegase a conocerle.

 

HUGO: Lo es, que yo sí que lo conocí.

 

LIDIA: Pues entonces ya está. No tienes de que preocuparte.

 

MARTA: No estaría yo tan segura.

 

HUGO: ¿Pero por qué? ¿Pasa algo?

 

La joven se queda unos segundos pensando, hasta que finalmente se levanta, suspirando.

 

MARTA: ¿Sabéis? Todavía tengo unas cosas que hacer, lo había olvidado.

 

HUGO: Pero…

 

MARTA: (Interrumpiéndole) Decidle a Claudia que lo siento, y que le pagaré la tila en otro momento. Chao.

 

Marta se marcha de allí, mientras sus tres amigos siguen sin salir de su asombro.

 

ÓSCAR: No la conozco mucho, pero… ¿no estaba un poco rara?

 

HUGO: (Preocupado) Sí…

 

LIDIA: ¿Y qué más da? Quiero decir, si no nos lo ha contado, es porque no era nada importante, ¿así que por qué no seguimos mirando los restaurantes? La cena es mañana, y como no tengamos sitio para ir, podemos ser quemados en el patio por el resto de la clase.

 

ÓSCAR: Tiene razón.

 

HUGO: Sí…

 

Óscar y Lidia continúan mirando los panfletos, mientras Hugo no puede evitar el seguir preocupado.

 

PISO DE EDU/ DORMITORIO DE EDU

 

Comienza a anochecer, y Edu está tumbado en su cama, con la mirada perdida en algún punto del dormitorio. Parece muy cansado a la vez que triste. La puerta se abre repentinamente dando paso a Isra, que lleva un tazón entre sus manos. Se sienta en el borde de la cama de su amigo, tendiéndoselo.

 

ISRA: Es leche. Tómatela, te sentará bien.

 

Edu esboza una forzada sonrisa mientras se reincorpora, no sin esfuerzos.

 

EDU: Gracias, pero no te tendrías que haber molestado. Si tienes cosas que hacer márchate, no pasa nada… mi madre debe de estar a punto de llegar.

 

ISRA: No te preocupes. Me quedaré hasta que vuelva.

 

EDU: De verdad, no hace falta. Estoy bien.

 

ISRA: No lo creo.

 

EDU: Solo estoy un poco cansado. Nada que no se arregle durmiendo un poco.

 

El pelirrojo suspira, intentando no perder la paciencia.

 

ISRA: No sigas mintiéndome, Edu. Sé que te pasa algo más.

 

EDU: (Extrañado) ¿De qué estás hablando?

 

ISRA: Te he escuchado antes hablando con el médico. Sé que nos estás ocultando algo, y quiero saber lo que es.

 

Edu se queda muy sorprendido ante las palabras del joven, pero justo cuando va a responder, escuchan como alguien llega a casa.

 

MÓNICA: (Off) ¡Edu! Ya estoy en casa.

 

EDU: ¡Estoy en la habitación, mamá!

 

Isra parece bastante decepcionado, y la puerta no tarda en abrirse dando paso a la madre del joven. El pelirrojo esboza una forzada sonrisa.

 

ISRA: Hola Mónica.

 

MÓNICA: ¡Isra! ¡Cuánto tiempo sin verte, que sorpresa! ¿Cómo va todo?

 

El joven se levanta, sin borrar la falsa sonrisa de su cara, y le da dos besos.

 

ISRA: Pues no me puedo quejar, ¿tú qué tal?

 

MÓNICA: Pues también muy bien, la verdad… ¿quieres tomar algo? Seguro que este vago no te ha ofrecido nada.

 

ISRA: No, no te preocupes. Sí que me lo ha ofrecido, pero lo cierto es que me tengo que ir ya. Me alegro de verte, Mónica.

 

MÓNICA: Y yo.

 

Se dan dos besos de nuevo.

 

MÓNICA: A ver si ahora que ha vuelto Edu, os voy viendo más.

 

ISRA: Seguro que sí. Y tío, tú y yo tenemos una conversación pendiente, acuérdate. Chao.

 

Isra se marcha de allí, y Mónica mira extrañada a su hijo.

 

MÓNICA: ¿De qué tenéis que hablar? ¿Habéis vuelto?

 

EDU: (Molesto) No, mamá, no hemos vuelto, y de lo que tenemos que hablar es de cosas privadas, así que no te metas.

 

MÓNICA: Vale hijo, tampoco te pongas así… por cierto, ¿qué estás haciendo en la cama?

 

EDU: Estoy cansado.

 

MÓNICA: ¿A estas horas? Haz el favor de levantarte, y venir a ayudarme con la cena.

 

EDU: Pero…

 

MÓNICA: (Interrumpiéndole) Pero nada… ¡vamos!

 

Mónica sale de allí, mientras Edu, tras pensar durante unos segundos, se levanta con gran esfuerzo, pero pronto vuelve a caer sobre la cama, llevándose las manos a la cabeza.

 

HOSPITAL GENERAL/ SALÓN DE ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS

 

Claudia llega a la sala, ajetreada, y suspira decepcionada cuando comprueba que todo el mundo se empieza a levantar, dando por terminada la reunión. Una de sus compañeras se acerca a ella, sonriendo, mientras el resto se pone sus abrigos.

 

CHICA: A buenas horas.

 

CLAUDIA: Ya, es que había mucho trabajo y no he podido venir antes.

 

CHICA: Bueno, mientras no se convierta en costumbre…

 

CLAUDIA: Tranquila.

 

La joven parece buscar a alguien con la mirada, hecho que no pasa desapercibido para su compañera.

 

CHICA: No ha venido.

 

CLAUDIA: ¿Quién?

 

CHICA: Suso.

 

Claudia se pone nerviosa, aunque intenta disimularlo.

 

CLAUDIA: Oh, no… no le estaba buscando a él.

 

CHICA: Ya… de todos modos, para por si acaso te interesa… creo que deberías de saber que no va a volver.

 

CLAUDIA: (Extrañada) ¿Cómo que no va a volver?

 

CHICA: Por lo que he oído, se ha cambiado de asociación. No le volveremos a ver por aquí.

 

La joven mira a su compañera, impactada.

 

CLAUDIA: ¿Hablas en serio?

 

CHICA: Sí…

 

Las dos se quedan en silencio durante unos segundos, incómoda.

 

CHICA: ¿Has tenido algo que ver tú en lo de que se haya ido?

 

CLAUDIA: (Nerviosa) ¿Yo? ¿Por qué?

 

CHICA: Bueno, se os veía muy juntos, y… no sé, hay rumores.

 

CLAUDIA: ¿Qué clase de rumores?

 

CHICA: Bueno, ya sabes… que estáis juntos y esa clase de cosas.

 

CLAUDIA: ¿De verdad?

 

CHICA: Sí, pero no te preocupes. Sabemos que no son ciertos, pero aún así Suso ha preferido marcharse para que no tengáis que soportar los cuchicheos si se diera el caso.

 

Claudia mira a la joven, sin saber que decir.

 

CASA DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ COCINA

 

Un nuevo y lluvioso día amanece en la ciudad. Hugo se está tomando una taza de café en la cocina, todavía en pijama, cuando Óscar aparece por allí solo llevando unos calzoncillos.

 

ÓSCAR: Buenos días.

 

HUGO: Hola.

 

El joven empieza a prepararse un café, mientras Hugo no puede evitar el mirar su cuerpo semidesnudo, aunque el joven no se da cuenta.

 

ÓSCAR: ¿Al final vendrás a la cena de esta noche?

 

HUGO: La verdad es que no tengo muchas ganas. Anoche volví a discutir con Vicente, y me gustaría quedar con él.

 

ÓSCAR: ¿Por qué seguís juntos?

 

HUGO: (Extrañado) ¿Perdona?

 

ÓSCAR: No me malinterpretes. Se ve que es un tío de puta madre, pero… lo cierto es que a ti no se te ve nada feliz.

 

HUGO: Pues te equivocas. Si no fuera feliz, no seguiría con él.

 

ÓSCAR: Ya, ya lo sé, y sé que no es asunto mío, pero…

 

Óscar se queda callado, ante la impaciencia de Hugo.

 

HUGO: ¿Pero qué?

 

El joven sonríe forzadamente.

 

ÓSCAR: ¿Sabes? No creo que sea asunto mío. Solo te digo que no pierdas el tiempo, y…

 

HUGO: (Interrumpiéndole) Espera un segundo… ¿tú me vas a decir a mí que no pierda el tiempo? Si no recuerdo mal, eres precisamente tú el que se va escondiendo de su novia.

 

ÓSCAR: Sabes que eso fue por un tema concreto que ya está solucionado.

 

HUGO: Fuera por lo que fuese, la cosa es que te escondiste.

 

ÓSCAR: Mira, ya te he dicho que no es asunto mío, ¿vale? Así que eso tampoco es asunto tuyo. No somos amigos, somos compañeros de piso, y de clase, así que tú a lo tuyo y yo a lo mío. No quiero discutir.

 

Óscar se marcha de allí dejando a Hugo solo, sin oportunidad de responderle.

 

HUGO: (Susurrando) No, si yo… tampoco quería discutir…

 

JUZGADOS DE GIJÓN/ PASILLOS

 

Marta, nerviosa, está sentada con Esperanza en su regazo, y a su lado está su abogada, la cual mira unos papeles de última hora. La joven no para de mirar hacia el ascensor, pero no aparece nadie que conozca.

 

ABOGADA: Seguro que no me has ocultado nada, ¿verdad? No me gustaría llevarme una sorpresa allí dentro.

 

MARTA: Tranquila.

 

ABOGADA: No, si la que tiene que estar tranquila eres tú, que con ese tembleque de pierna, me estás poniendo histérica hasta a mí.

 

Marta esboza una forzada sonrisa mientras intenta controlar su pierna, y la mujer consulta su reloj.

 

MARTA: Perdona.

 

ABOGADA: Deberíamos de ir entrando. Siento lo de tu amigo, pero el juez no creo que esté dispuesto a esperar mucho más.

 

MARTA: Pero…

 

La joven se queda callada justo en el momento en el que se abre la puerta del ascensor e Isra sale de él, corriendo hacia ellas.

 

MARTA: ¡Isra! ¡Has venido!

 

ISRA: Claro que he venido. Perdona el retraso, pero es que a Hugo le ha salido un contratiempo de última hora y no ha podido acercarme, así que me he tenido que coger el bus.

 

Marta la abraza, contenta, mientras su abogada se levanta.

 

ABOGADA: ¿Entonces podemos entrar de una vez?

 

MARTA: Sí, entremos.

 

Marta e Isra se cogen de la mano, y los tres juntos, entran en la sala.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Ya es por la tarde, y Claudia está tras la barra, pasando las hojas de una revista a la cual no parece estar prestándole mucha atención, cuando Jaime aparece por allí y se sienta en una de las butacas.

 

JAIME: ¿Se sabe algo del juicio?

 

Claudia sigue sumergida en sus pensamientos, como si no hubiese escuchado a su compañero.

 

JAIME: ¿Claudia?

 

Sigue sin obtener respuesta, por lo que el joven opta por poner su mano sobre la revista, evitando así que siga pasando hojas y llamando por fin su atención.

 

CLAUDIA: ¿Qué coño estás haciendo?

 

JAIME: ¿Se sabe algo del juicio de Marta?

 

CLAUDIA: Aún no.

 

JAIME: Vale, ¿y ahora me vas a contar lo que te pasa?

 

CLAUDIA: Joder, que puta manía… ¿por qué me tiene que pasar algo? Parece que si estoy bien, os quito un trozo de vida.

 

JAIME: Bueno… solo hay que escucharte hablar para darse cuenta de que algo te pasa.

 

CLAUDIA: Pues no me pasa nada, ¿vale? Y por cierto, tienes el día libre. Esta tarde me quedo yo también.

 

JAIME: (Sorprendido) ¿No vas a ir a la reunión?

 

CLAUDIA: Hoy no hay, se ha cancelado.

 

JAIME: ¿Y eso?

 

CLAUDIA: Al parecer, el monitor o como quiera que se llame, tenía otras cosas mejores que hacer.

 

JAIME: Bueno, entonces aprovecha, y tómate la tarde libre. Haz esas cosas que hace tiempo que no haces.

 

CLAUDIA: Necesito trabajar, Jaime. No puedo quedarme toda la tarde sola en casa.

 

JAIME: Pues sal. Puedes ir de compras, venir aquí a tomarte algo y así me haces un poco de compañía…

 

CLAUDIA: Por favor, Jaime…

 

Jaime se queda pensando durante unos segundos, hasta que finalmente suspira.

 

JAIME: ¿Has hablado con Diego?

 

CLAUDIA: No te preocupes por eso.

 

JAIME: Está bien, ven tú esta tarde… pero con la condición de que me dejes venir a las doce para ayudarte a hacer la caja.

 

CLAUDIA: (Sonríe) Está bien. Nos vemos a las doce.

 

JAIME: Muy bien.

 

Jaime se levanta de la butaca.

 

JAIME: Y por cierto, cuando se sepa algo del juicio de Marta, avisadme, ¿vale? Isra seguro que no se acuerda de llamarme a mí, nunca me tiene en cuenta…

 

Claudia esboza una falsa sonrisa.

 

CLAUDIA: No te preocupes, yo te llamaré.

 

JAIME: Vale. Hasta luego.

 

CLAUDIA: Chao.

 

Jaime se marcha de allí mientras Claudia vuelve a pasar las hojas de las revistas, sumergiéndose de nuevo en sus pensamientos.

 

JUZGADOS DE GIJÓN/ PASILLOS

 

Ya por la tarde, la gente no para de ir de un lado a otro. De pronto las puertas de la sala número tres se abren, y Marta sale llorando de allí, seguida de su abogada.

 

MARTA: No me lo puedo creer…

 

ABOGADA: No, ni yo… ¿cómo no me habías contado nada?

 

MARTA: ¡Mierda!

 

La abogada coge del brazo a la joven, evitando así que siga avanzando.

 

ABOGADA: Tendrías que habérmelo contado, Marta. Si lo hubieras hecho, habríamos encontrado una manera de hacerle frente, pero así… así es imposible.

 

MARTA: ¡Cállate!

 

Marta se gira hacia la mujer, dispuesta a seguir gritando, pero justo en ese momento ve salir a Isra de la sala, con la cara descompuesta.

 

MARTA: Isra…

 

ISRA: Dime que no es verdad, Marta.

 

MARTA: (Nerviosa) Yo…

 

ISRA: Dime que es mentira. Que no te has estado prostituyendo, que no es de eso de lo que sacabas tanto dinero. Por favor, Marta, dímelo. Sí me dices que no, te voy a creer. Pero dilo.

 

MARTA: Isra, yo no sé…

 

ISRA: (Interrumpiéndola) Dímelo.

 

Marta está a punto de hablar, pero sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas y baja la cabeza, avergonzada.

 

MARTA: Lo siento…

 

ISRA: Joder… ¡joder!

 

MARTA: Isra, escúchame…

 

ISRA: Vete a la mierda.

 

El joven se marcha de allí, y las lágrimas empiezan a recorrer el rostro de Marta.

 

ABOGADA: (Suspira) Mira, siento todo lo que ha pasado… pero si hemos perdido la custodia, ha sido por tu culpa. Te pasaré mis honorarios la semana que viene. Chao.

 

La mujer también se va dejando a Marta sola, que rompe a llorar de nuevo desconsoladamente, aunque los disgustos para ella no terminan ahí; justo en ese momento, Jorge sale de la sala del juicio, con una sonrisa de oreja a oreja.

 

JORGE: Vaya, vaya… te hemos destrozado, ¿eh?

 

MARTA: Hijo de puta…

 

JORGE: Lo sé. Mañana me pasaré a buscar a Esperanza, así que espero que tengas todo preparado. Por la tarde sale el avión a Alemania.

 

MARTA: ¿Te la vas a llevar?

 

JORGE: Por supuesto. ¿Qué pensabas que iba a hacer? ¿Dejarla aquí para que una puta cualquiera pudiera verla cuando le viniese en gana? No sueñes…

 

Jorge se marcha, y Marta siente como le falta el aire, por lo que se ve obligada a sentarse en uno de los bancos del pasillo, sin dejar de llorar.

 

RESTAURANTE “DOCE ROSAS”/ INTERIOR

 

Una veintena de jóvenes están sentados en una enorme mesa, mientras comen. Todos charlan entre todos, y Lidia, Hugo y Óscar, sentados en uno de los extremos, se miran cómplices.

 

LIDIA: Al final hemos acertado con el sitio de la cena, ¿eh?

 

HUGO: Eso parece. Se están poniendo todos como cerdos.

 

Los tres se ríen, divertidos.

 

ÓSCAR: ¿Luego dónde vamos a ir?

 

LIDIA: Ya veremos. Lo decidiremos entre todos, supongo… aunque yo si puedo imponer ir a la discoteca que han abierto nueva, lo hago.

 

HUGO: Faltaría más.

 

Lidia se ríe.

 

HUGO: Yo la verdad es que creo que me iré a casa. Estoy cansado, y no tengo muchas ganas de fiesta.

 

LIDIA: ¿Cómo qué te irás a casa? De eso nada, monada. Tú con nosotros a vivir la fiesta.

 

ÓSCAR: Eso, eso. Olvídate de Vicente por una noche, y diviértete.

 

HUGO: (Suspira) Esto de vivir contigo es un asco.

 

LIDIA: ¿Habéis vuelto a discutir? ¿Qué ha pasado ahora?

 

HUGO: Nada, no quiero hablar sobre el tema.

 

LIDIA: Vale, pero entonces tendrás que salir aunque sea un ratito.

 

Hugo sonríe forzadamente.

 

HUGO: Bueno, me lo pensaré.

 

LIDIA: (Sonríe) ¡Bien!

 

Hugo se aproxima al oído de Óscar, que también ha sonreído cuando ha escuchado la última frase de su compañero de piso.

 

HUGO: (Susurrando) Por cierto, la pierna que llevas tocando toda la noche es mía, no de Lidia.

 

ÓSCAR: (Avergonzado) ¿Qué? Oh… lo… lo siento. No me había dado cuenta.

 

El rubio se ríe, divertido, aunque Lidia no se ha enterado de nada porque ya se ha puesto a hablar con otra compañera.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y LIDIA/ RECIBIDOR

 

Andrea, muy arreglada, busca las llaves por la mesita del lugar, nerviosa. Cuando las encuentra abre la puerta, encontrándose, ante su sorpresa, con Carlos, el cual estaba a punto de llamar al timbre. Cuando ve a su ex novia, esboza una sonrisa.

 

CARLOS: Me alegro de encontrarte en casa.

 

ANDREA: La verdad es que me iba ya. Claudia y Lidia no están.

 

La joven sale al rellano, y cierra la puerta.

 

CARLOS: En realidad he venido a verte a ti.

 

ANDREA: (Extrañada) ¿Para qué?

 

CARLOS: Somos amigos, ¿no?

 

ANDREA: Sí, pero… ¿a estas horas? ¿En serio?

 

CARLOS: Tenía algo que decirte.

 

ANDREA: Pues dispara, porque he quedado en cinco minutos y ya llego tarde.

 

CARLOS: Ya, ese es el tema. Como no encontraba las palabras adecuadas y quería hacer algo especial, he pensado en esto.

 

Carlos se arrodilla ante la joven mientras se saca la caja del anillo del bolsillo, y ésta no entiende nada.

 

ANDREA: ¿Qué estás haciendo?

 

El chico sonríe mientras abre la caja.

 

CARLOS: Sé que todavía somos jóvenes, pero… ¿me harías el honor de ser mi prometida durante los tres o cuatro próximos años, hasta que tengamos dinero para poder casarnos?

 

Andrea mira a su ex novio con la boca abierta, sin saber que decir.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

El local está completamente a oscuras, y aparentemente vacío. Jaime abre la puerta con sus llaves, extrañado, y, una vez dentro, la vuelve a cerrar. Mira a su alrededor.

 

JAIME: ¿Claudia?

 

El joven enciende las luces y empieza a andar.

 

JAIME: Claudia, ¿estás aquí?

 

CLAUDIA: (Off) ¡En el almacén!

 

Jaime se dirige hacia allí rápidamente, preocupado. Cuando llega, ve a Claudia sentada en el suelo con una botella de ron casi vacía entre sus manos, y riéndose descontroladamente.

 

JAIME: ¿Qué estás haciendo?

 

CLAUDIA: Lo echaba de menos.

 

JAIME: Joder… anda, dame esa botella.

 

CLAUDIA: ¡No!

 

La protege, como si fuera un tesoro.

 

JAIME: Claudia, por favor.

 

CLAUDIA: Bueno, está bien. Total, ya he conseguido emborracharme, que es lo que quería.

 

La joven le da la botella a Jaime, que la deja en una de las estanterías justo antes de sentarse con ella.

 

JAIME: ¿Y por qué querías emborracharte, con todos los avances que habías hecho?

 

CLAUDIA: Todo el mundo se aleja de mí.

 

JAIME: (Extrañado) ¿Quién se ha alejado de ti?

 

CLAUDIA: Todos. Desde que saben que soy una borracha, todo el mundo está distante conmigo. Ni siquiera Carlos quiere saber nada de mí. Ya me rechazan hasta los demás borrachos.

 

JAIME: No digas tonterías… deberíamos ir a casa, y te das una ducha mientras te preparo un café.

 

CLAUDIA: Solo tú estás siempre ahí, a pesar de todo lo que te hice. Eres el mejor.

 

JAIME: Todos estamos ahí.

 

CLAUDIA: Y además de ser el mejor, eres muy guapo.

 

JAIME: (Incómodo) Claudia, creo que será mejor que…

 

Claudia se acerca al joven intentando besarle, pero debido a sus torpes movimientos, él se aparta justo a tiempo.

 

JAIME: ¡Claudia!

 

Ve como los ojos de su compañera se llenan de lágrimas.

 

CLAUDIA: No me rechaces tú también, Jaime… por favor… no lo hagas.

 

Jaime mira a Claudia. Le inspira una gran ternura y, tras dudar unos segundos, acerca sus labios a los de la joven. Lo que ha empezado como un beso lleno de delicadeza, pronto se convierte en una lucha de lenguas.

 

JAIME: Vamos a tu piso.

 

CLAUDIA: ¿Para qué vamos a perder el tiempo?

 

Claudia se quita la camiseta antes de seguir besando al joven.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y LIDIA/ RELLANO

 

ANDREA: ¿Estás loco?

 

CARLOS: Nos queremos, Andrea… di que sí.

 

ANDREA: Definitivamente, te falta un hervor.

 

CARLOS: Andrea…

 

ANDREA: Olvídalo, ¿vale? Olvídalo.

 

Andrea se marcha rápidamente de allí dejando a su ex novio solo, que siente como los ojos se le llenan de lágrimas.

 

CASA DE HUGO, ISRA Y ÓSCAR/ JARDÍN

Hugo y Óscar llegan a casa. Mientras el primero parece estar en perfectas condiciones, su compañero de piso todo lo contrario. Cierran la puerta.

 

HUGO: Deberías de haberte quedado. Con la felicidad que llevas, dudo que realmente te quisieras venir a casa.

 

ÓSCAR: Quería venirme contigo.

 

HUGO: (Sonríe) Mira que eres… haciendo méritos para que no te eche de casa, ¿eh?

 

ÓSCAR: Exacto.

 

Los dos se ríen, divertidos, hasta que Óscar se queda mirando fijamente la piscina.

 

ÓSCAR: Vamos a bañarnos.

 

HUGO: (Sorprendido) ¿Qué? ¿Estás mal de la cabeza? Está helando.

 

ÓSCAR: ¿Qué pasa? ¿No hay huevos?

 

HUGO: No vayas por ahí…

 

ÓSCAR: ¡Pero tiene que ser desnudos!

 

Óscar se quita la ropa inmediatamente y corre hacia la piscina, sin dudar en tirarse. Hugo le sigue hasta el borde, sin poder parar de reír.

 

HUGO: Estás loco.

 

Óscar saca la cabeza del agua, acercándose al borde donde se encuentra su compañero.

 

ÓSCAR: No está fría.

 

HUGO: No insistas, porque no me voy a meter.

 

ÓSCAR: Eso lo veremos.

 

Sin dar tiempo a que el joven reaccione, Óscar le coge de la pierna y le tira al agua, sin parar de reír. Cuando Hugo saca la cabeza intenta parecer enfadado, aunque no lo consigue.

 

HUGO: Te vas a enterar.

 

El rubio se lanza a Óscar y le hace una ahogadilla. Óscar intenta devolvérsela, entre risas. Aunque no consigue hacerlo, le acorrala en un rincón.

 

HUGO: Tanto músculo… y al final no puedes con un flojucho como yo.

 

ÓSCAR: ¿Te gusta?

 

HUGO: (Extrañado) ¿El qué?

 

ÓSCAR: Los músculos.

 

HUGO: (Riendo) ¡No digas chorradas! Estás borracho.

 

ÓSCAR: Puede. ¿Pero sabes una cosa?

 

Óscar se acerca al oído del joven, justo como éste había hecho en la cena.

 

ÓSCAR: En la cena sabía perfectamente que no era la pierna de Lidia.

 

HUGO: (Asustado) ¿De qué estás hablando?

 

ÓSCAR: ¿Necesitas un croquis? Estoy hablando de esto.

 

El joven pasa sensualmente su pierna desnuda sobre la de Hugo bajo el agua.

 

HUGO: Óscar…

 

ÓSCAR: Calla.

 

Óscar besa a Hugo. Un beso lleno de ternura pero a la vez, de deseo.

 

HUGO: ¿Y Lidia?

 

ÓSCAR: Olvídate de Lidia. Y de Vicente. Ahora estamos aquí tú y yo. Solos. Y a punto de hacer lo que los dos deseamos hacer desde hace tanto tiempo.

 

HUGO: Estás borracho…

 

ÓSCAR: Por eso quiero aprovechar ahora.

 

Los dos se miran en silencio durante unos segundos. Hugo parece bastante confundido, pero termina besando al joven con una pasión que no había sentido antes.

 

ESC. MÚLTIPLES

 

Suena “Angelus” de Dover.

 

Andrea baila sensualmente en la pista de baile de una discoteca acompañada de una chica y un chico. Aunque estos dos parecen estar gozando, a la joven parece preocuparle algo.

 

Carlos pasea triste por las calles de la ciudad. Se para junto a una papelera, y saca el anillo de su bolsillo. Tras mirarlo durante unos segundos, con los ojos llenos de lágrimas, lo termina tirando.

 

Jaime y Claudia hacen el amor apasionadamente en el almacén del “Four”.

 

Marta dobla la ropa de Esperanza y la va metiendo en una maleta, mientras la niña duerme plácidamente. La joven no puede evitar el romper a llorar.

 

Isra está sentado en su cama, con el portátil en las piernas. Ha descubierto la página web en la que Marta anunciaba sus servicios.

 

Edu saca unas radiografías del cajón de su escritorio. Las pone a contraluz, y podemos ver una enorme mancha en el cerebro.

 

Lidia, en una discoteca, charla animadamente con sus compañeros de clase, sin sospechar que en otro punto de la ciudad, Hugo y Óscar continúan besándose apasionadamente en la piscina de su casa.

 

CONTINUARÁ…