MANERAS DE VIVIR

El reloj marca las cinco de la mañana. Lorena y Carlos se encuentran recogiendo el salón, hecho un asco, los dos solos. Permanecen en silencio, y la tensión que existe entre ambos se puede palpar, hasta que Lorena no puede más.

LORENA: ¿Piensas hablarme en algún momento?

CARLOS: La verdad es que no creo que haya demasiado que decir, ha quedado todo muy clarito.

LORENA: (Molesta) ¿Me estás diciendo que le vas a creer a él? ¡Por Dios Carlos, iba borracho!

CARLOS: Por eso mismo, Lorena… los borrachos y los niños nunca mienten.

Lorena se deja caer sobre el sofá, suspirando, indignada.

LORENA: En serio, Carlos, hay veces que no me explico como puedes ser tan tonto…

CARLOS: (Irónico) ¡Oh, pues mira a ver si me pasas algo de tu inteligencia!

LORENA: ¡Joder tío, fue el propio Jorge el que te amenazó con separarnos! ¿O es que acaso estoy equivocada?

CARLOS: Sí, me acuerdo perfectamente, Lorena. Pero no creo que se haya pegado tanto tiempo planeándolo, para acabar cascando una mentira tan vista ya.

LORENA: En serio, me parece ridículo que creas antes a una persona como Jorge, que a tu propia novia.

Carlos cada vez está más enfadado, y fuera de sus casillas.

CARLOS: ¿Sí? ¡Pues mira, a mí lo que me resulta ridículo es que sigas pensando que soy un puto gilipollas al que puedes engañar cuando te plazca!

LORENA: No creo que lo seas, Carlos… pero me duele tanto que desconfíes de mí…

CARLOS: Me has dado motivos más que suficientes para hacerlo, y lo sabes.

La chica se levanta, cada vez más ofendida.

LORENA: ¡Carlos, lo que no me termino de explicar es porque seguimos con esta maldita relación, si no existe una base de confianza entre nosotros!

CARLOS: ¡Pues sí, mira, por una vez tienes razón! ¡Esto ya no va a ninguna parte!

A Lorena se le llenan los ojos de lágrimas, ante la sorpresa del chico.

LORENA: ¿Me estás dejando?

CARLOS: (Extrañado) Pero Lorena, ¡si lo has dicho tú misma!

LORENA: No, Carlos… yo lo que decía es que tenemos que arreglar las cosas de una vez por todas, no podemos seguir así.

Carlos observa a la chica, y poco a poco empieza a calmarse.

CARLOS: Lo siento, Lorena… pero ya lo hemos intentado solucionar muchas veces, y no hemos conseguido nada. Creo que es mejor que lo dejemos definitivamente.

Lorena rompe a llorar, desconsolada, y el chico hace el amago de acercarse a consolarla, pero pronto se da cuenta de que no es buena idea.

LORENA: Carlos, yo te quiero…

CARLOS: Haber pensado en ello antes de follarte a Jorge…

La joven, completamente dolida por este último comentario, pega una bofetada a su novio.

LORENA: Tienes razón, Carlos… se acabó. Adiós.

La joven coge su bolso, y se marcha del piso rápidamente, sin esperar a que Carlos salga de su asombro.

Alberto y Hugo pasean por la calle, cogidos de la mano. Ya han dejado a Marta en su casa, y los dos andan en silencio, pero sintiéndose cómodos por el simple hecho de estar juntos.

ALBERTO: Bueno, pues al final no ha ido tan mal, ¿no?

HUGO: No… la verdad es que podría haber ido bastante peor.

ALBERTO: (Riendo) Ya te lo dije… tienes que empezar a hacerme algo de caso (Hugo se detiene, y mira a su novio, sonriente, el cual se queda extrañado) ¿Qué pasa?

HUGO: Que te quiero.

ALBERTO: (Riendo) Y yo a ti, tontorrón.

HUGO: No, en serio… gracias por todo, si no hubiera sido por ti, yo…

Alberto hace que el chico se calle posando uno de sus dedos en los labios del joven, para luego besarle apasionadamente.

CRÉDITOS: "MY PREROGATIVE" BRITNEY SPEARS
David Gallagher, Maggie Grace, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Emma Watson

Capítulo 22
A tu lado


Una nueva semana amanece en la ciudad. El cielo esta lleno de nubes, detonando cierta tristeza en el barrio. Jorge permanece apoyado en la pared, frente a la puerta de su clase, observando el interior. Su cara refleja cierta tristeza, hasta que Lorena se cuela en su visión, visiblemente enfadada.

LORENA: ¿Cómo puedes ser tan cerdo?

JORGE: (Irónico) Sí, yo también te deseo buenos días…

LORENA: ¡Mira tío, no me toques los cojones! ¿No te das cuenta de que me has jodido la vida?

Jorge mira a la chica, sorprendido.

JORGE: ¿Quién, yo? Te equivocas, Lorena. De eso te has encargado tu solita.

LORENA: ¿Pero como puedes ser tan cabrón? No has parado hasta que has conseguido lo que querías, y encima ahora tienes el valor de negarlo.

A la chica se le llenan los ojos de lágrimas, dolida.

JORGE: Y una vez más, vuelves a equivocarte. Si no querías que Carlos te dejara, no haberte acostado conmigo.

LORENA: Lo hice por ti, ¿sabes? Porque lo estabas deseando… ¡porque te corres nada más verme!

La poca gente que hay en los pasillos empiezan a mirarles, mientras susurran.

JORGE: (Ofendido) ¿Cómo puedes ser tan cínica? Ese día fuiste tú la que me buscastes... (Lorena va a hablar, pero el chico no se lo permite) Tú estás muy mal, tía. Estás loca.

Lorena se queda desconcertada por las últimas palabras del chico, el cual entra en clase.

LORENA: ¿Qué estoy loca? (Gritando) ¡Yo no estoy loca!

La joven da una fuerte patada a la pared, mientras deja caer su carpeta al suelo, haciendo que la gente que pasa por allí acelere el paso, asustada.

Laura y Edu caminan por los pasillos del instituto, casi desiertos, charlando. El rostro de ambos refleja cierta preocupación.

LAURA: Entonces, ¿ayer estuviste con Carlos? (El chico asiente) ¿y cómo está?

EDU: Pues imagínate… está destrozado. Son casi tres años de relación tirados por la borda…

LAURA: Al final le acabará perdonando… siempre lo hace. Las zorras tienen mucha suerte.

Edu ríe con el último comentario de su amiga.

EDU: Pues no te creas… esta vez parece que está completamente firme en no perdonarla. Y creo que es por eso por lo que está tan mal… porque sabe que ya no va a ser capaz de hacerlo, y, a pesar de eso, la quiere.

LAURA: Pues mira, no es por nada, pero me alegro. Ya era hora de que espabilase un poquito…

EDU: Sí… esta tarde me voy a pasar por el hotel, a ver como está y como le va en su nuevo curro… deberías venir conmigo.

LAURA: (Nerviosa) No, lo siento, pero no creo que sea buena idea…

EDU: Yo es que no te entiendo, Laura… siempre que Carlos tiene algún tipo de problema, tú te alejas en vez de ayudarle, no sé… ¿es alguna nueva modalidad de amiga?

Laura ríe, ante la pregunta del chico.

LAURA: No, no es eso… simplemente, sería incómodo.

EDU: (Extrañado) ¿Incómodo? ¿Incómodo por qué?

LAURA: Bueno, porque…

En ese momento, se cruzan con Hugo, que les mira mal, y la joven se queda callada. El chico pasa de largo, sin decirles nada.

EDU: (Molesto) ¿Pero este tío es gilipollas, o que coño le pasa? No sé como cojones puedo quererle tanto, en serio.

Laura ríe, divertida.

LAURA: ¿Ves? También hay cosas de ti que yo no entiendo, y no te someto a un interrogatorio de tercer grado.

EDU: ¡Ah! No, no, no, no vayas por ahí. ¿Por qué sería incómodo? Si al final conseguisteis arreglaros y solucionar todo, ¿no?

LAURA: Sí, pero no sé… bah, déjalo. Es una chorrada.

Los dos jóvenes llegan a la escalera, donde se paran.

EDU: Vale, yo no te voy a obligar a que me lo cuentes… pero si cambias de opinión, pásate. A Carlos le hará ilusión verte.

LAURA: No creo que me pase, pero lo pensaré. Nos vemos en el recreo, ¿no? (el chico asiente) Bueno, pues hasta luego.

EDU: Chao.

La joven sube las escaleras, mientras que su amigo sigue recto, camino al gimnasio del instituto.

Marta está sentada en su sitio de clase, repasando unos apuntes, cuando entra Hugo, y se agacha frente a ella.

HUGO: ¡Buenos días! (No obtiene respuesta) ¿Marta? ¿Qué haces?

MARTA: Nada, repasar unos apuntes… me estoy estresando ya con los putos exámenes finales.

HUGO: (Divertido) Pero tía, ¡si todavía queda un mes!

Marta mira a su amigo, borde.

MARTA: Bueno, yo es que no suelo dejar las cosas para la tarde de antes, como hacen otros.

HUGO: Pero tía, ¿qué te pasa? Estás un pelín borde esta mañana, ¿no?

La chica suspira, arrepentida.

MARTA: Sí, tienes razón, perdona… es que tengo la cabeza en otras cosas, y además esta noche casi no he pegado ojo…

HUGO: (Preocupado) ¿Y eso por qué? ¿Qué pasa?

MARTA: Nada… son tonterías, no me hagas caso.

HUGO: Marta… confía en mí, por favor. Yo lo hago contigo.

Marta sonríe, de mala gana, y mira a su amigo, dubitativa.

MARTA: Se trata de Alfonso… el chico del que te hable el otro día.

HUGO: ¡Ah, ya! (Extrañado) Pero… ¿no lo habíais dejado?

Marta asiente.

MARTA: Y ese es el problema… le echo de menos.

HUGO: ¿Y por qué no hablas con él? No vas a perder nada.

MARTA: No… no creo que sea buena idea.

HUGO: Mira, hay que luchar por lo que se quiere, Marta. Si no lo explicas, si no lo expresas… nunca conseguirás ser feliz.

MARTA: (Divertida) Es curioso que seas precisamente tú el que me digas eso.

HUGO: (Riendo) Lo sé, a mi también me extraña.

Los dos amigos ríen, y en ese momento llega Laura, sonriente, y se sienta al lado de su amiga, haciendo que Hugo deje de reír inmediatamente.

LAURA: ¿De que os reís? Se os oye desde el pasillo.

HUGO: (Levantándose) Déjalo. Estas cosas son demasiado aburridas para ti.

El chico se dirige a su sitio, y Laura mira a su amiga, molesta.

LAURA: No entiendo porque te ha perdonado a ti, y en cambio a Edu y a mí nos sigue odiando a muerte.

La sirena suena, indicando el inicio de la clase.

MARTA: A lo mejor es porque yo he sabido tragarme mi orgullo, y alegrarme por verle feliz, ya esté con Alberto o con cualquier otro tío.

Laura va a contestar a la chica, pero Manuel entra en clase.

MANUEL: Vamos chicos, se acabó la cháchara, vamos a empezar.

Todos empiezan a sacar sus libros, mientras el profesor borra las operaciones que hay en la pizarra.

Es la hora del recreo, y Edu e Isra pasean por el parque, charlando, mientras este último se va comiendo un bocadillo.

ISRA: ¿Y Laura donde está?

EDU: Se ha quedado en la biblioteca, que tenía que consultar no sé que en unos libros… la verdad es que estoy algo preocupado por ella.

ISRA: (Extrañado) ¿Y eso? ¿Qué pasa?

EDU: No estoy muy seguro, pero creo que… sigue enamorada de Carlos.

Isra mira al chico, divertido.

ISRA: ¿Pero que dices? Eso ya está superado por ambas partes.

EDU: Mira, no lo sé. Pero no quiero que sufra, y si estoy en lo cierto, lo va a hacer.

Isra intenta no reírse, para no molestar a su amigo.

ISRA: Laura es una tía muy madura, y, aunque estuvieras en lo cierto, ella sola sabría salir adelante perfectamente, así que no te rayes la cabeza.

EDU: Sí, si tienes razón. Pero ya sabes como soy, no puedo evitarlo. (Isra sonríe) Oye Isra, me gustaría hablar contigo también sobre algo.

El chico da un mordisco a su bocadillo antes de hablar.

ISRA: Bien, pues tú dirás. (Divertido) Aquí estoy yo dispuesto a escuchar cualquier cosa.

Edu sonríe, de mala gana.

EDU: Verás, yo… sé que ahora estamos de puta madre, pero creo que debo disculparme por todo el daño que te hice mientras estuvimos juntos, y también una vez que lo dejamos.

ISRA: No tienes porque hacerlo, Edu. Ya está todo olvidado. No voy a negar que te odie, que te guarde mucho rencor… pero de verdad, ya no queda nada de eso.

EDU: Bueno, puede que tú lo hayas olvidado, pero a mí me resulta imposible. Sabes que eres como mi hermano pequeño, y lo que menos quise fue hacerte sufrir.

ISRA: Lo sé, Edu, pero en serio… no te preocupes. Lo hecho, hecho está, y hay que saber superarlo, y tirar para adelante.

Edu sonríe, contento, y los dos amigos se abrazan, sin percatarse de que Hugo, que anda por allí cerca hablando por el móvil, les observa, sin poder evitar el sentir ciertos celos.

Un día más termina el instituto, y Marta y Laura salen de allí, charlando animadamente, cuando Lorena se acerca a ellas muy sonriente.

LORENA: ¡Buenos días, chicas! (Mira a Marta) ¿Puedo hablar un momento contigo?

Laura mira a su amiga, extrañada, y esta se muestra muy nerviosa, cosa que la chica nota enseguida.

LAURA: Bueno, pues yo… me tengo que ir, que tengo un poco de prisa. Ya nos veremos, chao.

MARTA: Hasta luego.

Laura se marcha de allí rápidamente, ante la satisfacción de Lorena.

LORENA: Veo que las coge al vuelo… es más inteligente de lo que parece, sí.

MARTA: (Borde) ¿Qué quieres, Lorena?

LORENA: ¿No lo sabes? Creía que eras más lista…

MARTA: Si se trata de dinero, te puedes ahorrar las molestias. Pasó algo, y ya no tengo manera de conseguirlo.

LORENA: Sí, ya me he enterado, pero la verdad es que me da un poco igual que denunciaran a tu multimillonario. Eso no va a cambiar para nada mi vida.

Las dos chicas comienzan a andar hacia la casa de la más joven.

MARTA: Tu vida no lo sé, pero el dinero que has recibido en ella te aseguro que sí.

Lorena deja escapar varias carcajadas.

LORENA: Otra vez vuelves a equivocarte. Estás espesita hoy, ¿eh? Me da igual tu chulo, y me da igual de donde saques el dinero, pero quiero ocho mil euros para dentro de dos semanas.

MARTA: Eso no va a poder ser, Lorena. Lo siento.

LORENA: Bueno, tú verás… pero si no los consigues, sabes perfectamente lo que pasará. Y también sabes que será un duro golpe para tus amigos… porque eso de que eres una asesina no lo sabe ninguno de ellos, ¿no?

Lorena, sin esperar respuesta de la chica, se aleja de allí orgullosa y bajo la mirada de Marta, encendida por el odio.

Ya es por la tarde, bastante avanzada, y Carlos se encuentra tras el mostrador de la recepción del hotel “Luna azul”, repasando unos datos en el ordenador. Está tan concentrado, y parece tan agotado, que no se percata de la presencia de Edu.

EDU: (Burlón) Buenas tardes, caballero. Querría una habitación con cama de matrimonio para compartir con un atractivo recepcionista.

Carlos levanta la mirada, y al ver a Edu sonríe.

CARLOS: ¡Ey, tío, que sorpresa! ¿Qué tal?

EDU: Pues bien, como siempre. ¿Tú como lo llevas?

CARLOS: Muy bien. Es algo agotador, pero muy ameno. No tienes tiempo de aburrirte, y además ves a muchísima gente diferente.

Edu sonríe.

EDU: Me alegro… pero la verdad es que no me refería a eso. ¿Cómo llevas lo de Lorena?

El semblante de Carlos se entristece, aunque intenta disimularlo.

CARLOS: ¡Ah, eso! Pues bueno… era algo que se veía venir, ¿no?

EDU: Ya, tío, pero no sé, por mucho que te lo imaginaras… no sé, ayer estabas destrozado.

CARLOS: Ya, y no te voy a negar que esté dolido, porque te mentiría. Pero más que con ella, lo estoy conmigo mismo. Por no haberme dado cuenta, por haberla perdonado tantas veces… he sido un completo gilipollas.

EDU: Eh tío, no. Eso no lo digas ni de coña. Tú la querías, y cuando quieres tanto a una persona, tus reacciones son de todo menos lógicas y razonables. Otra cosa es que ella haya sido una autentica…

Edu se queda callado para no herir a su amigo, pero el chico sonríe, de mala gana.

CARLOS: … zorra, sí. Puedes decirlo sin problemas, no te preocupes. Es más, creo que eso ha sido lo único verdadero que ha habido en nuestra relación.

EDU: No, Carlos… no sé que le ha pasado a Lorena, pero hasta hace un año o poco menos, era una chica encantadora, con sus sueños, sus metas… y una gran amiga. Quédate con eso de ella.

CARLOS: Lo he intentado, te lo aseguro. Pero no sé porque, cuando una relación se acaba, el ser humano retiene los malos momentos, olvidando los buenos poco a poco.

EDU: (Divertido) Estás súper filósofo hoy, ¿eh?

CARLOS: (Molesto) Joder, Edu, que te estoy hablando en serio. ¿A ti nunca te ha pasado eso?

EDU: Sí, siempre… quizás por eso ya no me pille tan de sorpresa.

Carlos sonríe, mirando su reloj y dándose cuenta de la hora que es.

CARLOS: Joder, se ha hecho muy tarde. Lo siento tío, pero tengo que seguir currando.

EDU: Claro, no te preocupes, yo me marcho ya. Me alegro mucho de que estés mejor que ayer, que me dejaste algo preocupado.

CARLOS: Edu… gracias. Gracias por estar tan pendiente de mí, preocupándote.

EDU: No me las des… para eso estamos los amigos, ¿no?

Carlos le responde con una sonrisa, y Edu se marcha, contento de que su amigo este mejor.

Marta se encuentra frente a la casa de Alfonso. No ve ninguna luz, pero aún así, decide timbrar. No obtiene respuesta, y vuelve a hacerlo, cuando Gloria, la vecina del hombre, pasa por allí con una bolsa de basura.

GLORIA: ¿Otra vez tú por aquí?

MARTA: (Asustada) Eh… sí… ¿usted sabe donde está Alfonso?

GLORIA: (Con indiferencia) Ya no vive aquí.

Marta mira a la mujer, sin creerla.

MARTA: ¿Perdone?

GLORIA: Sí, ¿no lo sabías? Se marchó la semana pasada.

MARTA: Ya… ¿y sabe donde podría encontrarle?

GLORIA: Pues hija, ya siento no poder ayudarte, pero no. Solo me dijo que necesitaba cambiar de vida, olvidar… y que se iba de la ciudad.

MARTA: ¡¿De la ciudad?! (La mujer asiente) ¿Y no le dijo nada más? ¿Solo eso?

GLORIA: No, lo siento…

Marta intenta disimular su frustración, aunque le resulta bastante difícil.

MARTA: Entonces… no creo que pinte mucho aquí… gracias de todos modos.

GLORIA: (Sonríe) No me las des. Adiós.

Marta se aleja de allí rápidamente, bastante afectada, mientras Gloria la observa, preocupada por el estado de la joven.

Un nuevo día amanece en la ciudad, mucho más soleado que el anterior. Hugo y Alberto están besándose apasionadamente sobre la cama del primero, hasta que Alberto se separa rápidamente de su novio, alertado por un ruido.

ALBERTO: ¿Qué ha sido eso?

HUGO: (Riendo) Habrá sido en la calle. Mis padres están trabajando, te aseguro que no van a aparecer por aquí.

Alberto se sienta, ante la molesta mirada de su novio.

ALBERTO: Creo que no ha sido buena idea venir aquí. Estoy nervioso, y pendiente de todos los ruidos que se oyen. No quiero meterte en ningún lío.

Hugo se incorpora también, colocándose detrás del chico, y haciéndole un masaje en los hombros.

HUGO: Vamos, tranquilízate. No va a pasar nada.

ALBERTO: Además, me siento culpable. Deberías estar en el instituto, y por mi culpa estás aquí.

Hugo se sienta sobre las piernas de su novio, mirándole fijamente.

HUGO: Hagamos un trato. (Empieza a quitarle la camiseta) Yo voy al instituto a cuarta hora si tú te quedas hasta entonces conmigo, sin nervios ni preocupaciones.

Hugo tira la camiseta de su novio al suelo, mientras este finge pensar por unos segundos, para luego besarle de nuevo.

ALBERTO: Está bien, trato hecho.

Hugo se ríe, y tira a su novio sobre la cama, mientras se continúan besando.

HUGO: Así me gusta, que me hagas caso de vez en cuando.

Hugo va a volver a besar a su novio, pero este le detiene, sorprendiéndole.

ALBERTO: Hugo… es la primera vez que siento algo así, y necesito decírtelo. Te quiero, te quiero más que a mi vida. Eres la persona más especial que ha pasado por ella.

Hugo sonríe al chico, aunque se encuentra algo incómodo con la situación.

HUGO: Yo también te quiero, y lo sabes.

Los dos jóvenes sonríen. Alberto quita la camiseta a su novio, y vuelven a besarse de nuevo. Con lujuria. Con pasión.

Carlos continúa en la recepción del hotel, mandando un mensaje con el móvil, cuando Lorena aparece por allí, incomodando al chico.

CARLOS: ¿Qué estás haciendo aquí?

LORENA: (Irónica) Si, buenos días para ti también… tenemos que hablar, Carlos.

CARLOS: Entre nosotros ya está todo dicho, Lorena. Esto está fuera de lugar.

Lorena mira a su ex, molesta.

LORENA: ¿Y ya está? ¿Así se termina una relación de tres años?

CARLOS: Que va, Lorena. Esa relación terminó ya el domingo, no ahora. Te repito que esto está fuera de lugar, y es ridículo… así que márchate, que seguro que tú queridísimo Jorge te está esperando.

LORENA: Te estás equivocando, Carlos… y cuando vengas suplicándome que vuelva, será demasiado tarde.

CARLOS: Eso no va a pasar, no te preocupes.

Lorena mira al chico, muy enfadada, para marcharse sin decir más. Carlos suspira, y continúa el mensaje en su móvil.

Marta se encuentra sentada en clase. Llama por teléfono, pero al comprobar que no lo cogen, cuelga. En ese momento Laura entra en clase, preocupada.

LAURA: ¿No has conseguido localizarle? (Marta niega con la cabeza) Joder… ¿y si le ha pasado algo? Ahora que quería disculparme…

HUGO: (Off) Pues eso es un detalle, sí.

LAURA: (Girándose) ¡Hugo!

La chica abraza a su amigo, ante la sonrisa de este y de Marta.

HUGO: Bueno, sigo esperando esa disculpa…

MARTA: (Divertida) Tío, no seas tan cabrón…

HUGO: Las cosas hay que hacerlas bien, Marta. Sino, no valen, ¿verdad Laura?

LAURA: (Riendo) Está bien… lo siento. No me tendría que haber metido en tu relación con Alberto. Si tú eres feliz, me alegro, y estoy dispuesta a darle una oportunidad.

HUGO: (Sonriente) Anda, ven aquí.

Los dos amigos se abrazan, ante la sonrisa de satisfacción de Marta.

Ya es domingo por la tarde, y Edu, Laura, Isra y Marta se encuentran en el Four tomándose unos refrescos y charlando, costumbre que parecían haber perdido.

EDU: Pues yo lo siento, pero no creo que le tenga que pedir disculpas por nada.

MARTA: Joder Edu, no te das cuenta, pero le habéis hecho daño.

EDU: (Molesto) ¿Por qué? ¿Por decir lo que pensamos? Pues que yo sepa, estamos en un país democrático, ¿no?

ISRA: Yo creo que Marta tiene razón. Os pasasteis bastante.

EDU: ¡Dios! Desde que sois tan amiguitos, dais un asco impresionante.

Marta e Isra ríen.

LAURA: Edu, pero es que ya no es el hecho de que le dijimos lo que le dijimos… fueron las formas. No le respetamos.

Edu va a contestar a su amiga, cuando el móvil le empieza a sonar.

EDU: Esperad un momento. (Lo coge) ¿Carlos? ¿Estás bien?... tranquilízate, tío… venga, calla, que voy para allí… hasta ahora. (Cuelga) Chicos, lo siento pero me tengo que ir.

LAURA: (Preocupada) ¿Qué pasa?

EDU: Nada, no te preocupes. Chao.

Edu se marcha rápidamente, y los tres amigos se miran preocupados.

ISRA: Carlos está peor de lo que quieren hacernos creer.

MARTA: (Irónica) Isra, hijo, cuando desarrollas tu inteligencia, te admiro tanto…

Los dos chicos se empiezan a reír, pero Laura no puede dejar de preocuparse.

Carlos está sentado en el sofá de su piso, totalmente borracho, y Edu se encuentra a su lado, preocupado. La mesa está llena de latas de cerveza vacías, consumidas todas por el dueño del piso.

CARLOS: Voy a por otra… ¿quieres?

EDU: Carlos, ya has bebido bastante… no creo que sea buena idea. (Carlos intenta levantarse, pero cae sobre el sofá de nuevo) ¿Estás bien?

El chico empieza a llorar desconsoladamente, y Edu, conmovido, le abraza.

CARLOS: Lo he jodido todo, Edu. He echado todo a perder… mi vida es una mierda.

EDU: Ey tío, no… no digas eso ni en broma, ¿eh?

CARLOS: Te envidio tanto…

EDU: (Extrañado) ¿A mí?

CARLOS: Sí… sin preocupaciones, sin problemas. Te dedicas a vivir el momento.

EDU: Eso no es así, Carlos. Simplemente, asumo las cosas tal y como vienen.

Los dos permanecen un rato más abrazados, hasta que Carlos intenta besar a su amigo, pero este le rechaza, sorprendido.

EDU: ¿Qué coño estás haciendo?

CARLOS: Por favor, Edu… lo necesito.

Edu se queda pensando unos segundos, para luego mirar a su amigo, y besarle apasionadamente.

CONTINUARÁ...