MANERAS DE VIVIR

 

TRES DÍAS MÁS TARDE…

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Una bonita mañana amanece en la ciudad. Carlos, Andrea, Claudia, Jaime y Laura se encuentran en el Four, el cual está cerrado, completamente vestidos de negro. Están sentados en un par de sofás, y los tres permanecen en silencio. Parecen impresionados.

 

CARLOS: Es que aún no me lo puedo creer.

 

LAURA: Me siento súper mal. Fui yo la que le convencí de que fuera a verla. No… si no le hubiera dicho nada…

 

CLAUDIA: Sí no le hubieras dicho nada, no habría encontrado el cuerpo. Además, ¿cómo ibas a saber que estaba muerta?

 

LAURA: Ya, pero…

 

JAIME: (Interrumpiéndola) Pero nada Laura, tú no tienes culpa de nada, y te aseguro que él no te la hecha… Joder. Tendríais que haber visto la cara que se le quedó. En mi vida había visto una cara tan desencajada.

 

ANDREA: Normal, no todos los días te encuentras a tu madre muerta.

 

Todos miran molestos a la chica, cosa que a ésta le extraña.

 

ANDREA: ¿Qué pasa? ¿Acaso es mentira?

 

Carlos sonríe forzadamente, y coge la mano de su amiga.

 

CARLOS: No, no te preocupes. Tienes toda la razón.

 

Andrea sonríe al joven, agradecida, y Laura y Claudia ven toda la escena, celosas.

 

PISO DE ISRA/ SALÓN

 

Isra y Marta, vestidos completamente de negro también, permanecen sentados en el sofá. El chico parece completamente destrozado, mientras Marta le acaricia la espalda con ternura.

 

ISRA: Marta, te agradezco que estés aquí, de verdad que sí, pero… deberías estar en casa con Esperanza. No quiero robarte el tiempo, de verdad. Seguro que tu hija te necesita más que yo.

 

MARTA: No digas tonterías. Esperanza está con mi madre, y además estoy segura de que mi hija, por mucho que digas, no me necesita tanto como me estás necesitando tú ahora.

 

Los dos se quedan en silencio durante unos segundos, e Isra no puede evitar el llorar, pero de manera muy leve.

 

MARTA: Isra, cielo…

 

Marta abraza a su amiga.

 

ISRA: Aún no me lo puedo creer, Marta. Aún no me lo creo.

 

MARTA: Tranquilo, Isra… tranquilo. Yo estoy contigo, ¿vale? No pienso dejarte solo. Te lo debo.

 

ISRA: No… no me debes nada.

 

MARTA: Desde luego que te lo debo.

 

Los dos se quedan en silencio durante unos segundos, cuando suena el timbre.

 

MARTA: ¿Esperas a alguien?

 

ISRA: No… mis tíos ya se han ido al tanatorio a reunirse con toda la familia, así que…

 

MARTA: Vale, pues no te preocupes, que ya abro yo. Ahora mismo vengo.

 

ISRA: Gracias…

 

Marta se levanta y se dirige hacia la puerta. No tarda en regresar, muy pálida, como si acabara de ver a un muerto.

 

MARTA: Isra…

 

ISRA: ¿Qué pasa?

 

MARTA: Es tu padre.

 

ISRA: (Sorprendido) ¿Cómo?

 

El joven se gira, sin poderse creer lo que acaba de escuchar, y junto a su amiga, puede ver a su padre, mirándole con lástima.

 

ENRIQUE: Hola, hijo.

 

Marta mira a padre e hijo, sin saber que decir.

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Emma Watson

 

Capítulo 51

El final del túnel

 

PISO DE ISRA/ SALÓN

 

Enrique permanece sentado en el sofá, muy serio. Isra da vueltas de un lado a otro, sin poderse creer lo que está viviendo. En un momento dado se detiene, y mira a su padre.

 

ISRA: No me puedo creer que te hayas presentado aquí después de tanto tiempo… y menos en este momento.

 

ENRIQUE: Isra, lo siento. Cuando me enteré de lo de tu madre, yo… te has quedado completamente solo, y no quiero que lo estés.

 

ISRA: Cuando Óscar murió, no viniste.

 

Enrique baja la cabeza, avergonzado, y sin saber muy bien que decir, termina suspirando.

 

ENRIQUE: Sé que debería haber venido, pero…

 

ISRA: (Interrumpiéndole) Y a todo esto, ¿qué has querido decir con que no quieres que esté solo? No habrás pensado en pedir mi custodia, ¿verdad?

 

Enrique sonríe forzadamente.

 

ENRIQUE: ¿Te parece buena idea?

 

ISRA: ¡No! No he sabido nada de ti durante años, y me gustaría que la cosa siguiera así, ¿sabes? Me iré con mis tíos, que ellos si que se preocuparon por nosotros y estuvieron a nuestro lado… y lo siguen estando.

 

El hombre está a punto de hablar, pero en ese momento aparece Marta por allí, la cual estaba esperando en la cocina.

 

MARTA: Isra, siento interrumpiros, pero… nos tenemos que ir ya, sino llegaremos tarde.

 

ISRA: Claro Marta, gracias. Y tú márchate. No quiero volver a verte jamás.

 

El padre del joven, tras pensar durante unos segundos, se levanta y esboza una sonrisa llena de lástima.

 

ENRIQUE: Voy al funeral, Isra, y también voy a pedir tu custodia… te guste o no.

 

Enrique sale del piso bajo la enfadada mirada del joven. Marta se acerca a su amigo, preocupada, y le acaricia el brazo.

 

MARTA: ¿Todo bien?

 

ISRA: Dentro de lo que cabe… si, todo bien.

 

Marta mira a su amigo, sin terminar de creerle, pero decide que es mejor no seguir con el tema.

 

CEMENTERIO

 

Todos nuestros protagonistas (Isra, Marta, Laura, Carlos, Andrea, Jaime y Claudia) rodean una tumba. Hay mucha más gente allí, entre ellos, Enrique. El cura está frente a todos ellos.

 

CURA: Olga era una mujer joven, pero el destino y el Señor quisieron que se fuera así. ¿Por qué? Os preguntaréis… el Señor siempre hace cosas así aunque los humanos no lo entendamos. Pero Él sabrá porque lo ha hecho, y seguro que tuvo motivos de peso para dejar a un hijo sin madre, a una hermana sin hermana, y a unos amigos sin amiga.

 

Andrea se acerca al oído de Carlos, indignada.

 

ANDREA: ¿De verdad se creerá todo lo que está diciendo? Porque hace falta tener cojones, vamos… Isra debe de estar que trina al escuchar semejantes tonterías todas juntas.

 

CARLOS: Bueno… ya sabes como son los curas y la religión.

 

ANDREA: Sí Hugo estuviera aquí, te aseguro que ya la habría liado parda…

 

Carlos esboza una forzada sonrisa, mientras el cura sigue hablando.

 

CURA: Olga siempre fue una mujer religiosa. Una mujer creyente, de la cual estoy seguro que si hizo lo que hizo fue porque escuchó la voz del Señor.

 

Laura se acerca al oído de Marta, sin dejar de mirar a Enrique ni un solo segundo.

 

LAURA: ¿Y cómo ha reaccionado Isra cuando lo ha visto?

 

MARTA: Pues imagínate, como si hubiera visto un fantasma… desde luego, no le deseo ni a mi peor enemigo que le pase algo así. Muere su madre, aparece su padre después de no sé cuantos años…

 

LAURA: No, ni yo, créeme.

 

Laura y Marta vuelven a atender al cura, que sigue con el sermón.

 

CURA: El Señor acogerá a Olga con los brazos abiertos, como a todo el mundo. Ella lo sabía, y por eso tomó esa decisión tan dura. Así que su familia, en el fondo, ha de estar feliz y orgullosa de que haya decidido irse al lado del Señor.

 

Claudia se acerca al oído de Jaime, sorprendida, que está de la misma manera.

 

CLAUDIA: ¿Realmente he escuchado lo que creo?

 

JAIME: Sí, me temo que sí…

 

CURA: Olga… para todos, una gran mujer, para el Señor una gran feligresa… descanse en paz.

 

El ataúd empieza a bajar, ante las lágrimas de Isra, al que se acercan todos sus amigos.

 

LAURA: ¿Cómo estás?

 

ISRA: No lo sé… la verdad es que no lo sé.

 

LAURA: Anda, ven aquí…

 

Los dos amigos se abrazan, emocionados, bajo la triste mirada de todos los demás.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Jaime, Andrea y Carlos están sentados en el sofá de siempre, todavía vestidos de negro. Los tres permanecen en un incómodo silencio, y Claudia aparece por allí con cuatro refrescos.

 

CLAUDIA: Aquí tenéis.

 

TODOS: Gracias.

 

Cada uno se coge su correspondiente refresco, y empiezan a tomárselo.

 

ANDREA: Oye Claudia, muchas gracias por dejarme que me quede en tu piso. Me buscaré un curro para poder colaborar con el dinero, no habrá ningún problema.

 

CLAUDIA: Eso espero. Aunque todavía me queda una habitación libre, estoy pensando en alquilarla… nunca viene de más un poco de dinerito, y además así tampoco nos sentiremos muy solas.

 

ANDREA: Sí, eso es buena idea.

 

CARLOS: Me alegro un montón de que al final puedas quedarte, Andrea.

 

ANDREA: (Sonríe) Y yo, créeme.

 

Los dos amigos se quedan en silencio durante unos segundos, sonriéndose, mientras Claudia les mira, celosa. Jaime se da cuenta de toda esta situación, por lo que termina carraspeando.

 

JAIME: Bueno, ¿y cuándo vas a empezar a llevar las cosas?

 

ANDREA: Pues en cuanto nos marchemos de aquí, porque esta noche quiero pasarme por el hospital a ver a Hugo, que con esto de la madre de Isra y tal llevo ya dos días sin ir.

 

CLAUDIA: No se sabe nada nuevo, ¿no?

 

ANDREA: No… la verdad es que por muy mal que esté decirlo, yo cada vez tengo menos esperanzas de que salga adelante.

 

CARLOS: No pienses en eso, Andrea. Todos confiamos en que lo conseguirá, Hugo es una persona muy fuerte.

 

Andrea suspira; no quiere perder la paciencia.

 

ANDREA: Me sorprende mucho que yo, en un año, le conozca más que todos vosotros en todo el tiempo que lleváis juntos.

 

CARLOS: (Extrañado) ¿Qué quieres decir?

 

ANDREA: Que Hugo no es tan fuerte como parece. Se lo hace y quiere dar esa apariencia, se ha creado su propia máscara… y no sé como yo he conseguido penetrar en ella y vosotros no.

 

Carlos mira a la joven, sin saber que decir, y Andrea, sin ganas de discutir, se levanta.

 

ANDREA: Me voy a empezar a empaquetar las cosas… todavía tengo muchas cosas que hacer.

 

CLAUDIA: Cuando tengas todo pégame un toque y me paso por tu casa para llevarlas a la mía.

 

ANDREA: (Sonríe) Bien, gracias. Hasta luego.

 

CLAUDIA y JAIME: Chao.

 

Andrea sale de allí, y los tres amigos se quedan unos segundos en silencio, hasta que Carlos se termina levantando también.

 

CARLOS: Bueno, creo que yo me voy a ir ya también…

 

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Ya?

 

CARLOS: Sí… estoy muy cansado.

 

CLAUDIA: ¿Quieres que quedemos esta noche?

 

CARLOS: (Molesto) Claudia, te acabo de decir que estoy muy cansado. Lo dejamos para mañana, ¿vale?

 

CLAUDIA: Como quieras…

 

CARLOS: Hasta luego.

 

CLAUDIA y JAIME: Chao.

 

Carlos sale también del local, y Claudia mira a Jaime, bastante dolida.

 

CLAUDIA: ¿Por qué todos los tíos sois tan hijos de puta?

 

JAIME: Gracias, hombre. Ya te recordaré yo esas palabras cuando me pidas que me quede a cargo del bar porque tienes que hacer vete tu a saber que cosas por ahí.

 

CLAUDIA: Ey, no seas cruel.

 

JAIME: Bueno, tampoco lo seas tú.

 

Jaime se levanta, llevándose su bebida, y Claudia le mira, sorprendida por su respuesta.

 

PISO DE ISRA/ DORMITORIO DE ISRA

 

Isra y Laura están encerrados en el dormitorio del chico. Isra está tumbado en la cama, con la mirada perdida y completamente ausente, mientras su amiga le observa sentada en una silla, sin saber muy bien qué debería decirle. En ese momento, unos leves golpes en la puerta se escuchan, sacando a los dos jóvenes de sus respectivos estados.

 

ENRIQUE: (Off) Os he hecho algo de comer.

 

LAURA: Oh, eso es…

 

ISRA: (Interrumpiéndola) Márchate. No tenemos hambre.

 

Laura mira a su amigo, molesta, y le susurra al oído.

 

LAURA: Yo si que la tengo.

 

ISRA: (Molesto) Cállate…

 

ENRIQUE: (Off) Chicos, que os he oído. Salid a comer un poco, anda.

 

ISRA: ¡Márchate!

 

Durante un rato no se escucha nada, hasta que se escucha como alguien deja algo en el suelo al otro lado de la puerta.

 

ENRIQUE: (Off) Os dejo aquí la comida… yo comeré en la cocina, así que no te preocupes, Israel. Puedes estar tranquilo, no nos veremos.

 

Escuchan los pasos de Enrique alejándose por el pasillo, y Laura mira enfadada a su amiga.

 

LAURA: ¿No crees que te has pasado un poco?

 

A Isra se le llenan los ojos de lágrimas, mientras también parece algo indignado.

 

ISRA: ¿Yo? Te recuerdo que fue él el que nos abandonó a mi madre, a mi hermano y a mí. Te recuerdo que cuando Óscar murió, no hubo manera de contactarle. Y ahora, sin que nadie lo hayamos ni siquiera intentado, aparece de repente e intenta que todo vaya como era antes de que se marchara, y no se da cuenta de que eso es imposible. Completamente imposible, porque yo no estoy dispuesto a olvidar y perdonar. Lo siento mucho.

 

LAURA: Isra, se está esforzando.

 

ISRA: Debería haberse esforzado antes de marcharse para no hacerlo, no ahora.

 

Laura suspira, intentando no perder la paciencia.

 

LAURA: Dale una oportunidad. Ni siquiera has dejado que te explique por qué lo hizo.

 

ISRA: Ni quiero que me lo expliqué. Para algo así no hay ninguna explicación posible. Sino, que se lo digan a Marta, que mira lo que le hizo Jorge nada más enterarse de que estaba embarazada.

 

LAURA: No es lo mismo.

 

ISRA: No, peor. Porque él nos conocía.

 

LAURA: Jorge no tenía ningún motivo para huir, fue un hijo de puta. Pero ofrécele a tu padre el beneficio de la duda, porque no puedes saber que es loo que realmente pasó.

 

Isra piensa durante unos segundos, hasta que termina suspirando, mientras se  levanta de la cama.

 

ISRA: Lo siento, pero no. No quiero escucharle, no quiero saber nada.

 

El chico abre la puerta, cogiendo la bandeja con la comida, y tras volverla a cerrar, la acerca a su amiga.

 

ISRA: ¿No tenías hambre? Pues toma, te puedes comer la mía también.

 

Isra deja la bandeja sobre las piernas de su amiga, ante la sorprendida mirada de ésta, que no sabe que decirle.

 

PISO DE ANDREA Y CLAUDIA/ DORMITORIO DE ANDREA

 

Andrea, vestida con ropa vieja, se encuentra en su recién estrenado dormitorio. Éste está lleno de cajas de cartón, y la joven lo está pintando de morado. En ese momento se oyen unos leves golpes en la puerta, y la chica se gira, sobresaltada.

 

ANDREA: ¿Quién?

 

La puerta se abre, dando paso a Carlos, que sonríe forzadamente y arrepentido por sus palabras de antes.

 

CARLOS: ¿Puedo?

 

ANDREA: (Suspira) Pasa…

 

CARLOS: Gracias.

 

El joven entra, cerrando la puerta tras de si, y mira como le está quedando el dormitorio a su amiga.

 

CARLOS: Oye, te está quedando de puta madre… ¿necesitas que te eche una mano o algo?

 

ANDREA: No, gracias. Puedo apañármelas yo sola.

 

CARLOS: No lo dudo, pero cuatro manos acabarán antes que dos, ¿no crees?

 

ANDREA: (Molesta) Te he dicho que no, Carlos.

 

CARLOS: Vale, como quieras.

 

ANDREA: ¿Y cómo has entrado al piso?

 

CARLOS: Claudia y yo follamos… con todo lo que ello implica… así puedo entrar, y ya sabes…

 

ANDREA: Ya.

 

Un tenso silencio se crea entre los dos, y Carlos, suspirando, se sienta en el borde de la cama, la cual está tapada con una sábana vieja para que no se manche de pintura.

 

CARLOS: Oye Andrea, yo… quería pedirte disculpas por lo que dije antes en el Four sobre lo de Hugo y tal. Sé lo unida que estabas a él, y… no tuve tacto, lo siento.

 

ANDREA: Lo estoy, no lo estaba.

 

CARLOS: (Extrañado) ¿Cómo?

 

ANDREA: Que sigo estando muy unida a él. Por mucho que parezca que lo estéis deseando, no está muerto. Y no lo va a estar.

 

CARLOS: (Molesto) ¿Cómo puedes decir eso, Andrea? ¿Cómo puedes decir que estamos deseando que muera? Mira… por mucho que no seamos tan amigos de él como tú, también le queremos. Y te aseguro que, cada uno a nuestra manera, también sufrimos por esa espiral autodestructiva en la que se metió. Y lo único que estamos haciendo ahora es ser realistas, conscientes de que puede pasar cualquier cosa. Y tú también deberías serlo, porque si al final Hugo no sale de esta… te costará mucho más superarlo.

 

Andrea, impactada por las palabras del joven, y con los ojos llenos de lágrimas, se sienta junto a él, suspirando, y rompe a llorar.

 

ANDREA: No sé que voy a hacer sin él como no habrá los ojos, Carlos… no tengo ni idea.

 

Carlos, comprensivo, abraza a su amiga con fuerza, intentando transmitirle todo el apoyo que necesita.

 

CARLOS: Tranquila, cielo… esta noche te acompañaré a visitarle, ¿sí? No tienes porque ir sola…

 

ANDREA: Gracias, Carlos. Muchas gracias.

 

CARLOS: Tranquila…

 

Los dos amigos siguen abrazados, en silencio, mientras Andrea no para de llorar.

 

PARQUE “RUISEÑORES”

 

Laura y Marta, ya vestidas con ropa normal de calle, pasean por el parque. Marta tira del carrito de Esperanza, y ambas parecen estar bastante serias y preocupadas mientras hablan.

 

LAURA: Mira tía, es que tendrías que haber visto como me ha tratado. Me han dado ganas de cogerle del cuello y retorcérselo. Mi mini yo lo ha hecho, pero como es tan enano no se ha dado cuenta.

 

Marta sonríe forzadamente.

 

MARTA: Tienes que darle tiempo. Acaba de perder a su madre, no tiene que ser fácil lo que está pasando.

 

LAURA: La verdad es que no sé si lo que necesita es tiempo.

 

MARTA: (Extrañada) ¿Qué quieres decir?

 

LAURA: (Suspira) Mira Marta, la verdad es que creo que esa actitud no es debido a la muerte de su madre… y no estoy diciendo que no le haya afectado, puesto que a pesar de todo lo que había pasado, la quería. Creo que todavía está en shock y no la ha aceptado.

 

MARTA: ¿Entonces por qué estás así?

 

LAURA: El regreso de su padre le ha afectado mucho.

 

MARTA: Es verdad, no había caído en eso. La verdad es que tendrías que haber visto la cara que se le quedó cuando lo vio aparecer esta mañana por su casa… parecía haber visto un fantasma. Pero bueno, supongo que es normal.

 

LAURA: ¿De verdad crees que es normal?

 

MARTA: (Sorprendida) ¿Tú no?

 

LAURA: No sé… yo creo que debería de darle una oportunidad, para que se explique… a lo mejor tiene un motivo de peso para que hiciese lo que hizo.

 

Marta se detiene durante unos segundos, y Laura, extrañada, la mira.

 

LAURA: ¿Estás bien?

 

MARTA: ¿Sabes? Si dentro de diecisiete años viene Jorge dispuesto a conseguir la confianza y el amor de Esperanza, te aseguro que sería capaz de matarle.

 

LAURA: Pero es lo mismo que le he dicho a él, Marta. No es lo mismo.

 

MARTA: Desde luego que lo es, Laura. El abandonar a un hijo no tiene ningún motivo de peso, y estoy segura de que el día que seas madre, entenderás lo que te estoy diciendo.

 

Marta continúa su camino, mientras Laura la mira, algo avergonzada por todo lo que ha dicho.

 

PISO DE JAIME Y CARLOS/ SALÓN

 

Carlos está sentado en el sofá, viendo la televisión aburrido, cuando llega a casa Jaime, tarareando. Deja las llaves sobre la mesita que hay junto a la puerta, y se acerca a su amigo.

 

CARLOS: ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No ibais a abrir el bar ahora por la noche?

 

JAIME: Sí, pero se ha querido quedar Claudia sola, para compensar todo el tiempo que me deja a mí.

 

CARLOS: (Sonríe) Bueno, es un detalle.

 

JAIME: Sí.

 

Jaime se sienta al lado de su amigo, suspirando, y los dos se quedan en silencio unos segundos.

 

JAIME: Pensaba que ibas a ayudar a Andrea con la mudanza cuando has salido así tan rápidamente al Four.

 

CARLOS: Sí, he ido a echarle una mano, y luego hemos quedado para ir al hospital a ver a Hugo.

 

JAIME: ¿Luego? ¿Cuándo? Si se os va a hacer súper tarde…

 

CARLOS: Ya, iremos después de cenar. Quería prepararle una sorpresa a Claudia para llevársela al bar en modo de agradecimiento.

 

JAIME: Ya.

 

Vuelven a quedarse unos segundos en silencio.

 

JAIME: Oye Fer, tú… ¿tienes algo también con Andrea?

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿Cómo?

 

JAIME: Pues eso, que si tenéis algo… no sé, últimamente estáis muy unidos.

 

Carlos deja escapar una risa nerviosa.

 

CARLOS: Somos amigos, nada más. Ya sabes que yo me acuesto con Claudia, con Andrea… no hay absolutamente nada.

 

JAIME: ¿Y con Claudia lo hay? Algo más aparte del sexo, me refiero. Porque creo que ella piensa que sí…

 

CARLOS: (Asustado) ¿Cómo que piensas que cree que sí? ¿Eso te lo ha dicho ella?

 

JAIME: No, Carlos, no me lo ha dicho ella, pero tampoco hace falta que me lo diga. Se nota. Ella siente algo más.

 

Carlos mira a su amigo, sin saber que decir ni sin saber si tiene o no tiene razón.

 

PISO DE ISRA/ DORMITORIO DE ISRA

 

Comienza a anochecer. Isra está tumbado en su cama. Tiene los ojos llenos de lágrimas, mientras la bandeja de la comida sigue intacta sobre el escritorio. No tardan en oírse unos leves golpes en la puerta, por lo que Isra se da media vuelta en la cama.

 

ISRA: ¡Ya te he dicho que no quiero verte, ¿vale?!

 

La puerta se abre, y Marta asoma la cabeza por ahí.

 

MARTA: Isra, soy yo…

 

El pelirrojo, sorprendido, se seca las lágrimas y se gira hacia su amiga.

 

ISRA: ¡Marta! ¿Qué haces aquí?

 

MARTA: Bueno, te traigo a alguien que quería verte.

 

ISRA: (Extrañado) ¿A mí?

 

MARTA: (Sonríe) Sí, a ti.

 

La chica, sin borrar la sonrisa de su cara, abre la puerta del todo y Isra puede observar que ha ido con Esperanza, por lo que no puede evitar el esbozar una leve sonrisa.

 

ISRA: La peque…

 

MARTA: La peque.

 

Mientras Isra se reincorpora en la cama, Marta cierra la puerta y se acerca hasta su amigo, dejándole a la niña entre sus brazos, la cual se ríe.

 

MARTA: Bueno, parece que te ha echado de menos.

 

ISRA: (Sonríe) Y yo a ella, ¿verdad pequeña?

 

Isra hace pucheros a la niña, mientras Marta observa a ambos, sonriendo, y se sienta en el borde de la cama.

 

MARTA: ¿Cómo te encuentras?

 

ISRA: (Sonríe) Ahora mucho mejor.

 

Marta se queda unos segundos en silencio, dejando que Isra juegue con la niña, hasta que se percata de la comida que hay sobre el escritorio.

 

MARTA: ¿No has cenado?

 

ISRA: Eso es la comida.

 

MARTA: O sea, que tampoco has comido.

 

ISRA: No tengo mucha hambre, la verdad.

 

Marta está a punto de hablar, cuando un fuerte olor inunda la habitación.

 

MARTA: Joder, la niña se ha cagado… tráela, que la voy a cambiar.

 

Isra le da la niña a su amiga, la cual saca un pañal de su bolso y empieza a cambiarla sobre la cama, ante la mirada de Isra.

 

MARTA: ¿Y cómo llevas lo de tu padre?

 

ISRA: A riesgo de parecer un ogro, te diré que probablemente preferiría estar en cualquier centro de acogida que con ese hijo de puta que ni es mi padre, ni es nada mío. Y lo siento si no estás de acuerdo, pero…

 

MARTA: (Interrumpiéndole) Te equivocas, estoy de acuerdo.

 

ISRA: (Sorprendido) ¿En serio?

 

MARTA: Completamente en serio. Esta enana algún día me hará preguntas sobre su padre, y yo no tendré ni idea de que decirle. Pero si algún día ese padre apareciera… te juro que podría llegar a matarlo con mis propias manos.

 

ISRA: Que drástica eres.

 

Marta deja escapar una sonora carcajada, mientras termina de poner el pañal a su hija y la deja en el carrito. Luego se vuelve a sentar de nuevo junto a su amigo.

 

MARTA: ¿Y lo de tu madre como lo llevas?

 

ISRA: No lo sé.

 

MARTA: (Extrañada) ¿No lo sabes?

 

Al joven se le llenan los ojos de lágrimas.

 

ISRA: Sí, no lo sé. Es una sensación extraña. Sé que no está, que no la voy a volver a ver, y sin embargo… no estoy triste. No consigo sentir nada. Y eso me da miedo, Marta.

 

MARTA: Isra…

 

El chico rompe a llorar, desconsolado, y abraza a su amiga con fuerza.

 

ISRA: ¿Qué me está pasando, Marta? ¡¿Qué?!

 

MARTA: Tranquilo… lo que te pasa es que todavía no has asumido que no está, y eso es algo muy normal. Cuando te des cuenta de ello, será cuando realmente te derrumbes… y en ese momento, exactamente igual que ahora, nos tendrás a todos animándote y apoyándote. Siendo tus amigos siempre que haga falta, comprendiéndote y escuchándote. Para que llores en nuestro hombro y no juzgarte, ¿vale?

 

El pelirrojo, algo más tranquilo, se separa de su amiga y la mira sonriendo forzadamente, hasta que termina asintiendo.

 

MARTA: Así me gusta.

 

ISRA: Marta…

 

MARTA: Dime.

 

ISRA: ¿Os quedaríais a dormir esta noche conmigo? Por favor… no quiero estar solo. Esta noche no.

 

Marta mira hacia Esperanza, la cual se ha dormido ya en el carrito, y no puede evitar el esbozar una divertida sonrisa.

 

MARTA: Pues claro que nos quedamos, pero fíjate, a Esperanza no le ha hecho falta ni que la invites, ella por su cuenta ya lo había decidido.

 

Isra tampoco puede evitar el esbozar una divertida sonrisa y los dos amigos se abrazan, emocionados.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

El local permanece completamente vacío. Claudia, aburrida, permanece sentada en una de las butacas de la barra, mientras lee una revista, cuando Andrea aparece por allí con una bolsa de plástico y una amplia sonrisa.

 

ANDREA: ¡Buenas noches!

 

CLAUDIA: (Seca) Lo serán para ti.

 

Andrea mira extrañada a su compañera de piso, y se sienta a su lado, preocupada.

 

ANDREA: ¿Estás bien?

 

Claudia, arrepentida, suspira y mira a su amiga.

 

CLAUDIA: No, perdona tú. Hoy es un día… raro. Lo de Olga me ha hecho recordar lo de mi madre, y… no sé, estoy borde.

 

ANDREA: Bueno, es normal… pero mira, te traigo una sorpresa.

 

CLAUDIA: (Extrañada) ¿El qué?

 

Andrea, sonriente, le da la bolsa de plástico a su compañera, la cual, extrañada, empieza a abrirla.

 

CLAUDIA: ¿Qué es esto?

 

ANDREA: Ya verás.

 

Claudia termina de abrir el envoltorio del plato que había en el interior de la bolsa, y ve cinco canelones. Luego mira a su compañera de nuevo, sorprendida.

 

ANDREA: Tu cena. No sabía exactamente tu comida favorita, pero sí sabía que los canelones eran una de ellas, así que pensé en hacerte unos pocos, traértelos aquí y así también poder agradecerte que me hayas dejado quedarme en tu casa.

 

CLAUDIA: Andrea, no tendrías que haberte molestado.

 

ANDREA: Por supuesto que tenía, Claudia. Te estoy muy agradecida, de verdad. Si hubiese tenido que irme a Barcelona…

 

CLAUDIA: (Interrumpiéndola) No has tenido que hacerlo, así que deja de preocuparte.

 

ANDREA: Vale, como quieras. Pero que sepas que lo estoy.

 

Claudia no puede evitar el echarse a reír, divertida.

 

CLAUDIA: ¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Te apetece quedarte un rato por aquí a hacerme compañía? Porque a este paso, no va a entrar nadie más…

 

ANDREA: Claudia, me encantaría, pero es que he quedado en diez minutos con Carlos… vamos a ir a ver a Hugo.

 

CLAUDIA: (Decepcionada) Sí, es verdad… ya no me acordaba… ¿volverás muy tarde? No hagas ruido.

 

ANDREA: No, no te preocupes. Si no estaré mucho rato, lo que pasa que como llevo desde hace tres días sin ir, pues me apetece verle… pero vamos, mañana ya me pasaré toda la tarde, así que volveré pronto.

 

CLAUDIA: Vale, pues entonces nos vemos en casa.

 

ANDREA: (Sonríe) Claro, hasta luego.

 

Claudia sonríe forzadamente.

 

CLAUDIA: Chao.

 

Andrea se marcha de allí. Claudia coge unos cubiertos y se empieza a comer un canelón, pero pone muy mala cara, y lo acaba escupiendo.

 

CLAUDIA: Dios, está asqueroso… que mal cocina.

 

PISO DE CARLOS Y JAIME/ SALÓN

 

Jaime permanece tirado en el sofá. El plato de la comida está sobre la mesita del café. El chico está a punto de quedarse dormido, cuando el timbre empieza a sonar. Extrañado, mira su reloj, y después, se levanta y abre la puerta. Al otro lado se encuentra con Laura.

 

LAURA: Buenas noches.

 

JAIME: (Sorprendido) Hola…

 

LAURA: ¿Está Carlos?

 

JAIME: No… se ha ido al hospital a acompañar a Andrea a ver a Hugo.

 

LAURA: (Suspira) Joder…

 

JAIME: ¿Estás bien?

 

Laura intenta contener las lágrimas, y Jaime se da cuenta enseguida, pero decide ignorarlo.

 

LAURA: No. Solo quería hablar con él sobre una cosa, pero… ya volveré mañana.

 

JAIME: ¿Quieres pasar un rato?

 

LAURA: No quiero molestarte… parece que estabas durmiendo.

 

JAIME: No digas tonterías, Laura, por favor. Sabes de sobra que tú nunca molestas, así que haz el favor de pasar.

 

Laura piensa durante unos segundos, y termina sonriendo.

 

LAURA: Vale, está bien.

 

La joven entra al piso, mientras Jaime cierra la puerta con una sonrisa dibujada en su rostro.

 

HOSPITAL CLÍNICO/ HABITACIÓN 349

 

Hugo permanece en la cama, todavía inconsciente. La puerta empieza a abrirse lentamente, y Andrea y Carlos aparecen por allí. Mientras ella parece decidida, él permanece un poco acongojado.

 

CARLOS: No deberíamos de estar haciendo esto… a estas horas no se puede visitar a nadie.

 

ANDREA: Tú tranquilo.

 

CARLOS: ¿Y si nos pillan?

 

ANDREA: Pues si nos pillan nos iremos, y ya está. Quédate vigilando, va a ser solo un momento.

 

Carlos entrecierra la puerta, dejando su cabeza en el pasillo, y Andrea se acerca a Hugo. Le observa durante unos segundos en silencio, y le coge de la mano.

 

ANDREA: Te despertarás… sé que lo harás. Siento haber estado tantos días sin venir, pero la madre de Valen ha muerto, y han sido unos días duros.

Ahora me tengo que ir, pero… mañana nos vemos, ¿vale?

 

Andrea se agacha y da un beso en la frente a su amigo. Justo cuando se dispone a marcharse, nota que la mano del chico hace presión sobre la suya. Se gira, asustada, y ve como su amigo poco a poco va abriendo los ojos.

 

ANDREA: Carlos…

 

CARLOS: Vamos Andrea, date prisa.

 

ANDREA: Se está despertando…

 

CARLOS: (Sorprendido) ¿Qué?

 

Carlos se acerca rápidamente a sus amigos, y ve a Hugo ya con los ojos completamente abiertos, y algo confuso.

 

HUGO: Edu…

 

Carlos y Andrea se miran, sin saber que hacer.

 

ESC. MÚLTIPLES

 

Suena la canción “Nueva York” de Vega.

 

Marta e Isra duermen plácidamente en la cama del chico, mientras Esperanza lo hace en su carrito.

 

Claudia cierra el Four. Está ella sola, y parece bastante triste.

 

Laura y Jaime charlan sentados en el sofá del piso de éste último. La joven parece bastante más animada.

 

Un médico y varias enfermeras rodean a Hugo, que está muy confuso y desubicado. Andrea y Carlos lo observan todo desde una esquina, contentos.

 

CONTINUARÁ…