MANERAS DE VIVIR

 

UN MES MÁS TARDE…

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ COCINA

 

Hugo permanece apoyado en la encimera, tomándose un café, mientras ve como la lluvia cae a través de la ventana. En ese momento, Claudia aparece por allí, bastante seria.

 

CLAUDIA: Hugo, tenemos que hablar.

 

HUGO: (Suspira) ¿Qué pasa?

 

La joven empieza a prepararse el desayuno.

 

CLAUDIA: ¿No te das cuenta?

 

HUGO: (Extrañado) ¿De qué?

 

CLAUDIA: ¿No crees que somos demasiada gente en ésta casa? No sé, estamos un poco prietos… tu madre tiene que estar con la espalda molida de dormir siempre en el sofá.

 

HUGO: Bueno, ella de momento no se ha quejado.

 

CLAUDIA: Ya, pero es que eso tampoco es demasiado importante.

 

HUGO: (Molesto) Perdona, ¿no es importante si mi madre se queja de que no está a gusto?

 

CLAUDIA: No me refiero a eso.

 

HUGO: ¿Entonces? ¿A qué viene esto?

 

CLAUDIA: Pues a que no podemos seguir viviendo tanta gente en ésta casa. Somos cinco personas, y solo tenemos tres habitaciones. Hay que hacer algo.

 

HUGO: No estarás pensando en echar a mi madre, ¿verdad?

 

Claudia se queda pensando durante unos segundos, buscando las palabras adecuadas para no parecer demasiado brusca.

 

CLAUDIA: No echarla, pero… no estaría de más que se fuera buscando otra cosa.

 

HUGO: Y por esa regla de tres, ¿por qué no se la puede buscar Jaime?

 

CLAUDIA: Jaime es nuestro amigo.

 

HUGO: ¡Y ella es mi madre!

 

Claudia suspira, intentando no perder la paciencia, y se termina el café de un trago.

 

CLAUDIA: Lo siento Hugo, pero así están las cosas… es mi piso, y yo decido.

 

HUGO: Ya, ya veo. Las veces que tu coño se abre por las noches es lo que más influye en tu decisión, ¿no?

 

CLAUDIA: (Molesta) ¡Hugo!

 

HUGO: De puta madre, Claudia… de puta madre.

 

El joven sale de allí, indignado, bajo la impotencia de su amiga, que no sabe que hacer.

 

PISO DE CARLOS/ COCINA

 

Carlos, vistiendo solamente unos calzoncillos, se está tomando un café. Parece que le duele bastante la cabeza. De pronto, una joven totalmente desnuda se apoya en el marco de la puerta, sonriente.

 

CHICA: Tengo hambre…

 

Carlos se gira hacia ella, indiferente.

 

CARLOS: Bien, pues vete a casa y come.

 

La joven, sensualmente, empieza a acercarse a él sin borrar la sonrisa de su cara.

 

CHICA: La verdad es que tengo hambre de otra cosa…

 

CARLOS: Pues entonces márchate y busca esa otra cosa, porque aquí no la vas a encontrar.

 

CHICA: Pero…

 

CARLOS: Te dije que quería que te marcharas, y sigo pensando lo mismo, así que adiós.

 

La joven, indignada, sale de allí mientras Carlos suspira, arrepentido de su actitud.

 

Canción: The hero waits

Kristen Bell, Rupert Grint, Vanessa Hudgens, Jesse McCartney, Jesse Metcalfe, Jared Padelecki, Hayden Pannettiere, Emma Watson

 

Capítulo 59

Se me olvidó otra vez

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Marta está sentada en una de las butacas tomándose un café con la sillita de Esperanza al lado, mientras Hugo, al otro lado de la barra, se toma también un café y charla con su amiga.

 

HUGO: Pues no tía, no pienso consentir que la eche. Antes se va Jaime del piso que mi madre.

 

MARTA: Hombre, pero el piso es suyo…

 

HUGO: Eso es lo de menos. Ya me las apañaré yo para que se vaya Jaime, no te preocupes.

 

MARTA: (Divertida) ¿Y qué piensas hacer?

 

HUGO: Lo primero, hablar con Carlos. Y si eso no da resultados… ya se me ocurrirá otra cosa.

 

MARTA: Ya…

 

Los dos jóvenes se quedan unos segundos en silencio hasta que Marta termina suspirando, triste.

 

MARTA: Sé que nuestra amistad no va a volver a ser la de siempre, pero… tengo que hablar con alguien.

 

HUGO: (Extrañado) ¿Qué pasa?

 

MARTA: Mira, lo primero que quiero que sepas es que estoy muy arrepentida de lo que sucedió y que nunca más va a volver a pasar.

 

HUGO: No te habrás tirado a Isra, ¿verdad?

 

MARTA: ¿Cómo has sabido que era eso? ¿Tan previsible soy?

 

HUGO: Bueno, previsible no es la palabra que mejor te define, pero para éste caso… sí, digamos que un poco previsible si que has sido.

 

MARTA: (Suspira) ¡He sido tan estúpida!

 

HUGO: Sí, la verdad es que sí…

 

MARTA: Lo que más me jode es que ya hace casi un mes que pasó eso, e Isra parece que no quiere hablar del tema, ¿sabes? No sé.

 

HUGO: (Sorprendido) ¿Un mes? ¿Y cómo te lo has guardado durante tanto tiempo?

 

MARTA: Bueno, no sé si lo recuerdas, pero soy experta en guardar cosas, y bastante más gordas que ésta.

 

HUGO: Bueno, no hace falta recordar eso constantemente… quedamos en que intentaríamos superarlo.

 

MARTA: Sí… sí, tienes toda la razón del mundo. Perdona.

 

Los dos jóvenes se quedan durante unos segundos en silencio, hasta que Hugo termina suspirando.

 

HUGO: Oye, y después de eso, tus sentimientos hacia Isra no habrán vuelto, ¿verdad?

 

MARTA: No, claro que no. Eso es algo que está completamente superado. Lo que me da miedo es que nuestra amistad se pueda ver perjudicada por esto de algún modo.

 

HUGO: Bueno, si dices que él está contigo como siempre, quiere decir que eso no ha pasado, ¿no?

 

MARTA: No, de momento no… pero eso no asegura nada.

 

Los dos vuelven a quedarse un momento en silencio, hasta que Hugo termina suspirando.

 

HUGO: Mira, te voy a contar algo que no sabe absolutamente nadie… ni siquiera Andrea.

 

Marta mira al joven, con una mezcla de sorpresa e ilusión.

 

MARTA: ¿En serio? ¿Y por qué ibas a hacer algo así?

 

HUGO: Porque puede que te ayude con esto, nada más… así que no te hagas emociones.

 

MARTA: Vale… está bien. Cuéntame.

 

HUGO: Mira, el año pasado… yo iba muy drogado, y una noche me encontré con Isra…

 

MARTA: (Sorprendida) ¡¿Os acostasteis?!

 

Todo el mundo que se encontraba en el bar se gira hacia ellos, extrañados, y Hugo sonríe forzadamente, pidiendo disculpas. Cuando todos vuelven a sus cosas, el joven mira a su amiga, molesto.

 

HUGO: ¡Tía, no pegues esos gritos! ¡Qué ya ves lo que pasa luego!

 

MARTA: Perdona, no era mi intención… es que me ha sorprendido mucho, eso es todo.

 

HUGO: Ya, bueno, pero a lo que iba. ¿Has visto que nuestra relación haya cambiado en algo?

 

MARTA: Bueno, vuestra amistad no es que haya sido nunca un camino de rosas precisamente.

 

HUGO: No, en eso tienes razón… pero tampoco ha cambiado para peor, ¿verdad?

 

MARTA: No, eso no…

 

HUGO: Pues ya está, Marta. Vuestra relación no va a cambiar… los dos sois lo suficientemente maduros para que eso no pase.

 

Marta mira al joven y le sonríe, agradecida.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ SALÓN

 

Carlos está sentado en el sofá, en silencio, cuando Andrea, ya sin rastros de su paliza, se acerca a él con un par de refrescos en la mano, tendiéndole uno a su amigo.

 

ANDREA: Aquí tienes.

 

CARLOS: (Sonríe) Gracias.

 

Andrea se sienta junto a su amigo, y los dos empiezan a beber sus respectivas bebidas.

 

CARLOS: ¿Cómo te encuentras?

 

ANDREA: La verdad es que ya bastante mejor. Hoy no me sentía preparada todavía para ir a clase, pero… seguramente la semana que viene ya vuelva.

 

CARLOS: Eso está genial, Andrea.

 

ANDREA: Sí…

 

Los dos se quedan en silencio durante unos segundos, bebiendo, hasta que la joven termina suspirando.

 

ANDREA: ¿Y tú cuándo piensas parar?

 

CARLOS: (Extrañado) ¿Parar de qué?

 

ANDREA: Vamos, Carlos… que me habrán pegado una paliza, pero no soy estúpida… llevas desde Navidades acostándote con tías noche sí y noche también… da igual que sean rubias, morenas o pelirrojas… y la verdad es que empiezo a estar ya preocupada.

 

Carlos sonríe forzadamente.

 

CARLOS: Pues no te preocupes. Está todo bien.

 

ANDREA: No, no lo está y lo sabes.

 

CARLOS: En serio, Andrea. ¿Qué más puedo pedir que tener sexo todas las noches? Yo creo que nada…

 

ANDREA: Pues mira, por ejemplo, un trabajo, un compañero de piso, y una chica que realmente te quiera a ti y no solo a tu musculoso y nada desagradable cuerpo.

 

CARLOS: (Suspira) Ni que fuera tan fácil, Andrea.

 

ANDREA: No lo es porque no quieres que lo sea.

 

CARLOS: (Extrañado) ¿A qué te refieres?

 

ANDREA: Mira, sé que estamos en época de crisis, y que no es fácil encontrar un trabajo… ¿pero sabes quienes seguramente no lo vayan a encontrar?

 

CARLOS: Sorpréndeme…

 

ANDREA: Los que ni siquiera lo buscan.

 

CARLOS: (Molesto) Lo busqué. Pero ya me cansé.

 

ANDREA: Claro. Y en vez de buscar otras vías, lo mejor es salir por las noches, follarte cada una a una tía diferente, y mientras follas, esperar a que te embarguen, ¿verdad? Eso es mucho mejor…

 

Carlos se levanta del sofá, indignado.

 

CARLOS: No tienes ni idea, Andrea.

 

ANDREA: Tienes razón. A lo mejor no tengo ni idea de lo que podrías hacer, pero si que tengo idea de que no estás haciendo nada, y de que así, lo único que vas a conseguir, es lo mismo: nada.

 

Carlos mira a su amiga, sin saber que decir, mientras esta suspira.

 

ANDREA: Tú tan solo piénsalo.

 

Los dos amigos se quedan en silencio, tomándose sus refrescos, mientras Carlos piensa en las palabras de su amiga.

 

INSTITUTO “SAN JORGE”/ EXTERIOR

 

Ya es la hora de la salida, y Laura sale aceleradamente del centro, entre la multitud. No tarda en ver a Jaime sentado en uno de los bancos de la zona, y, sorprendida, se acerca hasta él.

 

LAURA: Ey, buenas.

 

JAIME: (Sonríe) Hola. ¿Dónde te has dejado a Isra?

 

LAURA: Pues se ha tenido que ir antes, así que mi mini yo y yo misma nos hemos alegrado mucho de verte por aquí.

 

Jaime se ríe, divertido, mientras se levanta, y los dos amigos empiezan a caminar.

 

LAURA: Bueno, ¿y cómo te ha dado la neura de venir a buscarnos? Nunca lo has hecho.

 

JAIME: Ya, pero… hoy necesito hablar contigo, así que a mí me ha venido bien que Isra se haya ido antes.

 

LAURA: (Extrañada) ¿En serio? ¿Y qué es eso tan importante que tenías que contarme y que no puede esperar a esta tarde o a una llamada por teléfono?

 

Jaime se para en seco, pensando muy bien sus palabras.

 

JAIME: La verdad es que no es nada fácil… no estoy acostumbrado a hacer éstas cosas.

 

LAURA: ¿Qué pasa, Jaime? Me estás asustando…

 

JAIME: No, no es nada malo. Al menos, eso espero.

 

Laura suspira, impaciente.

 

LAURA: Venga, joder.

 

JAIME: Te quiero.

 

LAURA: Ya, yo también te quiero, ¿pero me vas a decir de una puta vez lo que pasa?

 

JAIME: Pues eso… que te quiero. Que estoy locamente enamorado de ti.

 

La joven no puede creerse lo que acaba de escuchar, y tras pensar durante unos segundos, no puede evitar el echarse a reír, divertida.

 

LAURA: ¿En serio has venido para decirme semejante gilipollez? No es el día de los Inocentes ni nada… resulta un poco triste demostrar así que no tienes nada mejor que hacer, ¿no?

 

JAIME: No te estoy gastando ninguna broma, Laura. Te estoy hablando muy en serio.

 

LAURA: Venga ya…

 

Laura observa que Jaime permanece muy serio, por lo que deja de reírse inmediatamente.

 

LAURA: No me lo puedo creer…

 

JAIME: (Decepcionado) ¿No vas a decirme nada más?

 

LAURA: ¿Qué quieres que de diga?

 

JAIME: No sé, algo.

 

LAURA: Yo… yo lo siento, Jaime, pero necesito pensarlo. Espero que lo entiendas.

 

JAIME: Claro. ¿Pero hay alguna posibilidad?

 

LAURA: Necesito pensarlo, ¿vale? De momento no puedo decirte nada más, lo siento.

 

La joven se aleja de allí, impactada por las palabras de su amigo, mientras Jaime se queda quieto sin saber que pensar.

 

PISO DE MARTA/ EXTERIOR

 

Marta llega del instituto. Parece bastante cansada, y cuando se dispone a abrir la puerta del portal, se da cuenta de que hay alguien a sus espaldas, por lo que se gira, asustada. Al ver que se trata de Isra, suspira, aliviada.

 

MARTA: Joder tío, me has asustado…

 

ISRA: Lo siento.

 

MARTA: ¿Qué estás haciendo aquí?

 

ISRA: Creo que tenemos que hablar.

 

Marta se queda durante unos segundos en silencio, hasta que termina suspirando.

 

MARTA: Sí, tienes razón… pasa, anda.

 

ISRA: Gracias.

 

Isra entra al portal, y Marta, suspirando de nuevo, le sigue, cerrando la puerta tras ella.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ COCINA

 

El reloj marca las doce y media de la mañana. Nieves está haciendo la comida, cuando se escucha la puerta de entrada cerrándose de golpe, y la mujer se asoma al salón, asustada. Allí ve a Claudia dejándose caer sobre el sofá, llorando.

 

NIEVES: ¿Estás bien?

 

Claudia, sorprendida por la presencia de la mujer en casa, se gira hacia ella, asustada.

 

CLAUDIA: ¡Joder! No me acordaba de que estabas aquí.

 

NIEVES: Bueno, siento estarlo…

 

La joven suspira, arrepentida.

 

CLAUDIA: No, lo siento… perdona. He sido una estúpida.

 

NIEVES: (Sonríe) No te preocupes.

 

Nieves saca la sartén del fuego y sale al salón, sentándose junto a la chica.

 

NIEVES: Bueno, pues cuéntame, ¿qué pasa?

 

CLAUDIA: (Extrañada) ¿Cómo?

 

NIEVES: (Sonríe) ¿Sabes? Si algo he aprendido éstos meses lejos de Hugo es a saber escuchar y a comprender las situaciones de las personas… y creo que me he vuelto muy buena en eso, así que aprovéchate.

 

CLAUDIA: Gracias, pero no quiero aburrirte.

 

NIEVES: Por favor, Claudia… ya te he dicho que no vas a aburrirme, yo estoy encantada de escucharte.

 

Claudia se queda en silencio durante unos segundos, hasta que termina suspirando.

 

CLAUDIA: El amor es una mierda, ¿verdad?

 

NIEVES: (Sonríe) Así que hombres, ¿eh? No soy demasiado experta en éste tema, solo he estado con mi marido, pero cuéntame.

 

CLAUDIA: Aunque solo hayas estado con tu marido… ¿no has estado nunca enamorada de ningún otro hombre que no te haya correspondido?

 

Nieves se queda pensando durante unos segundos, hasta que termina esbozando una forzada sonrisa.

 

NIEVES: Claro que sí… de esos todos hemos tenido alguno siempre, ¿no?

 

CLAUDIA: (Suspira) Sí, supongo que sí.

 

Las dos vuelven a quedarse en silencio un rato.

 

NIEVES: Ha sido hoy cuando te has declarado y te ha rechazado, ¿verdad?

 

CLAUDIA: (Extrañada) ¿Eh? No… no, eso ya pasó hace tiempo.

 

NIEVES: Perdona, pero entonces, si ya lo sabías… ¿a qué viene este estado de ánimo, y cual es el problema?

 

CLAUDIA: (Suspira) Pues a que pensé que si me declaraba y me rechazaba, me costaría menos olvidarme de él y poder volver a ser tan solo amigos, pero cada vez que le veo… el corazón sigue dándome latidos fuertes… y yo ya no sé que hacer.

 

NIEVES: ¿Has probado a alejarte tú de él? El ejemplo lo tienes en mi marido y yo. Cuando no pude más, cuando noté toda la presión en mis espaldas… no lo dude ni un solo segundo, te lo aseguro.

 

CLAUDIA: ¿Y sigues sin haberte arrepentido?

 

NIEVES: No. Cuando algo no te merece la pena, cuando te va a dar tanto sufrimiento, lo mejor es olvidarlo, y para olvidarlo, has de poner todos los medios que estén a tu alcance, porque al fin y al cabo, si no lo haces… nunca conseguirás dejarlo atrás.

 

CLAUDIA: Pero tenemos los mismos amigos, frecuentamos los mismos sitios… es difícil, ¿sabes?

 

NIEVES: Pues se tendrá que alejar él… o te tendrás que alejar tú.

 

Claudia mira a la mujer, sin saber que decir.

 

PISO DE MARTA/ SALÓN

 

Isra permanece sentado en el sofá. Parece bastante nervioso, cuando Marta aparece por allí, con dos refrescos entre sus manos, y se sienta frente a su amigo dándole uno y sonriendo forzadamente.

 

MARTA: Ya era hora de que hiciéramos esto, ¿verdad?

 

ISRA: Sí, la verdad es que sí.

 

Los dos jóvenes permanecen en silencio durante unos segundos, en silencio, hasta que Isra termina suspirando.

 

ISRA: ¿Qué significo para ti lo que pasó, Marta?

 

MARTA: ¿Y para ti?

 

ISRA: Yo he preguntado primero.

 

Marta no puede evitar el esbozar una ligera sonrisa, y suspira.

 

MARTA: Solo sexo, ¿no?

 

ISRA: (Aliviado) ¿De verdad?

 

MARTA: ¡Claro!

 

Isra suspira, y no puede evitar el dejar escapar una sonora carcajada.

 

ISRA: ¿Sabes? Me estaba rayando un montón, porque como no parabas de esquivarme desde que pasó aquello…

 

MARTA: Ya, es que a mí también me daba palo, ¿sabes? No sabía lo que había sido para ti, y… no quería decepcionarte ni hacerte daño.

 

ISRA: Ya.

 

Los dos jóvenes vuelven a quedarse en silencio durante unos segundos, hasta que Isra se levanta y se sienta junto a su amiga.

 

ISRA: Entonces estamos bien, ¿no?

 

MARTA: (Sonríe) Perfectamente.

 

ISRA: Fantástico…

 

MARTA: Genial.

 

Vuelven a quedarse callados, hasta que se miran fijamente a los ojos y ambos sonríen.

 

MARTA: Sí fue solo sexo…

 

ISRA: (Interrumpiéndola) No debería de haber problemas por repetirlo alguna vez, ¿verdad?

 

MARTA: Supongo que no.

 

ISRA: Entonces…

 

MARTA: Ya vale de hablar, Isra.

 

Los dos jóvenes se besan apasionadamente, mientras se recuestan en el sofá y se van quitando la ropa el uno al otro.

 

BAR “FOUR”/ INTERIOR

 

Ya es por la tarde, y Claudia está tras la barra, tomándose un café mientras piensa en sus cosas, cuando ve a Laura que mira atentamente a través de la cristalera, y al rato, entra y se sienta en una de las butacas.

 

CLAUDIA: ¿Qué coño hacías?

 

LAURA: ¿Cuándo?

 

CLAUDIA: Ahora antes de entrar. No sé si te has dado cuenta, pero los cristales son transparentes y te he visto.

 

Laura baja la cabeza, avergonzada.

 

LAURA: Vamos, que he hecho mucho el ridículo, ¿no?

 

CLAUDIA: (Sonríe) Bueno, tampoco es para tanto… pero dime, ¿qué pasa?

 

LAURA: Me estaba asegurando de que no estuviera Jaime trabajando.

 

CLAUDIA: (Extrañada) Vaya, ¿y eso? Pensaba que os llevabais muy bien, ¿no?

 

LAURA: Sí, y nos llevamos bien.

 

CLAUDIA: ¿Entonces? Algo habrá tenido que pasar, ¿no?

 

LAURA: Sí…

 

La joven se queda en silencio durante unos segundos, pensando, hasta que termina suspirando.

 

LAURA: Se me ha declarado.

 

CLAUDIA: (Sorprendida) ¿Cómo?

 

LAURA: Pues eso, que se me ha declarado.

 

CLAUDIA: ¡Pero que fuerte!

 

LAURA: Ya ves… no me lo esperaba para nada, si pensaba que estaba de coña.

 

CLAUDIA: ¿Y tú que le has dicho? Supongo que no, si le estás esquivando, ¿no?

 

LAURA: No le he dicho nada… bueno, que me lo tengo que pensar. Nunca me lo había planteado, pero cuando me lo ha dicho… no sé, por probar tampoco voy a perder nada.

 

CLAUDIA: (Sonríe) No, claro que no. Además, está muy bien armado, y lo sabe utilizar.

 

LAURA: (Sorprendida) ¿Cómo?

 

CLAUDIA: Pues eso. Que habremos sido pocas las afortunadas que lo hemos catado, pero… jodo, como se lo monta.

 

Laura hace grandes esfuerzos para ocultar el verdadero efecto que está surtiendo en ella esas palabras.

 

LAURA: ¿Os habéis acostado?

 

CLAUDIA: Bah, nada importante. Coincidimos un día que los dos estábamos mal, y punto.

 

LAURA: Ya…

 

Las dos se quedan unos segundos en silencio, hasta que Laura termina suspirando y se levanta de la butaca.

 

LAURA: Bueno, me tengo que ir.

 

CLAUDIA: (Extrañada) ¿Ya? Pero si ni siquiera te has tomado nada.

 

LAURA: Ya, pero… me acabo de acordar que tengo muchas cosas que hacer. Ya hablaremos, chao.

 

CLAUDIA: Adiós.

 

Laura sale de allí rápidamente, y Claudia permanece allí quieta, sin entender nada de lo que acaba de pasar.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ SALÓN

 

Andrea está tumbada en el sofá, comiéndose un bol de palomitas mientras ve la televisión, cuando Nieves aparece por allí vestida con un delantal y un plumero entre sus manos.

 

NIEVES: Madre mía, que de mierda había en la casa… no recordaba lo que es un piso de estudiantes.

 

ANDREA: (Extrañada) ¿Tan sucia estaba?

 

Nieves se sienta en el sofá, suspirando.

 

NIEVES: No, las zonas comunes estaban bien, pero las habitaciones… ¡madre mía!

 

ANDREA: ¿Has limpiado las habitaciones?

 

NIEVES: Sí, ¿por qué? No os molestará, ¿verdad?

 

ANDREA: Que va, a mí para nada… es más, te lo agradezco muchísimo, porque soy un autentico desastre.

 

NIEVES: No lo jures.

 

Ambas se ríen, divertidas.

 

ANDREA: Al que ya no sé si le va a hacer tanta gracia el tema es a Hugo.

 

NIEVES: Ya, ya lo sé, eso es lo que más miedo me da. Con la mala leche que se gasta…

 

HUGO: (Off) ¿Y por qué voy a tener que gastarla ésta vez?

 

Las dos se giran, sorprendidas, y ven al joven apoyado en el marco de la puerta, con cara de pocos amigos.

 

NIEVES: Hijo, no te enfades, pero… he estado ordenando vuestras habitaciones.

 

HUGO: (Sorprendido) ¿Cómo?

 

NIEVES: Bueno, he visto que estaban muy desordenadas y he pensado que…

 

HUGO: (Interrumpiéndola) ¿Pero cómo has podido hacer eso?

 

ANDREA: Vamos Hugo, no te pongas así… tampoco es para tanto, y además lo ha hecho por nosotros, por hacernos un favor.

 

HUGO: Andrea, tú no te metas.

 

La joven, molesta, vuelve a recostarse en el sofá, suspirando.

 

HUGO: Mira mamá, no quiero discutir. Lo único que quiero es que no entres en mi habitación, ¿vale?

 

NIEVES: Pero…

 

HUGO: Mamá, haciendo lo que quiero y organizándome con mi propio desorden, estoy muy bien. Así que no hagas que me arrepienta de haber dejado que te quedes aquí el tiempo que necesites.

 

NIEVES: ¡Pero si solo lo he hecho para ahorraros trabajo!

 

HUGO: ¿Y quién te ha pedido que nos lo ahorres?

 

NIEVES: Pero hijo, yo…

 

HUGO: (Interrumpiéndole) Pero nada. Sé que no lo has hecho con mala intención, pero ahora no es como cuando vivíamos con papá. Ahora yo soy una persona independiente, y tú eres una invitada en ésta casa, que te puedes quedar hasta cuando quieras… pero por favor, compórtate como tal.

 

Hugo sale de allí, molesto, mientras Nieves suspira, arrepentida, y Andrea la observa en silencio durante unos segundos.

 

ANDREA: Tú no le hagas ni puto caso. Mi habitación la puedes seguir limpiando siempre que quieras.

 

La mujer no puede evitar el esbozar una ligera sonrisa, divertida.

 

CALLES DE GIJÓN

 

Jaime, estresado, camina rápidamente hacia el Four puesto que llega tarde a trabajar. Parece absorto en sus cosas cuando nota que alguien le agarra del brazo, y sonríe cuando se da cuenta de que la persona que lo hace es Laura, que parece haber estado llorando.

 

JAIME: He de confesar que creía que te costaría mucho más tiempo del que te ha costado pensarlo.

 

LAURA: ¿Te has acostado con Claudia?

 

JAIME: (Sorprendido) ¿Cómo?

 

LAURA: Que si te has acostado con Claudia.

 

JAIME: ¿A qué viene esa pregunta?

 

LAURA: Contéstame.

 

Jaime se queda pensando durante unos segundos, en silencio, hasta que termina suspirando.

 

JAIME: Sí, pero…

 

LAURA: (Interrumpiéndole) Entonces ya he tomado una decisión, y es que no.

 

Laura se aleja de allí, pero Jaime la sigue y la agarra del brazo, impidiéndole que siga su camino.

 

JAIME: ¿Pero eso que tiene que ver? No entiendo nada, Laura.

 

LAURA: Pues que no podría soportarlo. No podría soportar el saber que habéis estado juntos y que ahora sois amigos.

 

JAIME: Pero entre Claudia y yo no hay nada.

 

LAURA: Eso mismo me dijo Carlos la primera vez que estuve con él, y me lo encontré en la cama con Lorena.

 

JAIME: Pero yo no soy Carlos.

 

Los dos se miran en silencio unos segundos, hasta que Laura, con los ojos llenos de lágrimas, termina suspirando.

 

LAURA: No puedo. Lo siento.

 

La joven se aleja de allí, llorando, y dejando a Jaime solo y confundido.

 

JAIME: ¡Mierda!

 

PISO DE MARTA/ DORMITORIO DE MARTA

 

Marta permanece completamente desnuda en su cama, tapada solamente por una fina sábana blanca. Isra, en el borde de la misma, termina de vestirse bajo la atenta mirada de su amiga.

 

MARTA: Oye, esto… supongo que podríamos seguir haciéndolo de vez en cuando, ¿verdad?

 

ISRA: (Extrañado) ¿El qué?

 

MARTA: Esto. Acostarnos.

 

ISRA: Oh. Sí… claro que sí. Mientras no haya confusiones de ningún otro tipo, ya me entiendes.

 

Marta sonríe forzadamente.

 

MARTA: No, claro que no. ¿Qué confusiones iba a haber?

 

ISRA: (Sonríe) Entonces perfecto.

 

Los dos jóvenes se miran durante unos segundos en silencio, mientras Isra termina de vestirse.

 

ISRA: Bueno, pues… será mejor que me vaya. Nos vemos mañana en el instituto, ¿no?

 

MARTA: Claro. Hasta mañana.

 

ISRA: Chao.

 

Isra sale de allí, intentando no hacer ruidos puesto que Esperanza está durmiendo en la cuna. Marta se queda sola, absorta en sus pensamientos y en sus sentimientos.

 

PISO DE CARLOS/ SALÓN

 

Comienza a anochecer. Carlos, nervioso, da vueltas de un lado a otro de la habitación. No tarda mucho en escucharse sonar el timbre, y el joven, ansioso, se dirige rápidamente a abrir. Al ver a Andrea al otro lado sonríe, contento. La joven pasa, a pesar de que su amigo no le haya dicho nada, y éste cierra la puerta.

 

CARLOS: Buenas noches.

 

ANDREA: Más te vale que sea realmente importante. Estaba en pijama, y espero no haberme cambiado para cualquier tontería.

 

CARLOS: Lo es. Y espero que te haga la misma ilusión que a mí.

 

ANDREA: (Sonríe) Así que es algo bueno, ¿eh? Empieza.

 

La joven se sienta en el sofá, sin borrar la sonrisa de su cara.

 

CARLOS: Bueno, no sé si te has enterado de lo que ha pasado hoy entre Jaime y Laura.

 

ANDREA: No.

 

CARLOS: No importa, ya te enterarás. Ellos han acabado mal, pero me han ayudado a darme cuenta de que no hay tiempo que perder, ni que dejar escapar cuando estás seguro de algo.

 

ANDREA: Carlos, me estoy perdiendo un poquito…

 

CARLOS: Mira, tienes razón. Éste mes me he estado comportando como un autentico estúpido, y en vez de centrarme en buscar un nuevo compañero de piso, o un trabajo, me he dedicado a olvidar todo ese tema buscando un polvo cada noche que me ayudase a hacerlo.

 

Andrea sonríe a su amigo, orgullosa, y éste se sienta a su lado.

 

ANDREA: Eso está muy bien.

 

CARLOS: Pero me he dado cuenta de que no puedo hacerlo sin ti.

 

ANDREA: (Sorprendida) ¿Cómo?

 

CARLOS: Que te quiero, Andrea, y sé que tú me quieres a mí, así que vamos a dejar de perder el tiempo, y estemos juntos. Es lo que necesitamos para superar todos nuestros problemas.

 

ANDREA: Yo no tengo nada que superar…

 

CARLOS: Pues entonces déjame que esté a tu lado por si en algún momento surge algo.

 

Andrea no se puede creer lo que está escuchando. Mira a su amigo, sin saber que decir, mientras éste permanece expectante. La joven termina suspirando.

 

ANDREA: ¿Quieres decir que…?

 

CARLOS: (Interrumpiéndola) Que te quiero, sí. Que quiero estar contigo.

 

Los dos jóvenes se quedan mirando durante unos segundos, en silencio, hasta que Andrea traga saliva.

 

ANDREA: Carlos, yo… también te quiero muchísimo y lo sabes, ¿verdad?

 

CARLOS: Claro. Si no estuviera cien por cien seguro no te lo estaría diciendo.

 

ANDREA: Pero ahora no me siento preparada para tener una relación, Carlos. Yo… ya sabes que soy un espíritu libre, y además, después de todo lo que pasó antes de Navidades y…

 

Carlos coge a su amiga de la mano, haciendo que se calle.

 

CARLOS: Voy a esperar el tiempo que necesites. Te quiero, y eso no va a cambiar.

 

ANDREA: (Emocionada) ¿De verdad?

 

CARLOS: Completamente.

 

ANDREA: Joder, eres un amor…

 

Los dos jóvenes se abrazan, y no pueden evitar el besarse, emocionados.

 

PISO DE CLAUDIA, ANDREA Y HUGO/ COCINA

 

Ya es completamente de noche, y Claudia se toma un vaso de leche antes de irse a la cama, cuando Hugo, también en pijama, aparece por allí, y le mira sonriendo.

 

HUGO: Oh, Claudia, contigo quería yo hablar. He estado pensando, y creo que a lo mejor tenías razón respecto a lo de mi madre…

 

CLAUDIA: No, no te preocupes. Siento mucho lo que te dije, de verdad. Se puede quedar el tiempo que sea necesario.

 

HUGO: (Extrañado) Pero…

 

CLAUDIA: (Interrumpiéndole) No me des las gracias. No se merecen.

 

Claudia se termina la leche y sale de allí con una sonrisa de oreja a oreja, ante la sorpresa de Hugo, que no entiende nada.

 

CONTINUARÁ…